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Apuntes sobre socialismo desde abajo y poder popular

A propósito del 25 de mayo de 1810

El sentido de la celebración del 25 de mayo de 1810 está en disputa como sucede con todos los hechos históricos que han tenido importancia en la historia de nuestro país. El hecho de que la burguesía se lo haya apropiado, que distintas dictaduras militares y gobiernos antipopulares, hayan tratado de justificar sus fechorías invocando “el espíritu de mayo”, no debería replegar nuestra reivindicación  política desde una perspectiva popular.

 

El sistema capitalista necesita para reproducir su dominación  disputar el sentido de todas aquellos hechos o símbolos que en el imaginario popular merezcan respeto. Lo único que la  burguesía  no disputa  es lo marginal, lo que no tiene ningún valor para el pueblo. Esto no conduce a la idea de que lo marginal es valioso. Incluso hay numerosos ejemplos de hechos o ideas que mientras fueros marginales no merecieron ninguna atención por parte de la burguesía, pero que, en la medida que fueron ganando adhesiones y generando incidencia en el terreno cultural o político,  fueron disputadas por las políticas de dominación. A modo de ejemplo en la rebelión popular de 2001 fue importante la consigna de Cambio Social, y años después el macrismo retomó la idea del Cambio y la convirtió en el centro de su plataforma de propaganda política.

 

La revolución de mayo constituyó un primer paso en la independencia nacional donde llegaron a la Junta de Gobierno que desplazó al virrey Cisneros dos tendencias políticas que en el corto plazo se revelaron como inconciliables. Una tendencia política que expresaba los intereses de la burguesía comercial porteña vinculada a la exportación de cueros y otras materias primas y a la importación de productos manufacturados desde la metrópoli española. Desde esos intereses la revolución significaba “abrirse al mundo”, ampliando su negocio de intermediación a las nuevas potencias emergentes (Inglaterra, Países bajos, Francia), ampliación de negocios que ya habían iniciado de manera ilegal mediante el contrabando.

La otra tendencia política, a quienes los servicios de inteligencia reales denominaban “los tupamaros”, por que reconocían en su proyecto el antecedente histórico de la  sublevación de Tupac Amaru y porque sus principales dirigentes Moreno, Belgrano, Castelli eran propensos  a reivindicar derechos de los pueblos originarios,  se plantearon un proyecto popular de independencia y Patria Grande, muy similar al que propusiera Simón Bolívar.  El hecho de que la tendencia morenista haya sido derrotada tempranamente en Buenos Aires  no invalida la persistencia  de los proyectos y la continuidad de sus disputas en lo que algunas vez fueron las Provincias Unidas del Río de La Plata…

El proyecto de los tupamaros, se mantuvo vigente en la existencia de la Liga Federal liderada por Artigas e incluso se radicalizó apoyándose en el sujeto de los pueblos libres (gauchos, negros cimarrones y originarios) que preexistían en su autonomía a la ruptura con el orden colonial de 1810 e incluyen propuestas concretas como el reparto de tierras,  la libertad de cultos y el federalismo. Estuvo presente en la declaración de la independencia cuando se proclamó al Cuzco como capital de la nueva nación independiente y se acordó que debía gobernar un inca.

También sobrevivió en el ejército de los Andes, cuyas hazañas solo son comparables con las del ejército de Simón Bolívar, y también en las guerrillas de gauchos y originarios lideradas por Martín Miguel de Güemes y Juana Azurduy. Dos epopeyas que se financiaron con expropiaciones y fuertes impuestos a las oligarquías locales. De allí que  Güemes,  San Martín y Juana Azurduy  fueron odiados por los ricos de Salta,  Mendoza y Potosí y terminaron sus vidas de la peor manera. Güemes entregado por los oligarcas criollos y asesinados por los realistas, San Martín exilado 26 años y Juana Azurduy, que fuera reivindicada por Bolívar y cayó en desgracia después de su muerte, terminó en una fosa común, porque era tan pobre que ni siquiera pudo pagarse su entierro.

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A estas continuidades debe agregarse  la revolución paraguaya donde  se concretan en un territorio, un gobierno y un Estado organizado y durante un período prolongado de tiempo (1811-1870) las ideas  de país autónomo de Moreno, la preocupación artiguista por democratizar el uso de la tierra integrando a los pueblos originarios y la decisión de San Martín de expropiar riquezas a los propietarios acaudalados para sostener el proyecto liberador. Y finalmente corresponde hacer referencia la campaña de Felipe Varela, que reivindicando el proyecto de Patria Grande se alza contra la guerra de exterminio de la Triple Alianza.

La idea de que la revolución de mayo, fue una mera anécdota o que su proyecto liberador no  tuvo trascendencia alguna, es coherente con una visión colonial que supone que lo único realmente importante ocurre en las metrópolis y los puertos de cabecera y administración de los intereses foráneos.. Si no ocurrió en Buenos Aires, no existe.

 

Citando a Julio Argentino Roca

 

Choele Choel. 25 de mayo de 1879. La diana a las 6 AM. procedió al solemne saludo militar rendido al sol naciente de este día que marca la mas gloriosa efemérides de los argentinos. Las salvas y las melodías agitando hoy el espacio en la orilla del río Negro han sido más que una conmemoración, la continuidad o repercusión de los himnos del gran día de 1810. Este día en Choele Choel es digno día siguiente de aquel, porque inaugurar el dominio de la civilización aquí donde la barbarie ha reinado tres siglos es lo que verdaderamente puede llamarse ‘continuación de la tarea principiada el 25 de mayo de 1810’”.

Manuel Olascoaga,  Secretario y Redactor del Diario de la “Campaña del Desierto”

 

La conjunción de la  mirada colonial de la historia, con la premisa burguesa de que la historia la escriben los que ganan, ha sustentado  algunos mitos, muy extendidos en nuestra izquierda en su variante colonial o  posmoderna, que vinculan al “espíritu de mayo” y a la bandera de Belgrano (a la bandera de los tupamaros, la que reivindicaron Artigas, Juana Azurduy, San Martín y Guemes) a la masacre de los pueblos originarios en La Patagonia. Precisamente eso es lo que dijo  Julio Argentino Roca antes de empezar la invasión a territorio mapuche, que denomino “campaña al desierto”. Que la campaña que iniciaban para aniquilar a los salvajes la harían con el espíritu de la Revolución de Mayo  y portando la bandera de Belgrano. Le importaba tanto el 25 de mayo, que hizo coincidir la entrada de sus tropas a Choele Choele, un santuario mapuche, con esa fecha.

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Es evidente que para las izquierdas mencionadas, su fuente historiográfica además de Mitre es Roca, un militar que además participo de la guerra de la Triple Alianza y de la represión a los anarquistas.

Debo reconocer al menos que estas izquierdas coloniales se han actualizado un poco. porque hasta hace algunos años uno de los historiadores oficiales del Partido Comunista Luis Sommi, reivindicaba la campaña de Roca porque favorecía el desarrollo de las fuerzas productivas, lo que creaba condiciones para avanzar hacia el socialismo.

Quienes se han tomado el trabajo en estudiar el tema desde una perspectiva popular, advierten que en las corrientes  más avanzadas de la revolución de Mayo hubo una postura dual  con respecto a los pueblos originarios

–         Por un lado reconocen derechos y se proponen integrar al proceso revolucionario a los pueblos originarios que viven dentro de  los límites del ex virreinato de las Provincias Unidas del Rió de la Plata.

–         Por otro lado reconocen y respetan a pueblos originarios que controlan territorios por fuera de los límites del territorio que gobierna o pretende gobernar la Primera Junta, y con ello se plantea relaciones pacíficas, de buena voluntad e intercambio. Plantean una relación de Nación a Nación

 

Sobre  la primera cuestión  es  muy interesante leer el libro “Nuestros Paisanos los Indios” de Martínez Sarasola, un historiador al que debemos una de las contribuciones más completas sobre la existencia de nuestros pueblos originarios en lo que hoy es nuestro territorio nacional.  Escribe el autor  “Un inusitado fervor indigenista se apodera de los hombres de la Revolución y los sucesivos gobiernos. En los primeros años de vida independiente se suceden una verdadera andanada de decretos, leyes, oficios y disposiciones legales de todo tipo, dirigidos a reparar la situación integral de las comunidades indígenas. Se procura borrar la imagen dejada por la Conquista y atraer al mismo tiempo a esas culturas a la causa revolucionaria”  (1)

Castelli en el Alto Perú les propone que depongan a los caciques elegidos a dedo por los españoles y que reelijan  según sus costumbres a nuevos dirigentes. En la Asamblea del año XIII los pueblos originarios son convocados a participar con representantes elegidos según sus métodos tradicionales. Esta misma asamblea  decretará el 12 de marzo de 1813, que. “…siendo la voluntad de esta soberana corporación el que del mismo modo se les haya y tenga a los mencionados indios de todas las Provincias Unidas por hombres  perfectamente libres, y en igualdad de derechos a todos los demás ciudadanos que las pueblan…

El punto más alto de integración al proyecto liberador se expresa en la Liga Federal Artiguista, que agrega a la bandera creada por Belgrano,  el color rojo que es mítico de los Charrúas y los Guaranies.

Sobre la segunda cuestión  debe mencionarse que una de las primeras medidas,

de la Primera Junta de Gobierno fue mandar una delegación, encabezad por Pedro Andrés García, a las Salinas Grandes donde se asentaba la administración de ese otro país que figuraba en algunos mapas de la época como Nación Pampa, para proponerle sostener lazos de amistad .

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En el mismo tema es muy interesante el relato de la entrevista de San Martín con los Pehuenches.  Reunidos allí el General y los caciques en círculo, sentados en el suelo, aquel les dijo por intermedio del lenguaraz Guajardo:—Los he convocado para hacerles saber que los españoles van a pasar del Chile con su Ejército para matar a todos los indios y robarles sus mujeres e hijos. En vista de ello y como yo también soy indio voy a acabar con los godos que les han robado a Uds. las tierras de sus antepasados, y para ello pasaré  los Andes con mi ejército y con esos cañones. “El ejército maniobraba en aquel momento con gran aparato y la artillería funcionaba estrepitosamente, lo que exitó a los indios”, dice en sus memorias Manuel Olazábal, testigo presencial, que oyó esa frase significativa: “yo también soy indio”. —Debo pasar  los Andes por el sud —agregó San Martín; pero necesito para ello licencia de Uds. que son los dueños del país

Del otro lado de la cordillera y asegurada la independencia con la presidencia de O’Higgins, este le propone a la Nación mapuche  abrir consulados.

 

 

Además, siguiendo a Roca, como fuente historiográfica, también se cae en la trampa de comparar a la denominada “Campaña al Desierto”  con la represión a los trabajadores de la Patagonia a principios del siglo XX, o el genocidio cometido por  la dictadura iniciada  en 1976, cuando en realidad lo que se produjo fue una invasión del Estado argentino y la masacre y la anexión de territorios que no eran propios, sino que correspondían a otra Nación. En realidad se parece mucho más a la guerra contra el Paraguay, donde también hubo masacre y anexión de territorios.

Esta confusión histórica que ha instalado la derecha aporta a la  explicación de por qué en la Argentina no se ha dado la discusión que sí ha avanzado en Bolivia sobre el carácter plurinacional de nuestros países.

Sería bueno que este 25 de mayo, y tratando de desembarazarnos de los “espíritus de mayo” que nos trata de imponer la dominación capitalista, retomemos la discusión sobre la continuidad de las luchas por una independencia que sigue inconclusa aunque algunos nombres cambien: Los nuevos virreyes son los CEOS de empresas monopólicas y los auditores coloniales se llaman FMI.

Que nos involucremos en la cuestión de lo que hoy conocemos como Argentina tiene un sustrato plurinacional. Y finalmente que, haciéndonos cargo nuestras tradiciones nacionales y populares, reivindiquemos la herencia más antigua que nos legaron nuestros pueblos originarios, las semillas del Socialismo.

 

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  1. Tenemos que recuperar nuestra propia historia y nuestros propios símbolos en defensa propia.

No sería  extraño que dentro de 50 años, jóvenes radicales de izquierda se nieguen a reivindicar a Darío y Maxi, porque lo asocien al gobierno que puso su nombre en una Estación de Ferrocarril, y no reivindiquen el aborto, “porque es una ley que sacó Macri”.

 

Patria y Socialismo

 

Guillermo Cieza

 

 

1) Nuestros Paisanos los Indios. Carlos Martinez Sarasola. 1992

 

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