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Apuntes sobre socialismo desde abajo y poder popular

Ampliar las alianzas

En Venezuela, cuando a fines de 2013 los cortes de calles en los barrios ricos, los atentados contra edificios públicos y transportes (protagonizados por pequeñas pero muy eficaces bandas armadas  que incluían a estudiantes, lúmpenes y paramilitares) generaban hechos desestabilizadores que  la ofensiva mediática internacional  transformaba en algo parecido a una guerra civil, ocurrió un hecho político que merece puntualizarse. El ex presidente de Brasil Lula Da Silva llamó al presidente Maduro a “ampliar las alianzas”. Y la respuesta del dirigente venezolano fue que su gobierno ya lo había hecho: tenía y seguía profundizando su alianza con el pueblo y el Polo Patriótico (que agrupa pequeños partidos, grupos de izquierda y algunos movimientos sociales). Las situaciones críticas en procesos de cambio tienen la virtud de poner sobre la mesa los grandes debates y  este contrapunto puede sintetizar un debate que excede a los venezolanos y que abarca, al menos, al conjunto de la izquierda nuestramericana.

Lula da Silva no es un político marginal. Fue uno de los fundadores y líderes del PT de Brasil, la gran y casi única esperanza de la izquierda latinoamericana en la década de los 90  que frente a la disyuntiva de llegar al gobierno tejiendo alianzas con la burguesía local brasileña, en particular el empresariado industrial de San Pablo, o demorar ese arribo, eligió ser gobierno siguiendo aquella idea que después hiciera famosa el dirigente del Frente Amplio y ex-tupamaro,  Eleuterio Fernández Huidobro “ lo único que no es negociable es la victoria (electoral).”

El proceso del PT  en los últimos 20 años da cuenta de cómo un partido de izquierda conformado por un nutrido activismo sindical de la CUT, el de Moradía (Vivienda), el MST, el de Pequeños Productores y otros que llegaron a conformar una Central de Movimientos Sociales a  mediados de los 90, fueron a transformándose en un partido representativo de un sector de la burguesía brasileña, rebajando el papel de los movimientos sociales al de base social organizada del proyecto neodesarrollista.

Los movimientos  sociales alguna vez pensados como avanzadas o trincheras en la guerra de posiciones para avanzar en un proceso revolucionario, se conviertieron en “factores de poder”, se institucionalizaron como una parte de un proyecto ajeno.

La orientación política que propuso Lula Da Silva no se limita a las posibilidades políticas  de Brasil y Venezuela, sino que traza una orientación política para el conjunto de la izquierda y los movimientos sociales nuestramericanos. Su opción es aliarse con sectores de la burguesía local en condiciones de desventaja (lidera la burguesía) y convertirse en base social del proyecto neodesarrollista.

Joao Pedro Stedile, líder del MST ha agregado a esta estrategia un condimento político, afirmando que es la única táctica posible frente al descenso de la lucha de clases. Algo asi como “resistimos y acumulamos fuerzas negociando, mientras esperamos mejores momentos”. Como es de suponer cuando  empezaron a descongelarse la lucha de clases  en Brasil (movimiento passe libre, huelgas de docentes, etc)  el MST no acompañó esas luchas y siguió consolidándose como la izquierda social del proyecto de Dilma. Quien se acostumbró a acumular negociando queda preso de su propia inercia.

Si tratamos de encontrar en nuestra propia historia algo parecido la referencia es el proceso que se da la resistencia peronista a partir del 57. El fracaso del golpe del General Valle el 9 de junio de 1956, cerró un ciclo para la resistencia que luchaba apostando a  un regreso inmediato al gobierno. A partir de ese diagnóstico el activismo sindical cambió su estrategia y dirigió todos sus esfuerzos a la recuperación sindical que tenía como objetivo recuperar esas herramientas legales masivas para desde allí largar la huelga general revolucionaria. En 1958, con el acceso al gobierno de Frondizi que propiciaba la “Integración y Desarrollo”, el  activismo sindical recuperó los sindicatos, los principales lideres se conviertieron en dirigentes legalizados y las Agrupaciones obreras en Comisiones Directivas de los Sindicatos. Muchos de los dirigentes obreros que habían estado a la cabeza de la resistencia, empezaron a pensar la política obrera desde lo institucional.  En pocos años, los sindicatos habían dejado de ser un instrumento  recuperados con fines revolucionarios para convertirse en “factores de poder” qué, como mucho, condicionaban corporativamente al proyecto desarrollista. Ese proceso fue descripto magistralmente por Rodolfo Walsh en “Quien mató a Rosendo”. En la crisis política que generó en el seno del activismo obrero el nacimiento de la burocracia sindical. Primero en su versión vandorista, después en su versión participacionista, surgieron debates muy jugosos. Quedó expuesta la contradicción entre institucionalidad burguesa y poder obrero. Por aquellos años comenzó a hablarse de vieja y nueva institucionalidad, poder y consejos obreros y  años después aparecieron  construcciones político-sindicales  amparadas por una nueva legalidad construida desde abajo: las interfabriles..

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De movimientos sociales independientes o autónomos a base social del proyecto neodesarrollista

 

Lo sucedido en la Argentina en los últimos años de gobierno kirchnerista no es ajeno a este debate. Si a veces recurrimos al repaso de nuestro pasado nacional, de lo efectivamente sucedido en el desarrollo de la lucha de clases en nuestro país,  nos es con ánimo de pasar facturas, sino porque pensamos que nuestros aplazos en historia se expresan en nuestras debilidades políticas presentes.

El primer gesto que hizo Néstor  Kirchner ni bien asumió la presidencia fue convocar a todas las fuerzas políticas que habían sido protagonistas de la rebelión de 2001. Las Madres de Plaza de Mayo, las empresas recuperadas, la Aníbal Veron y otras fuerzas piqueteras, los movimientos campesinos, las asambleas, etc.

A todos les ofreció lo mismo: recursos y cargos políticos a cambios de no movilizar, de garantizar una paz social que le permitiera estabilizar su proyecto político “de cambio”.

Lo que sucedió en esta década fue una progresiva aceptación por parte de los movimientos populares de esta propuestas iniciales.. Primero aceptaron las Madres de Plaza de Mayo (sector Hebe) y arrastraron a H.I.J.O.S,  Abuelas, etc.. A partir de la crisis del campo en  2008 integraron a grupos mas chicos a través del Frente Nacional Campesino y después al MNCI (que hoy es parte del movimiento Evita) .Por esa misma época y fogoneados desde la experiencia del Bauen se constituye la FACTA.  Aprovechando el impulso de  la Ley de medios, se coopta a través de la FARCO a numerosos comunicadores y medios independientes. En el plano sindical el gobierno dividió a la CTA, atrayendo a Suteba y a la conducción combativa de Subte. . En todos los casos la táctica fue la misma. Atraer a los movimientos a organismos o iniciativas propuestas o donde participa  “la izquierda” del kirchnerismo para dar la batalla de los recursos. Esos proyectos mutaron políticamente en poco tiempo para empezar a formar parte de la izquierda del kirchnerismo. Esta identificación implica empezar a reconocer la conducción política de Cristina, que por “cuestiones tácticas”  define candidatos presidenciales o a gobernadores contempla el “peso político” del viejo PJ, que “garantiza la victoria contra la derecha”.  Me parece importante describir este recorrido donde movimientos populares que se acercaron al kirchnerismo para buscar recursos o buscar apoyos institucionales y terminaran votando a Scioli,  porque permite desnudar una ingeniería de cooptación  por aproximación progresiva, pero además porque demuestran el escaso poder de atracción de un polo de izquierda que los tironeara hacia el otro lado. En esas debilidades no es menor el papel jugado por el sectarismo.

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Quienes hemos trabajado impulsando algunas iniciativas unitarias, en nuestro caso la COMPA,  vivimos con mucho dolor el bombardeo desde adentro y desde afuera de las iniciativas por razones exclusivamente sectarias, muchas de las cuales pueden sintetizarse en: “No estamos de acuerdo, porque no se nos ocurrió a nosotros” . Muchas veces también las connivencias con el kirchnerismo para buscar recursos, estuvieron motivadas fundamentalmente, por ganarle a los otros, a los mas cercanos.

Cuando hablamos de captación y de sectarismos no estamos hablando del pasado. Los procesos de cooptación  siguen en curso y continuaran aún con Scioli  o Macri en el gobierno, especulando en regreso con discurso de centroizquierda para 2019. Seguirá  funcionando instancias corporativas de cooptación,  seguirán bajando recursos desde algunas gobernaciones y municipalidades, y no faltaran ofrecimientos de espacios institucionales” para dar la pelea desde adentro”.

 

El debate de fondo

 

 

Planteados todos estos antecedentes me parece necesario volver al debate político inicial.

He planteado a propósito la respuesta política de Maduro a Lula porque suele acudirse al ejemplo venezolano para justificar las  alianzas por fuera de la izquierda, no conducidas por la izquierda.

La experiencia del proceso bolivariano plantea un escenario de alianzas amplias que siempre fueron conducidas por la izquierda. El proceso bolivariano arrancó con un liderazgo indiscutible, el de Chávez y un programa político que planteaba la recuperación estatal de PDVSA (de la gran caja de la burguesía local) y  golpeaba a fondo la institucionalidad burguesa cuestionando la democracia representativa,

La crítica a la democracia representativa es una propuesta de izquierda cuyos orígenes políticos modernos pueden remontarse al mayo francés del 68. Es una consigna de enorme profundidad porque conlleva la responsabilidad para quien participa en el simulacro electoral  de denunciarlo. Esta denuncia la suelen pasar por alto compas de izquierda que participan de las campañas electorales. No se suele escuchar que nadie diga, como Chávez. “participamos electoralmente para abolir esta constitución y romper la ficción de que los pueblos gobiernan mediante elecciones”,

Es cierto que en el chavismo participan sectores que no son de izquierda, que anidan burócratas y boliburgueses, pero ni con Chávez vivo, ni con Chávez muerto estos sectores han conducido el proceso bolivariano, de allí la vitalidad  del proceso bolivariano y que sean identificados por Estados Unidos como la gran amenaza continental..

Si se busca una referencia de propuestas de alianzas amplias donde la izquierda acompaña pero no conduce debe rastrearse las experiencias de los Frentes Populares que durante décadas propusieron los Partidos Comunistas del continente y con los que polemizaron la  irrupción de la Revolución Cubana y el Che Guevara..

 

 

 Pensar en hacer política incluyendo a sectores  por fuera de la izquierda, presupone trabajar en lo inmediata por una fuerte unidad de la izquierda

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Hay  compañeros que afirman que para hacer una revolución debe pensarse en la política y en alianzas que excedan los límites de la izquierda. Podemos tener coincidencias con esa opinión como afirmación general, pero no como propuesta de aplicación inmediata.

Pensar en alianzas mas amplias, presupone el paso previo de generar las condiciones para que la izquierda conduzca. Si no damos ese paso no haríamos otra cosa que trasladar frases o esquemas que se suponen son útiles por su propia esencialidad.

Ampliar alianzas por centroizquierda desde la fragmentación política en que nos dejó el kirchnerismo nos conduce a un suicidio político.

En la situación que estamos me parece mucho mas pertinente otra conclusión general como es la de apostar al protagonismo popular y a la unidad de las izquierdas, caracterizando al sectarismo entre nuestras fuerzas como nuestro peor lacra.

Cuando en el movimiento obrero se construyen alianzas para enfrentar a la burocracia, no intervienen los recursos del Estado. De un lado están los que luchan por mejorar las condiciones de trabajo y salariales, y por otro lado están los que son cómplices de la patronal. No es casualidad entonces que en la oposición a la burocracia se construyan listas multicolores, que abarcan a todos los sectores antipatronales, combativos y de izquierda Esto no es una novedad. Cuando la resistencia obrera peronista se quebró en dos por la conformación de la burocracia sus activistas más consecuentes formaron parte de las listas clasistas, que eran listas del conjunto de la izquierda. En nuestra zona, el Gran La Plata, basta recordar quienes formaban los cuerpos de delegados y las comisiones internas de las principales fábricas en conflicto y quienes formaban partes de las interfabriles. Estaban allí, mayoritariamente, activistas obreros no encuadrados en ninguna organización política, mas activistas de todos los colores políticos de las izquierdas

Si pensamos en la resistencia a la dictadura, por ejemplo quienes concurrían a apoyar a las Madres de Plaza de Mayo , y años después quienes formaron parte del movimiento piquetero, que fuerzas políticas estaban presentes el 26 de junio de 2002, etc. En todos los casos lo que teníamos era un amplio abanico de expresiones de las izquierdas, muchas de las cuales no tenían un encuadramiento organizativo..

Desde nuestra historia política pasada tenemos que reconocer conclusiones obvias, pero que me parece necesario puntualizar. Las diferencias que tenemos entre las izquierdas, silvestre u orgánica,  son mucho menores que las que tenemos con la centroizquierda.

Saldado ese punto esta claro que dentro de las izquierdas no todos somos lo mismo. Pero corresponderá a nuestro propio pueblo advertir esa diferencia y dar mayor credibilidad a las propuestas más enraizadas, más coherentes y con más proyección de poder.

Quienes nos sentimos unificados con una concepción de construcción de poder popular , quienes hacemos un esfuerzo por romper con esquemas mentales coloniales, quienes apostamos a la prefiguración de una nueva sociedad e incluimos entre nuestras definiciones el antipatriarcalismo y el ecosocialismo, quienes nos identificamos con procesos populares nacionales como los que protagonizan los pueblos venezolanos, boliviano y cubano y todas las resistencias populares del continente, debemos buscar formas de confluir y articularnos, para fortalecer y aportar a la proyección política de un proyecto asentado en el protagonismo popular y la unidad de las izquierdas.

 

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