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Apuntes sobre socialismo desde abajo y poder popular

Análisis situacional de las amenazas a la seguridad de la Revolución bolivariana desde Colombia

Colombia se configura como la ficha clave de una guerra de aproximación indirecta contra Venezuela.

  1. Contexto

La pregunta no es cuándo actuarán directamente sobre Venezuela sino por qué no lo han hecho antes; la respuesta puede ser que simplemente no han logrado caotizar el país al nivel que consideran necesario.

Contrario a la opinión de sectores muy críticos con el presidente Maduro, y a pesar de los errores propios, tras la muerte del presidente Chávez lo esperado era que el Gobierno perdiera totalmente el control del país y Venezuela se convirtiera en un Estado fallido, y sin embargo, entre las muchas maniobras de resistencia del Gobierno del presidente Maduro y la fuerte vinculación del pueblo al legado de Chávez y su empeño por sostener el proyecto bolivariano, han permitido que a pesar del caos económico y las dificultades sociales, el Estado venezolano continúe aglutinado, funcionando y con poder.

Innegablemente un Gobierno lacayo en Venezuela como el de Guaidó haría innecesaria una acción desde Estados Unidos, pero tener un personaje de ese tipo en la presidencia de aquel país es el objetivo de la derecha nacional, no el objetivo principal del imperialismo. Si cualquier gobernante chavista siguiera en el cargo pero el Estado se desmembrara y el Gobierno no pudiera controlarlo, el objetivo estaría cubierto.

Entonces planteándolo inversamente: la prueba de que el país con todos los problemas sigue teniendo una estructura de Estado gobernable es justamente el hecho de que la acción militar internacional no se ha concretado pero continúa en ciernes en tanto tampoco ha logrado generar el clima necesario.

Pero aunque Venezuela resiste heroicamente, es necesario entender esta modalidad de guerra que es sumamente compleja. No sólo por el hecho de ser una guerra híbrida, multifactorial, sino por el hecho de que actualmente las guerras son una ganancia en sí mismas, una empresa lucrativa, por lo que ya “ganar” en el sentido tradicional no es el objetivo. Además, la Doctrina Bush se planteó la guerra infinita como la nueva modalidad de guerra imperialista que facilita la hegemonía a través de la caotización.

 

El escenario

En Venezuela, dio inicio un nuevo periodo presidencial del presidente Maduro, quien acudió a juramentarse ante el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) con amplio acompañamiento popular y más de 90 delegaciones internacionales.

Paralelamente, se configura una acción política desestabilizadora desde la Asamblea Nacional (AN) a la que a pesar de haber sido señalada de estar en desacato no había sido disuelta por el Gobierno bolivariano en aras del diálogo. Esta Asamblea decide ahora declarar a Nicolás Maduro como usurpador, y anuncia que su nuevo presidente Juan Guaidó -un hasta ahora desconocido diputado del partido de ultraderecha Voluntad Popular- se propone como nuevo presidente, pero más allá de la tradicional rebatiña por el poder de la derecha que ya lo ha afectado, la oposición parece estar a la espera del desencadenante para cometer el acto írrito de juramentarlo como presidente e iniciar así un nuevo intento por establecer un gobierno paralelo, tal vez esta vez sí desde el territorio nacional, pues hasta ahora, las supuestas autoridades paralelas como Fiscalía y TSJ se encuentran fuera del país. La falta de reconocimiento internacional real a estas supuestas instituciones paralelas, los gastos que ha generado a los gobiernos que los alojan y lo poco que han repercutido en la realidad venezolana, ha demostrado que “desde el exilio” no funciona.

Aún cuando Venezuela no ha logrado superar los graves problemas económicos internos y continúa siendo víctima de varios bloqueos, el Gobierno bolivariano ha mantenido los programas sociales y ha tejido alianzas económicas  con países tan poderosos como China, Rusia, Irán y Turquía. Aunque disminuido, el chavismo continúa siendo un fenómeno político sin parangón en la historia venezolana, y es en la actualidad la única fuerza política con capacidad de movilización popular masiva. En lo militar, la FANB continúa avanzando en la conformación y cualificación de la Milicia Bolivariana, triplicando su contingente en los últimos meses.

La ineficiencia de su dirigencia, sus divisiones, su falta de programa, las acciones de inteligencia del Gobierno y, por último, el fenómeno de la emigración, han afectado a la oposición restándole militancia en el país, sobre todo entre los jóvenes que se prestaban para apoyar sus acciones terroristas de control territorial, popularmente llamadas “guarimbas”. El Tribunal Supremo de Justicia por su parte declaró nulos todos los actos de la Asamblea Nacional que se encuentra en desacato. La oposición vuelve a colocar en el ambiente el 23 de enero como día D. El Gobierno de los Estados Unidos los respalda públicamente a través de su Vicepresidente.

En pleno siglo XXI, en el marco del relanzamiento de la Doctrina Monroe con nuevas estrategias, la OTAN ha sumado a Colombia en el 2018, como el primer Estado latinoamericano que se incorpora a la organización con el status de “socio global”.  La OTAN entra en América Latina a través de un país con un conflicto social armado de vieja data, que justamente por eso posee las Fuerzas Militares (FFMM) con más experiencia en guerra irregular del hemisferio.

Esta nueva presencia de la Organización del Tratado del Atlántico Norte en la región, se engrana con los procesos de restauración de los gobiernos de derecha en América Latina y forma parte del mismo plan geopolítico de los países del norte para apoderarse de los recursos naturales y minero energéticos de los países del sur.

En Colombia continúa la guerra interna. El paramilitarismo se ha fortalecido en organizaciones armadas y sicarios. Una nueva arremetida paramilitar  asesinó -sólo en el 2018- a un aproximado de 250 líderes y lideresas sociales en todo el país, configurando así un nuevo genocidio que continúa en desarrollo con total impunidad. Por otro lado, el Estado incumplió en gran medida los acuerdos con las FARC y el Gobierno se retiró esta semana de la mesa de diálogos con el ELN y éste realizó la primera acción militar sobre Bogotá en muchos años. La imagen de Duque dentro de Colombia es de las peores en la historia de los gobernantes de la Casa de Nariño, las instituciones colombianas en general tienen graves crisis de legitimidad, el ESMAD y la Fiscalía General han sido objetos de grandes críticas y movilizaciones en las últimas semanas, pero el despojo sistemático de las riquezas continúa sin freno gracias al avance de las trasnacionales minero energéticas en el territorio, el fortalecimiento del poder estadounidense sobre las FFMM a través de la OTAN y, por supuesto, el crecimiento continuado y sostenido del negocio del narcotráfico.

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Si Colombia se aventura a promover la primera guerra entre estados latinoamericanos del siglo XXI, esto significaría un grave revés para la lucha por la paz de Colombia. También sin duda se perjudicarían Venezuela y Latinoamérica entera, únicamente ganarían las economías privadas trasnacionales (incluyendo por supuesto, la del narcotráfico) y los Estados Unidos.

 

Claves

El escenario mediático está montado, los fundamentos legales en construcción, los falsos positivos armándose, y la invasión paramilitar a Venezuela en marcha desde hace casi dos décadas.

Las presiones estadounidenses, ahora sobre el Gobierno de Duque, se agudizan. En eso se centró la visita de Mike Pompeo a Colombia tan pronto inició el 2019. A esto se suma el llamamiento hecho público del 22/1/19 por el propio Vicepresidente estadounidense al “pueblo” venezolano.

Pero también hay otras ambiciones en ese conflicto. Según un informe de la Contraloría General de Colombia, por ejemplo, a partir del 2019 el país comenzaría a ser incapaz de autoabastecerse de petróleo, mientras Venezuela posee las mayores reservas petroleras probadas del mundo.

Ya hay claros indicios de que el Gobierno colombiano se dispone para jugar ese triste papel. Algunos de ellos son el aumento de la inversión militar en el presupuesto del 2019, sobre todo en áreas que no se corresponden con el conflicto interno como defensas antiaéreas y aviones. La discusión y próxima aprobación de leyes como la ley “Por medio de la cual se previenen y enfrentan actividades y operaciones delictivas en territorio colombiano por parte de miembros del régimen venezolano y se dictan otras disposiciones” y la nueva doctrina militar llamada Damasco, con la que las Fuerzas Militares colombianas se convierten en una fuerza que puede ser comandada por cualquiera de los países OTAN y que entra en su último año en el 2019.

A pesar de las presiones estadounidenses y los intereses de algunos sectores de la derecha colombiana, aún no hay consenso  sobre esta acción en la clase dirigente de Colombia. Una operación militar de bandera falsa, que simule una primera agresión desde Venezuela podría presionar ese consenso.

Los dos grandes elementos que mantienen renuentes a algunos sectores de la derecha colombiana son la inestabilidad económica que esto generaría a la industria y el comercio (legal e ilegal) que vive de Venezuela y el fracaso de su modelo de pacificación de las guerrillas colombianas. El primer problema lo solventaría la oligarquía colombiana si lograra consolidar el control territorial de los grupos paramilitares colombianos sobre la llamada “media luna” venezolana, que afortunadamente, aún no ha conseguido.

Por otro lado, el involucramiento de las Fuerzas Militares de Colombia en un conflicto internacional podría debilitar aún más el control del Estado, particularmente en el sur del país, y abrir nuevas brechas a las organizaciones revolucionarias.

 

Situaciones desfavorables para Venezuela en este contexto

  • Continúa el juego con la moneda nacional en las casas de cambio de la frontera, el contrabando de extracción de alimentos y de combustible.
  • Nada indica que la invasión del territorio venezolano por parte de grupos paramilitares colombianos y mercenarios se haya detenido. Las organizaciones paramilitares y el mercenariato continúan presentes, particularmente en Táchira y Zulia (incluyendo barrios de Maracaibo y San Cristóbal), Mérida, Barinas, Trujillo, Aragua, Barrios de Caracas (esto incluye Municipio Sucre y Estado Miranda), Estado Sucre, Bolívar y Amazonas.
  • La salud física y psicológica de la población venezolana continúa siendo afectada a pesar de los esfuerzos del Gobierno y el poder popular. Aunque hay que destacar que en relación al número y la diversidad de operaciones psicológicas desarrolladas por el enemigo, el pueblo venezolano ha demostrado en general un altísimo nivel de resiliencia.
  • Se ha ido legitimando internacionalmente la pérdida de la disputa con Guyana de modo tal que se utiliza el mapa de Venezuela sin la zona en reclamación en todos los medios internacionales. Esto debe haber sido ya pactado por los lobbies petroleros -vinculados fundamentalmente al partido republicano- con la derecha venezolana.
  • Las matrices de opinión de los medios colombianos comenzaron a cambiar el 9 de enero de este año. Se desmontaron los campamentos de refugio a migrantes de Venezuela y se comenzó a hablar de lo inevitable de la toma de posesión y argumentar la imposibilidad de una solución democrática al “conflicto interno” venezolano.
  • La promoción de la xenofobia que tomó niveles terribles esta semana en Ecuador con las palabras de Lenin Moreno, a pocos días de su reunión con Pence, puede ser parte de la creación de un clima para justificar un involucramiento de ese país en la acción militar.

 

Situaciones favorables para Venezuela en este contexto

  • La lealtad de las FANB a la constitución nacional y el ejecutivo, continúa siendo mayoritaria y su peso en la estabilidad es fundamental. Situaciones como las generadas el pasado lunes 21 de enero, con el alzamiento de un grupo de 40 soldados y sargentos, pueden ser simples globos de ensayo para medir capacidad de respuesta y respaldo popular. Afortunadamente, el resultado fue que no lograron apoyo popular ni mucho menos militar (aunque nadie pensaría que un grupo de sargentos podría mover oficiales superiores) y la capacidad de respuesta, por lo que se sabe, fue contundente.
  • Finalmente, la invasión del paramilitarismo colombiano sobre el territorio nacional ha sido cada vez más develado y desde hace unos años se ha comenzado a asumir desde las instituciones del Estado venezolano y desde la opinión pública en general que  ese proceso es un peligro real que forma parte de la guerra contra la Revolución bolivariana. Estos grupos no han logrado el  control territorial de la frontera colombo venezolana y particularmente siguen sin lograrlo en toda la media luna que rodea al Lago de Maracaibo, esto básicamente gracias a la presencia de la guerrilla colombiana en la frontera, algunos colectivos chavistas organizados sobre todo en San Cristóbal y Apure, y recientes esfuerzos de algunos sectores de las FANB, principalmente los dirigidos por Freddy Bernal en el Táchira y por Omar Prieto en el Zulia.  Sin control territorial total sobre la media luna, el caos generado por una guerra afectaría inmediatamente a la economía regional (en primer lugar en la de Colombia) y también mundial al afectar la exportación petrolera.
  • En la gran Caracas, la legitimidad del chavismo persiste y se mantiene la movilización popular por acción del PSUV y partidos aliados. Esto sumado a la presencia de algunos colectivos revolucionarios que ejercen control territorial en sus comunidades en esta ciudad han logrado fortalecer el control del gobierno sobre la ciudad capital.
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  1. Breve caracterización del enemigo

Además de las Fuerzas Militares colombianas en la frontera de Colombia con Venezuela se deben visibilizar estos otros actores:

Presencia militar estadounidense en la frontera [1]

  • Fuerzas de Tarea Conjuntas en la frontera colombo venezolana: Según los define el profesor Renán Vega Cantor “son grupos de despliegue rápido con una diversidad de especializaciones. Estos grupos se caracterizan por su capacidad de adaptación en diversos terrenos y su flexibilidad en el tipo de acciones, además de su carácter ampliamente confidencial. Ambas con Comandantes de Brigada del Pentágono estadounidense con experiencia en Irak y Afganistán.
    • Fuerza de Tarea conjunta Vulcano. Ubicada en Tibú, Catatumbo, Departamento Norte de Santander. (Frontera con el Estado Zulia) Cuya fuerza inicial es de entre 7.900 y 10.000 efectivos. Estos fueron reforzados el pasado año con alrededor de 5.000 efectivos de las Fuerza de Despliegue Rápido N°3 (Fudra)
    • Fuerza de Tarea Conjunta Kyron. Ubicada en el Tame, Arauca. A pocos kilómetros de la frontera con el Estado Apure.
  • Brigada Oriental del Ejército. Puerto Carreño, Vichada. Comparte frontera con los estados venezolanos Apure y Amazonas. Base FOL. (Localización de Operaciones de Avanzada). Plataformas portátiles de inteligencia que se encargan de hacer reconocimientos y compilación de información para operaciones en terreno, en conexión directa con el Centro Espacial de Guerra (SWC) ubicado en la base de la Fuerza Aérea Schiever Colorado Springs. Esta base cuenta con personal civil, militar y equipo estadounidense.
  • Sistema de Radares de Vigilancia.  Sistema creado por el Comando Sur. Radares terrestres. Grupo Aéreo de Oriente. GAORI. Marandúa, Vichada. Ground Mobile Radars. Radar PS-70, Radares QBRN “Red de radar de la cuenca Caribe”.
  • Radar Rioacha. Rioacha, Guajira. Frontera con el Estado Zulia. 2000 Ground Mobile Radar, Radar PS-70, Radares QBRN “Red de radar de la cuenca Caribe”.

 

Empresas trasnacionales y multinacionales que contratan servicios de compañías militares privadas (CMP) [2] y financian grupos paramilitares en la frontera: 

  • Empresa estadounidense asociada con Ecopetrol (Colombia). BP (Inglaterra) para algunas labores con Repsol (España). Ubicada en el Arauca. Frontera con Apure, Bolívar. Sin embargo, el oleoducto principal de transporte de petróleo de esta empresa el Caño Limón-Coveñas y la seguridad privada, las FFMM de Colombia y los grupos paramilitares custodian todo su trayecto que en la zona de frontera abarca Arauca y Norte de Santander, es decir, Apure, Táchira y parte del Estado Zulia.
  • Empresa estadounidense asociada con Prodeco, filial de Glencore, empresa Suiza. Ubicada en Jagua de Ibirico, Cesar. Frontera con el Estado Zulia.
  • Glencore (Suiza), BHP Billiton (Inglaterra-Australia), Anglo American (Inglaterra). Propietarias del Cerrejón. Ubicadas en la Guajira. Frontera con la Sierra de Perijá, Estado Zulia.

 

Narcotráfico y Paramilitarismo

En Colombia ya no se mencionan los grupos paramilitares, en su lugar se habla de “sicarios”, “bacrim” (bandas criminales) o grupos armados organizados. Más allá de la legalización del paramilitarismo que logró Álvaro Uribe Vélez con su “Ley de Justicia y Paz”, la razón principal de esto es que la globalización del capitalismo incluyó por supuesto uno de sus más importantes negocios: el narcotráfico, y ahora este negocio que genera grandes cantidades de dinero que lubrican la economía colombiana, pero sobre todo la de EE.UU. y Europa, está pasando a control directo de los carteles del norte, los cuales forman parte de un plan global. “Las drogas no entran en Estados Unidos por arte de magia. Importantes cargamentos de droga son enviados a veces a ese país con el consentimiento y/o la complicidad directa de la CIA”. Denuncia el investigador y exdiplomático canadiense Dale Scott, quién además detalla la vinculación entre la economía del narcotráfico y la maquinaria mundial de la guerra: “Estados Unidos ha tratado de ejercer su influencia en ciertas partes del mundo pero, siendo una democracia, no podía enviar el US Army a esas regiones. Así que desarrolló ejércitos de apoyo (proxy armies) financiados por los traficantes de droga locales”.

El poder de carteles mexicanos sobre el negocio de la droga en Colombia ha sido incluso denunciado por la Defensoría colombiana. Según ésta, detrás de la violencia paramilitar que se ha presentado en los últimos tiempos en Colombia se evidencia la actuación del cartel de Sinaloa como financista de estas bandas.

Esa amplia variedad de grupos y organizaciones que producen y exportan droga en Colombia es tan sólo la consecuencia de la forma cómo el negocio del narcotráfico cambió en las últimas décadas hasta quedar bajo el control de los carteles del país azteca. El papel que cumplieran los carteles mexicanos frente a los antiguos carteles colombianos como el de Medellín y el de Cali, transportando la droga de México a Estados Unidos, cambió a partir de la década de los noventa cuando el Gobierno estadounidense en alianza con el colombiano persiguieron a los grandes capos como Pablo Escobar y desarticularon los carteles. Contrario a sus declaraciones públicas, esta arremetida no acabó con el negocio sino que lo atomizó y lo colocó en manos de grupos más pequeños. Descaradamente, en enero del 2016 el ministro de Defensa, Luis Carlos Villegas, declaró que los grandes carteles del narcotráfico de hace 20 o 30 años mutaron hacia pequeñas organizaciones criminales que siguen controlando el mercado de la droga pero que, a su juicio, no representan una amenaza para la democracia. La realidad es que paulatinamente estos pequeños grupos han ido subordinando a los carteles mexicanos el negocio de la droga en Colombia y con ello dichos carteles se imbrican ahora en todo el aparato paramilitar, la paraeconomía y la parapolítica, que atenta directamente contra la democracia. Esta realidad ya visible para las comunidades colombianas está empezando a evidenciarse en decomisos y capturas hechas por la Fiscalía, siendo cada vez más difícil de ocultar. Es por ello que en los últimos años el negocio ha prosperado, aumentando la siembra de coca y la “exportación” de cocaína desde Colombia.

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Todos esos carteles mexicanos, colombianos y también ahora brasileños, persisten en la búsqueda del acceso al Lago de Maracaibo como puerto de salida. Es por ello que forman parte, financian y apoyan la desestabilización del Gobierno venezolano y aspiran apoderarse de esa salida geoestratégica al Caribe.

 

  1. Hipótesis

Los grupos de paramilitares colombianos y el mercenariato cooptado dentro del país podrían estar preparándose para desatar otra jornada de violencia en Venezuela a partir del 23 de enero, levantando guarimbas[3] con menos participación de civiles opositores, más especializadas en el uso de armamento convencional y no convencional y acciones terroristas masivas. Su objetivo sería desestabilizar Caracas y tomar el control de la media luna. Para cumplir el primer objetivo cuentan con el territorio que han ganado en Aragua, Miranda y la Gran Caracas, tanto en la zona del este como en los barrios populares donde han mantenido su reclutamiento con ayuda de los distribuidores de droga. Para el control de la media luna, puede darse un ingreso de refuerzos sobre todo  desde el Norte de Santander a través del Catatumbo (frontera con el estado Zulia) y de Puerto Carreño, Vichada (Frontera con el estado Amazonas) ya que la frontera de Arauca cuenta con control territorial del ELN que dificulta -aunque no podría detenerla del todo- la entrada de las FFMM o paramilitares hacia el Apure. Estas acciones podrían prolongarse de dos a siete meses.

Sólo si logran estos dos objetivos y continúa avanzando la desestabilización política y económica, o si la presión de los Estados Unidos lo forzara, sería esperable que entre marzo y agosto del 2019 Colombia sume a su terrible historial de guerras, una agresión militar al país bolivariano como vanguardia de una acción internacional a la que paulatinamente podrían irse sumando otros actores como Ecuador, Perú y Brasil (a través del Amazonas, recordar base móvil de Tabatinga), y probablemente la Fuerza Aérea de Chile. Esta se justificaría ante la opinión pública internacional con una acción de bandera falsa.Por tanto es crucial para la seguridad de la Revolución bolivariana impedir que se concreten sus dos primeros objetivos.

 

Algunas recomendaciones finales

  • Las Comunas organizadas deben consolidar el control sobre sus propios territorios desde la visión de la defensa integral de la Patria, que incluye el desarrollo de la soberanía agroalimentaria, la educación, la cultura y la seguridad, desde la óptica de la lucha no armada y la inteligencia social.
  • El pueblo debe atender el llamado a seguirse incorporando a la Milicia Bolivariana y conformar en cada comunidad las Unidades Populares de Defensa Integral.
  • El Estado debe enfrentar con más decisión la incursión y asentamiento de grupos paramilitares colombianos en el territorio nacional, haciendo énfasis en los señalados en este análisis y continuar impidiendo la acción de grupos generadores de violencia vinculados a la oposición venezolana que se han imbricado con ellos fortaleciendo la contrainteligencia.
  • El Estado venezolano debe continuar enfrentando el avance del narcotráfico y los negocios relacionados con él: dólar paralelo, contrabando de extracción de combustible y alimentos, trata de personas, lavado de dinero, etc.
  • Pueblo, Gobierno e instituciones del Estado en general, deben dar prioridad a la defensa del derecho de Venezuela a vivir en paz. Esto implica una lucha real contra cualquier forma de xenofobia contra las comunidades de migrantes que viven en el país y contra los hombres y mujeres que han emigrado de Venezuela. El discurso correcto para enfrentar la xenofobia es el bolivariano y de clase.
  • El Gobierno debe generar planes para promover el poblamiento de la frontera particularmente las zonas limítrofes de Zulia, Táchira y Apure.
  • Activar a la comunidad migrante colombiana que vive en Venezuela y que se identifica con la Revolución bolivariana, ya que dentro de esta comunidad migrante existe un acumulado histórico muy valioso que está dispuesto a colocarse en defensa de Venezuela ante un ataque del Gobierno colombiano, como quien ha realizado este análisis.

 

  1. A modo de conclusión

Hace ya varios años que el pueblo venezolano, su Gobierno y su Fuerza Armada resisten una guerra imperialista hibridizada desde una estrategia de guerra popular prolongada de la que no necesariamente ha sido consciente. Esta batalla la ha librado incluso desde el espacio más privado que ha sido la resistencia íntima, personal y familiar al desabastecimiento, la inflación y la violencia que en varias ocasiones ha impuesto la oposición en las calles. Si se toman las medidas correctas y se fortalece la unidad, nadie podrá imponer la violencia por sobre el derecho de Venezuela a la autodeterminación, la soberanía y sobre todo a la paz.

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[1] Según información de los mapas de Renán Vega Cantor 2016.

[2] Las compañías militares privadas que prestan servicios a las FFMM colombianas y a las trasnacionales que funcionan en Colombia son pocas veces tomadas en cuenta en los análisis que pretenden evaluar los riesgos que se ciernen desde Colombia contra la seguridad de Venezuela, esto demuestra una gran incomprensión de lo que son las nuevas guerras, un gran negocio de empresas privadas. Ya hay indicios de sus actuaciones contra Venezuela en la zona frontera y es de esperar que se involucren en cualquier acción futura. Una gran parte de quienes trabajan para estas CMP son ex militares de origen estadounidense, israelí, colombiano. Incluso podrían ser una fuente de empleo para militares venezolanos retirados o desertores que han huido a Colombia desde el 2002, pero no se encuentran indicios hasta ahora.

[3] Nombre con el que ya popularmente se conoce en Venezuela una táctica de control territorial implementada por la derecha desde el 2004.

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