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Barack Obama en Cuba: entrevista a Fernando Martínez Heredia y Jesús Arboleya

EEUU le ha hecho la guerra a Cuba durante más de medio siglo desde que Cuba logró liberarse de los Estados Unidos y del régimen de opresión interna que había en este país. Se libró no solo de una dictadura, sino de los empresarios, de los dueños de este país que explotaban a los trabajadores. Cuando Cuba logró tal independencia, con su enorme significado, EE.UU. se sintió apremiado a no hacer otra cosa que destruir el proceso nuestro. Ahora, para ser breve, desde hace un año y medio ha cambiado de táctica.

 

Dos de los más importantes pensadores cubanos contemporáneos, Fernando Martínez Heredia y Jesús Arboleya, participaron este miércoles en una transmisión en vivo por Internet a través de dos importantes redes sociales, Spreaker y Youtube, donde Cubadebate tiene una presencia activa.
Por supuesto, el tema de conversación es el mismo que domina los medios y la calle en Cuba, agitada por la inminente visita del Presidente Barack Obama a La Habana, un momento singular de la historia de las relaciones entre la Isla y Estados Unidos. Hablamos de las razones históricas y políticas que explican este viaje que ha tardado casi 90 años para dos países tan próximos geográficamente.

 

Dos planos de la visita
Rosa Miriam Elizalde: Ayer Arboleya publicó en Progreso Semanal un artículo titulado “El significado de la visita de Barack Obama a Cuba”. De eso quiero que hablemos. ¿Qué valor tiene para ustedes de esta visita?
Jesús Arboleya: Lo más importante de la visita de Obama a Cuba no son los aspectos anecdóticos que siempre rodean este tipo de viajes, ni siquiera las medidas coyunturales que se puedan tomar y las decisiones que siempre rodean a este tipo de acontecimientos, sino que ello significa probablemente la consolidación de un momento único en la historia de las relaciones Cuba-Estados Unidos.
El anterior Presidente que visitó la Isla — y Fernando escribió un artículo interesantísimo sobre la visita de John Calvin Coolidge a Cuba en 1928—, evidenció la imagen de la subordinación del gobierno cubano a la política norteamericana. Fue una visita que dio un espaldarazo a Gerardo Machado, interesado en perpetuarse en el poder como dictador, cosa que, en definitiva, desembocó en la Revolución de 1930. Esa visita no fue tampoco un signo de amistad.
Las relaciones Cuba-EE.UU eran y continúan siendo absolutamente anormales, incluso cuando Obama ha tomado estas medidas. Sin embargo, sí significa el compromiso de Obama con una nueva política y determina un momento nuevo en las relaciones entre los dos países, que a mí me gusta llamar “convivencia entre contrarios”.
Fernando Martínez Heredia: Puede ser conveniente ver esto en dos planos. Hay un plano más inmediato, en el cual el Presidente saliente de los Estados Unidos que termina sus 8 años en la Casa Blanca y que está enfrentado entre otras cosas las elecciones de noviembre, realiza una movida dentro de una política general del grupo al que él pertenece, y decide venir a Cuba. El otro plano de la realidad es el enfrentamiento de Estados Unidos contra Cuba.
En la primera dimensión, hay un escenario que para ellos puede ser mayor o menor importante. Es táctico; puede depender de cuestiones personales, de la simpatía del Presidente, e incluso de la forma que se dice que es una persona que sale a caminar por la calle, desenfadada. Es decir, cuestiones que se le pueden atribuir al personaje político en cuestión. Pero, en la otra dimensión, de carácter estratégico, hay cosas demasiado terribles involucradas.

En la primera, viene Obama, se hace preceder de medidas que van saliendo a cuentagotas, y favorecen fundamentalmente a empresarios, a ciudadanos norteamericanos –a los cuales su propio gobierno los ha privado de sus derechos durante medio siglo-; medidas que se concentran en cierto tipo de negocios con Cuba que pudieran ayudar también a la penetración de los EE.UU y al debilitamiento de Cuba frente su enemigo secular. Entonces vendrá el Presidente, seguirá para Argentina nada menos que a ver a Macri, que está en la órbita de la política estadounidense.

La segunda cuestión es la que me parece a mi verdaderamente importante para los cubanos. EEUU le ha hecho la guerra a Cuba durante más de medio siglo desde que Cuba logró liberarse de los Estados Unidos y del régimen de opresión interna que había en este país. Se libró no solo de una dictadura, sino de los empresarios, de los dueños de este país que explotaban a los trabajadores. Cuando Cuba logró tal independencia, con su enorme significado, EE.UU. se sintió apremiado a no hacer otra cosa que destruir el proceso nuestro. Ahora, para ser breve, desde hace un año y medio ha cambiado de táctica.

Guiémonos por lo que ellos mismos no dicen. No han tenido ni una palabra para referirse a los niños que murieron por dengue; nada de los crímenes contra ciudadanos de este país; nada del sistema de agresión que pertenece hasta el día de hoy incólume. Lo que han dicho es: “Nos equivocamos, pero vamos a ver si acertamos ahora”. ¿En qué? En destruir la Revolución. Visto desde ese ángulo, es imprescindible relacionar la visita del Presidente Obama con la estrategia de ganar simpatías dentro de Cuba, de neutralizar la oposición a EEUU, de hacer parecer anticuado a los que se dan cuenta de todo lo que yo acabo de decir, de favorecer un modo en el cual se busca ir desmontando progresivamente la capacidad combativa del pueblo de Cuba para defender sus conquistas, su soberanía nacional, su justicia social. Es en ese sentido que siento que hay dos Obama. No quiero meterme en los terrenos de los religiosos, pero hay dos cosas aquí involucradas. Y si uno pierde de vista este segundo plano, lo pierde de vista todo.
Delicioso despotismo
Rosa Miriam Elizalde: Se expresa una suerte de “delicioso despotismo”, como diría Ignacio Ramonet. Están incólumes los programas de promoción de la democracia –o cambio de régimen- y las sanciones más duras del bloqueo, mientras las nuevas medidas parecen estar dirigidas fundamentalmente al sector privado, base natural de los obamistas.
Jesús Arboleya: Incluso cuando Obama habla a muchos públicos a la vez, en realidad dirige su mensaje a grupos específicos. Ahora bien, nosotros no podemos perder la perspectiva de que esta política no es solo para Cuba. Es una concepción política de este gobierno y de lo que este gobierno representa como corriente, de la manera en que EE.UU intenta ejercer su hegemonía en el mundo. Lo que han hecho es tratar de adecuar esa política que está en los documentos oficiales norteamericanos, en la Estrategia de Seguridad Nacional y en otros muchos documentos, al caso cubano, a partir de la visión que ellos tienen de la realidad cubana. De ahí viene la idea que estamos cambiando los métodos, pero no los objetivos.
Otro elemento: esa política refleja el deterioro relativo de la hegemonía norteamericana en el mundo. Estados Unidos, a pesar de todo su poderío, a pesar de que continúa siendo la primera potencia mundial, no necesariamente está en condiciones de ejercer de una manera absoluta su hegemonía como pretenden otras corrientes. Digamos, los neoconservadores son los que se oponen al Presidente. Con relación a esto, Obama es evidentemente un hombre que defiende el multilateralismo en la política internacional a diferencia de los neoconservadores que plantean una estrategia unilateral por parte de los Estados Unidos, y que demostró ya en el gobierno de George W Bush que no era viable.

Y la tercera cuestión es que EE.UU no está regalando nada a Cuba. Si ellos han tenido que reconocer el fracaso de su política de 50 y tantos años y si ahora adoptan esta estrategia respecto a Cuba, es gracias a la resistencia del pueblo cubano y a la solidaridad internacional, y en ese sentido hay que interpretarlo como un triunfo de la revolución cubana. No es un triunfo definitivo, pero por lo menos es un triunfo palpable que ya se expresa en esa misma confesión de los EE.UU: fracasamos a pesar de que lo hicimos todo por destruirlos.
Este momento un momento distinto, como ya les decía anteriormente, pero eso no cambia ni la naturaleza del imperialismo norteamericano, ni su rechazo a procesos políticos como el cubano. A veces adoptan una estrategia como es el caso de Cuba, otra completamente distinta como las que están optando en Venezuela, porque estas son decisiones de naturaleza táctica.
Vale la pena resaltar que, cuando se habla de cambiar los métodos pero no los objetivos, se está hablando de cambiar la política. En los métodos se concreta la política y por lo tanto, eso ha significado reconocimiento del gobierno cubano; eso ha significado limitar las posibilidades de las agresiones más hostiles; eso ha posibilitado aumentar la capacidad de la diplomacia cubana; eso facilitado las relaciones internacionales de Cuba. Todas esas cosas también están ocurriendo.

Las medidas que ha tomado Obama prácticamente agotan sus posibilidades ejecutivas. Ya lo que queda es otra lucha política, que es la que tiene que ver con el Congreso; pero él, efectivamente, de una manera inteligente, se comprometió con una estrategia hacia Cuba y prácticamente ha agotado sus posibilidades ejecutivas. Siempre quedarán otras cosas, no sé, permitir que los peloteros cubanos vayan para allá… Siempre quedan cosas, pero yo creo que sí, y me interesa resaltar esto, porque yo creo que en el momento que se elija otro presidente de los EE.UU, cualquiera que sea el presidente de los EE.UU, este escenario cambia.
El Gran Garrote
Rosa Miriam Elizalde: Fernando, usted hacía una advertencia interesante en un artículo que publicamos en Cubadebate, acerca de la visita de Coolidge a Cuba: “Estando tan próximos geográficamente nuestros dos países, solamente un presidente estadounidense ha visitado Cuba en los casi 114 años de establecido el Estado propio en la Isla”. ¿Cómo explicas esto?
Fernando Martínez Heredia: Realmente las personalidades desempeñan un papel importantísimo. Ha sido un error de los analista no tener esto en cuenta. Por ejemplo, Teddy Roosevelt, hombre simpatiquísimo, amigo del medio ambiente -de lo que hoy todo el mundo quiere ser amigo-, protector de los bosques de los Estados Unidos; fue el primero que hizo una ley que hizo posible la protección de 52 millones de hectáreas en su país, para que no desaparecieran; amigo de ciertas reformas para proteger a los obreros. Ese es Theodore Roosevelt.
Lo que pasa que Theodore Roosevelt es la misma persona que vino a Cuba como Coronel de los Voluntarios a una guerrita para invadir y quedarse con Cuba en 1898. Como le decía angustiadísimo José Martí a su amigo Gonzalo de Quesada, una década antes:

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“Sobre nuestra tierra, Gonzalo, hay otro plan más tenebroso que lo que hasta ahora conocemos y es el inicuo de forzar a la Isla, de precipitarla, a la guerra, para tener pretexto de intervenir en ella, y con el crédito de mediador y de garantizador, quedarse con ella. Cosa más cobarde no hay en los anales de los pueblos libres: ni maldad más fría.”

Roosevelt vino, escribió un libro interesante y dijo que los cubanos eran flojos. En la segunda edición lo quitó, porque alguien le dijo: “Mire, vamos a quitar eso, Teddy”. Y él lo quitó; pero en abril de 1903, en un diferendo de Estados Unidos con Venezuela, dijo: “La mejor manera de resolver los problemas internacionales es con un garrote; hable bajito y traiga usted un gran garrote”. De ahí sale la idea del Big Stick. Fue él, a propósito de Venezuela. Hace 113 años.
Ahora tenemos a un profesor bastante joven todavía, Presidente de la República que se comporta de otra manera con Cuba, pero saca un gran garrote contra Venezuela. Lo hace en el 2015, y un año después, vuelve a sacar el gran garrote contra Venezuela. Provoca que el viernes anterior el gobierno cubano haya hecho una declaración fortísima y que el sábado el Vicepresidente cubano, en Caracas, haya dicho exactamente lo mismo. Es decir, el Presidente de la República, que es inteligente, que es profesor, vuelve a usar el gran garrote como aquel amigo de los bosques. La soberbia es el denominador común. Estamos en el plano de las personalidades, pero lo decisivo son las grandes tendencias históricas, donde el denominador común es el carácter imperialista de los EE.UU. Ese carácter imperialista común puede presentar a uno soberbio, pero moderno, y al otro, soberbio, pero anticuado.
Rosa Miriam Elizalde: Mientras otros caen en el olvido. Coolidge era aburridísimo…
Fernando Martínez Heredia: Tan aburrido que solo los especialistas saben quién es Calvin Coolidge. También, alguna gente de Nueva Inglaterra, que es donde él nació. Mientras que Teddy Roosevelt todo el mundo sabe quién es; como se conoce a John F. Kennedy, el más famoso de los presidentes norteamericanos en la segunda mitad del siglo pasado, quien fue capaz de recocer en un banquete en su campaña presidencial en 1960, qué cosa era la Cuba de los 50, qué cosa horrorosa era, qué fue la dictadura de Batista, qué fue el apoyo de los EE.UU a la dictadura de Batista. Y, luego, en esa misma campaña electoral él habló de la agresividad de Cuba, del peligro de Cuba para los EE.UU y, después, resultó el protagonista de algunos de los hechos más sangrientos y de la sistemática de agresión que casi decide una invasión militar y una guerra nuclear contra Cuba. Es la misma persona.
Por eso uno se ve obligado a irse un poco más allá de los rasgos personales para encontrar las cuestiones que son constantes. Fíjate, hay cosas con las que no estoy de acuerdo: por ejemplo, cuando se dice que el Partido Republicano y el Demócrata son prácticamente iguales, o es lo mismo un político de un partido o de otro. No, es peor porque no son la misma cosa. La capacidad hegemónica de un sistema se mide por la capacidad de lograr el consenso.
Rosa Miriam Elizalde: Entonces qué explica no haya venido un Presidente en casi 90 años. Tiene sentido que en medio siglo no vinieran por acá, porque fue EE.UU el que unilateralmente impuso duras sanciones contra Cuba. Pero medio siglo antes, solo había venido uno. ¿Por qué?
Fernando Martínez Heredia: Usé la palabra soberbia y podría añadir también por la prepotencia y el desprecio. Sentían que Cuba estaba a buen recaudo, a pesar de sus aprehensiones: “estos son demasiados inteligentes en algunas cosas, han sido muy heroicos, entregaron 400 mil vidas, casi la 5ta parte de su población, para ser libres al pie de nosotros”, admitirían. George Washington tenía un amigo de La Habana que le buscaba el dinero en plena Guerra de Independencia de Estados Unidos. “Cuba está demasiado cerca, tienen mucho orgullo nacional, es mejor ni ir por ahí, no vamos a darle esa importancia”, esto lo estoy diciendo yo ahora, porque me provocas ahora a un ejercicio de fantasía política. Pero lo cierto es estábamos tan cerca que los aviones se levantan aquí y unos pocos minutos después empiezan a bajar y ya están en la Florida. Luego, ya no podían venir, porque estaban en guerra contra nosotros. Ahora están en una fase más moderna, en una guerra del siglo XXI en la que son posibles hasta las visitas.
Anexionismo, ¿sí o no?
Rosa Miriam Elizalde: Tengo la percepción de que es impensable el anexionismo político en Cuba. Sin embargo, ¿podríamos hablar de las posibilidades para un anexionismo moral?
Jesús Arboleya: A mí no me gusta la palabra anexionismo. Se ha usado mucho y se decía incluso que Estados Unidos venía a anexar a Cuba. Si en 1902 el gobierno estadounidense no optó por la anexión y no optó por la colonia es porque las condiciones en Cuba no se lo permitieron y porque las condiciones en EE.UU tampoco se lo permitían. Puerto Rico sigue siendo una colonia y la anexión para Puerto Rico es imposible, porque significa conceder a los puertorriqueños los mismos derechos que tiene todo el pueblo norteamericano.
Lo que se estableció en Cuba en 1902 fue un régimen neocolonial, aunque la historiografía tiene un gran debate sobre la diferencia entre colonialismo y neocolonialismo. No me voy a enredar en eso, pero yo sí creo que vale la pena resaltar el papel de la burguesía nativa en ambos procesos.

Las revoluciones anticoloniales son revoluciones burguesas y las revoluciones antineocoloniales son revoluciones contra la burguesía nativa. En estas últimas, la burguesía nativa dejó de ser la representante de la nación frente a la dominación colonial para convertirse en la representante de la dominación neocolonial dentro de la nación. Por tanto, todos los proyectos norteamericanos, todo este diseño contrarrevolucionario que ha estado presente durante todo este tiempo, intentaba restablecer el neocolonialismo que era lo que existía en Cuba.

Otra cosa es la influencia cultural norteamericana en Cuba. Nosotros tenemos que reconocer que la influencia de la cultura norteamericana ha estado vigente en todo el proceso de construcción de la identidad nacional cubana. Se habla de la influencia española en nuestros orígenes, de la africana, estudiada por Fernando Ortiz. Él describió otras muchas influencias, entras ellas la norteamericana. Lo más importante de la influencia norteamericana es que significó el vínculo de la sociedad criolla del siglo XIX con el capitalismo moderno; el capitalismo moderno nos llevó a nosotros a través de esa influencia de la cultura norteamericana a toda una serie de instrumentos, desde las máquina de vapor hasta los televisores, los automóviles. Todo eso determinó que Cuba se pareciera probablemente más que ningún otro país de América Latina a EE:UU a partir del criterio del American way of life. A lo que apuesta la nueva política norteamericana es a restablecer el capitalismo en Cuba sobre esa base.
Rosa Miriam Elizalde: Con la presunción de que Cuba le pertenece a EEUU.
Jesús Arboleya: Es lo que pretende la Enmienda Platt, que fue un documento de propiedad frente a Europa, en un mundo repartido en colonias. Esta no era una colonia, pero igual. La Enmienda Platt establecía que Cuba era de Estados Unidos. Ahora, lo importante de todo esto es qué va a pasar. Durante más de 60 años se produjo, primero una dominación militar y después un poderío neocolonial en Cuba, pero los cubanos fuimos capaces de hacer la primera Revolución antineocolonial victoriosa de la Historia. ¿Por qué si ahora, que tenemos muchos más recursos, nosotros tenemos que asumir que esta influencia norteamericana va a derrotar toda una serie de ideas y de procesos que están anclados en la Historia nacional?
Indiscutiblemente estamos viviendo una nueva manera en la confrontación, que requiere de un proceso de ideologización, de cultura, de información para preparar al pueblo cubano para esta realidad. Pero esta realidad no es extraña para nosotros. Hemos vivido bajo esa influencia, incluso dentro de la Revolución, porque siendo la Revolución una cultura hegemónica, la influencia de la cultura norteamericana nos ha llegado por todas partes..

 

Rosa Miriam Elizalde: Fernando, ¿anexionismo sí o no?
Fernando Martínez Heredia: Comparto lo que dice Arboleya. Durante el tercer tercio del Siglo XIX se sacrificaron los cubanos en masa. Fraguaron lo más difícil del mundo, la identidad nacional cubana –a veces se habla de ella con ligereza, como si de pronto se la hubiera encontrado alguien en un amanecer. Ni siquiera se creó en el amanecer del 10 de Octubre, porque los primeros rebeldes cubanos decían “al español hagámosle la guerra el cubano y el negro”. Eran dos cosas, un cubano no era un negro; un negro no era un cubano.
Entonces, en una epopeya maravillosa los cubanos hicieron su propio país , su propia identidad, y trataron de hacer su propia política, de ahí estas cosas que a veces confunden a algunos extranjeros, nuestro amor por José Martí. José Martí estuvo a la altura de una política. Era un genio, pero él era un genio cubano que vivió en EE.UU. Es decir, tuvo la posibilidad de superar el ideal de la república latinoamericana liberadas del colonialismo europeo, y a la vez plantearse la independencia de los EE.UU. Martí no encuentra contemporáneo hasta que no aparece Ho Chi Minh, Mao Tse Tung, Fidel Castro, el Che Guevara… Esos son sus contemporáneos. Fíjate qué adelantado es, y eso es una cultura acumulada tremenda que tiene Cuba.

Ahora bien, como bien decía también Arboleya, la cultura norteamericana ha sido no solo atractiva, sino de un peso inmenso. Cuando triunfó la Revolución en 1959, la literatura nuestra estaba encontrando formas de renovación inspirada por las letras norteamericanas –aún cuando se expresara en una elite, porque una gran parte del pueblo cubano ni siquiera sabía leer. En la música popular, hay una enorme influencia norteamericana, como también influye Cuba en la música de EE.UU. Yo recuerdo a un viejo poeta guantanamero, Regino Boti, que decía que el Babul afrocubano es el ancestro del Jazz Band.

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Cuba frente a la polarización de la política en EEUU
Rosa Miriam Elizalde: Es imposible tenerlos a ustedes acá y no hablar de la noticia que está hoy en todos los titulares de los medios estadounidenses: la victoria de Trump en la Florida y la salida del cubanoamericano Marco Rubio de la contienda por la presidencia de los Estados Unidos. ¿Cómo se inserta la política hacia Cuba en esta trama?
Jesús Arboleya: La sociedad norteamericana está asignada por una polarización política extraordinaria, como decía Fernando. La teoría de que no hay nada que se parezca más a un republicano que un demócrata podría haber tenido cierta vigencia en otros períodos, pero hoy no es cierta. Se ha polarizado el cuerpo político norteamericano y ambos partidos reflejan dos tendencias totalmente distintas respecto a la interpretación de los problemas de la sociedad y sus soluciones. Es el caso de Donald Trump entre los republicanos y de Bernie Sanders, en el caso de los demócratas, lo que da una idea de algo que parecía totalmente imposible en los Estados Unidos.
La realidad es que la primera señal la tuvimos en el 2008 cuando un negro ganó las elecciones de los Estados Unidos. Esa realidad daba muestra de las complejidades que estaban emergiendo. La fórmula de Donald Trump no es ninguna rareza. Él representa al 25 por ciento del electorado norteamericano. La lógica de los neoconservadores que llevaron a Bush al poder era que, si yo tengo un voto duro de un 25 por ciento en una sociedad donde apenas vota el 50 por ciento, yo gano. Por lo tanto, lo que tengo es que reafirmar ese voto duro, no tratar de ampliarlo ni mucho menos, que fue el error de Bush padre cuando trató de llegar a los independientes y a lo moderados.

¿Por qué gana Obama? Porque en vez del 50 por ciento, votó el 60 por ciento, y eso hizo la diferencia. Logró movilizar sectores que regularmente no participaban en la elecciones. Es lo que estamos viendo ahora donde prácticamente ya están consolidadas las candidaturas de Hillary Clinton por los demócratas y de Donald Trump por los republicanos. Es muy difícil que incluso el establishment republicano -no estoy hablando de los grandes intereses del país, sino de los cuadros, que han tratado de impedir la nominación de Trump- pueda impedir el avance Trump, que no se subordina a ese cuerpo político como los otros. Intentaron presentar a un Marco Rubio como alternativa delestablishment, y fracasaron.
La primera rareza es que la derecha haya puesto sus ojos en un latino. Igual pasa con Ted Cruz, es un latino como opción de la derecha. Esto es muy raro en la política norteamericana, no importa si se trate de un cubano o no. Para esa gente un latino es alguien que quieren tirar por arriba del muro cuando llega a los Estados Unidos. Ahora, qué es lo que pasó en la Florida. En primer lugar, estamos hablando de los republicanos, no estamos hablando de todos los electores de la Florida. Los cubanoamericanos son el 25 por ciento del electorado republicano -en el caso de los demócratas, pueden llegar al 30 o 30 y pico por ciento. O sea, lo que está ocurriendo es que los cubanosamericanos que eran la base más sólida de los republicanos en el Estado de la Florida se han ido trasladando hacia el Partido Demócrata. Eso se reflejó ya en las últimas elecciones, donde Obama alcanzó casi un 50 por ciento del voto de ese electorado. Por otro lado, incluso dentro de los republicanos, estos sectores de la extrema derecha cubanoamericana, a los que representa Marco Rubio, no tienen el favoritismo de otra época. La razón es las relaciones con Cuba. Mucha gente plantea que, sobre todo los descendientes, tienen menos interés por Cuba. Que el tema cubano no es tan importante ya para el voto cubanoamericano, pero eso no es lo que dicen los resultados. En el caso de la comunidad cubanoamericana, el tema de las relaciones con Cuba es muy importante y esa es una de las causas del cambio de política. Obama se dio cuenta de eso, sabe que va a obtener ventajas electorales con este discurso y con esta política y por lo tanto, yo auguro que sobre todo si Hillary va a las elecciones va a ganar ampliamente el voto cubanoamericano en la Florida contra cualquier aspirante republicano, sobre todo contra Donald Trump, que además tiene el rechazo de todos los latinos por todas las barbaridades que ha dicho.
Rosa Miriam: Pero eso no explica por qué Hillary publicó en el Herald un artículo prometiendo cambio de régimen para Cuba, dos días antes de las elecciones en la Florida.
Jesús Arboleya: Estas personas hablan para muchos públicos distintos, entre ellos los contrarios. Es la manera que tienen de protegerse de la crítica que los presenta como blandos frente Cuba, de que han hecho concesiones a Cuba sin tener nada en respuesta, etc. Es con ese tipo de discurso. Ahora, la teoría del cambio de régimen es cuestionable dentro de la comunidad cubanoamericana. Hay factores objetivos que determinan que esa no es la preocupación de los cubanoamericanos, entre otras cosas, porque ahora están viviendo el mejor de los mundos. Emigraron entre otras cosas para ayudar a su familia y eso hoy en día lo resuelven con 200 ó 300 pesos. El día que haya un cambio de régimen van a tenerse que hipotecar como ocurre con el resto de los emigrantes latinos para poder ayudar a su familia. Por eso no le veo mucha lógica a esas tesis del cambio de régimen.
Rosa Miriam Elizalde: Lo que pasa es que esa tesis la sostiene política y económicamente la administración Obama, y lo hace al mismo nivel de la administración Bush. Lo acaba de reiterar Ben Rhodes en Miami, por cierto de manera bastante torpe, al decir que el gobierno estadounidense quiere lo mismo que la “oposición” en Cuba. Una “oposición” fabricada por Estados Unidos, como se sabe.
Jesús Arboleya: Claro, porque de lo que estamos hablando es que jamás vamos a encontrar en el discurso norteamericano respecto a Cuba una posición de solidaridad, de reconocimiento a los logros de la Isla. No siguen viendo como el enemigo. Lo que pasa es que cuando tú analizas una política, es importante preguntarse si ellos creen realmente en eso o forma parte del discurso mediático. ¿Hasta dónde creen y hasta dónde es una táctica política? Y por ahí tratas de entender lo que está ocurriendo.

 

Fernando Martínez Heredia: No nos conformemos con cosas superficiales y hasta tontas a veces. Antes hablamos de un asunto superficial, como llamarle anexionista a todos los que quisieran, por ejemplo, el retorno del capitalismo en Cuba. El retorno al capitalismo en Cuba no es anexionismo, se puede ser nacionalista y burgués, se puede ser nacionalista y gustarle la carne de puerco, el arroz con frijoles negros y todo lo demás a una persona.
El centrismo
Rosa Miriam Elizalde: Fernando, usted mismo ha alertado de la existencia en Cuba de un nacionalismo de derecha, que está en contra del bloqueo pero también implícita o explícitamente en contra de la Revolución, invocando posturas centristas.
Fernando Martínez Heredia: Y un nacionalismo de derecha incluso que tiene una acumulación cultural a la cual referirse. Si el día de mañana tuviéramos problemas graves entre nosotros, algunos de los que se sienten nacionalistas de esta manera probablemente terminarán frustrados y dirán: “Y yo que quería que Cuba tuviera una buena democracia, que con el pluripartidismo salieran los mejores siempre y la administración fuera una maravilla y miren las desgracias que nos han caído por lo que yo me creí.”
¿Qué tienen que hacer los pueblos cuando tienen experiencia histórica?: No volverse a equivocar. Cuando yo era niño la democracia burguesa en Cuba regía muy bien y mejor que en muchísimos países, y además se trataba de que el presupuesto nacional fuera aprobado por el Congreso. El Presidente de la República tenía un Primer Ministro, se transmitían por radio los debates, la televisión nueva también se metió en la política, la libertad de expresión cubana en la República burguesa neocolonial -no es una pseudorepública.

Allí la libertad de expresión era bastante alta y ¿por qué?, porque era funcional a la dominación capitalista en Cuba. Que todo el mundo pudiera opinar lo que quisiera, pero que las cosas continuaran en lo esencial sin cambios; por eso todos los partidos políticos cubanos en un momento dado estuvieron a favor de la Reforma Agraria, pero solo el triunfo militar-político de los revolucionarios pudo hacer la Reforma Agraria. Esa es una experiencia histórica.

Recuerdo a Frei Betto, que es tan sagaz y hace un par de meses dijo en Cuba: lo americanos saben que no pueden anexionarse a Cuba, ellos lo saben muy bien, pero pueden tener la aspiración de una anexión simbólica de Cuba. Es decir, pueden tener la aspiración de que por la guerra de los símbolos los cubanos se confundan suficientemente o se dividan suficientemente, para que se equivoquen con sus propios símbolos. Por ejemplo, que uno tenga la bandera norteamericana en la ropa, en un automóvil, y diga: “No, si eso no tiene importancia, pero si es de lo más bonita, no pero si venden muchísimas”. También podrían poner la bandera irlandesa o austriaca, y no es así. De modo que no es casualidad, sino un proceso. Cito a Betto porque en estas cosas a veces de las frases felices son importantes.

La anexión simbólica no significa que a uno le vaya a parecer mejor la bandera, sino que uno pueda pensar que, porque Obama viene a Cuba, la situación material de una parte grande de los cubanos va a mejorar. Esa es una creencia que pudiera existir. Supone una tremendísima confusión, pero pudiera existir. Cuando hablamos de anexión simbólica estamos pensando de la creencia de que son los grandes poderes que existen en el mundo los que le pueden resolver los problemas a Cuba. Por eso hablé no solo del dominio neocolonial norteamericano, sino del dominio de la burguesía de Cuba, que mantuvo a casi la mitad de los cubanos sin saber leer y escribir -100 mil cubanos en La Habana no sabían ni leer ni escribir cuando triunfó la Revolución-, 100 mil que mantuvo a la gente sin atención médica, donde morirse de diarrea de niño era lo más normal y tener tuberculosis de adulto era de lo más normal. Entonces, pensar que hoy en el siglo XXI uno puede resolver todo si los Estados Unidos nos ayudan a resolverlo es anexionarse simbólicamente, y es peligrosísimo porque es volverse ciego, es perder la visión del presente y del futuro.
Rosa Miriam Elizalde: Fernando escribió en Cubadebate un artículo que generó una gran polémica. Tenía que ver con la bandera estadounidense. En particular el momento en que se izó, símbolo de la reapertura de la embajada norteamericana en Cuba. Allí estaba Kerry con unos carros viejos detrás, en una imagen que reforzaba la idea que tanto gusta a cierta prensa, donde se presenta a Cuba como una especie de Disneylandia de los carros viejos. Fernando dice: “Este no es un día histórico, puede ser importante pero no histórico”.
Jesús Arboleya: Nosotros tenemos que investigar mucho sobre la cultura, porque igual que se han transnacionalizado muchas cosas -la economía, la emigración-, también se ha transnacionalizado la cultura, y las cosas no tienen el mismo significado en todas partes.
No es lo mismo para un chino asumir el jeans como ropa cotidiana que para nosotros los cubanos, que lo usamos siempre. O sea, una de las características de la cultura cubana ha sido su capacidad para resolverlo todo, venga de donde venga, metabolizarlo y convertirlo en cubano. Eso se sigue viendo, incluso en expresiones como el reguetón. Esos son procesos culturales que en Cuba tienen características muy específicas. El vínculo con Estados Unidos ha sido histórico y además hoy en día es recurrente. Es muy normal que las personas viajen a Estados Unidos y viajen de Estados Unidos para Cuba. Incluso hay una buena parte del mercado de Miami que está diseñado para Cuba. Usted puede comprar en Miami las piezas para el Lada, y es más fácil que comprarlas allí que en Moscú. Hay un mercado que está funcionando en eso.

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El problema es cómo los cubanos asumimos esa influencia cultural, que muchas veces es reciclada. Shakira baila como las indias, y eso se recicla y acaba siendo cultura norteamericana o cultura pop o cultura como quieran llamársele. O sea, el problema está en cómo nosotros los cubanos asumimos esas influencias culturales, y para eso creo que nosotros tenemos una protección histórica que pocos pueblos tienen.

Tenemos que estar preparados para que Kerry ponga la bandera americana y ponga los cuatro carros viejos atrás, y también tenemos que estar preparados para el discurso de Obama, que va a decirnos que él viene a apoyar el progreso de Cuba, y a que los cubanos seamos más felices. El problema no está en lo que ellos digan, el problema está en como nosotros lo interpretemos, lo procesemos y estemos en capacidad de adecuarlo a la realidad del país.
A mí particularmente me molesta el uso de la bandera estadounidense en Cuba. Ver a alguien con una banderita americana en cualquier lado. Estoy de acuerdo con Fernando, no es la banderita del Barca, ni del Real Madrid. Estamos hablando de la bandera americana y para nosotros eso es un problema histórico de más de un siglo. Nos define. ¿Por qué razón? Porque el conflicto con Estados Unidos definió los bandos políticos en Cuba desde la época de José Martí y por lo tanto, todo lo que tenga que ver con símbolos norteamericanos tiene significado político incluido. Algunos pasan más inadvertidos porque ya se convierte en artículos de moda, pero otros son especialmente impactantes como es el caso de la bandera…

 

Rosa Miriam Elizalde: Qué han plantado desde el cosmos hasta Iraq, pasando por Panamá…
Jesús Arboleya: Hollywood tiene la norma de que en cada película norteamericana tiene que aparecer la bandera nacional de EEEEU. Eso se cumple estrictamente. A veces la bandera americana aparece en los lugares más inconcebibles. Es un símbolo de dominación ideológica. De lo que hablaba Fernando tuvo un nombre en Cuba, se llamó Plattismo, que es reconocer la superioridad de la cultura norteamericana sobre la nuestra y el Plattismo está en todas partes. Abel Prieto lo decía, el Plattismo fue la base de la cultura de la extrema derecha cubanoamericana, del discurso político incluso hasta hoy, pero también está presente en muchas expresiones. Y el problema no es que un muchacho llegue y se ponga un pulóver con la bandera americana, el problema es que sepa lo que significa. Si después quiere optar por ser pro imperialista eso es problema de él, pero que no lo haga por ingenuidad, que debería ser el sentido de la educación política cubana…

 

Los locos somos cuerdos
Fernando Martínez Heredia: Se está generando un proceso de idiotización de masa, que son intencionados, por los cuales se trata de reducir la capacidad de inferir, la capacidad de pensar, la capacidad de sostener la tensión, la capacidad de reflexionar, y bueno, ya no pertenece a la ciencia ficción. Cuando las sociedades de dominación eran más primitivas, uno de los castigos era cortarle la lengua a los rebeldes, ahora no, ahora se trata de que enmudezcamos todos. Pero que enmudezcamos voluntariamente. Los jóvenes de Juventud Rebelde hicieron su blog y me pidieron un artículo, que titulé: “No seamos ciervos de ellas, trabajemos con ellas”. Es decir, comprendamos que muchas de las formas que parecen más modernas de comunicación son formas más modernas de dominación y lo hacen además de una manera que puede ser muy eficaz, pero no partamos solo de comprender eso, partamos de que también son una posibilidad de ampliar las capacidades de liberación de las personas.
Cuando yo era un jovencito nos planteamos la liberación de Cuba como el acto de acabar con el poder de Estados Unidos sobre Cuba, hacer una reforma agraria, acabar con el poder de los ricos, y a Fidel se le ocurrió que había que hacer una Federación de Mujeres Cubanas. Mucha gente dijo: “¿Para qué, si ya nos liberamos?” Y él respondió: “No, no, vamos a seguir liberándolas. Hace falta que la mitad de la gente se liberen más todavía.” Nadie se conforma con poquitos de liberación. Tenemos que bregar, por tanto, contra el proceso formidable de despolitización general, despolitización que quiere decir pérdida total de intereses en lo político, confundiendo lo político con una política pequeña, con una política que podría ser incluso despreciable. Nosotros los cubanos, tan necesitados de este momento, tenemos que tomar la política y engrandecerla. No permitamos que sea pequeña.

 

Rosa Miriam Elizalde: Ni cortoplacista
Fernando Martínez Heredia: No, porque es tan ineficaz, que no puede resolver ni siquiera el problema del corto plazo, si es cortoplacista. Cuba está obligada a ser superior a la reproducción de la vida material; Cuba está obligada a ser superior a lo que parece imposible; Cuba está obligada a ir mucho más allá; Cuba tiene que recordar a José Martí. Cuando él empezó su lucha, le dijo a un amigo: “Los locos somos cuerdos”, y después, cuando empezó a organizar su Partido, escribió: “El único hombre práctico es aquel cuyo sueño de hoy será la ley de mañana”.
Cuando yo era un niño la Ley de Reforma Agraria era un sueño y todavía era un joven cuando se promulgó la ley. Después se convirtió en una costumbre. Lo que tiene Cuba de valioso es que leyes revolucionarias se convirtieron en costumbres. O sea, la gente dice esto es lo que me toca; la gente sabe que tiene un conjunto de servicios que han de satisfacer las necesidades de todos los seres humanos. Por eso son gratuitos y no porque nos hallamos equivocado en algo, sino porque son derechos de los seres humanos y tienen que seguir siéndolos.

Nuevas pruebas pueden ser más difíciles, pero hay que enfrentarlas por lo menos con la misma capacidad que hemos tenido hasta ahora, y si nos piden más, tener más capacidad todavía. En ese sentido, la anexión simbólica no puede ser combatida, por ejemplo, con decretos. A mí me encanta que a nadie se le haya ocurrido prohibir el uso público de la bandera norteamericana y yo no confundo lo que es la debilidad con la sagacidad. Prohibirlo sería una estupidez muy grande. Alguna vez yo escribí que el que prohíbe demasiado le llama socialismo al pedacito de poder personal que tiene. Nosotros no podemos caer en eso. Tenemos que lograr una conducción que se apoye en la autoridad legítima que tiene Raúl, en la autoridad legítima que tiene Fidel, pero hacer nosotros que esa conducción sea capaz de socializarse y demostrar la fuerza que tiene un pueblo para enfrentar algo como esto.

 

Rosa Miriam Elizalde: El tiempo ha volado en esta transmisión. Quedan dos minutos, apenas para una idea, una oración, un tweet. Si tuviéramos 140 caracteres para enviar un mensaje a Obama, un consejo, una recomendación para este viaje, ¿qué dirían?
Fernando Martínez Heredia: Le diría: “No le haga caso al momento, no pierda la oportunidad de hacer algo histórico.”
Jesús Arboleya: Soy mucho más pesimista, no le voy a dar ningún consejo, no creo que le dé ningún valor a lo que pueda decirle. Mi mensaje no es para Obama, sino para todos los que vamos a recibir al Presidente de Estados Unidos: “Que en Obama veamos la política de Estados Unidos y veamos las complejidades que eso tiene para nuestro país”.

 
(Transcripción: Janet Muñoz Hernández, Geidy Acosta y Mailyn Amelia Mustelier. Video: Oscar Figueredo y Yosvani Martínez)
Conversando con…

Fernando Martínez Heredia es investigador Titular de la Academia de Ciencias de Cuba, autor de libros esenciales sobre la experiencia socialista cubana y la realidad latinoamericana y Director General del Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello,

Fuente: Cuba Debate

 

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