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Apuntes sobre socialismo desde abajo y poder popular

Bolivia y aportes para mirarnos en el nuevo escenario de Nuestramérica

Resulta ineludible empezar esta exposición haciendo referencia a la situación de nuestro querido país hermano, Bolivia hoy sometido a un golpe de estado que cumple todos los protocolos de las intervenciones imperiales, bajo las nuevas formas que combinan las acciones violentas de grupos paramilitares con apoyo del narcotráfico, la conspiración militar y policial, la presión internacional con la OEA como ariete y la ofensiva mediatica comandada por la CNN y reproducida por todos su red de medios satelites. Bolivia es un país en crecimiento económico y que había hecho enormes avances en la mejora de sus desigualdades sociales, con una democracia estable, que se presentaba para los pueblos del continente como un ejemplo de los procesos populares triunfantes. Pero ocurre que, como ocurrió con Paraguay en el siglo XIX, lo que representa un ejemplo para los pueblos se convierte en una amenaza para los imperios. El golpe fue financiado y alentado desde Estados Unidos que comenzó con una operación mediática iniciada antes de la compulsa electoral, difundiendo la versión de que se estaba preparando un fraude gigantesco para desconocer el mandato popular que sería revocar a Morales del gobierno. Esta campaña es un calco de la iniciada en Venezuela en ocasión de las elecciones presidenciales de 2013 que consagraron como presidente a Nicolás Maduro. La diferencia es que en el caso boliviano, Evo Morales supero por más de diez puntos a la derecha y le permitió imponerse en primera vuelta. El argumento fue entonces que hubo una interrupción del conteo de votos de zonas rurales. El gobierno pudo demostrar que esas interrupciones fueron provocadas por bloqueos de caminos promovidos por la derecha e incluso se ofreció a una Auditoria Internacional. Sin argumento alguno, salvo el racismo, la derecha siguió adelante con su plan que incluyó acciones violentas, secuestro y vejación de funcionarios y posteriormente tomas de canales de televisión estatal, con la abierta complicidad de las fuerzas policiales y de seguridad. Cuando la reacción popular contra el golpe empezaba a expresarse con una gran movilización desde El Alto que bajaba hacia LA Paz, las Fuerzas Armadas abandonaron su posición de sospechosa prescindencia para "sugerir" a Morales que renunciara y posteriormente dictar una orden de captura para su persona. El golpe de Estado en Bolivia por ahora aparece triunfante. De la misma forma que hicieron en Venezuela el 11 de abril de 2002, las bandas fascistas despliegan todo su su racismo y su odio quemando sedes de organizaciones populares, persiguiendo a líderes y liderezas sociales y politicas y asaltando las embajadas de los países amigos del gobierno depuesto. ¿Tendran éxito en su estrategia de sembrar terror en la población, o provocaran una reacción popular como la del pueblo venezolano en la contraofensiva del 13 de abril?.
El golpe en Bolivia, es parte de la política imperial de presión y castigo a todos los países que manifiesten decisiones soberanas y medidas de corte transformador. Lo que esta triunfando en Bolivia ha venido fracasando en Venezuela, donde no pudieron quebrar y sumar a la conspiración a las Fuerzas Armadas. Pero el plan de agresión continúa contra ese país, de la misma forma que lo estan haciendo contra Cuba, donde se ha reforzado el bloqueo económico. Sin embargo y por suerte el escenario nuestramericano no se limita a las agresiones imperiales. Hay otros acontecimientos a valorar, que quizas nos ayuden a completar para analizar hechos como los que se producen en Bolivia :
– Se ha iniciado un nuevo ciclo de luchas populares en Nuestramerica con puntos muy altos de enfrentamiento en Chile, Haiti y Ecuador.

– Se derrumba el relato neoliberal, lo que se expresa en la explosión de su país modelo, Chile; en el fracaso inocultable del renegado Lenin Moreno en Ecuador y el desastre económico macrista que le cuesta su despido por vía de las urnas.

– La liberación de Lula en Brasil, que muestra un resquebrajamiento de la estructura política, judicial, mediática y represiva que sostiene a Bolsonaro.

– La gestación de un nuevo eje de acción política de los gobiernos latinoamericanos, el Grupo de Puebla, representa una novedad porque se deslinda de la posición de : El grupo de Puebla de los gobiernos satélites del imperio ( grupo de Lima). De hecho en la coyuntura ha servido para que desde otras voces de gobiernos latinoamericanos se pida la libertad de Lula y se repudie los hechos de Bolivia como un Golpe de Estado. Para no exagerar en los entusiasmos : este reagrupamiento de gobiernos progresistas esta corrido al centro en relación al que se armó a principio de los 90, por iniciativa de Chavez.
Algunas enseñanzas

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De todo ese nuevo escenario me parece importante señalar que la resistencia del pueblo chileno con tres semanas sin abandonar las calles, sometido a una brutal represión, puede pasar a la historia como una epopeya memorable de resistencia, pero también como evidencia de que si no hay organización previa no hay posibilidad de capitalizar las crisis de hegemonía de las clases dominantes. La resistencia chilena, se parece al Caracazo de 1989 en Venezuela y al diciembre de 2001 en Argentina, y como ocurrió con esos hechos históricos la vida de esos países no volvió a ser la misma. Tambien allí la existencia o no de proyectos revolucionarios fue decisiva en los rumbos que tomaron en los años sucesivos: en Venezuela fue un componente fundamental en el encuentro que alumbró la revolución bolivariana, mientras que en Argentina ya sabemos lo que pasó.

En el caso de Ecuador, me parece importante advertir por un lado que quienes encabezaron la resistencia, los pueblos originarios agrupados en la Conaie, no cayeron en la trampa, fogoneada por las ONG, de separarse de su identidad nacional como ecuatorianas y ecuatorianos. Por eso sumaron sus banderas y reivindicaciones a las de todo el pueblo y a la bandera nacional.

También resulta interesante señalar que buena parte de la represión posterior al levantamiento se descargó contra el Partido de la Revolución Ciudadana, el “correismo”, que participó marginalmente en la revuelta, pero tiene capacidad política, experiencia y herramientas para capitalizar la crisis y desplazar al gobierno en una contienda electoral.

Sin lugar a dudas en Bolivia se expresó un intento de síntesis entre organizaciones populares y comunitarias y estructuras políticas que gestionan desde el Estado con sus contradicciones y conflictos. Esa apuesta le dio mayor fortaleza al gobierno, que la que tiene por ejemplo el gobierno venezolano, donde al detenerse el avance del proceso comunal, hay un mayor aislamiento del gobierno en relación a las bases chavistas. Sin embargo estas cuestiones que hacen a la calidad de un proceso con vocación transformadora no garantizan necesariamente su supervivencia. Influyen otras variables como es por ejemplo la relación con las fuerzas armadas y de seguridad, que necesariamente deben ser convocadas cuando la agresión pasa al terreno paramilitar. En Venezuela esta variable parece sólida, en Bolivia los resultados estan a la vista.

En nuestro país es evidente que Macri se va producto de sus propios errores en lo económico y de su incapacidad de construir hegemonía, pero tambien de la resistencia popular y de la conciencia de nuestro pueblo que pudo resistir a una concentración de fuerzas en lo mediatico, jurídico y represivo sólo comparable a la última dictadura. Tambien corresponde reconocer que la experiencia y la vocación por regresar al gobierno del justicialismo, sumado a su decisión de rearmarse en tiempos exiguos, sorteando las operaciones oficialistas y olvidando traiciones y canalladas recíprocas, contribuyó a la derrota del macrismo. Aunque resulte doloroso decirlo, con la fragmentación y la escasa voluntad de poder de nuestra izquierda había macrismo para rato.

Lo que se viene en Argentina

Con respecto a lo que viene del gobierno de Alberto Fernández me parece que no hay más que escuchar al Presidente electo, que se define a sí mismo como progresista liberal y que ha ido explicitando en sucesivas intervenciones cual sería su programa de gobierno.  Seguramente propiciará la ampliación de derechos ciudadanos: ley del aborto, leyes contra la discriminación sexual y racial, legalización de la marihuana, etc. Se preocupará por mejorar la imagen de la Justicia, convertida en los últimos años en un instrumento de persecución política. En lo internacional desempolvará la “Tercera Posición” de Perón e intentará despegarse tanto de propuestas intervencionistas del Imperio y sus satélites, como de los grupos de paises del Alba, considerados “poco amigables” por Estados Unidos.  En lo económico por un lado mantendrá continuidades con el modelo extractivista: la agricultura industrial, la megaminería, el fracking en Vaca Muerta, etc.. Y por otro intentará promover un crecimiento del mercado interno y del empleo y desarrollará políticas asistenciales para combatir el hambre (lo de la pobreza quedará para más adelante). Reconocerá y pagara la inmoral deuda externa, ampliando plazos y extendiendo vencimientos. Esa deuda fue tomada en forma ilegítima, en beneficio de un reducido sector de las clases dominantes y de usureros internacionales. El nuevo gobierno pretende que esa deuda sea  asumida y pagada por todos los que vivimos en este país. Haciendo comparaciones el gobierno de Fernández se parecerá más al de Lula o al de Tabaré Vásquez, que al de Néstor Kirchner o Cristina Fernández, en un ciclo de gobiernos progresistas corridos al centro.

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Nuestros dilemas

Francamente creo que nuestro principal dilema no es caracterizar al Albertismo, y no alcanza con pronosticar que tendrá dificultades aún para cumplir sus modestas metas de progresismo liberal en un mundo que, por razones económicas, parece mucho más desfavorable que el que le tocó a los primeros años del kirchnerismo.

Nuestro principal dilema es encontrar líneas de avances para proponer una alternativa popular desde la izquierda que permita superar una evidencia incontrastable: La mayoría de nuestro pueblo y de la militancia, que alguna vez se definió como de izquierda, se siente más convocada a  apoyar electoralmente o a ser parte, como extra o personaje de tercera línea, de la película de Alberto, que de la que podemos proponer nosotros. En nuestro país no ocurrió lo que sí sucedió en Venezuela y en Bolivia, donde propuestas de izquierda fueron tan potentes que arrastraron a otros sectores progresistas y de centroizquierda.

En Argentina  lo que más ha crecido en la izquierda, como expresión unitaria y manteniendo continuidad, aún como alianza electoral,  lo construyeron los partidos tradicionales troskistas que cosechan en términos electorales entre un 2 y 4 %  .  Quienes hemos planteado diferencias con sus construcciones, no podemos menos que reconocer que haber sostenido determinadas ideas con coherencia a lo largo del tiempo, les ha permitido cosechar algunos frutos.

  Un repaso de nuestros males

 Caracterizando al neoliberalismo como un proyecto impulsado por las élites financieras locales y trasnacionales, con la promoción, respaldo e injerencia de Estados Unidos, resulta obvio que la apropiación de riquezas que tiene como víctima a los países y a los pueblos del continente, impacta como cultura dominante en el conjunto de las clases capitalistas y provoca innumerables perjuicios económicos a las clases desposeídas. Pero más allá de estos daños, los perjuicios se extienden en las clases populares en la medida que empiezan a reproducir los hábitos de conducta, las escalas de valores y las pautas culturales del dominador como forma de adaptación a una nueva sociedad donde no deciden, y apenas consumen.  El neoliberalismo no le inventa defectos a los pueblos, pero sobreactúa los existentes.

Nuestra militancia es parte de la sociedad y por su condición de fragmentada ha favorecido que la influencia del pensamiento neoliberal no nos haya pasado por debajo de la mesa.  En esa sintonía y arriesgando a identificar los males de nuestra izquierda independiente, popular, nueva, por venir, latinoamericana o como se quiera llamar, me parece que no deben de dejar de mencionarse:

a)   El pesimismo temprano de generaciones de militantes que encuentran en sus primeras crisis y fracasos no un motivo para profundizar el estudio de sus dificultades y para revisar sus propias prácticas, sino una comprobación de que recorrer los caminos de la izquierda es una pérdida de tiempo, por lo que resulta más conveniente acoplarse a proyectos exitosos.  No reniegan de su admiración por Cuba, el proceso bolivariano o la Bolivia de Evo Morales, ni se privan citar a los clásicos. Pero después aclaran que  la Argentina es diferente, justificando su decisión de encolumnarse detrás de propuestas que reniegan expresamente de todo horizonte anticapitalista.  

b)   Una reafirmación de horizontes estratégicos, pero sustentada en el culto al espontaneísmo político y la apelación a sujetos mágicos.  El culto al espontaneísmo político propone que la sóla continuidad de la luchas en las calles, resuelve los problemas de construcción de una política transformadora y la construcción de la institucionalidad revolucionaria. La idea que sólo basta luchar se complementa con la apelación a sujetos mágicos cuya sola invocación o convocatoria, podría resolver los problemas estratégicos de los proyectos revolucionarios. Estos sujetos van cambiando según los tiempos y circunstancias: en algún momento fueron los piqueteros, después las mujeres y disidencias, por allí asoman nuevos posicionamiento de que todo se resuelve si encabezan los originarios, etc.  

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c)-  El reforzamiento de la estatalidad, que es una de los datos más salientes de la deriva de los movimientos territoriales en la última década. Es evidente, un deterioro de sus bases productivas autogestivas y ello refuerza la dependencia de los planes estatales. Pero tambien se refuerza la estatalidad de numerosos movimientos políticos cuando concluyen que la resolución de lo no construido se resuelve colgándose de alguna lista electoral, con posibilidades de conseguir algún cargo de funcionario.

 d)   La negación de las identidades nacionales y de la necesidad de apelar siempre al análisis concreto de las situaciones concretas.  A contrapelo de lo que aparece en la nueva oleada de lucha de clases en Haiti, Ecuador, Chile, Honduras y Bolivia, se niega que las disputas por el poder político se siguen ejerciendo en cada país en correspondencia con sus procesos históricos y sus contradicciones particulares.  

e) La escasa vocación y preocupación por la cuestión del poder politico. Al contrario de lo que sucede con nuestra derecha local y la internacional, que si algo no se le escapa es la cuestión del poder, existe en nuestra izquierda una serie de debates, que parece sustentarse en que estamos solos en el mundo y que el enemigo no existe o no actúa. Habria que preguntarle al pueblo boliviano hoy asolado por las bandas fascistas si da lo mismo tener o no tener el Estado, y cuanto le va a costar haber descuidado el control de una parte del Estado como son las Fuerzas Armadas y las fuerzas policiales y de seguridad.  Aún en países como en Venezuela donde se ha avanzado con propuestas de avance y reemplazo como son las milicias populares en el " mientras tanto" ( a la que algunos llama transición) no entender como funciona el mundo  puede ser suicida.

e)   La beatificación del sectarismo, que se expresa a partir del elogio de la diversidad como fin en sí mismo y no como aporte a síntesis más abarcadoras. También el sectarismo se refuerza con la identificación de la fragmentación y el aislamiento, como expresiones de la pureza revolucionaria.

f)    La mirada que concluye que las prioridades de nuestras acciones políticas dependen de los gustos y preferencias individuales, y no de prioridades resueltas colectivamente. Desde esa mirada, la centralización de esfuerzos para construir un proyecto político que permita avanzar hacia la igualdad, aparece contrapuesto con la libertad.

Algunas ideas para avanzar.

El mundo ha cambiado, seguramente la militancia popular ha incorporado nuevos contenidos, demandas y perspectivas, pero un análisis de lo ocurrido con las luchas y las rebeliones populares en los últimos años, confirma la vigencia de algunas ideas que acompañaron a los procesos revolucionarios exitosos.

– La necesidad de hacer esfuerzos por superar la fragmentación de quienes tienen vocación revolucionaria, tratando de agrupar todos los esfuerzos disponibles y capitalizar todos los saberes y experiencias en función de un proyecto común. Promover actividades conjuntas, cruces por abajo, unidades programáticas o en la acción, etc.

– Sumar a la lucha en las calles la preocupación por avanzar en la construcción de una economía alternativa y por promover la construcción de una institucionalidad revolucionaria.

– Valorar la construcción de la unidad en torno a un proyecto común debatido y acordado democráticamente como una prioridad, no descuidando, por ser más lento y menos masivo, el desarrollo de la organización entre los trabajadores formales, cuya inserción en la realidad (que les impide elegir a sus compañeros de empleo) favorece la búsqueda permanente de consenso y empatía, y genera un terreno hostil para el desarrollo de prácticas sectarias.

– Recuperar en nuestras organizaciones la vocación de ser guías en la acción de movimientos y sectores populares que exceden en mucho nuestros límites.

– Apostar a convertirnos en caja fuerte de memoria y síntesis de las mejores experiencias de nuestro pueblo trabajador, tarea que impone el debate, el estudio y la reflexión crítica permanente sobre nuestras prácticas.

10 de octubre de 2019.

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