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Dardo Sebastián Dorronzoro: poeta y herrero

Fue militante del Partido Socialista de los Trabajadores (PST) y entremezclaba el oficio de herrería y escritura en una vida simple y austera. Tenía 63 años de edad cuando fue secuestrado el 25 de junio de 1976 en su domicilio de Luján, donde vivía con su compañera Nelly.  En su homenaje, en el año 2008, con la participación de Osvaldo Bayer,  fue colocada una placa en una de las salas de la Universidad de Luján.  

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  Yo quiero una máquina  

Yo quiero una máquina para cada uno de nosotros. Una máquina para ti, una máquina para mí. Una máquina zumbadora y alegre, grande y dócil como un elefante, que produzca pan, rosas y olvido, guardapolvos blancos, mariposas, y una dulce lluvia para cuando estemos tristes.   Yo quiero, además, tres palmos de tierra para cada uno de nosotros. Tres palmos de tierra donde poder sembrar una sola semilla de trigo, una sola violeta, una sola golondrina, o donde poder enterrar nuestro perro cuando se muera.   Yo quiero para cada uno de nosotros un salvoconducto para andar por el mundo, para andar por la primavera y los melancólicos bodegones, sin que se nos mire la suela de los zapatos, el pulgar de la mano derecha o el interior de nuestro corazón.   Y yo quiero, especialmente para mí, un carro con cuatro caballos de viento, un esqueleto de nubes y rocío, una muchacha sonriendo –para siempre en el recuerdo– y una paloma de papel de seda.

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  Declaración Jurada

No es solamente la luna, ni el rocío, ni la luz celeste de los pájaros. Puede también ser una alpargata vieja, toda agujereada, toda casi muerta, después de   andar fábricas, andamios, o duros y calientes caminos de noviembre. No, no necesariamente, todo lo poético, debe ser bello. Yo he visto horribles chicos grises, como la tierra, comiendo tierra, yo los he visto ahí, con sus andrajos y su mugre, reptando, y los he tocado, acariciado su piel y convertido en ángeles, en mariposas, en viento de septiembre.

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Porque todo, antes de ser poesía, debe pasar por mi corazón, darlo vuelta con el grito para arriba, colocarlo para el alba, cara al cielo. Todo debe pasar por mi sangre, por mis huesos, por mi respiración, por el corazón de mi sangre.

Pues, yo soy un poeta, no un hacedor de versos bonitos. Yo soy un poeta, que ama a los que no tienen amor ni pan, a los que se van, sin haber llegado, a los que, a veces, sonríen, a los que, a veces, sueñan, a los que, a veces, les crece un fusil en las manos, y salen a morir por la vida.

En suma: yo he sido, soy, y seré un poeta revolucionario. Sobre mi tumba, verán florecer un puño.

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  [Biografía]

Dardo Sebastián Dorronzoro nació en San Andrés de Giles, provincia de Buenos Aires. Lo hicieron desaparecer a los 63 años, el viernes 25 de Junio de 1976 cuando irrumpió una patota de uniformados en su casa pobre del barrio La Loma  de Luján, donde tenía su taller de herrería y compartía su vida con Nelly, su querida compañera.

Publicó los libros de poesía Una sangre para el día (Papeles de Buenos Aires, 1975) y Llanto Americano. También publicó la novela La nave encabritada (premio Emecé 1964).

Inéditos quedaron La Grieta, Para no morir, Quién heredará nuestra sangre, Fusiles al amanecer, y el libro de cuentos La porción del diablo.  

Dardo integraba el PST (Partido Socialista de los Trabajadores). Combinaba su trabajo de herrería en las mañanas, y por las tardes escribía o recibía a jóvenes que sin previo aviso llegaban a su casa a charlar, a escucharlo. Y en su pobre economía pero en su afecto pródigo, albergaba a numerosos perros de la calle, los que en varios de sus poemas aparecían como actores en el afán de Dardo de hacerlos visibles, de darles entidad.

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Sus principales armas fueron sus poemas, sus palabras y actos de vida, conjunción que transmitió de una u otra manera, la decisión y el compromiso por la transformación social que anhelaba.

Poco antes del golpe de estado, se lo habían llevado de su casa unos cuantos días. Apareció en Junín, golpeado, torturado y conminado a irse del país. Aún sabiendo que volverían, no se fue. No quiso.

Luego de su desaparición, su compañera Nelly encontró estos escritos entre papeles escondidos de Dardo:

“Desde hace tiempo siento la amenaza / de ese viento sobre / la luz de mi lámpara, sobre esa luz que apenas / me alcanza para no perderme / entre las garras del mundo, entre los dientes / de esa inmensa muchedumbre de los lobos en la sombra.”

Nelly Dorronzoro quedó sumida en una gran tristeza cuando Dardo desapareció. Era docente, muy querida y respetada por sus alumnos y compañerxs de trabajo. La vieron, en su dolor, decidida a dar batalla.

Al lado de otrxs familiares en Luján, impulsó la constitución del movimiento por los derechos humanos, del que sin dudas fue su más importante referente.

Falleció el 26 de Mayo de 1998 a los 75 años de edad.

Supo escribir también valiente poesía:   Los chacales

Creí que los chacales habían saciado su hambre de venganza / que ya nada más tenían que buscar en los despojos que dejaron abandonados en el infinito yermo de la desventura./ Pero no es así. Vuelven cada tanto, husmean la sangre, desgarran, perversamente, las heridas que jamás permitirán que cicatricen / No cesan de aullar. Han bebido la sangre del hombre pero no se conforman con la muerte. / Han recibido premios, resplandores de gloria, fueron saludados como héroes y siempre tienen un sirviente que debe repetir la mentira hasta el cansancio, hasta que se les convierta en verdad. / Pero no se conforman con la muerte, y vuelven. Un día será el último. / Sobre los aullidos de los monstruos, sobre las huellas de sus patas, sobre sus mentiras y sus trampas se levantará un viento oscuro con la sangre y los silencios de los muertos, con la memoria del dolor. / Sobre la escoria de los chacales se levantará la clara presencia de los que fueron silenciados. [Nelly Dorronzoro]

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