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Apuntes sobre socialismo desde abajo y poder popular

Debates – En defensa de Tosco y el clasismo

El título de esta nota es un oxímoron. No es necesario que nadie defienda a Tosco porque su propia historia se encarga de eso. Tampoco al clasismo. Sin embargo, nos parece importante sentar una posición frente a la nota “Reflexiones sobre los 70. Tosco y el sindicalismo de liberación”, publicada recientemente en La Izquierda Diario, luego de un curso dictado por las y los compañeros del PTS.

 

Allí analizan “¿Por qué Tosco no fue clasista?”, sostienen que “priorizaba los acuerdos con sectores burocráticos” y que el sindicalismo de liberación, del cual el Gringo era referente, “perseguía un proyecto de colaboración de clases, tenía un programa que incluía alianzas con sectores de partidos patronales”. Por último, concluyen que “Discutir la estrategia de colaboración de clases de Agustín Tosco no es una cuestión meramente del pasado, sino que tiene una gran importancia en los debates de hoy, ya que es reivindicado acríticamente por diversas corrientes, y direcciones burocráticas de centrales sindicales o sindicatos como Yasky, Michelli, De Gennaro. Además de corrientes de izquierda como Rompiendo Cadenas”.

Agustín Tosco fue, en los años `70, el dirigente más odiado y enfrentado por la burocracia sindical peronista encabezada por José Ignacio Rucci. Como Secretario General de su sindicato, Tosco desplegó la lucha y la militancia sindical mientras fichaba todos los días en la fábrica EPEC en la que trabajaba. Es decir, fue un dirigente que se distingue de manera tajante de las prácticas de figuras como Yasky o Micheli, tanto en el plano sindical como en el político, precisamente porque tenía un proyecto de construcción antagónico al de la conciliación de clases.

Como parte de la Corriente Político Sindical Rompiendo Cadenas, humildemente nos referenciamos en Agustín Tosco y el sindicalismo para la liberación, así como también en el llamado “clasismo” de los ´70. Con esa perspectiva promovemos la organización y lucha independiente de nuestra clase, impulsamos instancias unitarias para la disputa contra las patronales, los gobiernos y las direcciones burocráticas. Retomamos las experiencias de Tosco y del clasismo de forma consciente, crítica, y creemos que en su síntesis -y no en su negación o descalificación- podemos encontrar lo más valioso de la clase obrera argentina.

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Desencuentro histórico y maduración del movimiento obrero combativo
Uno de los momentos de mayor auge en la lucha de clases en Argentina se dio entre los años `69 y `76. Allí pone de relieve un gran movimiento de masas obrero y popular que es fruto de la acumulación de años de organización y construcción por abajo. Podemos rastrear un punto de partida en la lucha contra el golpe gorila de 1955, en lo que se conoce como la Resistencia Peronista. Los programas de La Falda y Huerta Grande en 1957 y 1962, y el del 1º de Mayo de 1968 de la CGT de los Argentinos, son expresión de esa acumulación y avance en la consciencia de un sector de la clase obrera que irá madurando a partir de la experiencia concreta.

En el `69 levantamientos populares en diferentes puntos del país forzaron la renuncia de Onganía. El Cordobazo fue el más destacado.

Allí confluyó una alianza social con la clase obrera a la cabeza, junto a otros sectores como el estudiantado. El Comité de Lucha que protagonizó esas jornadas estaba compuesto por dirigentes independientes como Agustín Tosco (Luz y Fuerza), del peronismo combativo como Atilio López de la UTA, y sectores burocráticos como Elpidio Torres del SMATA. Luego de días de lucha callejera, con barrios enteros tomados por el pueblo cordobés, se impuso una feroz represión que llevó a la cárcel a Tosco y demás dirigentes. Pero esa irrupción obrera y popular obligó a renunciar al gobernador, meses más tarde al presidente de facto, y abrió un enorme proceso de luchas.

Para 1971 en Córdoba había crecido la influencia de los sectores llamados “clasistas”, a partir del Sitrac- Sitram (sindicatos que agrupaban a los trabajadores de las fábricas Fiat Concord y Materfer). En el Viborazo o “segundo Cordobazo” ellos tienen un rol central junto al llamado “sindicalismo para la liberación” de Agustín Tosco. El desencuentro entre esos sectores de la vanguardia obrera, que priorizaron las diferencias tácticas y programáticas frente a una mirada general del proceso, decantó en aislamiento político para esas experiencias.

El propio “Goyo” Flores, uno de los dirigentes más importantes del Sitrac- Sitram, en su libro “Sitrac- Sitram, la lucha del clasismo contra la burocracia sindical”, reivindica aquella experiencia de manera autocrítica: “Es verdad, y es oportuno decirlo, en muchos casos nuestra inexperiencia sindical nos llevó a cometer gruesos errores… no nos dimos cuenta que debíamos darle prioridad a una alianza con los gremios independientes… Nuestra posición frente a la CGT negándonos a integrar el secretariado o el Comando de Lucha fue un garrafal error (…) Otro de nuestros gravísimos errores fue no hacer una alianza más estrecha con estos sindicatos (los llamados “independientes” con Tosco a la cabeza) y también con algunos dirigidos por peronistas que tenían una actitud combativa… pero, claro, a veces caímos en un purismo ingenuo…”.

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Ese “purismo ingenuo” del que habla el Goyo Flores de manera autocrítica es el que parece reivindicar la nota de La Izquierda Diario.

En marzo de 1971 el Ejército desplegó una feroz represión en Córdoba, intervino sindicatos como el Sitrac-Sitram y encarceló a los dirigentes obreros más destacados, como Páez y Flores de la Fiat o al propio Tosco. Frente a eso, la CGT Córdoba llevó adelante una nueva huelga general que obligó a que Levingston pida la renuncia del gobernador cordobés Uriburu.

Si bien la represión desarticuló momentáneamente la pelea callejera, no pudo impedir el avance general de la lucha. Se sucedieron la recuperación del SMATA de Córdoba en 1972 por la Lista Marrón de René Salamanca; el Villazo en el `74 y la recuperación de la UOM de Villa Constitución por la Lista Marrón encabezada por Alberto Piccinini. Ya en 1975 se desarrolló la gran experiencia de las Coordinadoras Interfabriles, a partir de la cual los sectores combativos le impusieron de hecho –y no de manera declamativa- una huelga general a la burocracia sindical de Casildo Herrera y Lorenzo Miguel contra el ajuste del gobierno peronista, lo que terminó forzando las renuncias de los ministros de Economía y Bienestar Social, Celestino Rodrigo y José López Rega.

En toda esa experiencia podemos ver una maduración de diversos sectores del movimiento obrero en cuanto a cómo construir sindicalmente, cómo dar la disputa a las direcciones burocráticas, y sobre la importancia de tejer alianzas de forma tal que las diferencias estratégicas no se dejen de lado pero tampoco lleven a dispersar las fuerzas de nuestra clase.

 

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Algunas consideraciones finales

El planteo del PTS lleva a preguntarnos si un dirigente obrero que no coincide plenamente con el programa de su partido persigue entonces, como consecuencia, un programa de colaboración de clases. Nosotros sostenemos enfáticamente que no. Que no hace falta tener un acuerdo pleno en los puntos de un programa estratégico, para que un dirigente o un activista obrero luche contra las patronales con independencia de clase, es decir para que sea clasista.

Es por eso que rescatamos de Agustín Tosco y el sindicalismo de liberación su vocación unitaria, sin dejar de tener una mirada crítica sobre aquel desencuentro con los llamados “clasistas”, en donde unos y otros tuvieron su cuota de responsabilidad. Retomamos, en ese caso, el análisis autocrítico del propio Goyo Flores quien sobre el sindicalismo para la liberación asume que fue una “dirección consecuente, independiente y honesta, defendida hasta el final por sus compañeros”. Valoramos la práctica antiburocrática cotidiana del Gringo y su concepción frentista, a partir de la cual destacaba la necesidad de conformar una fuerza social para la construcción de poder obrero y popular, ya que no bastaba exclusivamente con la lucha sindical. Por eso Agustín Tosco fue un actor protagónico del Frente Antiimperialista y por el Socialismo (FAS) que promovió el PRT y nucleó a diversas tendencias políticas y sectores de la vanguardia obrera -como la CGT de Salta o al propio Gregorio Flores-, del movimiento villero, indígena, campesino, del estudiantado e intelectuales y trabajadores de la cultura.

Y es a partir de esa concepción que hoy somos parte de una Corriente Político Sindical en donde convivimos compañeros y compañeras de diferentes tendencias políticas con un programa común: la defensa de los intereses de la clase trabajadora, la unidad de los distintos sectores del movimiento obrero y el pueblo pobre para la lucha contra todo tipo de explotación y opresión.

 

Agustín Lecchi

Archivista | Delegado TV Pública | Sec. de Organización de SiPreBA

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