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Apuntes sobre socialismo desde abajo y poder popular

En plena emergencia sanitaria, la pelea por quién paga los costos de la caída económica

La extensión de la cuarentena arrancó con despidos y suspensiones. El gobierno los prohibió, sin mayor éxito hasta ahora, y otorgó a cambio amplios alivios fiscales.

El domingo, y nuevamente el lunes, el presidente Alberto Fernández acusó de "miserables" a los empresarios que despiden. El destinatario principal era Paolo Rocca, el magnate diversificado que había anunciado el fin de semana la cancelación de 1.450 contratos para trabajadores de su rama constructora, que hace semanas tiene paralizadas obras que pagará el Estado. Pero no fue el empresario ítalo-argentino, cuya firma tiene sede social en el paraíso fiscal de Luxemburgo, el único que se dio por aludido.

Multitud de patrones dejaron sus mensajes en redes, descargando su bronca ante lo que considieraban un destrato presidencial, en medio de una parálisis económica que ha dejado a muchos al borde de la quiebra. "El miserable sos vos, Alberto", le respondían en Twitter. Este enojo de empresarios (pequeños y mediados sobre todo, los grandes se dedicaron a seguir despidiendo como si nada como Nicolás Caputo en su firma Mirgor) es parte del coctail que motivó el inicio el lunes pasado de los cacerolazos de las 21.30, cuyo eje viene siendo "que se ajusten los políticos".

Techint, con la decisión que enfadó al presidente, llevó a los hechos el cálculo que desde el día uno hacen todos los "dueños": alguien tendrá que pagar los costos de esta crisis, que a diferencia de la recesión "moderada" que desde 2018 viene hundiendo el país, no estaba en los cálculos de nadie. Y si alguien debe hacerlo, mejor que no sean ellos. Reducción de plantillas y baja de remuneraciones serán la vía para descargarlo sobre el pueblo trabajador. El burócrata de la CGT Héctor Daer ya salió a decir que estaría ampliamente dispuesto a conversar alguna reducción de las remuneraciones.

El gobierno buscó cortar de cuajo la discusión por 60 días. Primero vino el "garrote": prohibición por 60 días de despidos y suspensiones, aunque el artículo 8 del decreto 332/2020 prevé que estas últimas puedan concretarse en caso de que hubiera acuerdo de los sindicatos o el trabajador. Muchos patrones no se dieron por enterados, y siguieron echando trabajadores. Así y todo, rápidamente vino la caricia por parte del gobierno: será el fisco quien se hará cargo de una parte importante de la factura de los salarios (y de las contribuciones patronales) en los sectores afectados por el parate económico forzado por la cuarentena, aliviando así los bolsillo de cocodrilo de los antes calificados como "miserables" empresarios. El beneficio está dirigido sobre todo a las PYME, pero también podrán solicitarlo empresas grandes invocando previamente un preventivo de crisis.

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Más gastos, menos ingresos

De acuerdo a estimaciones de Economía, el costo de este "Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción" anunciado el miércoles rondarán los $ 380 mil millones. Es un poco menos de lo que viene recaudación el fisco en un mes (en marzo llegó a $ 440 mil millones) y equivale a más de 10 veces lo que el gobierno planea desembolsar en el Ingreso Familiar de Emergencia de $ 10 mil para las familias de trabajadores en condición precaria.

Después de lograr semejante paquete, el titular de la Unión Industrial Argentina (UIA) fue por más: pidió que la AFIP conceda un alivio fiscal completo por lo menos hasta julio o agosto. Ni falta que hace. Aunque no haya sido otorgado, los contribuyentes empezaron a hacerlo en los hechos. Ayer la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) dio a conocer la recaudación de marzo, que arrojó un incremento nominal de 35,3% anual. Descontado el efecto de la inflación, arroja una caída de 10 % en términos reales. Esto no refleja los efectos de la cuarentena, ya que lo recaudado en impuestos como el IVA corresponde al mes previo (febrero). La caída se explica más bien por los efectos de la cuarentena sobre la liquidez de los contribuyentes. Dejar de pagar al fisco es siempre uno de los primeros reflejos en tiempos de vacas flacas.

En abril y mayo gravámenes como el IVA caerán de forma estrepitosa. Con algunas actividades "esenciales" como el sector combustible viendo caer sus ventas 80 % anual, y la amplia mayoría del aparato productivo y los comercios cerrados, lo ingresado al fisco correspondiente a los meses de marzo y abril por este concepto será casi nulo. Solo los derechos de exportación podrán mantenerse sin grandes cambios; de acuerdo a la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (CIARA) y el Centro de Exportadores de Cereales (CEC), las empresas del sector (que es de lejos el que más aporta por retenciones) liquidaron en marzo la suma de 1.064 millones de dólares. Esto es 6,9% menos que en igual mes de 2019. Cae, pero menos de lo que puede esperarse del resto de la economía.

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El hundimiento de la recaudación va de la mano del aumento forzado del gasto para costear salarios, evitar la ruptura de la cadena de pagos y asegurar muy modestos ingresos para los sectores precarios. La brecha, según todo indica, será costeada con emisión monetaria. Quemar los pocos dólares disponibles para pagar deuda e imprimir billetes para costear el aumento del déficit en un país con inflación espiralizada, es jugar con fuego. Más aún cuando el reflejo de muchos otros "miserables" fue remarcar serialmente los precios aprovechando las restricciones que impone a los consumidores la cuarentena. Por eso, ya para marzo se prevé que nuevamente se acelere la inflación: para algunas consultoras el mes cerró con un aumento general de precios de 3,5 %. El precio del salvataje a la clase capitalista podría terminar siendo una aceleración inflacionaria que supere los elevados índices con los que se despidió Macri de la presidencia.

Los que nunca pierden

Aun en medio de la hecatombe económica, que desbarató todos los cálculos sobre las ya de por sí malas perspectivas para la economía argentina para este año, el gobierno sigue empeñado en presentar un acuerdo para reestructurar la deuda. El martes sacrificó otros 250 milllones pagando vencimientos de bonos. Y esto a pesar de que al mismo tiempo presentó una oferta, con quita de capital e intereses y extensión de los plazos, que algunos bonistas ya calificaron como inaceptables. El Estado argentino no solo marcha de manera muy probable hacia otra cesación de pagos, lo hace preparándose para llegar a esa situación en las peores condiciones posibles: sin un dólar que sobre en las arcas del Banco Central. Haya o no acuerdo, Alberto Fernández habrá pagado en estos meses a los bonistas con títulos de legislación extranjera 5.000 millones de dólares, que bien podrían haberse usado para importar algunos de los insumos urgentemente necesarios para enfrentar la emergencia sanitaria, desde reactivos para los tests hasta mascarillas especiales como las utilizadas en varios países de Asia, y de uso recomendado para toda la población. Estos recursos han sido quemados en el altar de Wall Street, para mostrar una "buena fe" que de poco habrá servido.

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Mientras avanza el ahogo fiscal, no es la riesgosa emisión monetaria y el saqueo de Anses los únicos caminos para encarar medidas fiscales en más amplia escala. No hay indicios de que el gobierno hacerlo, pero bien podría cargarse la factura de este salvataje sobre los sectores que estarían realmente en condiciones de soportarlo. Mencionemos en primer lugar a los multimillonarios, muchos de los cuales vienen de años de beneficios impositivos con Macri. Son quienes tienen la mayor parte de ese PBI que está fugado en el exterior del cual tranquilamente podrían repatriar una partecita para costear un impuesto extraordinario.

También tenemos a los grandes bancos, que ni quiera están dispuestos a ampliar los créditos para el pago de salarios, para los cuales el Tesoro otorgó amplias garantías. Ganaron fuerte con Macri y siguen queriendo hacer negocios como si nada. Una crisis como la actual pone en evidencia que el sistema financiero es demasiado importante para dejarlo en manos del lucro privado..

Apuntando contra estos grandes ganadores de casi todas las crisis, que aun en medio de la hecatombe actual pelear por no perder la mínima tajada, puede dibujarse una alternativa al planteo de los grandes empresarios que ya adelantan su intención de ajustar a costa de los trabajadores, y la intención del gobierno de patear todo hacia adelante creando un mar emisión monetaria mientras busca compensar a todos los sectores (incluyendo a los acreedores de la deuda legada por Macri).

Encarar el repudio soberano de la deuda, de la mano de la nacionalización de los bancos y el monopolio estatal del comercio exterior (que hoy manejan discrecionalmente unas pocas empresas, en lo que es un verdadero monopolio privado al servicio de la ganancia empresaria) e impuestos extraordinarios a los más ricos, serían las primeras medidas urgentes para enfrentar una crisis cuyo alcance hoy desconocemos.

Fuente: La Izquierda Diario

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