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Entrevista a Emory Douglas // Las Panteras Negras y el 68: descolonizar la imaginación

Para Contrahegemonía Realizada por Antonella Alvarez y Hernán Ouviña 1968 tuvo múltiples colores. Quizás uno de los más emblemáticos haya sido el negro. Algunos eventos de ese año permiten pensarlo como un parteaguas en materia de lucha contra la segregación y la opresión política, cultural y socio-económica de la población negra en los Estados Unidos, así como en otras latitudes de América Latina y del mundo.

A comienzos de ese año es asesinado en las “entrañas del monstruo” Martín Luther King Junior, uno de los máximos referentes del movimiento por los derechos civiles, corriendo la misma suerte que Malcolm X años atrás. Aunque de menor repercusión mediática, pocos días más tarde cae a manos de balas policiales en Oakland el joven de 17 años “Bobby” Hutton, primer miembro y tesorero de las Panteras Negras, hecho que genera la indignación de miles de personas que salen a las calles en señal de protesta, sumándose muchas de ellas a la red de autodefensa armada creada por esta organización para enfrentar la brutalidad policial y los amedrentamientos por parte del Estado en las periferias urbanas. La experiencia de las Panteras Negras cobra cada vez más importancia en materia de construcción de poder popular territorial en estos ámbitos. Surgida pocos años antes en los barrios más castigados por el racismo y la represión estatal, logra crear un denso entramado comunitario que incluye comedores, escuelas y espacios contraculturales autogestionados.

En septiembre de 1968, su lucha adquiere proyección mundial, al difundirse la foto de dos atletas afroamericanos, Tommie Smith y John Carlos, quienes en los Juegos Olímpicos de México reciben sus medallas de oro y bronce con el puño alzado envuelto en un guante azabache. El poder negro había llegado para quedarse. Para conocer la propuesta político-cultural de las Panteras Negras, entrevistamos a Emory Douglas, ex Ministro de Cultura de la organización y editor del periódico Black Panther, que llegó a tener una tirada de 400 mil ejemplares semanales. Partícipe en un comienzo del colectivo de creación artística “Movimiento del Arte Negro”, a principios de 1967 Emory se incorpora a la militancia de las Panteras y revoluciona en términos estéticos y pedagógicos sus publicaciones, que viven un auge de difusión entre 1968 y 1973.

En su momento de mayor esplendor, la organización llega a contar con más de 5000 miembros activos y bases operativas en alrededor de 50 ciudades de los Estados Unidos. Nos topamos con Emory en un encuentro de movimientos anti-sistémicos convocado en el territorio rebelde de Chiapas a finales de diciembre de 2012. Allí tuvimos la oportunidad de compartir con él no solamente el evento -al que asistieron activistas de diversas organizaciones y colectivos de América Latina y de otros continentes-, sino también la celebración de un nuevo aniversario del alzamiento del EZLN en Oventik junto a decenas de comunidades zapatistas. Nos llamó profundamente la atención su enorme sencillez y la sonrisa que siempre lo acompaña. Pero, sobre todo, nos sorprendió su colorido y contundente arte revolucionario, plasmado en infinidad de dibujos, murales y afiches, que luego pudimos apreciar en las paredes de uno de los Caracoles que visitamos, donde había dejado su indeleble huella en ocasión de una jornada de intercambio entre ex panteras negras y bases de apoyo del EZLN de la que había participado.

Lo que sigue es la entrevista completa que le hicimos en Chiapas durante aquella coyuntura tan particular. Si bien las Panteras no nacen en 1968, este año resulta una bisagra a nivel político para las comunidades negras de los Estados Unidos, y su lucha constituye una referencia ineludible al momento de reconstruirlo en toda su riqueza y originalidad, más aún a partir del relato en primera persona de uno de sus principales protagonistas. Optamos por intercalar la nota con algunas de las imágenes e ilustraciones más emblemáticas producidas por Emory Douglas para el periódico de la organización.

¿Cómo surgen las Panteras Negras y cuál era el contexto en los Estados Unidos en términos de racismo?

El partido Panteras Negras se fundó el 15 de octubre de 1966. Huey Newton y Bobby Seale fueron los fundadores, durante el auge del Movimiento por Derechos Civiles en el sur de los EE.UU. En los medios se podían ver las imágenes de la policía con mangueras, golpeando a la gente negra, soltando perros para atacar a los manifestantes. Algunos manifestaron para poder tomar de los bebederos o para poder sentarse en los colectivos donde quisieran. En aquel entonces había leyes que impedían que los negros pudiesen sentarse en los asientos de adelante, y sólo podían sentarse por detrás. Rosa Parks, una mujer negra que después de trabajar decidió sentarse adelante, tuvo un altercado con gente blanca que subió al colectivo y le dijo que tenía que correrse para atrás, y ella se rehusó porque le dolían los pies. Allí empezó todo. Se realizaron numerosas manifestaciones por este asunto, con un boicot a los colectivos de Montgomery, Alabama. Además, había linchamientos de negros en el sur. En ese contexto, había negros que nunca habían votado y que se registraron para comenzar a votar. En particular, había muchos desafíos en el sur. Y, a la vez, en el norte, había muchos hombres afroamericanos asesinados, como los hay hoy en todo el país. En paralelo, también se había desarrollado el Movimiento de la Conciencia de los Negros. En vez de dejarse definir por los colonizadores como “negros”, se querían definir a ellos mismos -negros jóvenes, estudiantes universitarios, etc.- como afroamericanos o negros, pero con orgullo. En este ambiente, muchos intelectuales, estudiantes y organizaciones políticas hicieron surgir el partido de las Panteras Negras. Yo me involucré tres meses después de que se creara, si bien ya estaba trabajando desde antes en el Movimiento de Arte de los Negros. Hasta ese entonces estaba escribiendo obras y trabajando con artistas y poetas.

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¿Cómo se organizaron las Panteras Negras en términos de autodefensa?

Bobby y Huey desarrollaron una plataforma de diez puntos que formó la base de la organización. Eran diez puntos y el número siete decía “queremos terminar con los asesinatos brutales de la gente negra por parte de la policía”. Había numerosos levantamientos y más de 200 manifestaciones en todo el país durante esta época, como el Watch Riot en Los Ángeles en 1965, donde el pueblo salió enfurecido a destruir la ciudad. Huey mencionó que en una ocasión había observado a un grupo de activistas sacando fotos de las acciones de la policía. Entonces aprendieron de eso, y se empezaron a organizar para no sólo sacar fotos, sino también para salir para recorrer los barrios, vigilando nuestras comunidades. Huey había trabajado en la oficina de un abogado, donde tenía acceso a los libros y leyes, así que estudió las leyes, y la segunda enmienda de la Constitución de los EE.UU. te da el derecho de portar armas, así que recurriendo a ese derecho se empezó a recorrer los barrios. Dentro de ese contexto comenzamos a cuidar y defender los barrios portando armas.

Algo muy importante en las Panteras ha sido la construcción de poder popular y de proyectos comunitarios en los barrios. ¿Podrías contarnos en qué consistían?

Teníamos un programa de desayunos gratis para niños. Al principio, un comité consejero de negros de la clase media hablaba de estos programas y los apoyaban. Una de ellas era una bailarina muy conocida, Ruth Beckford, quien bailaba con Dorothy Andrews. Ella les sugirió a Huey y Bobby que el cura de su Iglesia podría tener el programa de desayuno en su parroquia. Así que ese fue el primero que se puso en práctica. A ese cura le interesaba mucho la teología de la liberación, y después de trabajar con nosotros muchos años, se fue a Sudáfrica para trabajar con Desmond Tutu. Desde ese entonces, gente de la comunidad comenzó a trabajar en los desayunos para niños. Preparaban los desayunos. Se levantaban a las dos, tres de la mañana para ir a las tiendas y pedirles que donaran comida y otros bienes. Y a la vez ayudaban a coordinar las diferentes actividades en el barrio. La comida la regalábamos, al igual que el calzado. En todo el país, era un requerimiento que cada sucursal de las Panteras Negras tenía que garantizar desayunos para niños y tenía que regalar la comida. Preparábamos desayunos para niños porque nos preguntábamos ¿cómo puede un niño ir a la escuela y aprender si no comió nada? También queríamos mostrar a la gente y a las comunidades, que debían votar a políticos que apoyaban programas que les ayudaban, por eso una de las consignas luego fue “votar para sobrevivir”. Además, teníamos un servicio de ambulancias gratis en todo el país. En Winston, Salem, North Carolina, la comunidad le compró al partido de las Panteras Negras una ambulancia gratis, porque las ambulancias hasta ese entonces no entraban al barrio para servir a nuestra comunidad. Por tener estos programas, la gente de la comunidad te hablaba de sus otros problemas y necesidades, para que viera que esas necesidades siempre se desarrollaban y expandían. También teníamos clínicas gratis en todo el país: médicos y enfermeros que trabajaban como voluntarios, y recibíamos suministros médicos de hospitales públicos, y hablábamos de la necesidad de prevenir las enfermedades, no sólo de curarlas.

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¿También llegaron a crear sus propias escuelas?

Teníamos Escuelas de Liberación para nuestros propios hijos, porque iban a la escuela y los echaban debido a que cuestionaban la información y los contenidos equivocados que se enseñaba, por ejemplo, sobre nuestra historia. Así que empezamos a construir nuestras propias escuelas, y algunos profesores se sumaron. Y uno de ellos dijo, “¿Por qué no empezamos con una escuela propia, que sea nuestra?”. Con el tiempo, eso se transformó en la realidad porque muchas personas negras, incluso de Hollywod, donaron plata para poder construirlas. Pero no permitimos que ellos cambiaran nuestras políticas. Donaron, pero no pudieron cambiar nada. Entonces nos visitaban para ver cómo trabajábamos. Además, todas las organizaciones izquierdistas de los EE.UU. nos apoyaban. ¿Cómo era el vínculo con las otras organizaciones de izquierda de los Estados Unidos? Siempre nos involucrábamos en manifestaciones y en cuestiones políticas con otras organizaciones. Incluso había grupos políticos izquierdistas inspirados por el Partido de Panteras Negras, que se fundaban usando nuestra plataforma de diez puntos, como la Guardia Roja, un grupo asiático, con quienes nos organizábamos en el Barrio Chino. Había otro grupo que se llama Igwa Coon, también asiático-chino. Estaban además los Brown Berets (Boinas Pardas), que eran latinos, y los Abogados Jóvenes, puertorriqueños de Chicago y Nueva York. Había un grupo que se llamaba los Patriotas Jóvenes, que era de la región de los montes Apalaches y de Chicago. Los Patriotas Jóvenes eran jóvenes blancos a quienes no les gustaban los negros para nada, hasta que empezaron a hablar con el Partido de Panteras Negras en Chicago, y ahí se dieron cuenta de que tenían mucho en común. También colaborábamos con el Movimiento en contra de la Guerra de Vietnam. Trabajábamos con grupos y personas que trascendían las diferencias de color de piel, como un grupo de estudiantes activistas, blancos, que se llamaban “Estudiantes por la Sociedad Democrática”. El aspecto más radical de aquel movimiento surgió cuando definieron que ellos deberían hacer más trabajo al estilo de las Panteras Negras.

Con respecto a América Latina, ¿cómo veían a la revolución cubana y a la lucha del Che?

Nos invitaron a Cuba en 1967, sólo cinco o seis meses después de que el Partido de las Panteras Negras se creara. Debía haber ido yo, pero no había alguien más para publicar nuestro periódico, así que fue otro compañero. En uno de nuestros periódicos, hice incluso un dibujo en el que había una frase del Che que decía: “donde la muerte nos sorprenda, bienvenida sea”. Hay compañeros que aún viven en exilio en Cuba. Huey Newton, uno de los fundadores, estuvo ahí, pero decidió volver a los EE.UU., y Eldridge Cleaver también estuvo allí.

Siendo un artista y un militante de la cultura popular revolucionaria, ¿cómo vivías el vínculo entre arte y política, entre militancia y cultura popular? ¿Qué lugar ocupaba la construcción de una cultura propia con identidad negra en las Panteras?

La cultura popular, la política y el arte estuvieron todos conectados desde un principio. Como Panteras Negras usamos la cultura popular e intentamos inyectarle algo de conciencia política. Primero creamos símbolos: el símbolo de opresión, que era un dibujo de un cerdo, y a veces usamos una rata. Luego intentamos crear también imágenes que reflejaran a la gente de la comunidad: representándolos como héroes y luchadores. Era un arte que trataba de descolonizar la imaginación, un arte contra el imperialismo.

Frente a este proceso de lucha político-cultural, ¿cómo reaccionó el Estado?

Nos convertimos en el enemigo público número uno. Estábamos en la lista como la mayor amenaza a la seguridad interna. El gobierno gastó más de 22 millón dólares y más de 700 informantes para desacreditar y destruir el partido. Hay documentación de eso; a través de “Libertad de Información”, una ley estadounidense que pone los documentos gubernamentales al alcance del público, conseguimos la documentación. Un ejemplo de la represión de FBI y del gobierno fue cuando empezaron a enviar elementos criminales a los negocios de los cuales recibíamos donaciones para nuestro programa de desayuno, se vestían y se hacían pasar por panteras negras y los amenazaban para que realicen más donaciones. También hacían cartas con el logo de las panteras negras y se las enviaban a otras organizaciones para generar conflicto entre ellas y nosotros. Nosotros éramos el único grupo en Chicago que trabajaba con una de las pandillas más fuertes de allí, que se llamaban Piston Rengers, quienes tenían mucho respeto por nuestros programas, y por eso nos autorizaban a ingresar a las comunidades que ellos controlaban para trabajar políticamente. Luego ellos mismos empezaron a desarrollar algunos de los programas de las Panteras Negras. De repente los Piston Rengers comenzaron a recibir cartas donde decía que nosotros, las Panteras, los íbamos a matar. El problema era que lo que nosotros estábamos haciendo era comenzar a cambiar la forma de pensar del pueblo, para cambiar nuestras posibilidades y transformar nuestra realidad.

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¿Cuáles consideras que fueron los factores que terminaron destruyendo o generaron el declive de las Panteras Negras?

En primer lugar, nosotros éramos muy jóvenes, teníamos 16, 17, 18 y 19 años. Pero a medida que nos fuimos involucrando, nuestra organización se fue sofisticando. Y podríamos decir que la inhabilidad para lidiar con nuestras propias limitaciones, por la presión externa que teníamos al mismo tiempo que estábamos tratando de avanzar con lo que estábamos haciendo, generaron fracturas en el movimiento, a partir de la introducción de elementos que provocaron separaciones y división dentro del partido. Y a partir de allí, se inició el proceso de separación de las Panteras Negras. La realidad es que no había fuertes diferencias políticas, aunque sí quizás algunos tenían una perspectiva político-militar en un escenario más inmediato, mientras que otros se suponía que entendían a la lucha más como un proceso.

¿Cómo vives hoy la lucha de los afroamericanos, y en general las resistencias populares en América Latina, como la llevada adelante el zapatismo?

La situación en Estados Unidos hoy mismo es que ganó la Ley Marcial que autoriza a prevenir cualquier tipo de protesta, es muy difícil que la gente pueda demostrar y protestar también es muy difícil. Han establecido una ley que dice que un policía tiene el derecho a arrestarte si un político está dando un discurso en lugar público y tu demuestras que estas en contra de él. La policía ya no responde a autoridad local, sino que ahora responde a agencias de seguridad del estado federal. Ya ves que la formación policial que ya está controlado por el estado federal. Incluso ciertos estados o municipios ya tienen aviones tirando bombas y espiando a ciudadanos. Y con respecto al zapatismo, de lo que yo observo lo que me resulta más interesante es la noción de autodeterminación de las comunidades.

¿En qué te cambió la vida tu experiencia como militante de las Panteras Negras? ¿Qué rescatas de todo ese proceso?

Por haber sido Pantera, donde sea que vaya, puedo realmente experimentar las cosas desde un lugar particular, puedo leer y ver cosas que están pasando y entender que está sucediendo. A medida que nos fuimos involucrando, nuestra organización se fue haciendo cada vez más sofisticada. Teníamos una maquinaria política, y eso modificó a las Panteras Negras, les permitió pasar de una condición de autodefensa a la organización de un Partido Político de las Panteras Negras. Nosotros tuvimos el primer alcalde negro de la ciudad de California, que era desconocido y nunca hubiera sido electo si no hubiese sido por el Partido de las Panteras Negras. También hemos tenido organizaciones sindicales, hemos trabajado con toda clase de organizaciones, mucha gente nos llamaba para trabajar con nosotros. Las Panteras generaron mucha inspiración, e incluso se creó las Panteras de la Polinesia, que se convirtió en Partido en 1971. Y también se creó el Partido de las Panteras en Australia. Ellos pudieron buscar un documento que mostraba en particular un programa nuestro que lo llamábamos de supervivencia, y mostraban el programa y las conexiones entre las distintas experiencias. Estaban las Panteras de Delhi, en la India, e incluso en Israel. Nosotros también formamos parte de la Conferencia anti-guerra de Vietnam en Montreal (Canadá), nos invitaron a ser una de las principales organizaciones que hablara allí. Recientemente, estamos con el proyecto de reunir a los miembros originales de las Panteras que estuvieron allí para ir a visitar Vietnam. Nos han dado el status de movimiento de liberación cuando estuvimos en Argelia y solíamos juntarnos con todos los movimientos de liberación de África.

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