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Apuntes sobre socialismo desde abajo y poder popular

Entrevista a Stathis Kouvelakis, miembro del comité central de Syriza: “Syriza es la mejor oportunidad de éxito de la izquierda en una generación”

Con Syriza acercándose a las puertas del poder en Grecia, Internet se ha llenado de análisis, piezas de opinión, y apoyos y denuncias. En esta entrevista con Stathis Kouvelakis realizada este mes tomamos una distancia crítica para entender los orígenes, la trayectoria y los posibles desafíos de esta formación política.


Para esto, no hemos dudado en hurgar en algunas de las complejidades internas de la increíblemente diversa izquierda radical griega. Pero Kouvelakis también nos cuenta sobre algunos de los desafíos inmediatos y concretos que el partido enfrentará una vez en el poder.

Kouvelakis es miembro del comité central de Syriza y un dirigente de su Plataforma de Izquierda. Enseña teoría política en el King’s College de Londres y es autor de Philosophy and Revolution from Kant to Marx y coeditor de Lenin Reloaded y Critical Companion to Contemporary Marxism.Fue entrevistado para Jacobin por Sebastian Budgen, un editor de Verso Books que trabaja en el comité editorial de Historical Materialism.

-Cuéntanos acerca de Syriza: ¿cuándo y cómo surgió esta coalición de partidos de izquierda radical?

-Syriza fue armado por muchas organizaciones diferentes en 2004, como una alianza electoral. Su componente principal fue el partido Sinaspismos de Alexis Tsipras –inicialmente la Coalición de la Izquierda y el Progreso, y eventualmente renombrado como Coalición de la Izquierda y los Movimientos–, que había existido como un partido diferenciado desde 1991. Emergió de una serie de rupturas en el movimiento comunista.

Syriza contiene también formaciones mucho menores. Algunas de estas vinieron de la vieja extrema izquierda griega. En particular, la Organización Comunista de Grecia (KOE), uno de los principales grupos maoístas del país. Esta organización tuvo tres parlamentarios electos en mayo de 2012. Lo mismo es cierto de la Izquierda de los Trabajadores Internacionalistas (DEA), que proviene de una tradición trotskista, así como otros grupos con un trasfondo principalmente comunista. Por ejemplo, Renovar la Izquierda Comunista Ecológica (AKOA), que vino del viejo Partido Comunista (Interior). La coalición Syriza fue fundada en 2004, y al inicio tuvo lo que podríamos llamar éxitos relativamente modestos. Sin embargo se las arregló para entrar al parlamento, superando el piso mínimo de 3%. Para hacer corta una larga historia, Syriza resultó de una recomposición relativamente compleja de la izquierda radical griega.

Desde 1968, la izquierda radical había estado dividida en dos polos. El primero era el Partido Comunista Griego (KKE), que había sufrido dos rupturas: la primera, en 1968, bajo la dictadura de los coroneles, que dio origen al KKE (Interior), de inclinación eurocomunista, y una segunda en 1991, luego del colapso de la Unión Soviética.

El partido eurocomunista sufrió una ruptura en 1987, con su ala derecha constituyendo la Izquierda Griega (EAR) y uniéndose a Synaspismos desde el comienzo, y el ala izquierda convirtiéndose en el AKOA. El KKE que permaneció luego de estas dos rupturas era peculiarmente tradicionalista, apegado a un marco estalinista que se volvió considerablemente más rígido luego de la ruptura de 1991. El partido fue reconstruido sobre una base a la vez combativa y sectaria. Se las arregló para ganar una base activista relativamente significativa entre la clase trabajadora y las capas populares, así como entre la juventud, particularmente en las universidades.

El otro polo, Synaspismos, se desplegó en 2004 con la creación de Syriza, viniendo de la unión de las dos rupturas previas del KKE. Synaspismos ha cambiado considerablemente a lo largo del tiempo. Al comienzo de los 90, era el tipo de partido que podía votar por el Tratado de Maastricht, y era principalmente de un tono de izquierda moderada.

Pero también era un partido heterogéneo compuesto de varias corrientes distintas. Luchas internas muy duras enfrentaron al ala izquierda del partido con el ala derecha, y el ala derecha gradualmente perdió el control. La fundación de Syriza selló el giro a la izquierda de Synaspismos.

-¿Cuál es la influencia de la tradición comunista en Synaspismos?

-La matriz comunista es claramente perceptible en la cultura de la tendencia mayoritaria del partido. Una parte viene de la tendencia influida por el eurocomunismo que se abrió a los nuevos movimientos sociales desde los 70 en adelante. Así, demostró poder renovar sus puntos de referencia organizativos y teóricos, injertando las tradiciones de las nuevas formas de radicalismo dentro de su marco comunista.

Es un partido que está cómodo entre los movimientos feministas, las movilizaciones juveniles, los movimientos altermundistas y antirracistas y las corrientes LGBT, a la vez que continúa haciendo una considerable intervención en el movimiento sindical. Otra parte viene de la capa de cuadros y miembros que se fueron del KKE en 1991, la mayor parte de ellos perteneciente ahora a la Corriente de Izquierda, aunque muchos miembros de la tendencia mayoritaria de la dirección y de los cuadros también vienen de esta vertiente.

Deberíamos notar que los cuadros del partido y la base activista son principalmente asalariados educados, personas con títulos. Es un electorado muy urbano, un partido con raíces muy fuertes entre los intelectuales. Hasta hace muy poco Synaspismos tenía una mayoría absoluta en el sindicato de la educación superior, a diferencia del KKE que, después de las rupturas de 1989-1991, ha perdido cualquier tipo de relación privilegiada con los círculos intelectuales.

El liderazgo del partido también lleva una estampa comunista. No se engañen por la edad de Tsipras: él mismo comenzó como activista en la organización de la juventud del KKE, a comienzos de los 90. Muchos de los cuadros y dirigentes más viejos pelearon codo a codo en el período de clandestinidad, y son veteranos de las prisiones y los campos de deportación.

Por esta misma razón hay una atmósfera fratricida en la izquierda radical griega, aunque actualmente sólo es el KKE el que la sigue haciendo andar, denominando a Synaspismos y luego a Syriza como “traidores” que representan así su “principal enemigo”. Es por eso que cuando Syriza estableció relaciones bilaterales con casi todos los partidos representados en el parlamento luego de la elección de mayo de 2012, cuando tenía el derecho a intentar formar gobierno, el KKE se negó incluso a reunirse con ellos.

-¿Y cómo caracterizarías la línea de Syriza? ¿También dirías que esta coalición sigue una línea anticapitalista, o su actividad es parte de un enfoque más gradual y reformista?

-En términos de su identidad programática e ideológica, Syriza tiene una línea anticapitalista fuerte, y se ha posicionado tajantemente a la distancia de la socialdemocracia. Esa consideración es muy importante si pensamos en la historia de las batallas dentro de Synaspismos que lanzaron a las tendencias que eran favorables a las alianzas con los socialdemócratas contra otras corrientes que eran hostiles a cualquier tipo de acuerdo o coalición, incluso a nivel local o sindical.

El ala “socialdemócrata” de Synaspismos perdió definitivamente el control del partido en 2006, cuando Alekos Alavanos fue electo como su presidente. Este ala derecha, conducida por Fotis Kouvelis, originada casi exclusivamente en el grupo eurocomunista de derecha que venía de EAR, finalmente abandonó Synaspismos y armó otro partido llamado Izquierda Democrática (Dimar): una formación que afirma ser una suerte de refugio a mitad de camino entre el Pasok y la izquierda radical.

Entonces Syriza es una coalición anticapitalista que aborda la cuestión del poder enfatizando la dialéctica de las alianzas electorales y el éxito en las urnas con la lucha y las movilizaciones desde abajo. Es decir, Syriza y Synaspismos se ven a sí mismos como partidos de la lucha de clases, como formaciones que representan intereses de clase específicos.

Lo que quieren hacer es avanzar un antagonismo fundamental contra el actual sistema. Por eso se llama “Syriza”, que significa “coalición de la izquierda radical”. Y esta afirmación del radicalismo es una parte extremadamente importante de la identidad del partido.

-¿Cuáles son las relaciones de fuerza entre los activistas de Syriza, y cuántas personas hay en cada una de las formaciones que componen esta coalición?

-En 2012 Synaspismos tenía alrededor de 16.000 miembros. El maoísta KOE tenía unos 1.000-1.500 activistas, y se puede decir lo mismo de AKOA. La práctica y la forma organizativa de Synaspismos se han desarrollado conjuntamente con su posicionamiento ideológico. Tradicionalmente no era un partido de activistas en absoluto, en cambio tenía un montón de grandes nombres y una orientación esencialmente electoral. Pero la sustancia organizativa y el activismo del partido han cambiado considerablemente, en dos niveles distintos.

Primero, un ala juvenil muy dinámica se desarrolló durante los movimientos altermundistas y antirracistas. Esto permitió al partido fortalecer su presencia en la juventud, particularmente entre los estudiantes, un área donde tradicionalmente había sido deficiente. Su organización juvenil ahora tiene varios miles de miembros. En verdad, cuadros que provienen de esta juventud constituyen una buena parte del séquito de Tsipras. Se caracterizan por un verdadero radicalismo ideológico, y se identifican con el marxismo, principalmente de un tinte althusseriano.

Segundo, los sindicalistas se hicieron cargo de más de un rol en Synaspismos desde la década del 2000, convirtiéndose en el ancla del ala izquierda del partido. Proviniendo en gran medida del KKE, esta ala izquierda es un elemento más de clase obrera que defiende posiciones relativamente tradicionales sobre la lucha de clases y es muy crítico de la Unión Europea.

Eso no quiere decir que ya no hay moderados en el partido hoy. En particular podemos pensar en el principal vocero económico, Yannis Dragasakis, y algunos de los cuadros que solían ser cercanos a Fotis Kouvelis pero que se negaron a irse del partido hacia Dimar.

-Dijiste que hasta ahora Syriza ha tenido una base activista y electoral esencialmente urbana. ¿Cambió esto con el despunte electoral de mayo de 2012, cuando se convirtió en el segundo partido de Grecia con el 16,7% de los votos, derrotando al Pasok?

-Absolutamente sí. Entender la sociología del voto a Syriza del 6 de mayo de 2012 es de una importancia decisiva. La transformación cualitativa es tan trascendental como el salto cuantitativo. Es relativamente fácil entender qué pasó en mayo y junio de 2012: fue esencialmente un voto de clase. Los votantes asalariados de clase trabajadora de los principales centros urbanos, que habían acostumbrado a votar principalmente al Pasok, viraron abruptamente hacia Syriza.

Syriza salió primero en el Gran Atenas, en donde vive alrededor de un tercio de la población griega, así como en todos los centros urbanos principales, y ahora controla el “concejo regional” elegido en las elecciones locales del último mayo. Consiguió sus mejores resultados en los distritos populares y de clase trabajadora que solían ser los bastiones del Pasok, y también del KKE.

El declive del KKE comenzó en estos distritos, y va a empeorar. Hemos visto a los votantes del KKE pasándose a Syriza. Éste es un voto de clase trabajadora, pero también de los empleados educados, un voto de las personas activas en el mercado laboral. El resultado de Syriza entre los votantes de entre 18 y 24 años y de entre 24 y 30 años fue cercano a su promedio nacional, pero entre las capas que constituyen el corazón de la población trabajadora (de treinta y pico) le fue mejor que el promedio.

Sus peores resultados fueron entre los económicamente inactivos, la población rural (incluyendo el campesinado), los jubilados, las amas de casa, los autónomos y los profesionales independientes. Así que la dinámica del apoyo a Syriza se basa en el voto de la clase asalariada, incluyendo sus estratos superiores, y de las personas desempleadas de los principales centros urbanos de Grecia.

-¿En qué medida el apoyo a Syriza se basa en los trabajadores del sector público?

-La sociología electoral demuestra que Syriza consiguió en junio de 2012 el 33% de los votos de los trabajadores del sector público y el 34% de los del sector privado, así que son resultados más o menos similares, con un apoyo ligeramente superior entre los trabajadores del sector público [sic, aclaración del traductor]. Pero sus mejores resultados fueron en el segundo distrito del Pireo –un importante distrito industrial y de clase trabajadora-, así como en la provincia de Xanthi en el norte de Grecia, entre la población mayoritariamente musulmana y turcoparlante. En verdad dos parlamentarios de Syriza de la minoría musulmana turcoparlante fueron electos por esta área.

-¿Cómo explicas el repentino éxito electoral de Syriza en 2012?

-Hay tres factores a considerar. El primero reside en la violencia de la crisis social y económica en Grecia y la manera en que se desarrolló desde 2010 en adelante, con la purga de la austeridad que ha sido infligida bajo los infames memorándums de entendimiento (los acuerdos que el gobierno griego firmó con la troika para asegurar la capacidad del país de pagar sus deudas).

El segundo factor reside en el hecho de que Grecia, y ahora también España, son los únicos países donde esta crisis social y económica se ha transformado en una crisis política. El viejo sistema político, que estaba basado en un duopolio bipartidista muy estable, ha colapsado.

El tercer factor es la movilización popular. No es una coincidencia que en los dos países en los que la izquierda radical ha tomado vuelo son Grecia y España, es decir, los países que han visto las movilizaciones populares más fuertes en los últimos años. En España tuvieron el movimiento de indignados, mientras que en Grecia hubo un movimiento más profundo y socialmente más diverso.

La mayoría de las fuerzas que se han liberado de las formas tradicionales de las amarras político-representativas han virado hacia la izquierda radical, mientras que parte de la sociedad que ha permanecido fuera de esta dinámica se ha vuelto hacia la abstención, que también aumentó significativamente desde el comienzo de la crisis, o hacia la extrema derecha, a saber, el partido neonazi Amanecer Dorado.

Pero el éxito electoral y político de Syriza se explica más precisamente por el hecho de que el partido se ha opuesto a los memorándums y a la terapia de shock de la austeridad desde el comienzo. Esto se dio porque luego de largos debates, especialmente dentro de Synaspismos, Syriza había rechazado la idea de una alianza con el Pasok incluso desde su creación como coalición.

Y debido a su sensibilidad “movimientista”, ha demostrado ser concreta y prácticamente capaz de comprometerse con los movimientos sociales y las acciones colectivas que han tenido lugar en Grecia en los últimos años. Y lo ha hecho respetando al mismo tiempo la autonomía de estos movimientos, incluyendo las formas más nuevas y espontáneas de movilización. Por ejemplo, apoyó los movimientos de ocupaciones de plazas que vimos en 2011, mientras que el KKE denunció este movimiento como “antipolítico” y lo acusó de estar dominado por elementos pequeñoburgueses y anticomunistas.

Es un partido que ha hecho mucho por las redes de solidaridad a nivel local, para lidiar con la traumática crisis social y sus efectos concretos sobre las vidas cotidianas de las personas. También es una formación que tiene suficiente visibilidad en las instituciones como para parecer capaz de transformar el balance de fuerzas a nivel de la vida política nacional.

Dicho esto, Syriza despegó en las encuestas de opinión sólo en las últimas sem anas de la campaña electoral de 2012. El verdadero despunte vino cuando Tsipras enfocó su discurso en el tema de constituir un “gobierno antiausteridad de la izquierda” ahora, presentado como una propuesta de alianza que incluía al KKE, la extrema izquierda, la izquierda parlamentaria y los pequeños elementos disidentes del Pasok.

Esto es lo que cambió literalmente el curso de la campaña electoral, planteando una nueva agenda. Ahí fue cuando empezamos a oír un revuelo –fue casi algo físico– y los números de las encuestas de Syriza se dispararon. Desde ese momento, los otros partidos tuvieron que reaccionar a la oferta de Syriza, que había emergido como una perspectiva política concreta –en verdad, dentro del propio alcance–, permitiendo a Grecia liberarse del yugo de los memorándums y la troika.

-Ese es un abordaje muy ecuménico, para la izquierda…

-Sí, en verdad. Syriza es una fuente particularmente creíble en este tipo de propuestas por su práctica en los movimientos sociales, pero también en vistas de su propia conformación interna. Es decir, es un frente político, e incluso dentro de Syriza hay un enfoque práctico que permite la coexistencia de diferentes culturas políticas. Yo diría que Syriza es un partido híbrido, un partido de síntesis, con un pie en la tradición del movimiento comunista griego y su otro pie en las nuevas formas de radicalismo que han emergido en este nuevo período.

-¿Piensas que el movimiento social que vimos con la ocupación de plazas en Grecia está asociado con los avances de Syriza en las urnas?

-Absolutamente. Algunos pensaron que estos movimientos no sólo eran espontáneos, sino incluso antipolíticos, que se paraban por fuera y en contra de la política. Pero mientras rechazaban en verdad la política que veían frente a ellos, también estaban buscando algo diferente. La experiencia de Podemos en España, así como la de Syriza en Grecia, muestran que si la izquierda radical hace propuestas acordes, puede llegar a un entendimiento con estos movimientos y proveer una “condensación” políticamente creíble de sus demandas.

-¿Cuáles son las experiencias concretas de gobierno local y regional de Syriza desde 2012?

-Desde los años 90 y 2000 la izquierda radical se posicionó contra cualquier alianza con el Pasok, y por esa razón ni Syriza ni el KKE participaron en gobiernos regionales y locales, hasta recientemente. Ahora bien, hay un nítido contraste entre el despunte que ha hecho Syriza a nivel nacional y europeo y su implantación local.

El partido logró peores resultados en las votaciones locales y regionales –que tuvieron lugar el 25 de mayo de 2014– que en las elecciones nacionales y europeas: 18% en lugar del 27%. Pero sin embargo hizo importantes avances, con dos regiones yendo para Syriza, incluyendo Ática, donde vive casi el 40% de la población griega.

-¿Cómo es visto Alexis Tsipras en Grecia?

-El aspecto más notable de la imagen de Tsipras es su edad: es un hombre joven, después de todo. Pero los cuadros y la dirección de los grupos de izquierda radical todavía están dominados por una generación que se acerca a los sesenta años, o incluso por personas mayores que todavía disfrutan el prestigio de haber estado involucrados en la lucha contra la dictadura de los coroneles.

Alekos Alavanos, que era el presidente de Synaspismos, organizó la entrega del control a Tsipras para marcar una ruptura con esta esclerosis generacional. Fue un gran acto de voluntad política. Tsipras es popular porque incluso antes de ser elegido para la conducción de Synaspismos había encabezado la lista del partido en las elecciones municipales de Atenas.

No es exactamente un tribuno carismático. No es un mal orador en público tampoco, pero ciertamente no tiene el talento oratorio de un George Galloway o un Jean-Luc Mélenchon. También ha cometido algunos errores, particularmente en la medida en que, como mucha de la izquierda radical griega, inicialmente subestimó la profundidad de la crisis y la medida en qué la cuestión de la deuda pública sería usada para justificar la implementación de medidas de austeridad.

En 2010 y a comienzos de 2011, pareció ir por detrás de los hechos. Luego desarrolló un estilo belicoso en sus intervenciones parlamentarias; en la oposición al gobierno del Pasok y al entonces primer ministro George Papandreou en particular. Así que de este modo mejoró su perfil como tribuno popular. Y su propuesta de un gobierno de unidad de la izquierda radical y de todas las fuerzas antiausteridad antes de la elección de mayo de 2012 aseguró su despunte.

Él ha cambiado la imagen de la izquierda radical griega, que hasta entonces siempre fue considerada una parte considerable, importante o útil de los movimientos sociales, pero no como una fuerza que buscara asumir la responsabilidad histórica de ofrecer una salida de la crisis. Éste es un verdadero cambio de rumbo para una izquierda radical que todavía está traumatizada por la derrota del comunismo del siglo veinte. Y que hoy quiere dejar atrás su rol de eterna minoría, el rol de una fuerza condenada a simple y perpetuamente “resistir”.

-¿Podrías actualizarnos sobre las cifras que tengas sobre la fuerza relativa de Syriza en términos de membrecía y peso social desde 2012, y luego decir más sobre la dinámica interna de Syriza, la plataforma de izquierda, los diferentes elementos que la constituyen, y luego del lado opuesto, el centro y la derecha?

-Inmediatamente después de las elecciones de 2012, el proceso de unificación de lo que hasta entonces era una coalición de partidos comenzó. Primero con una conferencia nacional, que eligió por primera vez un cuerpo de dirección, y luego con el congreso de fundación de Syriza en julio de 2013. Pienso que algunas decisiones importantes sobre la estructura del partido, y lo que podríamos calificar sobre la forma del partido, se tomaron en ese momento, pero la prioridad fue tener un proceso acelerado, que no dejó tiempo para una discusión política con la profundidad apropiada.

Al mismo tiempo, hubo un proceso de apertura, pero fue un proceso de apertura sin dirigirse a grupos sociales específicos y las capas de personas involucradas en los movimientos sociales. Así que fue más o menos un proceso que condujo más a un partido de miembros que a un partido de activistas o de miembros activos, a un parti d’adhérents más que a un parti de militants. Lo cual significa que esto volvió a Syriza una organización hasta un cierto punto permeable a las prácticas, si no de clientelismo, al menos a las prácticas de las tradicionales redes locales de poder, que todavía son muy fuertes en la sociedad griega.

Los partidos del establishment han sido desestructurados a nivel nacional. No existen como partidos centralizados, o casi no lo hacen. El Pasok se ha desintegrado completamente, y era lejos la máquina partidaria más poderosa en Grecia, y Nueva Democracia, que solía ser una organización de masas de derecha, también está seriamente debilitada, pero las redes asociadas con estos partidos todavía son muy fuertes a nivel local. Vimos eso en las últimas elecciones locales, por ejemplo, donde la brecha entre la influencia electoral local de Syriza y la capacidad de ganar concejos locales es muy, muy significativa.

El otro aspecto negativo de la nueva estructura es que Syriza se ha vuelto un partido claramente líder-céntrico, lo cual es acentuado por el hecho de que las estructuras internas son muy numerosas, disfuncionales, y tienden cada vez menos a funcionar como los centros reales de la elaboración política y la toma de decisiones. Todo el proceso de toma de decisiones se ha vuelto en realidad más centralizado, más opaco, con el líder jugando un rol muy crucial, combinado con varios círculos informales de liderazgo, en lugar de un liderazgo colectivo, o incluso un grupo de líderes más restringido.

Pienso que uno de los objetivos que se propuso la conducción del partido fue marginar a las tendencias de izquierda dentro de Syriza. Pensaron muy seriamente que éramos relativamente fuertes en el viejo Syriza (en el Syriza anterior a 2012), que estaba organizado como una coalición, una constelación de varios partidos, pero que con el influjo de nuevos miembros, nuestro peso relativo disminuiría drásticamente dentro del partido.

Para darte un ejemplo, que es específicamente sobre el mayor (lejos) componente de Synaspismos: en el último congreso del partido, el congreso en el cual Dimar se fue, la corriente de izquierda, dirigida por Alavanos, obtuvo alrededor del 25% de los votos.

Así que cuando la Plataforma de Izquierda obtuvo el 25% en la Conferencia Nacional inaugural de Syriza en noviembre de 2012, fue una gran sorpresa para la conducción. Fue incluso una sorpresa mayor para ellos que la Plataforma de Izquierda incrementara su peso relativo en el congreso fundador de Syriza y consiguiera el 30%.

Entre medio, la membrecía de Syriza aproximadamente se duplicó, y se estabilizó en torno a esas cifras, un aumento de unos 17.000-18.000 miembros a 35.000-36.000. Se desarrolló geográficamente de manera muy significativa, pero la brecha entre la influencia electoral y la fuerza organizada todavía es enorme, y los vínculos entre el partido y el núcleo de su electorado –la clase trabajadora urbana, esencialmente– sigue siendo débil.

Syriza está todavía muy dominado por las capas intelectuales: trabajadores del sector público con alta calificación y educación. En términos de edad, también es bastante problemático: el peso relativo de las capas más jóvenes sigue siendo bastante limitado.

-¿Hay un ala de la juventud?

-Sí, hay un ala específicamente de la juventud, que es el resultado de la unificación de las juventudes de todos los componentes de Syriza, pero sigue siendo relativamente pequeña comparada con la influencia electoral del partido en esas capas. El resultado más alentador probablemente es que el peso relativo de Syriza en los sindicatos mejoró, aproximadamente se duplicó, pero comenzó desde un nivel muy bajo, lo que significa que todavía es el caso que, en general, la fuerza de Syriza en el movimiento sindical y más específicamente en el sector privado sigue siendo inferior al peso del KKE.

Cualitativamente, por supuesto, las cosas son un poco diferentes porque –y esto es muy interesante– aunque el Partido Comunista en general sigue siendo incluso ahora una fuerza más organizada y coherente, sus bastiones tienden a localizarse en los sectores menos dinámicos del movimiento sindical, o incluso en áreas que no han sido muy activas en términos de movilización recientemente, por varias razones (en parte porque muy pocas cosas han pasado en el sector privado).

En los sindicatos más dinámicos, donde ha habido importantes movilizaciones, no sólo Syriza es más fuerte (eso en realidad se daba antes), sino que es en esos lugares donde más se ha desarrollado. Ahora es, por ejemplo, la conducción del sindicato nacional de docentes secundarios, un sindicato clave en el movimiento sindical griego. También es significativo que, en estos sectores, el peso relativo de la extrema izquierda también aumentó, como lo hicieron algunas formas específicas de frentes sindicales, donde puedes ver personas que vienen tanto de Syriza como de Antarsya.

Así que hay un entorno radical que se ha desarrollado en el movimiento sindical durante este último período, y esto también se da así en las universidades, donde la izquierda radical mejoró su posición (en realidad incluso el KKE mejoró ligeramente su posición), y la extrema izquierda incluso más. Mientras que Syriza en las universidades se estancó –la participación en las elecciones estudiantiles en Grecia es muy significativa, así que es en realidad un indicador relevante–, es interesante que el entorno de estudiantes de izquierda radicalizados, que tiende a votar listas en las que los activistas de Antarsya son la columna vertebral, tiende a votar cada vez más a Syriza fuera de la universidad en las elecciones políticas nacionales.

Hemos visto confirmaciones de esta expresión dual en otras elecciones, específicamente en las elecciones locales, o en la brecha entre las elecciones regionales y las elecciones europeas. En las elecciones regionales las listas presentadas por Antarsya, la coalición de extrema izquierda, consiguieron cerca del 2% nacionalmente, y en las elecciones europeas, sólo una semana después, sólo el 0,25%.

Así que es bastante claro que ciertos sectores muy involucrados en las movilizaciones y en los movimientos sociales, en un nivel local o sindical tienden a apoyar o reagruparse en torno a iniciativas o estructuras conducidas por activistas de extrema izquierda. Pero, a la hora de la representación política, Syriza actúa como la representación política clave para toda esta constelación de fuerzas.

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El resultado es que una de las evoluciones más significativas del último período ha sido el hecho de que la división que persiste dentro de la izquierda radical griega ahora se da entre un KKE muy atrincherado, sectario y aislado, y todo el resto de la izquierda (Syriza, Antarsya, etc.).

-¿Podrías decirnos un poco más sobre el desarrollo de la Plataforma de Izquierda, desde 2012: sus componentes, su crecimiento, su grado de coherencia, etc.?

-La Plataforma de Izquierda tiene dos componentes, la Corriente de Izquierda, que es una especie de corriente comunista tradicional, compuesta esencialmente por sindicalistas y que controla la mayor parte del sector sindical de Syriza. Estas personas en su gran mayoría vienen del KKE, así lo son quienes rompieron con el KKE en la última ruptura del partido en 1991. Y luego está el componente trotskista (DEA y KOKKOINO, que recientemente se fusionaron).

La Plataforma de Izquierda ha sido puesta bajo intensa presión por la conducción, pero también por el modo en que el funcionamiento y la estructura del partido se han desarrollado durante y después del proceso de unificación. Esta presión de la mayoría del partido está combinada con razones más estructurales, debido a la evolución de la forma del partido, y al reflujo de los movimientos y las movilizaciones durante el último tiempo en Grecia.

Todos estos factores tuvieron una influencia negativa, o podrían haber tenido una influencia negativa, sobre el peso relativo de la Plataforma de Izquierda. Pero, en general, la Plataforma de Izquierda resistió las presiones bastante bien. Su diversidad relativa actuó como una fuerza. En este aspecto, podríamos decir que a pesar del hecho de que la Plataforma de Izquierda está constituida por dos culturas políticas diferentes, su cohesión interna es mucho mayor que la del bloque mayoritario del partido, que es un reagrupamiento de culturas políticas mucho más heterogéneo.

En la mayoría, puedes por ejemplo encontrar gente que viene de la socialdemocracia convencional así como activistas que se sienten más cercanos a la extrema izquierda, personas movimientistas orientadas hacia los denominados nuevos movimientos sociales, y figuras reformistas muy tradicionales que vienen de un trasfondo o bien eurocomunista o bien del KKE, pero también nacionalistas de izquierda, que usualmente vienen del Pasok, y las formas más extremas de antinacionalismo (casi una versión griega del fenómeno antialemán).

-¡Ni que hablar de los maoístas (KOE)!

Los maoístas por supuesto son más cercanos a ese primer polo nacionalista de izquierda, por así decirlo. Así que en general el nivel de heterogeneidad es mucho mayor del lado de la mayoría. Pienso que lo que la Plataforma de Izquierda realizó exitosamente en el período entre las elecciones de 2012 y el congreso de fundación es que atrajo a una capa más amplia de activistas que no se identifican ni con la Corriente de Izquierda ni con los trotskistas, y a los que en realidad no les importa esas distinciones.

Lo que sí les importa es apoyar una oposición interna de izquierda o una perspectiva de izquierda, una perspectiva más claramente radical dentro de Syriza, y es por esto que las tácticas manipulativas de la mayoría durante el congreso fundador desencadenó un contragolpe y terminó fortaleciendo el peso de la Plataforma de Izquierda, incluso durante los mismos días del congreso.

Terminamos consiguiendo más del 30% de los delegados, incluso teniendo en cuenta que estuvimos subrepresentados en el cuerpo de delegados en comparación con los votos que tuvimos dentro del partido. Y a esto uno puede agregar el 1,5% de votos de la llamada Plataforma Comunista (formada por los seguidores de Alan Woods y la Tendencia Marxista Internacional).

La evolución desde el congreso de fundación ha sido positiva no sólo para la Plataforma de Izquierda, sino más en general para el balance de fuerzas interno dentro de Syriza, porque la mayoría del partido se fisuró durante el período de las últimas elecciones regionales/locales y europeas. Para ser más preciso, la parte izquierda de la mayoría, compuesta principalmente por los movimientistas y por una ruptura por izquierda de la corriente de Tsipras en Synaspismos (Unidad de Izquierda), se ha demarcado del resto. (En un estilo típicamente griego, el resultado de este proceso es que ahora tenemos una Unidad de Izquierda de Izquierda (sic) y una Unidad de Izquierda de Derecha (sic) en torno a Tsipras).

La izquierda de la mayoría se ha unido en torno a la “Plataforma de los Cincuenta y Tres”, firmada por cincuenta y tres miembros del comité central y algunos parlamentarios en junio de 2014, inmediatamente después de las elecciones europeas. Criticaron fuertemente los intentos de Tsipras de atraer políticos del establishment, su desarrollo de una campaña que no daba un rol lo suficientemente grande a las movilizaciones y movimientos sociales, un estilo de campaña muy centrado en él como persona y estructurado en torno a las técnicas y trucos de las relaciones públicas, y también su suavización de algunas aristas cruciales del programa –más específicamente en cuestiones como la deuda, la nacionalización de los bancos, etc.

-Así que si la Plataforma de Izquierda consiguió más del 30% en el congreso de fundación (más el 1,5% de los woodsistas), ¿ha habido alguna manera de medir desde entonces qué influencia tiene la Plataforma de Izquierda dentro del partido? ¿Y cómo estimarías el tamaño del grupo de Unidad de Izquierda de Izquierda?

-Bueno, mi sensación es que –y esto se refleja al menos a nivel del comité central– la Plataforma de Izquierda más las alas izquierdas del bloque mayoritario son en realidad la mayoría dentro del partido, y lo hemos visto en el último período, por ejemplo en la cuestión crucial de las alianzas. La conducción impulsaba mucho una alianza con Dimar, y no tuvo éxito. No tuvo éxito porque la reacción dentro del partido fue abrumadora, y el motor de esa reacción fueron estos dos componentes de izquierda.

Así que a pesar de que la cuestión del euro todavía trabaja para impedir una actitud más cohesionada en lo que ahora podemos llamar la izquierda amplia del partido, no obstante se da que el espacio de maniobra de la dirección se ha vuelto mucho más limitado.

Desafortunadamente, la mayoría de la conducción se ha autonomizado todavía más del partido y ha ignorado las decisiones del partido. No estoy hablando aquí de una división simple entre la base y la conducción: quiero decir autónomos del partido en su conjunto. Y esto es, por supuesto, un riesgo muy serio para el futuro.

El comité central se ha convocado con muy poca frecuencia, y cada vez más se da que decisiones cruciales se toman de forma muy opaca, como producto de constantes negociaciones entre varios grupos y lobbies que intentan imponer sus puntos de vista, etc.

-¿Y qué tan sólida estimas que es la Plataforma de Izquierda? Quiero decir, saben a qué se enfrentan –la mayoría– ¿pero en qué medida están unidos y a favor de qué están, especialmente en un contexto en donde está en perspectiva el poder de gobierno y entonces hay potenciales ofertas de trabajos, puestos gubernamentales, etc.?

-Bien, pienso que, como dije antes, el nivel de cohesión, no sólo negativamente sino también positivamente, de la Plataforma de Izquierda, es por lejos superior al de la mayoría del partido. E incluso en términos de su intervención programática, es más cohesionada y coherente. Aquí el rol de Costas Lapavitsas y su intervención en el frente económico ha sido bastante crucial, ofreciendo pericia específica en un gran número de temas económicos.

Lo que es muy característico de la mayoría es que sus puntos de vistas no son en absoluto más coherentes. Algunos, para dar un ejemplo específico, adoptan una actitud muy firme en el tema de la deuda. Están a favor de que el default debería absolutamente ser una opción y de que deberíamos sostener firmemente la demanda de condonar la mayor parte de la deuda.

Pero cuando uno pregunta “OK, ¿y que harás si entramos en default, y qué tan viable es esa opción sin salir del Euro?” (una consecuencia casi inmediata, y no una cuestión de elección), tienden a negarse a dar una respuesta y evadir el tema diciendo que dependerá del balance de fuerzas general en Europa. La Plataforma de Izquierda, en contraste, tiene respuestas mucho más precisas.

El principal tema de diferenciación interna dentro de la Plataforma de Izquierda –y esto es una consecuencia casi automática o natural o inevitable de las dos culturas políticas que coexisten en ella– son los desacuerdos sobre temas geopolíticos, sobre temas de política exterior. La Corriente de Izquierda tiene una visión comunista y antiimperialista más tradicional de la política exterior, y además no es hostil, o más bien está a favor, de las referencias a lo nacional, o de combinar las referencias a la clase y las referencias a lo nacional.

En contraste, la DEA tiene un tipo de cultura más internacionalista (o lo que considera que es más internacionalista). Esto significa que, en temas como Chipre o la relación con Turquía, o sobre Ucrania o cosas de ese tipo, hay diferencias, con matices, dependiendo de la cuestión específica.

-¿Cómo enfrenta la Plataforma de Izquierda la cuestión de una potencial victoria de Syriza? ¿Hay una línea común sobre no ser parte del gobierno, no aceptar cargos ministeriales, o sobre qué tipo de movilizaciones extraparlamentarias o sociales podrían integrar?

-Pienso que lo que define no sólo a la Plataforma de Izquierda sino a la izquierda amplia dentro de Syriza, lo que incluye una parte sustantiva del bloque mayoritario, es el hecho de que ve toda la perspectiva de acceder al poder gubernamental como un medio para desencadenar la movilización social. Y realmente lo piensa en serio, pues está inmersa en un tipo de práctica que está orientada hacia la movilización.

La concepción misma que tiene del partido y del significado del proceso político se orienta hacia el activismo, para decirlo brevemente. Es bastante claro que el tipo de enfoque político que ha sido propuesto por Tsipras o la mayoría de la conducción durante este último período tendió a dar un rol mucho más limitado a las movilizaciones y los movimientos sociales.

Para dar sólo un ejemplo, en 2012 Tsipras enfatizaba muy fuertemente que la perspectiva no era sólo un gobierno de Syriza, sino un gobierno de toda la izquierda antiausteridad, lo cual todavía es el caso, pero no quiere decir mucho, porque es claro que ni la extrema izquierda ni el KKE aceptarán nunca esta clase de colaboración.

Pero también –y esto es al menos igual de importante– iba a ser el gobierno de la izquierda antiausteridad y de los movimientos sociales. En esa época, Tsipras se refería específicamente a la experiencia de Bolivia, y una de las iniciativas más significativas adoptadas por Syriza, entre las elecciones de mayo y junio de 2012, fue llamar a una suerte de asamblea general de los movimientos a un diálogo con la conducción de Syriza. Fue un evento absolutamente extraordinario.

La participación de dirigentes de campañas, de sindicatos, y cosas por el estilo, en un diálogo con Tsipras y otros miembros de la conducción, dio una imagen muy fuerte del tipo de perspectiva política y social que Syriza en ese tiempo defendía. No ha habido nada comparable a eso en el último período.

Por otro lado, también deberíamos decir que toda la atmósfera de Grecia cambió dramáticamente desde entonces: ha habido un reflujo de los movimientos sociales, combinado con una atmósfera de relativa desmoralización y pasividad –a pesar, por supuesto, de importantes luchas sectoriales.

Con matices, por supuesto, la atmósfera general en el país es muy diferente a la de 2012, marcada especialmente por el reflujo de la movilización social, entonces la línea de Syriza desde esa perspectiva es más bien de adaptación a la tendencia dominante.

-¿Entonces el modelo para la Plataforma de Izquierda sería algo así como el Frente Popular en Francia, donde el gobierno de izquierda es la palanca para movilizar las luchas de clases y los movimientos sociales por fuera, y que entonces presionan al gobierno? ¿Entonces un pie adentro y otro pie afuera?

-Bueno, es difícil de predecir. Te refieres al gobierno del Frente Popular, pero la situación del Frente popular fue que las demandas del movimiento social eran completamente diferentes al programa muy limitado del Frente Popular mismo. Entonces, las victorias, las conquistas, los éxitos del Frente Popular vinieron inmediatamente de la presión del movimiento de masas.

En el caso de Syriza ahora, pienso que sería más adecuado ver la victoria de Syriza como un desencadenante, porque da confianza y rompe con la atmósfera de resignación del último período, pero también porque tomará medidas que abren un espacio para la movilización social. Sobre esto último, creo que la cuestión más crucial es probablemente la propuesta de volver el salario mínimo al nivel previo al memorándum y, tal vez más importante incluso, de restablecer todo el sistema de convenios colectivos y legislación laboral, que ha sido completamente destrozado en los últimos cuatro años.

Eso liberaría un espacio no sólo para las luchas, sino también para reconstruir el movimiento sindical, que está en un terrible estado en Grecia ahora.

-¿Pero sobre la cuestión de los ministerios y de jugar un rol en el gobierno no hay una línea común? ¿La gente decidirá cuando llegue la hora?

-No, absolutamente no. Pienso que la Plataforma de Izquierda tiene mucha claridad en que su nivel de involucramiento al nivel puramente gubernamental depende del tipo de línea que prevalecerá en las decisiones estratégicas de ese gobierno. Esa es la forma en que aborda toda la cuestión, y no al revés. Y pienso que esto es tal vez el indicador de las diferencias que tenemos con la práctica política de otros: no ponemos primero el tema de los ministerios, sino el tema de la línea adoptada, y de las decisiones estratégicas inmediatas clave que serán tomadas por el gobierno. Así que todo depende de qué línea prevalecerá. Y, en el momento en el que estamos hablando, no todo está claro, ¿sabes? Para decirlo cuidadosamente, hay muchas cosas que necesitan ser clarificadas dentro del programa de Syriza.

Pero en general nuestra línea es la siguiente: deberíamos apegarnos a los compromisos fundamentales absolutos de Syriza tal y como son ahora.

-¿El programa actual o el de 2012?

-Quiero decir el programa actual. Incluso la plataforma mínima presentada en el congreso de Tesalónica y ligeramente actualizada por Tsipras recientemente: incluso apegarse a eso significa ir a una gran confrontación, lo que significa por supuesto estimular y recibir el apoyo de la movilización por un lado, y movilizar el partido y otros sujetos políticos y sociales en todo el proceso.

Pienso que éste es el rol de la Plataforma de Izquierda: ser un catalizador en esta clase de dialéctica que se dará al nivel del gobierno y que se dará al nivel de la sociedad. Y esta es la misión, tal vez la misión histórica, si las cosas salen bien, de la Plataforma de Izquierda. Tenemos una fuerza más coherente dentro del partido que puede actuar como un catalizador de energías y prevenir que se abra una brecha entre lo que pasa al nivel de la movilización de base y lo que pasa al nivel del gobierno.

-Como sabes perfectamente, la maniobra clásica sería ofrecer el ministerio de trabajo y el ministerio de deportes y cultura a la izquierda y reservar los ministerios claves para el ala derecha del partido…

-Sí, pero en realidad ese no es el riesgo ahora. Pienso que el riesgo ahora es que precisamente no harán eso. Ofrecerán algunos ministerios estratégicos, pero tal vez sin ser claros sobre la línea política. Lo que significa que atarán nuestras manos desde antes.

Así que pienso que la cuestión crucial es si la línea de hacerse cargo de un enfoque confrontativo, tanto hacia adentro como, por supuesto, con la Unión Europea y las fuerzas europeas, prevalece. Si vamos en esa dirección, la batalla no se puede ganar sin clarificaciones muy serias dentro de Syriza y dentro de la izquierda griega más en general.

Mi esperanza (pero pienso que es realista) es que tal perspe ctiva también provocará realineamientos más allá de Syriza, y que sectores que ahora permanecen escépticos y dubitativos sobre Syriza, en ese tipo de coyuntura, tomarán una posición más decisiva. Entonces pienso que llegaríamos a algo como un frente único.
¿Puedes hablar un poco sobre Panagiotis Lafanzanis en cuanto principal vocero de la Plataforma de Izquierda?

Sí, en realidad él es la figura clave, y esto es una fortaleza y también una debilidad. Syriza es o tiende a ser un partido muy centrado en el líder, y me temo que la Plataforma de Izquierda, y más específicamente la Corriente de Izquierda, que es su componente más grande, es una organización muy centrada en la persona. Por supuesto, Antonis Davanellos (de DEA) también es bastante prominente, pero a nivel de la política nacional, Lafanzanis juega un rol muy crucial.

Lafanzanis representa esa generación de activistas que se han vuelto prominentes durante la lucha contra la dictadura. Él es uno de los muy raros cuadros de la juventud comunista –menos de diez en toda Grecia– que escaparon al arresto durante todo el período de la dictadura. Así que es de esa generación.

Escaló la jerarquía del KKE en los 70 y 80, y se convirtió en miembro del politburó del partido, pero era más particularmente cercano al anterior e histórico secretario general del KKE de 1973 a 1989, Harilaos Florakis. Dejó el partido con un gran número de figuras dirigentes en la ruptura de 1991, de la cual él era una figura central.

Pero la especificidad de Lafanzanis es que, mientras los otros viraron a la derecha, por decirlo ampliamente, y muchos de ellos en realidad abandonaron Synaspismos o Syriza, o se quedaron pero se movieron a posiciones mucho más derechistas (como Dragasakis), Lafanzanis siguió siendo un marxista acérrimo y muy coherente, pero rompiendo decisivamente con el estalinismo (aunque tenemos que decir que era una de las personas que, detrás de las puertas cerradas de la conducción del KKE, ya eran muy críticas de la Unión Soviética durante fines de los 70 y los 80).

Muchas personas en esa época dentro del KKE sospechaban que era un cripto-eurocomunista; era muy conocido por haber leído a Gramsci en profundidad y cosas así, pero todo eso por supuesto se mantuvo muy confidencial: sólo se supo en los círculos muy internos del partido, y públicamente mantuvo la línea oficial.

Lafanzanis ahora es identificado y hecho blanco por los medios griegos porque es visto como el línea dura. Es la figura de Syriza que los medios, y por supuesto la derecha y las fuerzas prosistema, aman odiar, y constantemente estigmatizan. Es presentado como el Sr. Anti-Euro y el Sr. Rompan-con-la-UE de Syriza. Sólo para darte un ejemplo reciente, inmediatamente después de que caigan las negociaciones entre Syriza y Dimar, el principal diario de Grecia (Ta Nea) publicó una vociferante editorial en la primera página, sin firma, diciendo “Griegos, tengan cuidado: votan por Tsipras, pero en realidad Lafanzanis maneja el partido.”

Uno tiene que entender que una de las principales razones por las que los medios y la elite política y la clase dominante son hostiles a Syriza es que, dentro de Syriza, hay corrientes de izquierda muy fuertes. Tsipras tiene que tener eso en cuenta, y es por eso que hay titulares de primera página diciendo “¡Tsipras! ¡Haz un Papandreou!”, es decir, deshazte de la oposición interna y sé un verdadero líder. Deshazte de esos izquierdistas lunáticos y línea dura, etc.

-Puesto que mencionaste al KKE, podríamos también abordarlo rápidamente. La gente todavía es curiosa sobre eso. ¿En qué medida piensas que su línea tiene algún tipo de racionalidad, o es sólo suicida?

-Ambas cosas. Pienso que la única preocupación del KKE en realidad es mantener el partido con vida, a flote. Es claro que el sueño del KKE sería volver a la situación de 2009, cuando todavía era la fuerza dominante de la izquierda radical. Esto es lo que el KKE realmente quiere. Quiere ser un partido de 7-8% del electorado, manejar ciertos sectores, etc.

Es un tipo de aparato muy conservador, y esto crea una gran brecha entre la naturaleza interna del KKE y el tipo de retórica del Tercer Período, que en la superficie es lo que el KKE está escupiendo. Al nivel del discurso, tienes constantes referencias a la retórica revolucionaria, al socialismo, a la clase obrera, al poder obrero, etc., pero en realidad el KKE ha permanecido extremadamente pasivo todos estos años.

Fue consistentemente muy hostil a las movilizaciones de base. Condenó de una forma absolutamente loca el movimiento de las plazas (en la primavera de 2011), describiéndolo como parte de un complot anticomunista. Así que es un partido muy conservador, un partido al que no le gustan los cambios fundamentales.

-¿Pero esto es una concepción de mundo orgánica? ¿No es impuesta por fuerzas autoritarias de la conducción?

-Es impuesta, pero tienen un aparato muy fuerte, y han construido un partido muy cohesionado. Han eliminado implacablemente todas las oposiciones durante todos estos años, y han tenido éxito en conservar el control del partido. Sospecho que los resultados muy pobres que obtendrán en las elecciones que se vienen probablemente tendrán un impacto.

En el último congreso del KKE, vimos que había serios desacuerdos internos, pero la conducción tuvo éxito en deshacerse de la mayor parte de los disidentes, y pienso que todo dependerá de cómo se desarrolle la situación. Toda la cosmovisión del KKE y de parte de la extrema izquierda consiste en apostar al fracaso y la traición de Syriza. Están llamando a eso, y hay una dimensión de profecía autocumplida en eso.

Esta perspectiva ha jugado un rol, y debemos tenerlo en cuenta, y no lo estoy diciendo para excusar al liderazgo de Syriza de sus responsabilidades. El hecho de que estas fuerzas hicieran todo lo posible para aislar a Syriza de cualquier otra fuerza dentro de la izquierda radical ciertamente facilitó los intentos de moderar la línea y el enfoque del partido.

La apuesta es precisamente que este inminente fracaso de Syriza conducirá a la radicalización de las masas y las liberará de sus ilusiones reformistas, pero esto es algo que es categóricamente rechazado por sectores crecientes de la sociedad griega, que lo ven como lo que es, a saber, una línea completamente irresponsable y bastante loca. El resultado es un desperdicio de fuerzas, que podría cambiar sólo si la situación se recalienta durante el período que se viene.

-Por primera vez en Europa desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, un partido de la izquierda radical ha derrotado a los socialdemócratas en las elecciones. Syriza sobrepasó al Pasok gracias a su propio despunte pero también debido al colapso del voto socialdemócrata. ¿Piensas que su predominio puede durar?

-La terapia de shock que se ha aplicado a Grecia ha tenido los mismos resultados políticos que en otros países del sur global donde ha sido previamente implementada. El viejo sistema político ha colapsado, y esta es la primera vez que está sucediendo en un país europeo occidental en la era de posguerra.

Los dos principales partidos han sido golpeados por esto: Pasok, sí, pero también, aunque en menor grado, Nueva Democracia. En 2012 perdió el 20% de su apoyo, recibiendo la menor cantidad de votos que la derecha ha tenido en todo el tiempo que Grecia ha sido un estado independiente.

El colapso cualitativo del Pasok es incluso más serio que lo que los números a nivel nacional sugerirían. En los principales centros urbanos, Pasok salió sexto o séptimo. En la mayoría de los distritos de clase trabajadora que solían ser sus bastiones, fue derrotado por los neonazis de Amanecer Dorado. Sus resultados entre los votantes de entre 18 y 24 años fue de sólo 2,6%, y la mayor parte de su electorado (obteniendo un total del 13,4% de los votos) se compuso de jubilados y los habitantes de áreas rurales y pueblos pequeños de provincia.

-Así que podríamos decir que a los ojos de los griegos el Pasok ha sido totalmente desacreditado.

-El partido ha sido completamente destruido. De hecho todo lo que queda en Pasok es el residuo de sus viejas redes clientelares de partido-estado. Los dos partidos que sucesivamente tuvieron el poder luego de la caída de la dictadura de los coroneles fueron partidos masivos, pero también partidos estatales; es decir, partidos que estaban muy entrelazados con el estado y la distribución de puestos y recursos que podían controlar gracias a su manejo del aparato de estado.

El Pasok y Nueva Democracia trabajaban por medio de redes clientelares, y eso no significaba sólo los tradicionales favores entre las elites existentes, sino más bien un clientelismo basado en grandes aparatos burocráticos, incluyendo el movimiento sindical. Nueva Democracia era, en verdad, un “partido popular de la derecha”, un Volkspartei comparable a la Democracia Cristiana alemana, y que podía contar con un ala sindical relativamente significativa.

-Hoy no hay relaciones entre Syriza y Pasok…

-Fuera de Grecia es difícil imaginar el golfo que separa al Pasok no sólo de la izquierda radical sino también de la sociedad griega misma. Desde los 90, para el KKE, y desde mediados de la década del 2000 para Syriza, no hay una alianza posible o deseable entre el Pasok y la izquierda radical, en ningún nivel.

-Entonces la razón por la que hay un cordón sanitario en torno al Pasok es que el resto de la izquierda griega ya no lo considera un partido de la izquierda.

-Tienes que entender una cosa sobre el lenguaje de la izquierda griega. Hasta 1974 no hubo ningún partido socialista en Grecia, y en nuestro léxico político decir “Soy de izquierda” significa “Estoy a la izquierda del Pasok”. En verdad, el Pasok nunca ha sido considerado un partido de la izquierda en el sentido griego de la palabra. En Grecia, la izquierda está conectada con la tradición comunista, en el sentido amplio del término. Y eso excluye a los socialdemócratas como el Pasok.

-Hablemos sobre el recentramiento de la línea de Syriza durante el último año. ¿Que ha pasado?

-Esencialmente, de lo que estamos hablando al referirnos al denominado recentramiento del partido es del hecho de que el discurso del partido se convirtió en una suerte de discurso de dos o tres niveles. Tsipras o la conducción del partido han desarrollado muchos niveles de discurso.

Los dos principales economistas del partido –que son los representantes reales de las tendencias más derechistas dentro de Syriza, Giannis Dragasakis y George Stathakis, de una manera mucho más directa en el caso de Stathakis, y con mucha más maniobra táctica en el caso de Dragasakis– desarrollaron sus propios abordajes distintivos de los temas económicos, que son sistemáticamente distintos de las decisiones de los congresos partidarios y de la posición oficial del partido.

Con frecuencia, Tsipras ha tenido que intervenir para restablecer algún tipo de balance, pero este proceso significa que la posición inicial, la posición del congreso de 2013, ha sido lavada. Dragasakis y Stathakis, por ejemplo, afirmaron que un gobierno de Syriza nunca actuaría unilateralmente en relación a la deuda, pero la decisión del congreso del partido explícitamente dice que todas las armas están sobre la mesa y que nada puede ser descartado si un gobierno de Syriza es chantajeado por los acreedores.

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Ambos han sido poco claros a veces, dependiendo del interlocutor y de la audiencia que tenían en frente, incluso sobre la cuestión de la cancelación de los memorándums o de si Syriza estaba demandando una condonación de toda la deuda o de sólo una parte.

Segundo, Tsipras ha estado viajando mucho durante el último tiempo. Era necesario, porque es el líder de un partido que hasta hace poco tenía cerca un 5% de los votos, y carecía de cualquier credibilidad como jefe de estado. Necesitaba mejorar su credibilidad, por no decir su conocimiento de la escena internacional.

Así que fue a lugares o instituciones que eran patrocinadas por el establishment o incluso por la oligarquía económica, como el Foro Ambrosetti. Éstos son como unos clubs muy exclusivos en los que gente muy importante de los negocios y las finanzas se reúnen y discuten. La impresión era que cuando fue ahí estaba presentando una versión mucho más tibia del enfoque del partido.

Por ejemplo, cuando fue a Nueva York y habló en el Brookings Institute, hizo repetidas referencias al New Deal y a Franklin Roosvelt. Cuando fue a Austin, TX dijo que Syriza nunca abandonaría el euro, mientras que la posición del partido –y también lo que él mismo dijo después– era no queríamos permanecer incondicionalmente en el euro, sin matices, etc.

Todo esto creó la impresión de que en los temas más cruciales y estratégicos Syriza no tiene claridad completa, y que tiene diferentes niveles de discurso, provocando entonces escepticismo sobre las intenciones reales de Syriza y sobre cuán determinada está a resistir la presión que cualquier persona sensata sabe que un gobierno de Syriza tendrá que enfrentar.

Esto ha desencadenado constantemente ciclos de debates y argumentaciones internas dentro del partido, y el resultado de este proceso, que ha sido doloroso a veces, fue muy infructuoso. Pienso que fue necesario, pero fue, como dije, bastante doloroso a veces. Al final, ha habido un costo, pero al menos Syriza no renegó públicamente de sus compromisos fundamentales.

Y vemos eso ahora, en realidad. Aunque hay una falta de claridad sobre los medios para lograr esos compromisos, se ha vuelto claro para todos que lo que Syriza está proponiendo tiene muy poco que ver con cualquier agenda de cualquier partido socialdemócrata europeo actual. Es una agenda de verdadera ruptura con el neoliberalismo y la austeridad. Syriza aparece como portadora de un tipo de cultura política que está ligada a un radicalismo social, político e incluso ideológico que todavía está muy inscripto en el ADN del partido.

Esto no significa que no pueda haber sorpresas; esto no significa que tengamos alguna clase de garantía de que las cosas no saldrán mal. Pero significa que hay una posibilidad de un desplazamiento decisivo de la correlación de fuerzas entre las clases. En Grecia, el pueblo es consciente, sobre un espectro mucho más amplio de fuerzas ahora, de que ésta es la única posibilidad real, y que si somos derrotados entonces sería una derrota por todo el período histórico que le suceda.

-¿Ha habido algún efecto colateral de este proceso en el último período? John Milios es conocido en el mundo anglófono por sus libros y ahora por su entrevista en The Guardian y parece haber tomado distancia del liderazgo.

-Hasta hace poco, Milios no tenía una posición estratégica muy específica dentro del principal equipo económico (Dragasakis y Stathakis han liderado el juego). Su rol fue proveer una especie de argumentación marxista contra los que abogaban por una ruptura, o una clara ruptura, con la Unión Europea, y más específicamente sobre el tema del euro.

Milios proveyó muchos argumentos de tipo marxista y radical diciendo que romper con el euro significa la devaluación del trabajo, un regreso a posiciones nacionalistas. Más o menos acusó –de una manera que él mismo había desarrollado teóricamente para sí mismo durante décadas– a los que proponían romper con el euro de reciclar el viejo tipo de enfoque “desarrollista” de los 70 del centro versus la periferia, y de tener como verdadero proyecto político el desarrollo de un capitalismo griego nacionalmente centrado.

Desde esta perspectiva, presumiblemente, evitar la ruptura con el euro a cualquier costo actuaba casi como una garantía mística para una perspectiva internacionalista y socialista. Lo que significaba, en términos de elecciones concretas, era que Milios defendía las posiciones tibiamente reformistas de Dragasakis y Stathakis.

Milios comenzó a distanciarse de esto en dos niveles. Primero en la cuestión de las alianzas políticas, donde está claro que, sin matices, no quiere una apertura hacia personas que vengan del Pasok o sean viejos elementos del establishment. También rechaza la suavización de las aristas antineoliberales del programa, y pienso que está muy decepcionado por el hecho de que Syriza al final no tenga una elaboración muy específica sobre el tema de la reforma fiscal (que era uno de sus temas principales), es decir, políticas redistributivas audaces (cobrar impuestos a los ricos, etc.).

Es bastante poco claro lo que hará Syriza con los bancos, y lo que hará con las privatizaciones. Ciertamente cancelará al menos algunos de los casos más escandalosos de liquidaciones de activos públicos a precios completamente ridículos. Pero las afirmaciones recientes de Dragasakis y Stathakis sobre los bancos y las privatizaciones no son muy alentadoras, retrocediendo claramente de las decisiones y compromisos del congreso.

Así que hay temas muy importantes que un gobierno de Syriza deberá enfrentar, ni siquiera a un plazo largo o mediano, sino inmediatamente.

-Tal vez puedes decir algo sobre la serie de candidatos que han sido elegidos por la mayoría ante la próxima elección.

-Pienso que esto es una vez más una cuestión muy real en el partido. A nivel de las ramas del partido, y también a nivel de las regiones, casi todos los intentos de esta vieja elite política –sea localmente o nacionalmente– de infiltrar, conseguir puestos o posiciones, fallaron. Fueron rechazados por abrumadoras mayorías, y esto también es un indicador del hecho de que la Plataforma de Izquierda y la “izquierda amplia” del partido no son sectores aislados sino que realmente pueden imponer sus visiones sobre temas muy cruciales.

La reacción de Tsipras y de la dirección primero fue retrasar sistemáticamente las sesiones del comité central, paralizando así este nivel de toma de decisiones. Gracias a ello, la dirección consiguió algo así como una carta blanca para 50 de los 450 candidatos totales (hay 300 parlamentarios, pero 450 candidatos) –lo que significa que es sólo ahora que sabemos la composición final de todas las listas.

La idea de una colaboración con Dimar falló por la reacción que encontró. Muchos candidatos a nivel local también fueron rechazados por las federaciones y ramas locales. Y ahora hay una suerte de disputa sobre las personas que caerán en paracaídas, de una forma muy desde arriba.

Por otro lado, el hecho de que Costas Lapavitsas haya sido aceptado como candidato es un logro importante. Ya hubo una discusión sobre esto en la elección europea, y al final su candidatura fue rechazada por la mayoría de la conducción partidaria.

Esto es muy importante porque Lapavitsas no es sólo un individuo: realmente es el símbolo de un enfoque muy específico y determinado hacia todo el tema de cómo lidiar con la crisis, con Europa, con la deuda, con todo el conjunto de temas económicos. Y tenerlo en la lista y como parlamentario hace más creíble que cuando Syriza dice “realmente, todas las opciones están sobre la mesa”, realmente lo está diciendo.

-Si Syriza gana el primer lugar en las elecciones parlamentarias, necesitará formar una mayoría parlamentaria. ¿Es posible, y cómo?

-No descartaría una victoria aplastante de Syriza. Las encuestas le dan un 35%, así que no está lejos de una mayoría absoluta, dado que el sistema electoral griego da un bonus de cincuenta bancas al partido ganador. Así que es posible e incluso probable que Syriza tenga una mayoría absoluta.

Es verdad que no tiene ningún aliado obvio: el KKE ha descartado cualquier alianza, mientras que Dimar, que era parte de la coalición gobernante un año atrás, ha sido barrido. Así que esa es una de las dificultades que enfrenta, pero no deberíamos olvidar que esto a su manera expresa una cuestión política crucial: después de todo, algunas personas quieren moderar las posiciones de Syriza, confiando en las concesiones que tendrá que hacer para poder construir alianzas.

El electorado griego es consciente de esto, y muy bien podría dar a Syriza una clara mayoría para que pueda llevar adelante su programa sin tener que hacer concesiones, para disfrutar una mayoría parlamentaria.

-¿Qué piensas de la actitud de Nueva Democracia, que juega mucho la carta del “terror rojo” y del miedo al caos si Syriza gana?

-Debería entenderse que después de cuatro años de memorándums no sólo la derecha sino también la centroizquierda (o lo que queda de ella) son formaciones extremadamente autoritarias, las partidarias de una política de puño de hierro.

El actual primer ministro, Antonis Samaras de Nueva Democracia, viene del ala nacionalista de ese partido, y está rodeado por un séquito que proviene mayormente de la extrema derecha. Ésta es una derecha reaccionaria que juega con los reflejos profundamente anticomunistas de parte de la población griega.

Entonces el gobierno usa una retórica de miedo: no tiene otros argumentos. Y eso es parte de su visión autoritaria, “muscular” de la política. Si Syriza falla entonces las perspectivas para el país serán muy reaccionarias y autoritarias.

-¿Cuáles son las prioridades de Syriza para Grecia?

-Hay cuatro cosas principales sobre las que trabajar –y aquí no las estoy poniendo en ningún orden particular. La primera consiste en medidas de emergencia para lidiar con los aspectos más traumáticos del desastre de los últimos años: reconectar el suministro de electricidad en todos los hogares, raciones escolares para todos los niños, y restablecer un servicio de salud digno de ese nombre –como están las cosas, un tercio de la población está excluida del sistema de salud.

La segunda: desmantelar el núcleo duro de los memorándums. Esto significaría colocar el salario mínimo en el nivel en que estaba antes de 2010, así como recuperar los acuerdos de negociación colectiva y la legislación social que fueron enteramente destruidos. Eso abriría un campo de acción para los trabajadores, y resultaría en mejoras inmediatas. También tenemos que deshacernos de los absurdos impuestos a la propiedad que el estado ha estado extrayendo de la población por muchos años. Todo esto no es negociable.

Lo tercero a trabajar es la deuda, y aquí habrá alguna negociación. No hay chances de poner orden en Grecia mientras los servicios de la deuda bajo el régimen del memorándum continúe triturando el país en el molino.

Ha habido un baño de sangre con los recortes a los gastos públicos y sociales para liberar remanentes presupuestarios para pagar la deuda y terminar la necesidad de financiarla. Esto es impracticable. Los remanentes presupuestarios nunca podrían ser suficientes para pagar los costos de la deuda, cuya carga se ha incrementado mientras el PBI ha caído –ahora ha alcanzado el 177% del PBI.

Necesitamos encontrar una solución a esto. Syriza insistirá en una solución como la que fue demandada en el caso de Alemania en 1953: es decir, cancelar la mayor parte de la deuda y pagar el resto dentro de los términos de una cláusula de crecimiento.

¿Pero qué haremos si los europeos lo rechazan? Una vez más todas las opciones están sobre la mesa, pero Syriza no retrocederá ni dejará ser chantajeada como lo fue Anastassiades, el presidente chipriota de derecha, en la primavera de 2013, cuando el parlamento de su país rechazó por votación unánime el plan de rescate financiero propuesto por la Unión Europea.

Lo cuarto a trabajar es el despegue de la economía, que ha sido destruida, para lidiar con el desempleo masivo (26%, y 50% entre la juventud) que Grecia está experimentando actualmente. Sólo la inversión pública puede agarrarle la mano a esto. Es una cuestión muy complicada, pero necesitamos relanzar la economía de una manera que sea acorde con las necesidades sociales y ambientales, muy en contraste con lo que tenemos ahora.

-Imaginemos entonces que las elecciones han pasado y que Syriza ha obtenido una mayoría sin tener que confiar en ningún aliado poco fiable. Una victoria aplastante. Como sabes, Paul Mason escribió una pieza sobre cuáles serían los peligros para Syriza en las primeras semanas después de tal evento, y los tipos de presión enorme bajo la cual caería, tanto de los mercados como de la Unión Europea.

Por el momento, la línea de Tsipras es poner en entredicho la Unión Europea y apostar a que esto será suficiente; que la crisis que Grecia causaría en la eurozona sería suficiente para calmar las cosas. ¿Cuál es tu percepción de esta estrategia, y cuán preparada está Syriza para esta clase de presión?

-Primero, no se aprecia cuán violento es el clima político general y las campañas electorales en Grecia. Y así fue en 2012. Honestamente, es mucho más parecido a una campaña electoral en un país de América Latina que en un país europeo.

Todo el enfoque, y los tipos de retórica y discurso, desarrollados tanto por el actual gobierno como por los medios, consisten en dibujar a Syriza como una fuerza fundamentalmente ilegítima. Éste es su significado profundo: decir que, cuando Syriza llegue al poder, será un escenario totalmente apocalíptico –que Grecia será expulsada de la eurozona, que las góndolas en los supermercados estarán vacías. Incluso están haciendo fotomontajes con góndolas vacías, o supuestamente vacías, en Venezuela y Argentina, con el mensaje “Esto es lo que pasará en Grecia”.

En cierto modo, esta intimidación ha ayudado mucho, especialmente con los pronunciamientos varios hechos por autoridades de la Unión Europea en el último período. Todos ellos fueron muy hostiles a Syriza, todos ellos representaron una forma de intimidación. Syriza tiene que enfrentar eso; tiene que confrontar esta situación. El enfoque actual es que no reconsideraremos nuestras demandas, que no las lavaremos.

Por otro lado, Syriza quiere reasegurar al electorado que hay personas y fuerzas en Europa más abiertas a la negociación y a algunas formas de concesión. Tsipras, por ejemplo, escribió un artículo muy desafortunado sugiriendo que los gobiernos italiano y francés estaban tomando alguna distancia contra las políticas de austeridad.

Ahora están resaltando afirmaciones de los socialdemócratas alemanes o un artículo en Bloomberg, afirmando que no hay posibilidad de un “Grexit” [acrónimo de “Greece” y “exit”, Grecia y salida; n. del. T.], que éste no es un escenario plausible, que nadie lo está considerando. Pero el quid de la cuestión es que es el caso que la forma en que Syriza es presentada por los medios europeos dominantes ha cambiado en las últimas semanas o días.

¿Cuál es el significado de este cambio? Antes, la línea era “Éstos son izquierdistas duros, son una amenaza, deberíamos enfrentarlos y aplastarlos, etc.” Abierta hostilidad. Ahora, el tono es “En realidad, son más razonables de lo que parecen y, en cualquier caso, no cambiará mucho.”

Así que la línea es que, sea lo que sea que hagas, tendrás que permanecer dentro del marco existente, y algunas personas están jugando al policía bueno y otras al policía malo con esto. Pero la realidad es que la jaula de hierro todavía está ahí y el espacio para moverte que tienes es en realidad inexistente. Pienso que la posición moderada dentro del partido es entendible hasta un cierto punto –en cuanto una clase de discurso más defensivo puede ser necesaria tal vez en ciertas circunstancias–, pero el problema es que no prepara a las personas en la sociedad para lo que vendrá inevitablemente en el caso de una victoria de Syriza, es decir, que las decisiones de implementar completamente su programa resultarán muy confrontativas, tanto internamente como con el resto de la Unión Europea.

De nuevo, pienso que incluso durante la campaña la izquierda de Syriza tiene un rol que jugar, permaneciendo fiel, de una forma muy leal, al programa, etc., pero enfatizando el hecho de que las cosas no serán fáciles, que debemos estar preparados para una batalla seria, y tenemos que enfatizar esto dependiendo de los momentos y los tipos de debilidades de las posiciones de la mayoría.

Pero Tsipras también está jugando esta carta a veces, así que hay un juego constante para balancear estas varias contradicciones. Si consideras las cosas desde una cierta distancia, las contradicciones están en la situación misma en el sentido de que sería difícil no tener este tipo de contradicciones en la situación existente.

Estamos hablando de una situación en la que el nivel de movilización social ha sido muy bajo por un período bastante significativo, y el contexto es un contexto electoral, no uno insurreccional. La correlación de fuerzas internacional es desfavorable a Syriza, pese a los recientes desarrollos en España. En general, en Europa, es bastante claro que un gobierno de Syriza estará bastante aislado.

Entonces, estas vacilaciones, ambigüedades y oscilaciones son en parte inevitables, siempre que tengamos lucidez sobre el hecho de que lo que se nos viene es una elección entre ir de frente a la confrontación o rendirnos. Pienso que no hay opciones intermedias entre la rendición y la confrontación.

-Abordemos la cuestión de la deuda y el euro, que son los principales clivajes y las cuestiones esenciales de la izquierda radical. Son, en parte, tomadas tanto por la Plataforma de Izquierda dentro de Syriza como por Antarsya. Afirman que son cuestiones claves que la mayoría no aborda adecuadamente, evita o intenta rehuir. ¿Puedes decir algo tanto sobre su importancia simbólica, y más concretamente, su importancia estratégica, a la luz de una posible victoria de Syriza?

-Aquí hay muchas preguntas en una. Empecemos por el nivel simbólico: pienso que, en términos de la hegemonía ideológica, no hay duda de que la hegemonía ideológica de la clase dominante en Grecia se ha basado en el proyecto europeo: en la idea de que, al sumarse al proceso de la integración europea, Grecia se convertiría en un país “moderno”, un país “europeo occidental desarrollado”, y se mudaría definitiva e irreversiblemente al club de la más desarrollada y avanzada sociedad europea occidental.

Entonces pienso que esa es una suerte de fantasía longue durée de la nación griega desde su independencia, convertirse en una parte completamente aceptada del mundo europeo occidental, por así decirlo. Y parecía, en la primera década después de sumarse al euro, que esta fantasía se había vuelto realidad.

Por su puesto, uno no debería subestimar la fortaleza simbólica del euro: podemos pensar aquí en el análisis de Marx del rol del dinero y el circulante, y todo el valor simbólico atado a eso. Y funciona. Todos saben que, antes de la crisis, antes de los memorándums, Grecia, así como los otros países de la periferia europea, tenía los más altos niveles de aprobación, tanto del proyecto europeo como de la moneda común.

Creo que esta es una mentalidad típica de un país subalterno. Por supuesto, estos niveles de apoyo han caído dramáticamente durante la crisis, sin embargo la realidad actualmente es mucho más ambivalente que eso: por un lado, hay desconfianza hacia la Unión Europea, porque impuso los memorándums y el dominio de la troika.

Por otro lado, parece que en un estado de desesperación, la gente se aferra a los últimos remanentes de su estatus simbólico anterior. Así que a veces están incluso más desesperados por perder su estatus o su supuesto estatus como miembros plenos del “club” de los países europeos más avanzados. Las cosas están entonces bastante complejas al nivel del sentido común.

Ahora, en relación a las estrategias políticas: las corrientes dentro de Syriza, y más particularmente las corrientes que vienen de cierto trasfondo eurocomunista (y, en una menor medida, las corrientes que vienen de un trasfondo más movimientista) despliegan un fuerte sentido de apoyo al proyecto europeo como tal.

Por el contrario, las corrientes que vienen de la izquierda del KKE (que es el caso de la Corriente de Izquierda, esencialmente) son tradicionalmente mucho más hostiles a la integración europea y han mantenido desde el comienzo de la crisis una actitud mucho más negativa hacia el euro y la Unión Europea como institución o como conjunto de instituciones.

-¿Pero no desde una perspectiva nacionalista de izquierda?

-Creo que es un error decir que las corrientes que vienen del KKE son corrientes nacionalistas de izquierda. Hay una tradición de patriotismo de izquierda, que está muy vinculada a la lucha antifascista, digamos. Pero si tomas, por ejemplo, el conflicto con Macedonia, o incluso las relaciones con Turquía, el KKE y los que vienen de la matriz del KKE tienen posiciones extremadamente tibias sobre Turquía, o en el caso de Macedonia, el KKE fue el único partido que no fue parte del llamado consenso nacional a comienzo de los noventa contra el reconocimiento nacional de Macedonia.

Dentro de Syriza, las fuerzas de la Plataforma de Izquierda desarrollaron una crítica de principio a la Unión Europea como tal y ven a Grecia siendo parte de la eurozona como una dimensión clave del problema. Si no estás listo para romper con la eurozona, cuando eso sea la última opción que te quede en el caso de un chantaje similar al de Chipre, entonces tendrás las manos atadas de antemano.

La mayoría de Syriza se opuso fuertemente a este enfoque y propuso argumentos que superficialmente parecen muy izquierdistas, diciendo que este enfoque conduce a una capitulación a las soluciones nacionales. Critican no sólo una falta de internacionalismo, sino incluso una falta de anticapitalismo, porque el proyecto que subyace a esto, dicen, es un retorno al capitalismo nacional. Y esto está muy en línea con lo que el resto de la izquierda radical europea está diciendo.

-¿Bajo la influencia de Antonio Negri, o esa clase de posiciones?

-En relación a la mayoría de Syriza, pienso que no es Negri. Negri puede haber jugado un rol entre los componentes más movimientistas, pero en relación a la mayoría de Syriza pienso que el rol principal es el jugado por Die Linke y la Fundación Rosa Luxemburg. Ellos están jugando un rol en la difusión de un número de temas tales como una agenda para una reforma interna de la Unión Europea, y una compresión de la crisis y su salida como constituyendo esencialmente una cuestión de redistribución.

Y detrás de esto está la idea de que tenemos que cambiar la correlación de fuerzas directamente al nivel de la Unión Europea, evitando cualquier tipo de movida unilateral a nivel nacional. Cualquier otra estrategia es tildada como regresiva porque demuestra nostalgia por el viejo estado nación, etc.

Así que estos fueron los términos del debate. La cuestión del euro se convirtió en una línea divisoria. El otro tema, que al menos es igual de importante, es el tema de la deuda. Aquí, la geometría o los términos del debate no son los mismos. Algunas personas que no están a favor de romper con el euro están a favor de una actitud radical hacia la deuda. Consideran seriamente que un default puede ser inevitable o al menos debe ser considerado como un arma en la negociación sobre la reestructuración de la deuda griega.

El enfoque de la mayoría de Syriza todavía es que se pueden distinguir las dos cuestiones y comenzar el proceso con la discusión de la deuda. De acuerdo con esta lógica, dado que romper con la austeridad y los memorándums no es negociable, estás en una posición de reversión del chantaje, el débil contra el fuerte. Rompes con la austeridad unilateralmente, y entonces Merkel y compañía no tendrán otra elección que aceptar una reestructuración positiva de la deuda a favor del país deudor.

Pienso que estos términos del debate son en cierta forma circular. La cuestión real es la siguiente: todos acuerdan en que romper con la austeridad y actuar unilateralmente en relación con el memorándum es la única salida de la actual situación. Y, sobre ese tema, podemos tener el apoyo de la mayoría de la sociedad griega, así que es un aspecto decisivo de la situación.

Luego la cuestión es si esto puede suceder dentro del marco de la eurozona o no. Pienso que esto es todavía una cuestión abierta, y sólo la práctica proveerá una respuesta efectiva.

Mi opinión, y la de la Plataforma de Izquierda, es que estos temas no pueden ser resueltos sin lidiar con esta cuestión. Los temas de la deuda y los memorándums son las pruebas de acidez del enfoque de la mayoría de Syriza.

Por otro lado, la actitud del KKE muy rápidamente, casi inmediatamente, fue: “Éste es un falso debate; no nos importa la moneda.” El eslogan oficial es “Ni el euro, ni el dracma, si estamos dentro del capitalismo no importa si somos pro Unión Europea o no”. Dicen que los que llaman a romper con el euro son los enemigos más peligrosos, porque es una distracción del objetivo real de la lucha de clases, etc.

-Ni el dracma ni el euro, ¡el rublo y el socialismo internacional!

-Bueno, puedes sacar el rublo de la ecuación ahora, pero sí hay algún tipo de poder obrero mítico. Se convierte a esto en una línea de demarcación inmediata entre reformistas y revolucionarios, subestimando completamente con ello a) la correlación de fuerzas dentro de la sociedad griega, y la posición de la izquierda radical en sentido estricto, y b) confundiendo un objetivo más estratégico con los objetivos y demandas transicionales.

Y este ultimatismo, que plantea esta cuestión como el prerrequisito para cualquier tipo de abordaje político radical, común o conjunto, ha sido decisivamente rechazado en la actual coyuntura. Todo sugiere por ahora que esto no es posible.

Éste es el mensaje del tipo de chantaje al que se han visto sometidos recientemente Irlanda y Chipre, y del actual enfoque de los gobiernos europeos, que ahora dicen “OK, tal vez Grexit es evitable siempre que se mantengan dentro del marco actual. Tal vez ustedes no son tan peligrosos y amenazantes como parecen o fingen ser, por lo tanto seguirán muy rápido el camino que otros gobiernos de izquierda han seguido en el pasado reciente, en varios países europeos, comenzando con Francia.”

Así que pienso que la Plataforma de Izquierda será vindicada por lo que se viene y lo que tenemos delante, pero la manera de abordar la cuestión es no tomar la cuestión del euro como un prerrequisito, pero también rechazar decisivamente la idea de que deberíamos aceptar sacrificios o concesiones para quedarnos en la eurozona.

-¿Pero eso en un sentido no reduce la diferencia sobre este punto entre la mayoría y la Plataforma de Izquierda a una falsa elección? El clivaje no parece ser tan importante, y se circunscribe mucho a las declaraciones públicas, que son en parte performativas: fingir, confrontar, pedir a Merkel y compañía que muestren sus cartas. No parece muy sustantivo.

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-Creo que es mucho más sustantivo de lo que sugerís. En el papel, puedes tener un texto que refleje este tipo de compromisos: “no aceptaremos sacrificios por el euro”, “todas las opciones están sobre la mesa, pero nuestra opción no es salir del euro como tal”, y éstos son en verdad el tipo de formulaciones que encuentras en todos los documentos partidarios claves. Pero este compromiso es muy inestable, y lo que ha pasado finalmente ha revelado esto.

Hay entonces una posición, por un lado, de que “deberíamos apegarnos al euro”, y, por otro lado, “deberíamos prepararnos para todo tipo de iniciativas y objetivos”. El resultado concreto es que Syriza no está preparada. No hay plan B. No ha habido una preparación política del partido, de la sociedad griega, del pueblo. Y este hecho todavía es usado como una forma de chantajear a la población griega y sin duda será usado en el futuro para chantajear a un gobierno conducido por Syriza.

-Sólo para ser claros: ¿estamos hablando sólo de la salida, o la potencial salida, de la eurozona, pero no de la Unión Europea? ¿Nadie está proponiendo la salida de la Unión Europea en Syriza?

-No es totalmente cierto. Como mínimo, la Corriente de Izquierda es hostil a la Unión Europea como tal.

-¿Pero podría uno imaginar a Grecia permaneciendo no obstante como un miembro de la Unión Europea que no esté en la eurozona?

-Bueno, sí, pero eso también plantea todo un tema sobre los tratados europeos como tales y la medida en que son compatibles con seguir cualquier tipo de camino alternativo. Desde esa perspectiva, podrías decir que la posición del Frente de Izquierda en Francia, al menos en el papel, sobre la desobediencia a los tratados europeos es relevante aquí. Excepto que, como hemos visto en las elecciones recientes, aunque esto estaba en el programa y en el papel como una posición, nunca ha sido apoyado, ni desarrollado ni defendido en público.

El estado del debate está más avanzado en Grecia porque éstas se han vuelto apuestas reales en un debate en la sociedad más en general y no sólo en círculos intelectuales o activistas muy estrechos. Y pienso que hay lecciones valiosas que extraer de eso para la izquierda europea en general.

-¿Cómo se relaciona la OTAN con todo esto?

-Pienso que la oposición a la OTAN todavía es muy parte del código genético de la izquierda radical griega. Sin embargo, desde el comienzo de la crisis, la oposición al dominio de la troika ha desbancado a todo el resto. Incluso se da que los Estados Unidos con Obama son percibidos ahora por muchos, incluso en la izquierda, como más benevolentes que la Alemania de Merkel.

Pienso que hay un sector de Syriza que probablemente ve a los EEUU como un contrapeso a una Unión Europea dominada por Merkel. No acuerdo con esto, y creo que hay un costo muy alto a pagar por este tipo de opciones. La gente que dice este tipo de cosas en Grecia se inclinan a apoyar los lineamientos de política exterior del estado griego y las elites políticas, es decir, una alianza con Israel e intentar usar a Israel como una carta en relación con Turquía, invirtiendo con ello el eje o alianza tradicional entre Grecia y el mundo árabe o al menos partes del mundo árabe.

Desacuerdo profundamente con todo esto, pero uno tiene que reconocer que todavía ocurre que la percepción de que la contradicción principal es dentro de Europa y con Alemania de alguna manera ha desplazado la cuestión del imperialismo norteamericano.

-¿Así que la salida de la OTAN no es parte del programa?

-Esto también es un punto de debate interno dentro de Syriza. La Plataforma de Izquierda como tal está muy a favor de salir de la OTAN unilateralmente, pero las formulaciones que predominan en la izquierda radical llaman a la “disolución de la OTAN”. Es lo mismo que con la deuda. Negociaremos la deuda, ¿pero qué sucede cuando la otra parte no acuerda con tu propuesta? ¿Qué significa “disolver la OTAN”? Realmente no lo sé.

Sin embargo, sí acuerdo con que esta no es la prioridad número uno del gobierno griego. No se pueden abrir todos los frentes simultáneamente. Y el principal frente a abrir ahora es ciertamente con la troika y los poderes que dominan la Unión Europea.

-Y sobre la deuda, corrígeme si me equivoco, pero tengo la impresión de que la Plataforma de Izquierda, o al menos el último texto de Heiner Flassbeck y Lapavitsas, habla de la cancelación de parte de la deuda y parece restar importancia el aspecto de la auditoría ciudadana de la deuda, que fue muy popular en torno a Attac y el proceso ecuatoriano, como un proceso participativo en el que la población abriría los libros del estado y examinaría toda la corrupción y mala distribución y se reapropiaría por sí misma del control de las finanzas del estado.

No parece estar particularmente en el centro de la escena. No se lo ve como un proceso político particularmente de masas. ¿Es correcto?

-Hay muchas cuestiones aquí. Auditar la deuda fue una de las demandas aprobadas en el congreso de Syriza y está enunciada como tal en el documento final. Pero ésta fue una de las decisiones que han sido silenciadas desde entonces por la mayoría.

Lo que es más preocupante es que, aunque se empezó una campaña por este tema durante los primeros dos años de la crisis, hubo una caída muy seria en este tipo de demandas, y no aparece como un tema muy notorio en el debate público.

Los textos de Lapavitsas ponen mucho énfasis en esta cuestión. Cuando los textos son coescritos por él y Flassbeck, tiene que seguir una línea más consensuada, y ciertos temas son puestos a un lado, entre ellos éste. Ésta es una de las cuestiones que, de una forma muy positiva, podría y debería ser llevada a cabo por una campaña internacional apropiada, dado que esto puede ser un tema importante en torno al cual se puede movilizar potencialmente a un gran espectro de fuerzas.

Pero no puede haber ninguna discusión seria sobre la deuda hasta que respondas la pregunta “¿Qué harás si el otro lado dice ‘no’?”. Muchos de los debates desde 2012 tienden a difuminar esta cuestión asumiendo de que las concesiones de la otra parte son de alguna manera inevitables. Y eso sencillamente no es así.

-Imaginemos que estamos en julio de 2015. Syriza ha ganado la elección general, la posición de la Plataforma de Izquierda se ha confirmado, hay un Grexit de la eurozona, una cancelación de los memorándums y una nacionalización al menos parcial del sistema bancario, el fin de las privatizaciones, etc. ¿Qué tipo de sociedad parecería Grecia en julio de 2015?

Todos sabemos que el socialismo en un solo país no funciona. ¿En qué medida una socialdemocracia de izquierda en un país europeo pobre, atrasado, sin acceso al crédito internacional, excluido de la eurozona, puede cambiar las cosas? ¿Qué tipo de sociedad sería eso?

-Primero que nada, en la imagen que das de la situación, el verano de 2015, dada la situación que has descripto, será el comienzo del default griego. Porque es en este verano que algunos de los grandes pagos de la deuda griega se tienen que hacer, y en una situación de default griego y de una subsecuente salida o expulsión de la eurozona, toda una serie de dificultades tendrán que ser enfrentadas.

Pero todo experimento hasta ahora en la historia de la transformación social ha sucedido en un entorno internacional hostil. Y aquí la noción del tiempo y la temporalidad es absolutamente crucial. La política es esencialmente sobre la intervención en un momento particular y el desplazamiento de la temporalidad dominante y la invención de una nueva. Por supuesto, estratégicamente, el socialismo en un país no es viable. Y la transformación social en Europa sólo sucederá si hay una dinámica expansiva en torno a esto.

Así que mi respuesta sería la siguiente: será ciertamente duro para Grecia, pero todavía será manejable si hay un fuerte nivel de apoyo social a los objetivos propuestos por el gobierno a nivel político.

Grecia, con un gobierno de izquierda moviéndose en esa dirección, provocará una enorme ola de apoyo en sectores muy grandes de la opinión pública en Europa, y energizará en una medida que no podemos imaginar a la izquierda radical en los países donde hay el potencial para que ella intervenga fuertemente.

España es el candidato más obvio para una extensión de un escenario de tipo griego, pero pienso que, incluso si ahora parece improbable, Francia también es un eslabón potencialmente débil en la Unión Europea, si el viento desde el sur sopla lo suficientemente fuerte.

-Pero tenemos la experiencia de una sociedad que como Grecia es una formación social capitalista con una burguesía privada, con un gobierno reformista radical o incluso revolucionario a cargo, que casualmente también tiene una enorme ventaja en la cual basarse, a saber, las reservas petroleras, y que ha podido conseguir algún grado de apoyo en el resto del continente, con gobiernos benignos o incluso pro-Chavez.

La situación en Grecia es mucho peor que la de la Revolución Bolivariana: menos ventajas y menos apoyo internacional. Y la situación no es tan genial en Venezuela hoy. ¿Entonces qué reservas de confianza podemos tener de que la situación griega resultará mejor?

-Primero que nada en Venezuela tenemos un experimento de transformación social que ha durado quince años. No había ninguna tradición fuerte de izquierda radical en Venezuela, ninguna tradición de luchas sociales comparables a las de Grecia o las del resto de América Latina. Venezuela era vista como un Dubai o un emirato en América Latina. Puedes leer Los pasos perdidos, una novela de Alejo Carpentier, y tener una sensación de la transformación de una sociedad en un período de tiempo extraordinariamente corto, cuando una sociedad atrasada se mueve muy rápido a algo como Arabia Saudita o los Emiratos.

Política, social y económicamente Grecia es una sociedad capitalista mucho más avanzada que Venezuela: su estructura social, su tradición política, la constitución, la configuración de las clases y fuerzas sociales son mucho más cercanas a las de un país europeo occidental promedio.

-Pero con una gran pequeñoburguesía…

-OK, una gran pequeñoburguesía, pero ciertamente comparable en nada a Venezuela, donde la economía informal representaba algo así como el 50% de la población, especialmente después de las reformas neoliberales. Encima de eso, las reservas petroleras fueron un arma poderosa, pero también impidieron cualquier transformación de la estructura económica de Venezuela. Así que es una suerte de espada de doble filo.

Entonces mi punto de vista sobre Grecia es, a) si tuviéramos un período de quince años donde no hay éxitos cualitativos sino una transformación social, sería genial; b) Grecia por supuesto es periférica, pero es la periferia interna del centro, lo que significa que el potencial desestabilizador del experimento griego es tal vez mayor para el sistema capitalista que Venezuela; c) la experiencia política acumulada de las fuerzas sociales y políticas en Grecia –y no quiero disminuir la tremenda importancia de lo que pasó en Venezuela– es simplemente incomparable.

Grecia tiene una tradición muy rica de lucha social. Lo que diferencia la solidaridad con Grecia de formas previas de solidaridad es que ahora no se trata de expresar solidaridad con países que están geográficamente muy lejos y tienen diferencias enormes en términos de estructura social y nivel de desarrollo.

Grecia es una periferia, si quieres ponerlo así, pero es la periferia de Europa. Los procesos políticos que ocurren en Grecia tienen una capacidad expansiva que es mucho superior y más directa en esta parte del mundo que los procesos latinoamericanos, porque la crisis griega es parte de la crisis mayor del capitalismo europeo. Y Europa, pese a su actual posición –que es muy distinta a la posición que tenía en el pasado– todavía es uno de los mayores centros del sistema capitalista mundial.

-¿Qué piensas de la oposición interna? ¿Qué tan creíble es un escenario de tipo chileno si la presión de la Unión Europea es insuficiente?

-He estado leyendo mucho sobre Chile recientemente; entre otras cosas el maravilloso libro de Franck Gaudichaud sobre las luchas obreras y los movimientos sociales durante el período de la Unidad Popular.

La gran diferencia entre Grecia y Chile es que en Chile teníamos claramente un movimiento obrero que estaba en ascenso y fuertes partidos de la izquierda socialista y comunista profundamente enraizados en las masas populares. No tenemos este tipo de sujetos sociales y políticos en Grecia, y Syriza ciertamente no es un partido de masas con vínculos con las clases trabajadoras y las masas rurales comparables a los de los partidos de la Unidad Popular y la extrema izquierda de Chile en esa época.

Por otro lado, los adversarios son tan feroces como lo han sido siempre. Entonces, el sabotaje económico es obviamente una opción para estrangular el gobierno de izquierda en Grecia. Eso debe ser tenido en cuenta seriamente.

El principal peligro no viene ahora del ejército. Los eventos recientes han mostrado que hasta ahora no hay redes dentro del ejército que puedan ser movilizadas en el corto plazo en una dirección de tipo golpista. En contraste, hay redes muy significativas de ese tipo en la policía, en sectores de la justicia, y lo que podemos llamar el estado profundo.

Y, por supuesto, Amanecer Dorado, como sabes, reveló est o. No deberíamos olvidar que cuando la dirección de Amanecer Dorado fue arrestada, dos cuadros principales de la policía griega y una persona de la inteligencia griega fueron arrestadas por sus vínculos con la organización.

Así que pienso que ésta será la principal amenaza para Syriza. Ésta y los medios. Es claro que los medios griegos son los equivalentes de los medios venezolanos. El tipo de retórica que usan, su extraordinaria agresión contra Syriza, la violencia verbal y simbólica que despliegan está preparando el terreno para algo más violento y concreto.

-¿Puedes hablar sobre alguna posible dialéctica negativa entre estas fuerzas del estado y los anarquistas o autonomistas o elementos de ultraizquierda –la idea de que la resistencia de fuerzas extraparlamentarias, vulnerable a agents provocateurs, etc., pueda ser usada como una excusa para incrementar la presión y la fuerza de la policía y provocar acontecimientos que puedan capitalizar?

-Por supuesto no puedes descartar eso, porque este es un escenario muy opaco; sin embargo, lo que yo diría es que el entorno anarquista es una corriente muy real en la sociedad griega. Representa efectivamente un cierto sector social, principalmente de la juventud. Por supuesto es una constelación de cosas muy diferentes, y muchas de ellas muy rudimentarias, y es difícil hablar de corrientes, tendencias, etc.

Sin embargo, una parte significativa de este entorno es bastante positiva hacia Syriza. Syriza ha adoptado una buena posición contra el autoritarismo estatal, y con frecuencia ha defendido a anarquistas y en general a las personas que han sido arrestadas. Ha defendido los derechos de las personas que han sido llevadas a juicio después de enfrentamientos con la policía, etc.

Hay una estructura específica, que es cercana al partido, la Red por los Derechos Sociales y Políticos, que es muy activa en la defensa de los derechos de las personas perseguidas por la policía, incluyendo las personas del grupo armado 17 de Noviembre o los anarquistas involucrados en casos de guerrilla urbana. Mucha gente dentro del partido ha aparecido y todavía aparece en las cortes para testificar a favor de los acusados.

Esto significa que al menos los sectores más políti camente conscientes (pero bastante significativos) del entorno anarquista tiene una actitud positiva de cara a Syriza. Lo que pasó con Nikos Romanos también dice mucho. Syriza tuvo una posición muy clara, muy positiva: Tsipras mismo intervino fuertemente para que haya un resultado positivo de la huelga de hambre. Entonces este tipo de batallas deben ser ganadas a nivel político, y necesitamos encontrar un terreno en el que nos podamos relacionar políticamente con parte de ese entorno.

-Todos los nombres que hemos mencionado hasta ahora creo que son de hombres. ¿Qué dices de la política de género dentro de Syriza?

-Como cultura política, Syriza es una corriente política que es la menos machista. Es el espacio político que tiene los mayores vínculos históricos con el feminismo y los movimientos LGBT, y es regularmente estigmatizado por ser el partido de los homosexuales, de la defensa de las minorías.

Tiene un par de fuertes figuras femeninas, probablemente la más prominente es Zoe Konstantopoulou, una abogada muy distinguida que pienso que jugará un rol en futuros gobiernos en relación con lo judicial, y que es atacada por la derecha de una forma increíblemente sexista. Es muy carismática.

También está Nadia Valavani, otra figura histórica de la lucha contra la dictadura, miembro de la juventud comunista en su momento, que es muy activa a nivel de la política exterior ahora. O Rena Dourou, que ha sido electa prefecta de la región de Ática. El grupo parlamentario de Syriza es lejos el grupo con mejor balance de género en el parlamento griego, y pienso que esto continuará con el nuevo parlamento.

Sin embargo, todavía hay una gran brecha de género, y hay mucho por hacer. Hay un cupo para los cuerpos orgánicos en Syriza. Hay un cupo de 35% o 40% en el comité central. Creo que a nivel de los candidatos en las elecciones también hay un muy fuerte compromiso por aproximarse a la paridad de género. Así que esto es una preocupación constante en todos los niveles.

Ahora bien, hay una brecha entre esto y lo que obtienes en términos de las personas realmente elegidas, pero realmente quiero enfatizar el hecho de que en términos de cultura política Syriza –en temas como género, minorías, derechos LGBT– representa culturalmente algo distintivo, algo extraño en comparación con el resto de la política griega.

-En relación con la solidaridad internacional: mucho dependerá de la medida en que Syriza pueda llegar más allá de los canales tradicionales. ¿Qué formas podría tomar concretamente, dado que las fuerzas de izquierda radical no tienen el poder estatal en ningún lado de Europa en este momento? ¿Y qué es posible, más allá de desarrollar la lucha de clases –y más allá de Europa, en EEUU, donde está Jacobin–, en términos de solidaridad?

-Hay tres cosas para abordar aquí. Lo primero es que necesitamos solidaridad de los movimientos. En la hipótesis de un gobierno de Syriza después del 25 de enero, un vasto movimiento de solidaridad es necesario para romper el aislamiento de Syriza y evitar tanto como sea posible que los gobiernos europeos lo chantajeen. Necesitamos apoyo en los temas muy concretos de la deuda, las medidas para romper con la austeridad, etc. Entonces ésta es una dimensión.

-¿Entonces algo así como la idea de Bourdieu de una asamblea europea de movimientos sociales?

-Ya me referiré a eso. El segundo nivel es que hay una necesidad crucial de romper el aislamiento político como tal, entonces la mejor solidaridad para Grecia es que obtengas éxitos políticos en tu propio país y cambies la correlación de fuerzas. Por supuesto que hay muchas, probablemente demasiadas expectativas hacia Grecia en este frente, pero sin ese exceso en realidad no puedes movilizar y cautivar la imaginación del pueblo.

Entonces ésta es una dimensión necesaria, desencadenar éxitos políticos reales. El surgimiento de Podemos es la mejor noticia posible para Syriza. El mero hecho de que el escenario político en España esté cambiando muy rápidamente, y esté abriendo algo comparable tal vez a Grecia en el relativamente corto plazo, es una bocanada de aire fresco para nosotros.

Lo tercero, acordaría contigo, es que necesitamos nuevas herramientas políticas a nivel internacional. Tenemos el partido de la Izquierda Europea, tenemos campañas o estructuras de paraguas como el Alter Summit, tenemos los restos de los foros sociales. Es mejor que nada, por supuesto, pero todavía es muy insuficiente, muy inferior a lo que requiere la situación actual.

Lo que necesitamos es alguna forma de nueva internacional, algo más sólido en términos de red internacional. Sin ser megalomaníaco o helenocéntrico, pienso que con un gobierno de Syriza Atenas puede convertirse en un centro para los procesos políticos a nivel europeo e internacional. Lo que se necesita en el caso de un gobierno de Syriza sería una importante convocatoria política en Atenas: no sólo para apoyar a Syriza, sino para discutir seriamente y para ir más allá de lo que hasta ahora tenemos en términos de herramientas políticas, que no es mucho.

-¿Y construir Syriza como un partido internacional? Porque por el momento parece que sus ramas internacionales son construidas principalmente por griegos de la diáspora en otros países.

-Bien, no veo a Syriza como un modelo que encaje en todos lados. Tiene ramas en el extranjero porque los griegos son relativamente diaspóricos, entonces estas estructuras pueden jugar un rol aquí y allá, pero lo que es necesario esencialmente es conectar las fuerzas fragmentadas de la izquierda radical en cada país y hacer progresos en cuestiones estratégicas y programáticas.

-La última pregunta es más teórica. Estamos viviendo un período extraño donde muchas de las ideas y teorías de los teóricos radicales que hemos estado leyendo y discutiendo por años –y que han sido principalmente debates abstractos, en libros y revistas– se están convirtiendo en fuerzas vivas.

Hemos tenido un período donde las ideas de Negri y Holloway se convirtieron en fuerzas vivas (el movimiento altermundista), y podemos juzgar si tuvieron éxito o fallaron. Ahora estamos viviendo un período en el que tenemos dos fuerzas políticas principales en el sur europeo, y en ambos casos pienso que podemos decir cruda pero exactamente que se corresponden con algún tipo de modelo particular: un modelo de Laclau en España y un modelo de Poulantzas en Grecia. Primero, ¿estás de acuerdo, y qué podemos decir sobre esta situación? Y segundo, ¿qué dirías sobre una formación política poulantzasiana y laclausiana? ¿Y hay algún tercer término?

-Primero que nada, estoy de acuerdo: definitivamente es así. A un nivel más personal, lo que puedo decir es que durante estos últimos cuatro años he estado releyendo mucho de lo que desde el comienzo ha sido la base de mi cultura política, Gramsci y Poulantzas.

Leo mucho Gramsci para entender las especificidades de la crisis en Grecia, y la forma en que la crisis económica se desarrolló hacia una crisis política a gran escala o crisis “orgánica”, para usar el término gramsciano, y el rol del nivel estrictamente político para intervenir en lo que parecía al comienzo muy abierto pero también muy caótico. También fue útil para pensar sobre las diferencias entre la situación griega y el tipo de abordaje típico gramsciano de la “guerra de posiciones”.

Por un lado, veo una confirmación de la actitud de la opción gramsciana-poulantziana de tomar el poder por las elecciones, pero combinando eso con movilizaciones sociales, y rompiendo con la noción de un poder dual como un ataque insurreccional al estado desde afuera: el estado tiene que ser tomado desde adentro y desde afuera, desde arriba y desde abajo.

Pero, por otro lado, lo que está faltando desde la “guerra de posiciones” tradicional es que no tenemos posiciones fuertes en el sentido gramsciano, organizaciones fuertes y estabilizadas de las clases subalternas desde las cuales podamos pelear en situaciones de confrontación prolongada. El movimiento sindical actualmente es muy débil en Grecia y ha sido desorganizado por la crisis; los mismos partidos políticos de la izquierda, incluyendo a Syriza, no se comparan con las formaciones de masas del movimiento obrero del siglo pasado. Entonces no tenemos esos fuertes bloques organizados desde los cuales de alguna manera puedes progresar y construir contrahegemonía.

Pero la situación es mucho más móvil en el frente de la confrontación social. Hemos tenido grandes explosiones, rayando en situaciones de tipo insurreccional, más particularmente entre junio y octubre de 2011. Pero los que estaban esperando una situación que fuera una suerte de Tahrir griego muy rápidamente se dieron cuenta de que las cosas no sucederían de esa forma. El nivel político y también el nivel electoral todavía eran muy estratégicos. Y es por eso, por supuesto, que en realidad la propuesta de Syriza de un gobierno antiausteridad captó el humor social.

Pero también he estado leyendo mucho de Poulantzas, y especialmente del último Poulantzas, no sólo sobre el tema estratégico de la “vía democrática al socialismo”, sino también para entender específicamente los riesgos de la evolución de Syriza como forma-partido y más particularmente la necesidad de evitar la “estatización” de Syriza. El riesgo de este tipo de estrategia es que, antes de alcanzar el poder, o inmediatamente después de alcanzar el poder, ya has sido absorbido por el estado. Y, por supuesto, sabemos que el estado no es neutral, que reproduce las relaciones de poder capitalistas, etc.

Entonces he estado leyendo mucho de esto para entender estratégicamente la situación. Y también he combinado estas lecturas con los textos de Daniel Bensaïd sobre la necesidad de reorientar el pensamiento estratégico de la izquierda.

Ahora bien, la cuestión que planteas es verdaderamente relevante, porque realmente parece que la situación española es muy similar a la de Grecia. Para citar a Bensaïd, los españoles se dieron cuenta de que los indignados no eran una propuesta autosuficiente, y que era una “ilusión social” pensar que podían cambiar la situación sólo a través del movimiento de indignados. Por otro lado, Podemos es realmente sui generis: muy conscientemente está desarrollando un enfoque populista en la línea de Laclau.

Mi percepción de esto es que los desarrollos de Laclau cronológicamente vienen después de los de Poulantzas: llegaron en un momento en el que las cuestiones mismas que eran abordadas se desplazaron de la cuestión de la transición al socialismo y la toma del poder estatal suscitadas por Poulantzas. En términos sustantivos, pienso que lo que se les viene a los españoles es Poulantzas y no Laclau.

Lo que quiero decir con esto, en términos muy simples, es que los problemas que Podemos enfrentará como partido recién están empezando. Como organización, como tipo de intervención y estrategia, a nivel político, a nivel del programa, del partido, de la relación con el estado, de las realidades internacionales, todo: recién han empezado. Entonces, en cierto modo, las cosas serias, y las cosas complicadas, todavía las tienen delante.

Mi percepción es que necesitarán ir más allá de Laclau para enfrentar estas tareas. Y, para ser un poco menos optimista, si Syriza fracasa, y resulta incapaz de enfrentar la presión, no soy muy optimista sobre las posibilidades de que algo menos estructurado (como Podemos) pueda resistir formas similares de presión.

Entrevista de Sebastian Budgen a Stathis Kouvelakis publicada el pasado 22 de Enero por la revista Jacobin (https://www.jacobinmag.com/2015/01/phase-one/). Traducida por Darío Scattolini para La Caldera (www.lacalderaop.com.ar)

 

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