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Apuntes sobre socialismo desde abajo y poder popular

“Es común hablar del racismo como un problema exclusivamente de los negros”

Por Miguel Virizuela

La activista brasileña Luciene Da Silva Lacerda aborda la cuestión racial en un país donde hasta conquistas como las cuotas están siendo puestas en cuestión. Explica cómo son mujeres negras, como Marielle Franco, las que más han peleado por agrietar la blanquitud que rige en la sociedad.  

Luciene Da Silva Lacerda (Rio de Janeiro, 1959) ha dedicado buena parte de su vida a comprender y enunciar las formas que toman la discriminación racial y de género y los solapamientos existentes entre ambas, en los ámbitos del trabajo, la salud y la educación. Es doctora en Educación por la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ), especializada en Salud del Trabajador y Educación para el Área de la Salud. Ha coordinado el Laboratorio de Ética en Relaciones Laborales y Enseñanza y la Comisión de Derechos Humanos y Combate a las Violencias de su universidad.

Fuera del ámbito académico es integrante del Forum Estadual de Mulheres Negras, de la Coordinadora de Acciones Feministas del Instituto Búzios e impulsora de la campaña 21 días de activismo contra el racismo, que finalizó el pasado 27 de marzo. Luciene estuvo hace algunas semanas en Bilbao junto con Verónica Gago y Haizea Miguela para un evento en aras del 8 de marzo, organizado por Feministalde, que buscaba seguir tejiendo redes internacionalistas desde el feminismo. Habló sobre la coyuntura política de Brasil, el asesinato de Marielle Franco, el racismo institucional y las décadas de lucha de las mujeres negras y sus conquistas.

Defiendes que en muchas ocasiones en el antirracismo se habla sobre todo del oprimido y poco o nada del opresor. 
Sí, es muy común hablar del racismo como un problema exclusivamente de los negros. Por eso, nosotros resolvemos hablar de la psicología del racismo y, en ese sentido, hablamos de la blanquitud. ¿Hay un problema en relación al negro? Sí, lo hay porque existe una blanquitud. ¿Qué es eso? Es una formulación del Estado, de las personas, de las instituciones, en las que ser blanco, la familia blanca, es una cosa común, es la generalidad. Es a partir de ese modelo que nos vamos a mirar; en la escuela, en el trabajo… Porque en los anuncios solo aparecen personas blancas. Hace algún tiempo, en Brasil, una empresa de cosméticos hizo un anuncio por el día del padre en el que la familia protagonista era negra. Este anuncio fue cuestionado porque aquello no era lo normal. ¿Por qué extraña que un anuncio sea protagonizado por una familia negra si, al fin y al cabo, somos la mayoría del país? Es porque existe un blanqueamiento de todas las formas de mirar, de las instituciones…

Otro ejemplo que recuerdo, en la guardería a la que fue mi hijo, que era la guardería de la universidad, me llamó la atención que no tenía ni una sola foto de un bebé negro. Entonces, yo no sé si aquí se entiende, pero nosotros decíamos que solo tenía fotos de bebés de Jonhson&Johnson [se ríe]. Porque todos los bebés de la Johnson son rubios de ojos azules. Pero Brasil no es Suecia. Brasil es un país en el que más de la mitad de la población es negra o mestiza.

En la campaña que habéis llevado a cabo por segundo año consecutivo, ‘21 días de activismo contra el racismo’, habláis de la falsa abolición que no eliminó el racismo estructural, institucional y cotidiano de la vida de los brasileños. ¿Qué formas toma este racismo? 
El 21 de marzo es el Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial, que no ha sido una fecha muy utilizada por nuestro movimiento. En Brasil prácticamente solo trabajamos y nos acordamos de la cuestión racial en noviembre, por ser el día 21 de noviembre el aniversario del asesinato de Zumbi dos Palmares. Fue un gran líder del Quilombo brasileño (lugares políticamente organizados de personas esclavas negras rebeldes) que perduró más tiempo, más de cien años, y que fue ejecutado porque llegó un punto en el que la existencia de un Quilombo que comerciase con las ciudades próximas se hizo inadmisible. Miles de mercenarios fueron contratados por el Estado para exterminar a la población de ese Quilombo y acabar con él. Pues bien, nosotras quisimos recordar a esta parte de la población y poner sobre la mesa las discusiones sobre el racismo en Brasil fuera de esa fecha.

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Recuerdo que salí de una reunión de la Marcha de las Mujeres Negras con miembros de la Asamblea Legislativa en la que sentíamos que las cosas no iban bien, no pasaba nada, habíamos dejado de salir en el desfile en noviembre… Y yo me pregunté ¿Qué podemos hacer al respecto? Y pensamos en que en lugar de tener un día al año debíamos tener un periodo en el que todo el mundo que quisiese discutir sobre la cuestión racial tuviese oportunidad de hacerlo. En seguida se sumaron muchísimas personas, porque la gente estaba deseando poder discutir temas en relación con la discriminación racial. Hoy es un agrupamiento colectivo, no un movimiento, si no una campaña de 21 días.

Esta es la segunda edición 
Sí, este año la campaña empezó el 7 de marzo y terminó el día 27. Empezamos con un bloco de carnaval inspirado en la lucha del antirracismo y la lucha de las mujeres, por la cercanía con el 8 de marzo. El Día de la Mujer Trabajadora nos unimos a la Marcha de las Mujeres Negras, de la que muchas de nosotras ya participábamos. La segunda fecha importante es el aniversario de la muerte de Marielle Franco el 14 de marzo. La edición del año pasado estuvo absolutamente marcada por su asesinato. Marielle estaba, de hecho, participando de una actividad en el marco de la campaña con jóvenes en la Casa de las Negras en Río de Janeiro inmediatamente antes de ser asesinada.

¿Qué supuso la ejecución de Marielle? 
La investigadora a cargo del caso hizo unas declaraciones con las que yo concuerdo. Dijo que no mataron a Marielle por lo que era, sino por lo que podría llegar a ser. Ella era bisexual, una mujer negra, de la favela, que fue madre adolescente y reivindicaba la importancia de ocupar el lugar que ocupaba. Hizo una construcción política al respecto. Hablaba en la Cámara de Río de Janeiro sobre la importancia de la representatividad. “Uma sube e puxa a outra” (una sube y ayuda a subir a la otra), solía decir.

Marielle integraba la comisión de Derechos Humanos de la Cámara y hablaba de la violencia de estado contra la población negra en la periferia, y muy especialmente de los distintos tipos de violencias que sufren las mujeres negras. Impulsó programas de guarderías nocturnas para madres que trabajan o estudian, el Día de la Mujer Negra, una campaña para sensibilización sobre el acoso y la violencia sexual en espacios públicos y transporte colectivo… Algunos de estos proyectos fueron aprobados de forma póstuma. Su proyección política era increíble, iba a ser la candidata a vicegobernadora del Partido Socialismo y Libertad (PSOL) en las pasadas elecciones de octubre.

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Las políticas afirmativas fueron muy importantes en la anterior etapa política, son conquistas de las luchas antirracista y feminista que ahora están en jaque, por ejemplo en el ámbito de la educación, ¿no es así? 
Las cuotas raciales en las universidades, por ejemplo, ya venían siendo trabajadas en Brasil desde los años 30 y toman una gran relevancia a partir del trabajo de Beatriz Nascimento en la década de los 70. No eran novedad. Otra cosa muy importante es que para la población negra la educación siempre ha sido un eje fundamental, una forma de resistencia. A lo largo del siglo XX el cuerpo docente ha sido mayoritariamente negro. La educación siempre ha sido muy importante para nosotros.

Es muy habitual esa conversación en el seno de las familias negras, “tienes que estudiar y tienes que ser mejor porque eres negro”, precisas probar todo el tiempo que eres capaz, que estás preparado, que sabes, que lo consigues… Y a pesar de lo habitual de esta conversación familiar, esto no garantiza tu entrada en la universidad o tu graduación. La cuotas implican también garantizar el acceso de población negra a los espacios donde se hacen las políticas, porque, al fin y al cabo, las políticas son diseñadas en función de los resultados de investigaciones académicas. Las cuotas también implican que, cuando un profesor mira a sus alumnos, obligadamente va a ver que existe una población más allá de lo que él discute. Necesitamos esa mirada.

¿Y en la salud? 
En el ámbito de la salud, hay dolencias como la Anemia Falciforme que afectan al 5% de la población brasileña. Es la enfermedad genética más común. Sin embargo, no se estableció una política pública específica al respecto de esta enfermedad hasta el año 2002. La inmensa mayoría de las personas que la padecen son negras. Es una enfermedad que tiene que ver con herencias genéticas vinculadas al desarrollo de ciertas resistencias a la malaria. Era una forma de protección pero implica otros problemas de salud.

Llaman la atención la virulencia de los ataques en contra de las cuotas raciales en la universidad pública. 
Durante la dictadura se aprobó una ley conocida como Ley de Boi. Una ley que garantizaba plazas universitarias en carreras vinculadas al campo, veterinaria, ingeniería agrícola, etcétera, para los hijos de ganaderos y terratenientes. La Ley de Boi era de facto una cuota. Esa ley estuvo vigente hasta 1985 y nunca fue rebatida. ¿Por qué? Porque quienes tenían garantizado ese acceso eran blancos.

Cuando se implementaron las cuotas raciales para permitir la entrada de negros en la universidad hubo varias manifestaciones públicas alegando que se estaba racializando la política, la universidad, la salud, etc. Pero la realidad es que la vida brasileña siempre ha estado racializada. Lo que nosotros estábamos haciendo era compensar a la población históricamente oprimida mediante la discriminación positiva. ¿Qué es la cuota racial si no quitar privilegios del que estaba acostumbrado a tenerlos?

La Ley 10.639, que aborda la obligatoriedad del estudio de África y la cultura afrobrasileña, fue la primera ley de la cuestión racial aprobada en el Gobierno Lula. Sin embargo, la Secretaría de Igualdad Racial fue creada tres meses después de la formación de Gobierno. Había Secretaría de los Derechos Humanos y Secretaría de los Derechos de la Mujer, pero nada vinculado al tema racial. Después de muchas conversaciones y movimientos dentro del Partido de los Trabajadores conseguimos que, precisamente el 21 de marzo, se creara la Secretaría de Igualdad Racial y después la Ley 10.639.

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¿Cuál ha sido el papel de las mujeres negras en estas conquistas? 
Las mujeres han tenido un rol fundamental, en buena parte fueron las que permitieron operativizar estas leyes. Por ejemplo, con la Ley 10.639 no era obligatorio que las universidades incluyeran las materias vinculadas a la misma en el currículum pero, ¿cómo van los profesores a enseñar esos temas en las escuelas si no tienen una formación específica al respecto? Las mujeres del Movimiento Negro promovieron estas formaciones de forma autónoma o conquistando algunos espacios públicos en las universidades. Yo, por ejemplo, monté un curso de 180 horas sobre salud negra en la UFRJ. El tema de la identidad también ha sido muy importante. El Candomblé (religión afrobrasileña) ha jugado un rol fundamental en el fortalecimiento de nuestra identidad, la cultura, la danza, quién soy yo y cómo es mi cabello. Necesitábamos acabar con el debilitamiento y recuperar nuestra autoestima. Necesitábamos muñecas negras que permitan a nuestras criaturas reconocerse y entender que hay lugar para ellas. Y, sobre todo, conseguimos institucionalizarlo y que fuese hecho de forma individual, que el Estado se preocupase. Eso, la aprobación de las políticas, las leyes, la resolución del Tribunal Supremo… Esas conquistas del movimiento supusieron una transformación estructural que ahora va a ser mucho más difícil revertir.

Aquí en Europa la fortaleza toma varias formas. Boaventura Da Souza Santos habla de la necesidad de construir una justicia entre saberes para acabar con el eurocentrismo. De la necesidad de dejar espacio para otras epistemologías. ¿Cómo piensas este blindaje epistemológico en Europa? 
Una de las formas fundamentales que toma esa coraza es la siguiente: la forma en la que Europa siempre considera a su población negra como inmigrantes. Eso, para nosotros, los negros brasileños que hace tantos siglos que estamos allí, es muy difícil de entender. ¿Cómo no reconocer como españoles a los negros que nacen aquí? Eso significa que en los ámbitos de decisión y en las políticas públicas van a quedar siempre fuera. Cuando se simplifica y homogeneiza lo qué es Europa, se impide la construcción de una política multirracial. Recuerdo un mundial de fútbol que ganó Francia. Un político destacado hizo unas declaraciones al respecto de que la inmensa mayoría de la selección era negra, que aquello no era Francia. ¿Qué hubiera sido de Francia en esa Copa del Mundo si no fuese por sus jugadores negros? Franceses en su mayoría, sin embargo no considerados como tales. Se les niega poder contribuir a la política, a la cultura y a las instituciones. ¿Qué significa ser atendido en un espacio público de salud como alguien que es diferente, como alguien que no debería estar ahí? Eso es una forma de blindaje. En el fondo está el discurso de que la gran Europa, esa Europa cultural, fue construida exclusivamente por la población blanca… Pero Europa no es solo blanca.

¿Es la muerte de más de 35000 personas en el Mediterráneo en los últimos 25 años la forma más extrema que toma ese blindaje? 
Esa es la forma última de invisibilización. Esas personas no tienen derecho a existir, pueden estar ahogándose que nadie lo va a saber. Pero si llegan, son explotadas en los países de destino. ¿Qué sería de Europa y EEUU sin la mano de obra migrante?

Fuente: http://www.resumenlatinoamericano.org/2019/04/19/brasil-luciene-da-silva-lacerda-es-comun-hablar-del-racismo-como-un-problema-exclusivamente-de-los-negros/

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