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Informe Planeta Vivo 2018: ¿Antropoceno con crecimiento sostenible?

Cada dos años podemos ver el avance de la degradación ambiental y al mismo tiempo los cambios en el discurso “ecologista políticamente correcto” del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF).

Hoy se dio a conocer el Informe Planeta Vivo 2018. Esta publicación es la más compleja que cada dos años elabora el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), la organización conservacionista con mayor apoyo económico del mundo. Lo más destacable para compararlo con otras publicaciones son los datos que recaba de diversas investigaciones, cómo los organiza y el modo didáctico que utilizan para llevarlas al público masivo.

Cada dos años podemos ver el avance de la degradación ambiental y al mismo tiempo los cambios en el discurso “ecologista políticamente correcto” que desde esta ONG comparte con los de la Conferencia sobre el Cambio Climático de la ONU o los del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC).

Fue interesante observar en 2016 la introducción de los términos “Antropoceno” y “resiliencia”, dándoles relativa importancia, al mismo tiempo que se dejaba un poco de lado la idea de “desarrollo sostenible” que hasta 2014 era el concepto guía. En 2016 la idea de “transición” tomaba la posta. Sin embargo, en 2018 retoman con mucha fuerza el “desarrollo sostenible” tratando de sumarse a los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, de los cuales hay uno que es contradictorio con todo lo que leeremos en la publicación: “8. Trabajo decente y crecimiento económico”. El crecimiento económico implica, en este modelo de producción, más degradación ambiental y, en épocas de declive de recursos, la degradación de la vida de las mayorías en pos del beneficio de los centros del poder económico. Al final de este texto daremos algunas pistas de por qué la WWF juega a dos puntas en su discurso.

La degradación natural en el antropoceno

“El cambio inducido por los humanos es tan grande que muchos científicos creen que estamos entrando en una nueva época geológica: el Antropoceno”, dice el informe sin afirmarlo del todo pero repitiéndolo en varios pasajes. Esto es importante para tomar dimensión de lo que implica la “Gran aceleración”, a la que también vienen haciendo mención desde sus anteriores trabajos. Veamos algunas causas:

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Tendencias socieconómicas. Fuente: IPV 2018

Algunos efectos: “No se sabe si llegará a existir un estado estable del Antropoceno. En la actualidad no es estable. En los últimos 50 años, la temperatura media global se ha incrementado 170 veces más rápido que el ritmo natural. La acidificación de los océanos puede estar ocurriendo a una tasa no vista en al menos 300 millones de años. La Tierra está perdiendo su biodiversidad a una tasa experimentada solamente durante las extinciones masivas”.

Tendencias de los sistemas de la tierra. Fuente: IPV 2018

La huella ecológica nos sirve para detectar si nuestro sistema socioeconómico se ajusta a los límites planetarios o no. Este año no hacen el desglose por países como en ediciones anteriores, pero podemos observar que a nivel global necesitamos 1,7 “planetas” para mantener nuestros niveles de producción y consumo de 2014 (año hasta el que consideran que hay datos suficientemente firmes).

La pérdida de vida animal es otro de los puntos centrales de estos informes. Si bien no ha habido grandes cambios en la pérdida de vida salvaje en los últimos años, no deja de ser alarmante especialmente la pérdida de familias de especies en general y en agua dulce en particular, que es donde se pueden palpar las externalidades de la agroindustria, la minería, la producción industrial y toda la vida urbana.

Como novedad de este informe es la incorporación del concepto de microplásticos que en el último año ha pasado a formar parte de los estudios ambientales con mucha fuerza y explica, en parte, algunas pérdidas de salud y muertes de numerosos animales marinos (especialmente las aves marinas). Pero a grandes rasgos las pérdidas de especies tienen los siguientes orígenes:

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Si bien el texto está lleno de líneas de acción, acá no podemos dejar de observar que el lenguaje del dinero es la forma que han encontrado para encarar un diálogo con determinados actores capaces de dialogar con los que llevan adelante esta ONG. Podemos observar en el primer párrafo del resumen ejecutivo: “Toda actividad económica depende en últimas de los servicios suministrados por la naturaleza, estimados en un valor cercano a los US$125 billones al año”. O al hablar de los polinizadores: “En términos económicos, la polinización aumenta el valor global de la producción de cultivos en US$ 235.000 a 577.000 millones por año, solo para los productores, y mantiene bajos los precios al consumidor al garantizar suministros estables”.

Y acá pasamos a la relación entre el mensajero y el mensaje, cómo mantener la coherencia al mismo tiempo que se busca el crecimiento económico de la ONG.

WWF y Paradise Papers

Similar al problemas de muchos medios de comunicación, el querer masificarse con un contenido que choca con intereses de los grupos dominantes es que sus ingresos están atados a empresas que van en contra de la “misión” de la organización. La WWF obtiene sus ingresos a través de más de cinco millones de donantes por un lado y por los dividendos de la compra de acciones en numerosos rubros, por otro.

Este año el canal estadounidense NBC sacó a la luz documentos filtrados por los Paradise Papers donde muestran que la WWF invirtió “en forma privada más de dos millones de dólares con Denham Capital, una firma especializada en inversiones en minería, petróleo y gas”. WWF respondió que “hace cinco años comenzó a desinvertir en acciones de petróleo y gas pero que ese acuerdo comenzó en 2008 y está programado para expirar en 2020. A la vez reconoce que mantiene el financiamiento a la minería, la perforación y otras prácticas que considera perjudiciales para el planeta.

Para la difusión y la acción

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Compartir el material científico aportado es fundamental para entender las externalidades que viene dejando el modelo de desarrollo imperante que implica en paralelo al capitalismo, al sistema de producción industrial y a la búsqueda de crecimiento económico continuo. Los modelos que buscan frenar esas tres lógicas son escasamente llevados a discursos políticos y menos a acciones concretas por parte de los sectores dirigentes, y la resistencia a nivel global sigue teniendo un carácter más que nada territorial y de redes endebles entre las distintas luchas.

A nivel regional al parecer estaremos más preocupados por la lucha contra el autoritarismo y esto es fundamental para que no se cierren los pequeños resquicios donde discutir el modelo socioambiental que queremos. Los progresismos en Latinoamérica se han chocado con los límites planetarios y desconocen cómo mantener un buen nivel de vida sin crecimiento económico, algo que lustro a lustro se hace cada vez más difícil y según algunos análisis que hemos hecho es muy posible que esta década encuentre el límite principal que es el de la producción de energía, que luego se transforma en límite de consumo energético y al final en caída industrial. En este panorama no hay fórmulas de crecimiento sostenible y las estrategias autoritarias en lugar de buscar repartir lo que va quedando terminan zanjando el problema con la naturalización de la división de clases, ayudando a ampliar la brecha para mantener el estándar de vida de los sectores acomodados.

Las estrategias discursivas son muy amplias, pero si la población es consciente de la necesidad de cuidar sus territorios es más probable que no limite su voto a la corrupción o al miedo de la inseguridad física o laboral. Aún la biocapcidad de la tierra (especialmente en Latinoamérica) permite que no haya hambre ni indigencia, pero cada vez hay que cuidar más el agua dulce, los suelos y la biodiversidad, y para eso hay que retomar el término que descarta este informe: la resiliencia.

Fuente: laizquierdadiario.com

 

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