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Apuntes sobre socialismo desde abajo y poder popular

La memoria es un acto de porfía y amor

 

El miércoles 27 de marzo en la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile tuvo lugar el Día del joven combatiente: memoria popular y rebelde[1], organizado por el Núcleo de Historia Social Popular & Autoeducación Popular[2] (a partir de ahora Núcleo), contando con la presencia de Luisa Toledo y Manuel Vergara, la música de Evelyn Cornejo y con las exposiciones fotográficas de la Brigada Informativa Desborde[3] y Memorias de la Periferia. Recuperando historia y memoria de Puente Alto[4].

 

 La jornada conmemorativa contó con una alta cuota de asistencia. Foto: Núcleo

 

“Ha sido muy difícil, he retrocedido muchas veces, he dudado de lo que pienso, he vacilado y he sentido miedo, pero por sobre todo esto ha primado la conciencia de que este sistema es brutal y sanguinario, de que lo único que vale la pena en la vida es luchar por un orden más justo y que cualquier otra alternativa que uno elija que esté dentro del sistema, lo convierte en cómplice de la miseria y el terror”[5], es parte de lo expresado por Mauricio Maigret Becerra[6] en una carta meses antes de muerte. Con este extracto se da comienzo a la jornada conmemorativa Día del joven combatiente: memoria popular y rebelde en donde él es conmemorado junto a Eduardo[7] y Rafael Vergara Toledo[8], Paulina Aguirre Tobar[9], todos jóvenes militantes del MIR asesinados por agentes del Estado durante la dictadura[10].

Luego se da paso a los testimonios de Manuel y Luisa, los respectivos padres de los hermanos Vergara Toledo. Ante una gran cantidad de asistentes, Manuel (83), más conocido como Manolo, comenzó destacando el hecho de que los jóvenes escuchen a los ancianos, de modo similar a como acontece en el pueblo mapuche con el consejo de ancianos. Pero seguidamente interpeló al joven público: “¿acaso nos hemos hecho una autocrítica de cómo el sistema nos ha interiorizado?” Para él es fundamental renunciar al consumismo y la búsqueda de éxito individual o poder, de modo que podamos aprovechar nuestras capacidades en favor de los más explotados. Pero para ello, lo primero —indica Manolo—, es “combatir contra nosotros mismos. Si no somos capaces de cambiar, ¿cómo podremos transformar la realidad?”

Considerando que el tejido social popular fue destruido —primero por la dictadura y luego por la transición a la democracia y la Concertación—,  han quedado solo individualidades dispersas. De tal modo que la tarea actual no es sencilla: es nada menos que reconstruir y retejernos como pueblo. Pero para ello es imprescindible buscar nuevas formas de comunicarnos, vincularnos y organizarnos, acordes al presente. Aún a su edad, Manolo todavía alberga esperanza en que los ideales sean comunitarios y no se reduzcan a valores personales. Cree además, de corazón, que la juventud, no siendo la misma que durante la época de Rafael, Eduardo y Pablo[11], “es la esperanza y siempre lo será”.

 

Luisa y Manuel durante su intervención. Foto: Núcleo

 

Seguidamente fue el turno de Luisa[12] (80), quien tras 56 años junto a Manuel, subraya la maravillosa experiencia que tuvo con él por haber criado con valores y amor a sus hijos, los que pareciesen haber sido olvidados por la juventud actual de Villa Francia, asegura. Esto considerando que esta fue una de las poblaciones más golpeadas durante dictadura, con cuatro personas detenidas desaparecidas (1974) y nueve jóvenes asesinados (uno el año 1973 y ocho entre 1984 y 1988)[13], incluyendo a Eduardo y Rafael.

En otro ámbito, Luisa rememora la Unidad Popular como la época más hermosa que le ha tocado vivir, pues le permitió observar cómo un proyecto de sociedad podía construirse de manera distinta, sin pobres y ricos. “¿Cómo es eso de que los obreros conduzcan las fábricas? ¿Cómo que son los mineros quienes gestionan las minas y los campesinos son dueños de sus tierras?”. Pero La vía chilena hacia el socialismo no tardó en mostrar sus limitantes, con el resultado consabido. Por ello, “si realmente queremos una sociedad más justa, debemos ser también capaces de defenderla y enfrentar la represión”, enfatizó. En nuestro caso, la brutalidad de la dictadura se correspondió con la necesidad de borrar de raíz toda idea de socialismo. Algo que funcionó en la mayoría del pueblo, pero que no fue capaz de lograr del todo su cometido. Pues no pocos dieron la vida combatiéndola, así como otros no renunciaron jamás a buscar a sus desaparecidos, tal como Anita González[14], a quien Luisa admiró y cuya lucha reconoce igualmente válida.

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En la actualidad, el sistema permanece intacto y no hay propuestas claras para su superación. ¿Cómo nos reencontramos y nos movilizamos para transformarlo? Luisa nos propuso destinar nuestra existencia en algo que realmente valga la pena, no dejarnos cautivar por los cantos de sirena del capitalismo, desenvolviéndonos en una profesión rutinaria por ejemplo, sino que tomando una auténtica elección de vida que nos lleve a esforzarnos y trabajar por nuestras comunidades.

A propósito de ello se refiere a la academia, espacio en donde remarca que “el conocimiento se eleva, los sesos se agrandan, pero las patas quedan volando”, y de lo que realmente se trata es “meterse al barro”. Recuerda que cuando sus hijos estudiaron, a pesar de haberlo realizado con enormes dificultades, no olvidó nunca que, a diferencia de Rafael y Eduardo, seguía habiendo todavía muchos jóvenes sin acceso a la educación.

Aprovecha así de presentarnos sus hijos de manera decidora: “el Eduardo fue un auténtico orador. El Rafa, por su parte, era un “polvorita, extraordinariamente valiente para la dura época. Por otro lado, Pablo fue el maestro que introdujo en la teoría política a la familia”.

Luisa confiesa que nunca ha dejado de ser doloroso pensar en la muerte de sus hijos, aun cuando la convicción estaba y permanece hasta el presente, pues si bien éstos pertenecen al pueblo, fueron paridos por ella. Todo lo anterior la ha llevado a entender la vida como un permanente sobresalto, en el que se conjuga “alegría y dolor, rabia y odio, y en donde siempre nos queda espacio para el amor”.

 

Durante la jornada también nos acompañó la periodista Gloria Ramírez Muñoz (a la izquierda) y su madre (a la derecha), quien horas más tarde lanzaría su Flores en el desierto. Fotografía: Núcleo

 

El Núcleo junto a Luisa, Manuel e invitados. Fotografía: Núcleo

Tras haber conversado con el Núcleo consideramos necesario algunos aspectos. En primer lugar la jornada busca trazar una línea de demarcación ante el comienzo del año académico, en un período donde abunda la dispersión al realizarse la bienvenida general al estudiantado en su primer año de carrera. El Núcleo apuesta por un comienzo del ciclo académico con la memoria popular y rebelde presente, y así apuntar hacia una universidad que readquiera su semblante de espacio político con el horizonte puesto en el bienestar del pueblo.

Cabe destacar también que el espacio fue fundado en la Facultad de Filosofía y Humanidades de la UCh, por una generación de estudiantes de Historia y Geografía que, como ellos mismos reconocen, está marcada por su participación en la movilización del 2011[15]. A esto se suma el hecho de que Eduardo Vergara Toledo cursó Historia y Geografía en la Universidad Metropolitana de las Ciencias de la Educación (UMCE), la que alguna vez fue parte de la misma Universidad de Chile[16]. De esta manera se plantea ir tejiendo una historia de los pueblos, enraizadas en sus luchas populares, en las experiencias cotidianas, en recuerdo traspasado de boca en boca, para así escribir nuestra historia desde abajo.

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Algunos integrantes del Núcleo que actualmente cursan pedagogía aseguran, tras la realización de prácticas recientes, haber observado como muchos estudiantes no saben lo que significa el 29 de marzo. Por añadidura subrayan la diferencia que suele  realizarse entre el 29 de marzo y el 11 de septiembre. A diferencia del primero, encuadrado como una manifestación puramente juvenil, el once es transversal y es conmemorado desde los más diversos sectores.

En segundo lugar el Núcleo fundamenta su accionar en la potenciación de la memoria histórica del movimiento popular, como un “espacio dedicado al desarrollo y cultivo de la Historia Social Popular […], sea dentro del espacio universitario, realizando cátedras e investigaciones desde una perspectiva transformadora, o ya sea fuera de la academia, trabajando y construyendo colectivamente conocimiento junto a organizaciones sociales”[17].

En tercer lugar, el invitar a Luisa y Manuel a ser parte de una nueva conmemoración del 29 es un acto político en sí mismo, pues pareciese que su sola presencia logra remecer la conciencia, pues su fuerza no deja a nadie indiferente y revitaliza la rebelde memoria.

 

Afiche de la jornada. Imagen: Núcleo

 

Funerales de Eduardo y Rafael Vergara Toledo. Fotografía: Archivo de la Resistencia Visual

A modo de cierre consideramos menester realizar un llamado de atención. Sabido es que tras la muerte física de sus hijos, Luisa y Manuel han colaborado incesantemente en distintas jornadas, sin excluir de ello a bandera alguna de la izquierda. De modo tal que su imagen se reproduce sin cesar cada veintinueve, comúnmente como apología a la violencia y realza su inscripción como íconos de rebeldía.

Lo anterior está fuera de toda duda, pero al mismo tiempo, tiende a ocultar el enorme esfuerzo que ambos dedican al buscar nuevas formas de reconstruir el vínculo comunitario en Villa Francia y otros lugares, mientras insisten en la organización desde abajo, realizando la política en lo cotidiano y a partir del gesto más mínimo. Poco de esto observamos en las consignas que suelen acompañarse de sus nombres.

Durante esta jornada Luisa reconoció, no sin dolor, que cuando se conmemora la caída de Pablo junto a la de Aracely Romo  en noviembre, la convocatoria es eminentemente menor en comparación con la de cada veintinueve. Señaló también que pronto saldrá de la cárcel de Valdivia su nieta, Tamara Sol, quien tiene cinco años de prisión tras el intento de ajusticiamiento de un guardia de seguridad. En ambas instancias es fundamental apoyarles.

Es tan solo cuestión de mantener el vínculo con ambos y como mínimo gesto de coherencia, devolverles la solidaridad, reconociendo de paso su incomparable labor, clara muestra de la porfía y el amor a los que nunca han renunciado. Lo presenciado en este nuevo día del joven combatiente es tan solo una pequeña muestra de ello.

   

Por Ignacio Andrés

San Bernardo, 15 de abril de 2019

 

Notas:

[1] Hace dos años atrás tuvo lugar el Acto por la Memoria Rebelde y la Juventud Combativa, organizado por el Núcleo en el mismo lugar: http://poeticaviva.blogspot.com/search?q=29+de+marzo

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[2] http://historiasocialpopular.cl/. Para conocer más del Núcleo recomendamos revisar su página web: http://historiasocialpopular.cl/

[3] http://www.desborde.cl/

[4] https://www.facebook.com/Memorias-de-la-Periferia-Recuperando-Historia-y-Memoria-de-Puente-Alto-276084692591332/

[5] http://www.archivochile.com/Memorial/caidos_mir/M/maigret_becerra_mauricio.pdf

[6] Militante del MIR que con tan solo 17 años fue asesinado por carabineros un 29 de marzo de 1984 en la comuna de Pudahuel. Al año siguiente y el mismo día los hermanos Vergara Toledo se encontraban realizando una acción de propaganda armada su memoria cuando fueron asesinados en Villa Francia.

[7] Eduardo (20) fue dirigente estudiantil en la Universidad Metropolitana de las Ciencias de la Educación (UMCE) y formó parte de la Unión de Estudiantes Democráticos (UNED). En 1983 fue expulsado de dicha casa de estudios por colocar la bandera del campus a media asta en memoria de los trabajadores muertos el día anterior en una protesta nacional.

[8] Rafael (18) había sido expulsado del liceo por “agitador” y se encontraba viviendo de manera clandestina.

[9] Un 29 de marzo de 1985 es también asesinada Paulina (20) en la comuna de Lo Barnechea: http://www.resumenlatinoamericano.org/2018/03/27/chile-paulina-aguirre-un-ejemplo-de-lucha/

[10] Fecha que también rememora el asesinato de  Santiago Nattino, Manuel Guerrero, José Manuel Parada, militantes del Partido Comunista de Chile: http://www.archivochile.com/Derechos_humanos/dego/ddhh_dego0012.pdf

[11] Pablo Orlando Vergara Toledo nace en Santiago de Chile el 7 de septiembre del año 1963.En marzo de 1985, tras el asesinato de sus hermanos Eduardo y Rafael, es exiliado junto a su hermana Anita a España. Tras haber realizado una campaña de denuncia de los asesinatos de sus hermanos, ingresa clandestinamente a Chile en 1988. El 5 de noviembre de 1988, a la edad de 25 años, aparece muerto junto a Araceli Romo en el Cerro Mariposas de la ciudad de Temuco por la explosión de una bomba.

[12] Un breve extracto de su intervención puede encontrarse en https://www.youtube.com/watch?v=KRvLub4EB1A

[13] Territorios de la memoria: La retórica de la calle en Villa Francia: https://scielo.conicyt.cl/pdf/polis/v11n31/art12.pdf

[14] Fallecida en octubre del 2018, Ana González de Recabarren es al día de hoy un símbolo de la crueldad de la dictadura y la lucha contra la impunidad en Chile. Entre el 29 y 30 de abril de 1976 sufrió la pérdida de su esposo Manuel Recabarren, dos de sus seis hijos (Luis Emilio y Manuel Recabarren González) y su nuera embarazada de tres meses, Nalvia Mena, tras la captura de agentes de la policía secreta de la dictadura Augusto Pinochet. Todos eran militantes comunistas. Extraído de https://www.eldesconcierto.cl/2018/10/26/adios-a-una-luchadora-inolvidable-murio-ana-gonzalez-a-los-93-anos/

[15] De ahí la publicación del libro-archivo 4 de agosto: Testimonios de una revuelta popular por parte del Núcleo, que recopila testimonios de participantes de las manifestaciones del 4 de agosto del 2011 a lo largo de Chile, considerada la primera gran Jornada de Protesta Nacional de la postdictadura. Fuente: http://historiasocialpopular.cl/?page_id=71

[16] Tras perpetrar el golpe de Estado, la junta militar no tardó en intervenir a todas las universidades estatales, designando para ello a militares activos y en retiro como rectores. La Universidad de Chile se vio especialmente afectada, pues entre otros aspectos, fue recortado su presupuesto, reducido su tamaño y sus diversas sedes a lo largo del país pasaron a ser universidades regionales autónomas. En el caso de su Instituto Pedagógico, este fue separado de dicha casa de estudios en 1981, perdiendo su rango universitario y pasando a denominarse Academia superior de Ciencias Pedagógicas de Santiago, y algunos años más tarde, como Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación, nombre que conserva hasta hoy.

[17] http://historiasocialpopular.cl/?p=145

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