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Apuntes sobre socialismo desde abajo y poder popular

Otro mazazo para el bolsillo popular

Cuando aún no se habían acallado los brindis navideños y la población se preparaba para despedir el año el gobierno decidió descargar un nuevo mazazo tarifario.


El 2018 terminó tan mal para los sectores populares como lo fue a lo largo de estos interminables 12 meses. Los anuncios de aumentos en transporte, energía y aguas adelantan un 2019 recargado y potencian los malos presagios para el año que iniciamos.
La idea de este columnista era comenzar el año tranqui, con calma, frente al final apocalíptico de la nota con la que despedía el 2018. Pensaba iniciar este 2019 rememorando los 50 años de la Teoría de la Dependencia, un debate sobre desarrollo y dependencia que cinco décadas atrás convocó a intelectuales de la talla de Fernando Henrique Cardozo y Enzo Faletto, de Rui Mauro Marini y Theotonio Dos Santos. Debate que, iniciado en Brasil, se derramó rápidamente por nuestra América Latina y que hoy, a la luz de esta penosa realidad que atraviesa a la región, convendría revisitar.
Pero nada, la coyuntura postergó esta iniciativa y obligó al cambio de planes. Es que cuando el año parecía cerrado el gobierno, que no da tregua, mostró que tenía un bonus truck en la manga. No otra cosa que un nuevo paquete de aumentos tarifarios con los que busca desesperadamente cumplir lo pactado con el FMI.

 

La oportunidad

Cuando aún no se habían acallado los brindis navideños y la población se preparaba para despedir el año y desearse mutuamente un feliz comienzo el gobierno decidió descargar semejante mazazo: 55% para la energía eléctrica, 35% para el agua, 40% para transporte -trenes, colectivos y subte- y 35% para el gas, que afectaran seriamente los presupuestos familiares. Ya se anuncian nuevos aumentos para prepagas y peajes.
¿Cuáles serían las razones para anunciarlos cuando solo faltaban pocas horas para el fin de año? Arriesguemos:
-Adelantar el ajuste. No son pocos los analistas económicos que ya predicen que no se cumpliría con el déficit cero para el 2019. Como se sabe del cumplimiento de las metas comprometidas con el Fondo dependen los desembolsos del préstamo, por lo tanto hay que hacer los deberes lo antes posible.
-Aprovechar el momento de “paz social” lograda merced al abundante reparto de fondos a los municipios del conurbano bonaerense, se estiman en 1.500 millones de pesos mensuales para planes sociales, sin contar la AUH, además de refuerzos para Navidad y Año Nuevo. Debe computarse además la colaboración de las direcciones sociales y sindicales, “dadores voluntarios de gobernabilidad” al decir del escritor Jorge Asís, y de los sectores de las oposición que privilegian el proceso electoral.
-Cargar la mala nueva al año viejo y aplicar el grueso de los aumentos en el primer cuatrimestre del nuevo, lo más lejos posible de las elecciones. Se supone que para entonces la población ya habrá asimilado el mal trago, como pasó con los anteriores aumentos.

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Los números no cierran

La fórmula gubernamental para combatir el alza de precios es reducir el gasto público (47% del PBI) entre otras medidas bajando subsidios, pero el acuerdo con el Fondo exige que el ajuste lo paguen los usuarios. Ergo se combate la inflación con alza de tarifas. Difícil ecuación.
Distintos analistas, teniendo en cuenta que las tarifas pesan un 10% en el índice de precios al consumidor (IPC) calculan que los nuevos aumentos impactaran entre 4,5 y 5 puntos en la inflación prevista para el 2019. También es necesario tener en cuenta el impacto indirecto de estos aumentos que afectaran los costos de bienes y servicios, por lo que la inflación esperada oscila entre 27,5, según la encuesta del Banco Central y 30 a 33, según estimaciones privadas. Pronósticos muy alejados del 23 que contempla el presupuesto ya aprobado.
Por si algo faltara a mayor carestía de la vida menor consumo y baja de la actividad productiva. Resultado: mayor recesión que amenaza con ir más allá del primer trimestre, pero a mayor recesión menor recaudación fiscal por lo tanto un futuro cercano con nuevas dificultades para alcanzar el déficit primario cero. Los números no cierran.
Por lo demás todo está atado a la pax cambiaria. Las tarifas están dolarizadas por lo tanto toda variación al alza del tipo de cambio dólar sube los subsidios y exige nuevos ajustes.
Ya es un secreto a voces, cualquiera sea el resultado electoral de octubre se marcha a una renegociación de los términos del acuerdo con el FMI. Sea porque no se alcanzan las metas pactadas (inflación, resultado fiscal, entre otras) o porque en una economía que no genera excedentes y que tiene cerrado el acceso a los mercados voluntarios de crédito (riesgo país) no hay como hacer frente al pago de intereses y a los vencimientos del préstamo del organismo a partir del 2021. Además están los vencimientos de la deuda privada (bonos, letras), si se mantienen las condiciones actuales está planteada su reestructuración.

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De qué depende

En el caso de la renegociación con el Fondo lo que estará en discusión es el alargamiento de los plazos de devolución del préstamo y el recálculo de las metas, seguramente la contrapartida será que el déficit primario cero de 2019 se transforme en superávit primario de 1 a 3 puntos del 2020 en adelante. En cuanto a la reestructuración de la deuda privada dependerá de la decisión y la firmeza con que se negocie, si solo se logra un desplazamiento de los plazos (lo que en principio aceptarían los acreedores) o incluye también baja de tasas y algún porcentaje de quita (algo por demás difícil).
Pero la verdad es que si no hay una suspensión de los pagos por un plazo que permita investigar la deuda y que el Estado respire para poder hacer políticas activas que impulsen la rectivación, no hay solución y la economía seguirá un curso débil. Pero esto ya no depende de las fracciones políticas en disputa, sino de la resistencia de los sectores explotados y oprimidos de nuestro país.
Que hayan comenzado bien el año.

Eduardo Lucita*

*Integrante del colectivo EDI (Economistas de Izquierda).

Para: La Arena. La Pampa

 

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