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Apuntes sobre socialismo desde abajo y poder popular

DOSSIER: 40 años de la Revolución Sandinista. Una gesta que reclama liberación

Ay Nicaragua, Nicaraguita,

la flor mas linda de mi querer,

abonada con la bendita,

Nicaraguita, sangre de Diriangén.

Ay Nicaragua sos mas dulcita,

que la mielita de Tamagas,

pero ahora que ya sos libre,

Nicaraguita, yo te quiero mucho mas.

pero ahora que ya sos libre,

Nicaraguita, yo te quiero mucho mas.

Este 19 de Julio se cumplen 40 años de la caída de Managua, hito fundante de lo que conocemos como la revolución sandinista. Hace 40 años huía de Managua el dictador Somoza y caía una de las dinastías más famosas y sanguinarias de todo el continente, que se perpetuó en el poder por más de  40 años a fuerza de sangre y fuego, viviendo a costillas de todo un pueblo, bajo la sombra vigía de EEUU. 

En tiempos en que los proyectos revolucionarios parecían clausurarse se produjo una revolución en un país realmente impensado. No entraba en los cánones del marxismo tradicional  y pasaba muy de lejos por las imposiciones  de los catecismos doctrinarios del clero stalinista.  Sin una clase trabajadora muy desarrollada, sin una industria fuerte y con un movimiento revolucionario unificado recientemente luego de décadas de dispersión y derrotas, la gesta sandinista marcó a toda una generación con una conjunción de lo viejo y lo nuevo, con lo incomodo en la teoría y pateando el tablero de la geopolítica, como supieron hacer las grandes revoluciones latinoamericanas.

Se inscribió así en un proceso de larga data, en un tradición revolucionaria de todo el continente latinoamericano, tomando las grandes herencias de los diferentes revoluciones y revolucionarios, montándose en la imagen del legendario Sandino, pero con el viento de cola que significo la revolución cubana (al margen del ortodoxo Partido Comunista) y con un corte anti-imperialista enraizado en la población nicaragüense como un sello de origen. 

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Enmarcada y encorsetada en el contexto de la Guerra Fría, fue sin embargo una revolución tardía, sucedida en el fin de una gran oleada revolucionaria mundial abierta en 1968 y que comenzó a cerrarse a mediados de los ’70. Fue una revolución que se dio a finales de lo que Eric Hobsbawm llamó “el corto siglo XX”, siendo quizás la última de las grandes revoluciones de todo el siglo. Entendemos así que los sandinistas tuvieron que sortear enormes dificultades, con un continente donde marchaba triunfalmente la contrarrevolución, con dictaduras militares impuestas en casi todo el cono Sur que habían ahogado a sangre y fuego los enormes movimientos revolucionarios del momento; con una URSS que ejercía un peso enorme en la burocratización de las organizaciones de izquierda e iniciando su último periodo de decadencia, que coincidiría su colapso con el cierre del proceso nicaragüense; con una China comunista en etapa de reapertura al capitalismo y enfrentamiento con Vietnam y los comunistas opositores en Asia; así como un mundo capitalista saliendo de una crisis de donde emergió la llamada ola “neoconservadora” con Ronald Reagan (EEUU) y Margaret Thatcher (Gran Bretaña) a la cabeza y con un neoliberalismo que daba sus primeros pasos, y que encabezaran la organización y financiación de la llamada “Contra” para detener y derrotar la crisis de dominación abierta en Centroamérica.

La revolución sandinista llevó a cabo enormes tareas históricas como la reforma agraria, la alfabetización del pueblo y la nacionalización de importantes sectores económicos del país, chocando frontalmente con sectores conservadores que empezarían a emigrar y organizar desde afuera la contrarrevolución, junto a los restos podridos del somocismo. Sin embargo, en el mismo efecto, esa “Nicaragua tan violentamente dulce” como la llamó el gran Julio Cortazar, despertó una gran simpatía y esperanza en la juventud de muchos países de Latinoamérica y del mundo, siendo la solidaridad y apoyo internacionalista de muchos sectores uno de los pilares que permitieron sostener y frenar la arremetida imperialista. Con grandes tareas por delante echaron mano a todo lo disponible, así en Nicaragua podemos encontrar ingenieros y maestros cubanos ayudando al desarrollo, intelectuales de la talla de Cortázar dando su apoyo, como restos y columnas de diferentes movimientos de izquierda de todo el mundo como fueron los casos de las columnas del PST y PRT-ERP enviadas desde Argentina. A su vez, en su fase inicial, los sandinistas alentaron e impulsaron un efecto dominó que se dio en todo Centroamérica y que cuestionó frontalmente la dominación ejercida sin escrúpulos por EEUU por casi todo un siglo. Enmarcamos en estos procesos la Guerra Civil de El Salvador y el genocidio de Guatemala, entre otros procesos abiertos, que tuvieron que ser cerrados a sangre y fuego, y que tomaron más de una década para que la gran potencia del mundo capitalista pueda poner en caja a la gran movilización y cuestionamiento generado.

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Luego de 10 años en el poder, con la figura de Daniel Ortega a la cabeza habiendo iniciado un proceso de reconciliación y concesión a los poderes tradicionales, con un enorme desgaste por atrás, con la defección del Partido Comunista y otros antiguos aliados, los sandinistas perderán las elecciones en 1989 y concluirán el proceso revolucionario con la entrega del gobierno a Violeta Chamorro. Se cerraba así un proceso inédito, desenvuelto con grandes contradicciones internas y que al día de hoy sigue generando enormes debates sobre su desenlace final. 

No será un tema menor en el debate y valoración de la experiencia sandinista, la terrible situación que azota hoy a Nicaragua bajo la mano firme y represora del presidente Daniel Ortega que recibe el aniversario de la Revolución con decenas de muertos, perseguidos y presos políticos. El Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) volvió al poder tomado figuras e imágenes de la vieja narrativa épica sandinista, pero ya sin su contenido disruptivo, solo con su mística y simbología pero cargado de entrega y corrupción. Lejos de abrirse un nuevo proceso revolucionario se ha encumbrado otro clan de poder con Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo a la cabeza, que entrelazando poder económico y político han generado una concentración sin precedentes del poder en pocas manos y continuando con la marginación y sometimiento de grandes masas populares.  

Desde Contrahegemonia, con este Dossier buscamos retomar el análisis y el debate, aprovechando la conmemoración de los 40 años de aquella gesta que se volvió un faro de esperanza en un momento de enorme desazón. Retomaremos con diferentes artículos que dan cuenta del largo camino que llevo a la revolución sandinista, pasando por la gesta de Augusto Cesar Sandino el general de hombres libres, a la formación del Estado somocista y los inicios del proceso revolucionario, pero también buscando ver las particularidades del proceso y sus intervenciones internacionalistas con artículos y entrevistas a algunos protagonistas de aquella época. Convocamos desde Contrahegemonia a seguir preguntándonos ¿Qué legado nos dejo el sandinismo para las luchas actuales? ¿Qué aportes y enseñanzas nos hizo este proceso a los debates actuales? ¿Queda algo de aquel sandinismo en las movilizaciones recientes del pueblo nicaragüense? 

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Porque mientras los estudiantes y los jóvenes de las barriadas más humildes sigan arengando por las calles de Managua el grito de “Ortega y Somoza son la misma cosa” deberemos seguir resistiendo con la misma fuerza y alegría que aquella mañana del 19 de julio.

Compañeros y compañeras de nuestramérica, abrimos el debate…

 

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