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Apuntes sobre socialismo desde abajo y poder popular

Violencia, crueldad y contención reciproca en los grupos políticos y sociales

“Hablar de la ternura en tiempo de ferocidades, no es ninguna ingenuidad. Es poner el acento en la necesidad de resistir la barbarización de los lazos sociales que atraviesan nuestros mundos”. Fernando Ulloa

La psicopatía es una epidemia social, el maltrato simbólico, verbal y físico algo cotidiano, las estrategias para defenderse de esta realidad no dejan de ser, en muchos casos, conductas de adaptación pasiva convirtiendo en aceptable lo intolerable.

La “deserotización” de la vida cotidiana, sitúa a los sujetos solo como objetos de la satisfacción narcisista de otros sujetos. A muchos ya nada les entusiasma, nada los erotiza, todo es repetición y manipulación y para que un vínculo sea saludable debe reconocer la diversidad y las diferencias. En este sentido, la negación de las diferencias se ha profundizado. Por otra parte, la situación se complejiza si intentamos comprender el sufrimiento y la tristeza, en una hipotética situación vincular entre dos personas.

Sostener como hipótesis que los conflictos entre las personas, que por lo general son el emergente de situaciones de mayor complejidad se explican solo desde la perspectiva vincular, niega por una parte la influencia de los grupos internos en cada sujeto, la existencia de intereses e ideologías, la aceptación o cuestionamiento al hostigamiento y al maltrato, el uso de otras personas como objetos o la disputa entre grupos o líderes por la definición de determinado orden de prioridades.

El Dr. Enrique Pichon- Rivière sostenía “La interpretación de la cultura, la interpretación de la praxis del sujeto se inscribe en el campo de la lucha ideológica. La defensa de los intereses objetivos de las clases dominantes -uno de los sectores comprometidos en esa pugna- exige una ocultación, una distorsión de lo real, particularmente de la realidad histórico-social.[1] Y esta direccionalidad la de las clases dominantes se reproducen en la praxis cotidiana, en ese sentido es comprensible (no significa aceptación) que esto sucede donde se reproduce el capitalismo, empresas, estado, equipos deportivos de alta competencia, grupos de artistas que prioriza la recuperación de la inversión y la ganancia que el hecho creativo.  Lo significativo es cuando estas prácticas se reproducen en ámbitos donde supuestamente buscan cambiar o romper con lo instituido, con las relaciones de poder establecidas, (sindicatos, cooperativas, centros culturales, movimientos sociales, partidos políticos populares).  

Qué sucede en la cotidianeidad.

Cuando las personas llegan a una organización (laboral, política, sindical, cultural, social), lo hacen en búsqueda de satisfacer necesidades. En un primer momento son las básicas(que podemos describir de sobrevivencia), en un segundo paso pasan a ser figura las de seguridad (económica, salud, vivienda) y un tiempo después buscan satisfacer las necesidades sociales(vínculos y trato acorde a sus expectativas). Posteriormente se pasa a buscar satisfacer las necesidades de reconocimiento y creación.

Pensemos esta red de necesidades en un grupo numeroso cada persona está en búsqueda de diferentes necesidades/satisfacciones, por ejemplo, una persona por su tiempo en ese grupo, transita la búsqueda de reconocimiento de otras personas, pero también demanda resolver sus necesidades básicas, simultáneamente otras personas transitan la búsqueda de otras necesidades. Entonces un grupo es un albergue[2] de necesidades,y esto va a estar presente siempre.

Calidad de la contención reciproca.

En este punto es cuando podemos pensar la calidad de la contención reciproca en un grupo. El dibujo adjunto muestra muñecas rusas que le llaman Matrioskas,son una cantidad de muñecas de diferentes tamaños, la más pequeña entra en la que le sigue y así hasta que queda una que contiene a todas las muñecas. Es la mejor forma de explicar que es un grupo que funciona operativamente, todas y todos deben ser contenidos, albergados partiendo de la diversidad para asegurar la unidad grupal.

Sabemos que un grupo no es un edén, un paraíso. Por lo general muchos de nosotros desearíamos que lo fuera, pero algunos sabemos que la historia de los pueblos se construye a partir de los conflictos y la historia de los grupos y comunidades, ámbitos sociales por naturaleza, donde se construye aprendizaje, creatividad, proyectos y conflictos.  

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El enojo, la impotencia, ciertas conductas agresivas producto de la tensión interna que causa un resultado no esperado, un nuevo obstáculo o un conflicto por inhabilidad de un integrante, es parte del proceso de constitución de los grupos, necesario para pasar a una nueva instancia de reflexión y planificación en post del objetivo buscado.

 Esos sucesos violentos son el resultado de la impotencia, todos albergamos tendencias destructoras, y antisociales. No dejan de ser hechos aislados, que se dan entre los integrantes de forma excepcional, resultado de la tensión intra grupo o de personas que pasan por presiones y tensiones que se expresan en conductas intolerantes.

Trabajamos en grupos, pero en algún lugar muy profundo deseamos que fuera un paraíso. Es en esa instancia que tenemos que elegir por la construcción o la destrucción, la competencia o la cooperación.

Pensemos la violencia.

La violencia a la que quiero referirme es una violencia planificada y continua en el seno de los grupos. Que se ejerce sobre algunas personas con el propósito de intimidarlas y también intimidar al grupo. La finalidad es que acepten una forma de convivencia, la del sometimiento.

Cuando se establece, se está consolidando una forma de poder vertical, hegemónico y antidemocrático, que imposibilita pensar o proponer, solo se pertenece a ese grupo para obedecer.Esta forma de hostigamiento, intimidación o violencia psicológica, se puede dar en las relaciones jerárquicas o entre pares.

Podríamos preguntarnos por qué se tolera. Una respuesta es el miedo a carecer, que no es resultado de una neurosis particular, está focalizado en las condiciones concretas de existencia de los sujetos. El riesgo de no estar incluido dentro del sistema económico, es un disciplinador social y deviene en subjetividad. O quienes ya están excluidos, su tránsito es tratar de sobrevivir. Soportar esa violencia o atenerse a los acecha y sus consecuencias, es una elección.

Él o la violenta.

Como primera aproximación podemos decir que estas personas parten de modelos mentales donde priorizan la acción al pensamiento. Todo lo que los cuestiona lo viven como peligroso y lo resuelven violentamente. Como les da los resultados esperados, lo toman como modelo para resolver las diferencias y alinear a las personas según sus necesidades.

No toleran nada que se les interponga en su camino, el cansancio, la incertidumbre. la desmotivación o la queja, por lo general los irrita ya que, para superarla, es necesario escuchar a los demás y por su propia intolerancia esa espera les produce violencia interna. Recurren a distintas formas de violencia con la finalidad de asegurar su poder y autoridad, utilizando el método de “dividir para reinar”.

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La agresividad verbal, el desprecio, la impaciencia, la intolerancia, la manipulación, la irritabilidad, son algunas de sus características. Enojándose rápidamente y de forma explosiva. Su personalidad por lo general tiene rasgos psicopáticos. Cuenta con la habilidad para seducir a partir de lo que detectan es de interés de los demás y amenaza y somete, con lo que cada persona teme.

Alfredo Moffatt decía: “Su placer mayor es el sometimiento, quiere obtener y poseer al otro, pero no puede gozar con el amor”. El / la psicópata “… está vacía subjetivamente, actúa, manipula a los demás. Aprendió a manejar el mundo, no configuró en su infancia un sí-mismo, un yo íntimo, es pura exterioridad”. No siente culpa, no se deprime como el resto de los humanos.

La estrategia de él o la violenta esta basada en momentos de mucha agresividad y otros de una calma sorprendente, que en realidad está contenida. Esos momentos calmos y de fraternidad están al servicio de que los integrantes de los grupos construyan una escena temida, cuál es, el temor que cambie de sujeto a maltratar y le toque a él o ella. El objetivo es seguir atemorizando a la víctima y al resto del grupo. Si la víctima se aísla del grupo o el grupo no la contiene, es un triunfo para él violento.

Si el dialogo es el aprendizaje, el monologo es la violencia vincular, y el intento hegemónico de imponer algo que no es cierto, pero lo imponen como verdad.

La salida es grupal.

Fernando Ulloa plantea como dispositivo de la crueldad lo que él denomina como encerrona trágica, refiriéndose al “…desamparo cruel: una situación de dos lugares, sin tercero de apelación, sin ley, donde la víctima, para dejar de sufrir y morir depende de alguien a quien rechaza totalmente y por quien es totalmente rechazado”. Toma las escenas, los relatos, resonancias, sentimientos en su trabajo con los movimientos de derechos humanos. Lo acontecido en los campos de concentración que vivió la argentina durante la dictadura militar. Y señala un punto “…el hecho es que la crueldad siempre requiere un dispositivo sociocultural que sostenga el accionar de los crueles, porque la crueldad necesita la complicidad impune de otros”.

Y este punto el del dispositivo sociocultural es necesario analizarlo al interior de los colectivos sociales, políticos, sindicales o culturales. Paradojalmente se reproduce la lógica de dominación que se dice querer cambiar. Así como sabemos que el trabajo produce una subjetividad al servicio de la acumulación del capitalismo, también sabemos que en esos dispositivos los sujetos son solo objetos (recursos). Estas prácticas de sometimiento de los hombres y mujeres en ámbitos de representación, creación o militancia, no dejan de ser la reproducción de lo que se dice querer erradicar.

En ese sentido sin llegar a situaciones como las que toma Ulloa para desarrollar su tesis, en las relaciones asimétricas[3], donde lo oculto es el miedo a carecer, se aceptan condiciones de permanencia crueles. El ejemplo más habitual, relacionado con la violencia, es cuando él o la maltratadora o acosador, si bien es conocido en esas prácticas por otros integrantes del grupo o la organización, no hay terceros que intervengan. No hay salida cuando se convierte en un rasgo de esa cultura, las víctimas o futuras víctimas conviven con la intimidación silenciada, transitando un camino en el que se niega la posibilidad de una nueva encerrona trágica, desconociendo cuándo ocurrirá la próxima situación violenta.

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Un aspecto a considerar es la relación entre poder y tristeza. Pichon-Rivière[4], Jauretche [5], Deleuze [6] para mencionar algunos autores, han abordado esta interrelación. La tristeza es un objetivo, no es un resultado casual y está al servicio de evitar la potencia creadora y transformadora de los grupos sociales y comunidades, en tanto las crisis tienen como base de sustentación la identidad de los sujetos y los grupos.

Donde la figura es la violencia y la crueldad, están al servicio del sistema. Parafraseando a Ulloa, el camino es dar cuenta de la crueldad, comprender el dispositivo sociocultural en el que se sostiene y romper la encerrona trágica. Que un tercero o varios impidan el despliegue de la violencia en el seno de la misma clase.

Nada se puede transformar, si el miedo es más grade que la alegría, las convicciones y el carácter necesario, para enfrentar lo que sea necesario enfrentar.

Si no podemos enfrentar los intentos de disciplinamiento al interior de las organizaciones del campo popular, será imposible lograrlo con el Estado Neoliberal.


[1] Pichon-Rivière E. Freud: arte y cultura. Revista Crisis N° 40 – 1976

[2] Pensemos la palabra albergue, como un lugar donde una o varias personas encuentran refugio, abrigo y/o resguardo.

[3] Persona que tiene más poder que otras.

[4]  “Quien acepta la tristeza renuncia a esa plenitud de vida, pero siempre que la acepte. La tristeza se debe combatir, es necesario como profilaxis, porque a partir de la depresión nacen todas las enfermedades mentales”. “Toda tristeza se origina en alguna pérdida. Esa pérdida suele ser de naturaleza afectiva. También puede derivar de una crisis económica, o de una limitación de la libertad. Pero, insisto, siempre se tratará de una pérdida”. Pichon-Rivière.

[5] “… nos quieren tristes para que nos sintamos vencidos y los pueblos deprimidos no vencen ni en la cancha de fútbol, ni en el laboratorio, ni en el ejemplo moral, ni en las disputas económicas. Por eso venimos a combatir alegremente. Seguros de nuestro destino y sabiéndonos vencedores a corto o largo plazo”. Arturo Jauretche.

[6] “Vivimos en un mundo más bien desagradable, en el que no solo las personas sino también los poderes establecidos tienen interés en comunicarnos afectos tristes. La tristeza, los afectos tristes son todos aquellos que disminuyen nuestra potencia de obrar. Y los poderes establecidos necesitan de ellos para convertirnos en esclavos. El tirano, el cura, el ladrón de almas, necesitan persuadirnos de que la vida es dura y pesada. Los poderes tienen más necesidad de angustiarnos que de reprimirnos o, como dice Virilio, de administrar y de organizar nuestros pequeños terrores íntimos… todo es cuestión de sangre… convertir el cuerpo en una fuerza que no se reduzca al organismo, convertir el pensamiento en una fuerza que no se reduzca a la conciencia…” Enseñar al alma a vivir su vida, no a salvarla”. Diálogos: Gilles Deleuze y Claire Parnet.

2 thoughts on “Violencia, crueldad y contención reciproca en los grupos políticos y sociales

  1. En el 2000 o 2001, yo trabajaba en una biblioteca popular , que tenía muchísima gente lectora. En esa crisis, la gente venía y empezaba a contarte todo lo que le angustiaba.
    De hecho, un socio que leía habitualmente cuatro libros semanales , vino totalmente triste un día a pedir que le dieran de baja como socio, porque no podía leer, no se podía concentrar. Y ahí tomé conciencia del daño que se puede hacer.
    Los otros días descubrí “La banalidad del mal” de Hanna Arendt, y describe tan bien este momento.

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