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Una victoria enorme

El 14 de diciembre me llamaron compañeras y compañeros llorando. El turno noche del colegio donde trabajo hace años desarrolla un proyecto que consiste en ir a la villa 31, a buscar a nuestras alumnas y alumnos que dejaron la escuela en algún momento. Le ofrecen nuevas instancias de revinculación con la institución, con cursadas más flexibles, con espacios en el mismo barrio para tener clases. El proyecto fue premiado por la Fundación La Nación en octubre de este año: apenas dos meses antes de que Soledad Acuña y Horacio Rodríguez Larreta dispusieran el cierre de las escuelas nocturnas. Ahora, en diciembre, con todos cansados, el proyecto desaparecía al dejar cesantes a mis compañeros que participan de él. 

En muchas escuelas nocturnas hay baja matrícula, es cierto. Pero hay propuestas transformadoras que partieron de los propios docentes para revertir esa tendencia, porque el gobierno del PRO, que lleva casi 12 años, nunca tuvo la iniciativa de realizar este tipo de acciones a gran escala. Porque, lamentablemente, las banderas de Sarmiento, el guardapolvo blanco, en fin, la educación para todos, nunca fue una verdadera prioridad para esta gestión.

La escuela nocturna es un monumento a la dignidad de aquellos que reclaman una segunda chance. Cada alumna y cada alumno que transita las aulas de la noche luego de su trabajo, o cuando consigue alguien que cuide a su bebé, está haciendo un esfuerzo doble. Volver tras haber dejado, volver con más obligaciones encima que antes. Quienes trabajamos en la escuela conocemos esas caras, esos deseos, esas esperanzas gigantes puestas en nuestras aulas. Conocemos esas voces y expectativas. Conocemos esas sonrisas, esos agradecimientos. 

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¿Las conocerán Soledad Acuña y Horacio Rodríguez Larreta? ¿Sabrán que detrás del Excel, la única forma de medir que conocen, hay personas, lágrimas, esfuerzos, apuestas? ¿Sabrán que nuestras alumnas y alumnos se están jugando el futuro?

La derogación de la resolución 4055 es una victoria enorme de una mirada sutil, matizada, atenta, por sobre la mecanización fría de la planilla Excel. Es el triunfo del futuro genuino, el de Gisela, Natanael, Géssica, José, Belén, con sus sueños y bebés a cuestas, por sobre el cartón pintado de amarillo de Acuña y Larreta que no es otra cosa que la muerte de esos futuros, aunque intenten venderla como modernización. No: el futuro somos quienes hacemos la escuela cotidianamente a pesar de la insensibilidad de los gobiernos que pasan prometiendo paraísos mientras nosotros seguimos pateando lo real. 

Mientras Larreta y Acuña miran planillas impresas y pintan celdas de color rojo, nosotros nos articulamos con otros colegios, llamamos a nuestros alumnos, vamos a los barrios, nos abrazamos para resistir, nos enseñamos entre todos sobre cómo se construye un porvenir colectivo.

Hoy me llamaron compañeras y compañeros llorando del alivio. Mañana tenemos mucho laburo por hacer, muchos contenidos que enseñar, muchas ventanas por abrir. Como siempre.

Por Manuel Becerra

* Profesor de secundaria y formación docente, autor del blog fuelapluma.com sobre temas educativos.

Imagen: NA

Fuente: https://www.pagina12.com.ar/171935-una-victoria-enorme

 

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