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Apuntes sobre socialismo desde abajo y poder popular

Uruguay: de un lado sigue estando la torta y del otro las migajas

El anuncio del aumento de un 15% del supergas (gs en garrafas) generó críticas en todo el país. La discusión suscitada llevó a la ministra Carolina Cosse a poner la frutilla de la torta, al declarar que 250.000 hogares que reciben algún tipo de ayuda social serian eximidos del aumento de dicho combustible. Esta cifra viene a marcar que aproximadamente un 25% de la población se encuentra en una situación económica tal que lo hace merecedor de ayuda social por parte del Estado, y choca con lo que se desprende de los estudios de gente en situación de pobreza.

Uno de los puntos débiles fundamentales de los gobiernos del Frente Amplio ha sido la distribución del ingreso y la riqueza. En el primero tuvo avances más que moderados, en la segunda la desigualdad se ha profundizado. El proyecto de izquierda, se transformó, para muchos, en mejorar el nivel de vida de la población – sin redistribuir la riqueza acumulada – a través de una profundización del modelo del capital.

La conquista del poder y una salida anticapitalista —que suponen una ruptura del statu quo— quedaron de lado, no solo como práctica socio político limitada por una determinada correlación de fuerzas, sino como sustento ideológico de muchas organizaciones de la llamada izquierda. Todo esto, por supuesto, con diferentes énfasis y niveles de profundidad en cada caso.

En los caminos de acceso al gobierno fueron cayendo y quedando de lado muchas banderas del programa histórico del Frente Amplio bajo el supuesto, nunca demostrado, de que no eran convenientes para la acumulación de fuerzas electoral.

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Se asumía así el axioma “politológico” de que las elecciones se ganan captando el centro del espectro político, lo que implica necesariamente conciliar con las clases dominantes para el mantenimiento y profundización de un orden constitucional y legal favorable al capital. El cual tiene su base de sustentación en el respeto total y absoluto de la propiedad privada, el “libre” funcionamiento del mercado y la apertura irrestricta a la Inversión Extranjera Directa.

Como consecuencia aumentó la primarización, la extranjerización, la dependencia y la vulnerabilidad de nuestra economía.

Los resultados de esas políticas desde el punto de vista redistributivo se han estudiado con dos metodologías. Una, la tradicional, a través de las Encuestas Continuas de Hogares (ECH) que realiza el Instituto Nacional de Estadística; otra, a partir de los registros de la Dirección General Impositiva (DGI).

El tamaño de la desigualdad distributiva se muestra con total claridad en los estudios realizados con información de DGI: el 0,1% superior recibe 4,6% del ingreso en tanto el 30% inferior recibe solo el 5,2%; el 1% superior acumula 13,5% mientras el 50% inferior recibe el 13,9%.

Una comparación entre ambas metodologías muestra que las ECH no captan adecuadamente los ingresos del capital, en efecto: el quintil inferior recibe el 4,7% de los ingresos y el quintil superior 50,8%, o sea, es 12 veces mayor; mientras que con la información de la DGI el quintil inferior recibe el 2,5% de los ingresos y el quintil superior 59,3%, o sea, 24 veces mayor.

Por su parte, un estudio sobre la distribución de la riqueza realizado por Mauricio De Rosa, muestra que inequidad es enorme. La mitad de la población adulta no posee riqueza; en tanto el 10% más rico acumula 62% de la misma; el 1%, 25 mil personas, concentran el 26%; mientras el 0,1%, 2.500 personas, acumulan el 14%.

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Con esa distribución regresiva del ingreso y la riqueza, producto del modelo económico elegido, no es de extrañar que sectores muy importantes de la población, como señala la Ministra Carolina Cosse, reciban ayudas económicas del Estado a través de múltiples políticas sociales.

No se puede dejar de señalar que los subsidios al capital son enormes y acrecientan la distribución regresiva del ingreso y la riqueza. En 2014, el llamado “gasto tributario” fue: IRAE (1,5%); IRPF categoría I (0,34%); Impuesto al Patrimonio (1,17%); lo que suma 3 % del Producto Bruto Interno.

En esencia sigue siendo válido el análisis realizado por la Red de Economistas de Izquierda del Uruguay en 2010: “Si la llamada izquierda continua sin responder a las necesidades de las mayorías y a las expectativas creadas en su base militante, el propio valor de la actual democracia – como vía para superar los consustanciales problemas del subdesarrollo, la segmentación social, la pobreza y la exclusión – quedarán cuestionados por la desesperación o la desilusión sobre sus posibilidades de transformar la realidad”.

(*) Master en Economía, Director del Instituto de Estudios Sindicales Universindo Rodríguez (Inesur), miembro de la Riediu y la Red en Defensa de la Humanidad. Publicado en el semanario “Voces”, Montevideo, el 21 de diciembre de 2017.

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