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Apuntes sobre socialismo desde abajo y poder popular

Venezuela: recuperación o liquidación del proceso bolivariano

La realidad venezolana y el tránsito del proceso bolivariano desde hace 18 años se han caracterizado por su enorme complejidad,  lo que invalida los análisis lineales y coloca a las simplificaciones en las fronteras del ridículo.  El tramo final de 2017 y los primeros días de 2018, se parecen a lo anterior, pero es un poco más complejo todavía.

En esa intricada maraña de sucesos y factores determinantes arriesgaría seis cuestiones principales a considerar, advirtiendo que  intentar  hacer aportes en el diagnóstico  a diez mil Km. de Venezuela, es un problema.

1)      El chavismo acumuló en el segundo semestre de 2017 grandes triunfos en lo político, que le permitieron en lo externo, bloquear las iniciativas de intervención impulsadas por Estados Unidos en organismos internacionales. En lo interno, derrotar a las guarimbas, instalar la Asamblea  Nacional Constituyente, ganar 19 de las 23 gobernaciones y el 91% de las alcaldías.

2)      En el plano macroeconómico el proceso bolivariano consiguió superar los años más difíciles 2016 y 2017, donde se combinaron importantes compromisos de pago de la deuda externa y la baja de los precios del petróleo, teniendo hacia delante un panorama más despejado con relación a estos componentes fundamentales de su economía.

3)      Se ha puesto en marcha una profunda campaña contra la corrupción interna cuyos principales blancos por ahora han sido la trama de ilícitos amparados por  la ex Fiscal Luisa Ortega y los negociados en PDVSA.

4)      El gran impulso de la Constituyente,  concretada gracias a la gran resistencia del pueblo en momentos muy difíciles, se ha ido deshilachando en la medida que sus decisiones, en particular en lo económico, empiezan a empantanarse en una trama de intereses donde los intereses populares y lo que surge de las Comunas y otras organizaciones de base vuelven a quedar postergados.

5)      El gobierno sigue siendo derrotado en la guerra económica. No ha podido controlar  el dólar paralelo ni el contrabando de frontera y su  iniciativa de  precios acordados con los empresarios, ha fracasado. El pueblo venezolano sigue sometido a la escasez e inflación inducida, y en los últimos meses ha restringido sensiblemente sus ingresos y su capacidad de compra.

6)      Si hoy el panorama político de la oposición, derrotada y fragmentada, es desolador y en el chavismo parece haberse consolidado la figura de Nicolás Maduro como único candidato presidencial; estos condicionamientos no garantizan un seguro triunfo del  gobierno en las presidenciales. De continuar la crisis económica, una oposición unificada por una candidatura extrapartidarias, tendría  chances de desalojar al chavismo del gobierno.

 

Seguramente hay otros temas influyentes a abordar, pero me limitaré a desarrollar un poco más estas cuestiones.

 

Los triunfos políticos:

 

La decisión política de apostar a la Asamblea Nacional Constituyente, fue un gran acierto del Presidente Nicolás Maduro, tomado en días muy difíciles por el incremento de las guarimbas, y  su saldo luctuoso, que había superado los cien muertos. En ese momento y ante la alternativa de declarar el Estado de Sitio y reprimir abiertamente los focos de desestabilización política, el presidente eligió arriesgar todo el capital político y jurídico del proceso bolivariano, poniendo su confianza en que el pueblo desabastecido y con graves problemas económicos, pero harto de la violencia, lo respaldaría en su iniciativo democrática y por la paz. El resultado fue que en una elección no obligatoria,  más del 41% del padrón electoral, más del 54% en una elección normal (con 20% de abstención), apoyó la iniciativa y dio legitimidad política a la instalación del Constituyente.

El triunfo electoral en la Constituyente se prolongó en las elecciones de las gobernaciones (donde concurrió masivamente la oposición) y  la de las Alcaldías (donde la oposición se dividió entre los que concurrieron y los que se abstuvieron).

Las cifras de estas elecciones confirman que el chavismo ha conservado su caudal histórico,  según el nivel de interés y participación que provoque la consulta y que la oposición ha perdido no menos dos millones de votos.

También debe anotarse como triunfo en lo político la recuperación de la Fiscalía General, producto del desalojo de la ex funcionaria Luisa Ortega Díaz, y el opacamiento de  la Asamblea Nacional, por la existencia de la ANC, y por las divisiones de la oposición que impidieron hasta el momento remontar su política de auto-boicot.

Deben reivindicarse también los triunfos políticos en el plano diplomático que ha impedido ha Estados Unidos concretar su política intervencionista, o de sanciones a partir de organismos internacionales, donde participa Venezuela. Las sanciones han sido dispuestas unilateralmente por Estados Unidos y el acompañamiento por parte de la Unión Europea ha sido más bien de carácter simbólico y restringido.

Los triunfos políticos obtenidos por el chavismo en el segundo semestre de 2017 han consolidado su control de los poderes de la vieja institucionalidad, y legitimado  las instancias de dialogo pacifico con la oposición, como las que se llevan en Santo Domingo.

Finalmente el hecho que en el chavismo se  haya podido consolidar con tiempo suficiente una  candidura presidencial única, y que sea Nicolas Maduro, también es un triunfo politico. Seguramente es la mejor opción frente a otras que se han venido barajando públicamente.

 

Datos macroeconómicos más auspiciosos

 

Valoramos el precio del petróleo y el peso de la deuda externa, como principales datos macroeconomicos.

El valor del barril de petróleo, sigue teniendo gran importancia en un país donde el 95% del ingreso de divisas, sigue dependiendo de la exportación de hidrocarburos.

Recordamos que el 95% de los ingresos de divisas en Venezuela provienen de la exportación del petróleo, por lo tanto, la variación del precio de este recurso afecta directamente la disponibilidad de ingresos del país. .

Con respecto a la deuda externa, pese a las permanentes agorerias de que el país va a entrar en default, debe considerarse que Venezuela tiene una deuda que podría ser considerada normal en relación a otros países de la región (alrededor del 40% del PBI), e irrisoria en relación a las reservas de minerales certificadas, pero debe considerase porque  demanda egresos de divisas en forma constante

En el año 2016 se combinaron  una caída de los precios del petróleo, que se redujeron hasta 20 dólares el barril y promediaron anualmente los 35,15 dólares;  con vencimientos de deuda externa  por 16.000 millones de dólares, y una feroz sequía que golpeó a la producción agropecuaria, pero además  limito a la provisión de energía industrial y domiciliaria (cortes periódicos) en un país que depende en un 70% de energía hidroeléctrica.

El año 2017 presentó mejores datos, con una suba del barril del petróleo del 32%, y un promedio de 46,24 dólares, y teniendo que enfrentar vencimientos de deuda externa por 8134 millones, de dólares.

Esa tendencia positiva parece acentuarse para 2018, cuando el barril de petróleo ha arrancado con precios cercanos a 60 dólares y los vencimientos externos no superan los 8.000 millones de dólares. No es muy arriesgado opinar que el precio del petróleo puede subir en los proximos años en valores que oscilen entre 60 y 70 dólares. Por el lado de los vencimientos externos por el momento tienen un ligero incremente en 2020, a 12.000 millones de dólares, para volver a descender hacia delante a 8000 millones o cifras más bajas.

Para matizar estos datos macroeconómicos positivos debe apuntarse que en 2017 el país vuelve a reducir su PBI por cuarto año consecutivo, y estas reducciones aumentan el peso de la deuda sobre el conjunto de la economía. También que las fuentes consultadas insisten en las dificultades que tiene el país para sostener el actual nivel de producción de petróleo no por falta de reservas, sino por falta de inversiones y malas decisiones gerenciales.

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La lucha contra la corrupción

Desde hace muchos años, desde los tiempos en que teníamos a Chávez vivo y siendo presidente se ha venido denunciando una casta de funcionarios y empresarios  autotitulados chavistas, que utilizan sus cargos públicos o contactos políticos para hacer negocios personales.

Estas lacras políticas, herencia de los gobiernos de la IV República, no sólo reproducen el delito de apropiarse de dineros públicos, sino que provocaban al chavismo un inmenso daño político porque haciendo uso y abuso ostentoso de sus riquezas mal habidas, desmoralizan al pueblo. Peor aún. Así como al ladrón le gusta hablar de decencia, y al violador le gusta hablar del respeto a la familia, a estos personajes siempre han tratado de encubrirse detrás de su supuesta fidelidad y disciplina chavistas. Y han respondido a cada crítica contra ellos,  acusando a los que los denuncian de ser opositores, de ser militantes indisciplinados, o de apartarse del legado del comandante. Como bien decía Chávez en “El golpe de Timón”, esconden detrás de sus ropajes socialistas su “cochinada capitalista”.

Identificados estos burócratas corruptos o boliburgueses me parece necesario mencionar las tramoyas  donde más frecuentemente son mencionados por el pueblo venezolano. Estuvieron metidos en el guiso de los dólares preferenciales que otorgaba CADIVI, en los negociados en PDVSA, en las maniobras de sobrefacturación en las importaciones, en el contrabando de frontera y en los enjuages financieros con el dólar paralelo.

La caída de la Fiscal Ortega Díaz abrió una caja de Pandora de la corrupción. Por sus tramoyas familiares, pero sobre todo, por  los negociados que encubría y que involucraban a otros funcionarios del gobierno y las fuerzas armadas. El destape de la olla podrida de PDVSA, saca a la luz datos de ilícitos, muchos de los cuales venían siendo denunciado por los trabajadores.

Desde las mismas fuentes de la derecha que antes culpaban al gobierno apañar la corrupción, se dice ahora que todo esto es resultado de una disputa caníbal en el seno del chavismo.  Por el contrario, en un país donde  ha habido una tradición de siglos de excusar a los de arriba tirando para abajo las acusaciones, resulta muy aleccionador, muy moralizante, que vayan presos ministros y grandes empresarios.  El rebrote de la idea conservadora de que el principal problema de la crisis económica son los bachaqueros, queda aplastado, cuando los que van presos son altos funcionarios del Estado y sus cómplices empresarios. Estas medidas contribuyen a depurar la casa propia, a desalentar a los aprendices de ladrones y le quita a la oposición la bandera de la lucha contra la corrupción.

Estas iniciativas van en línea de la idea de que en una sociedad,  donde más de 100 años de matriz rentista han convertido a la corrupción en un mal crónico  penetrando  en todos los estratos sociales, la mejor línea de combate es darle poder a los de abajo. El mejor ejemplo son los CLAPS. Durante años el gobierno chavistas se propuso distribuir alimentos a precios regulados. Pero sólo ha tenido un éxito impactante cuando depositó la responsabilidad en los Consejos Comunales, en organismos de base con un fuerte control social. Puede suceder que alguna Vocera de Alimentación incluya incorrectamente en la lista de beneficiados a alguna pariente muy agobiada por tener muchos hijos. Pero esos niveles irrisorios de corrupción, nunca pueden ser comparables con lo sucedido cuando los militares administraban los MERCAL y desaparecían  cotidianamente gandolas (equipos de 30 toneladas de alimentos), que terminaban en Colombia o revendidos por empresarios particulares.

Aplaudiendo las iniciativas e la lucha contra la corrupción, quedan flotando algunas preguntas, que siempre van en la misma dirección

¿Podrán los militares que no han sido capaces de controlar el contrabando de frontera, moralizar a PDVSA? ¿Por qué no se ha dado más incidencia en la nueva empresa que se pretende sanear,  a los trabajadores y los cuadros técnicos que desde hace años venían denunciando ilícitos y algunos de los cuales sufrieron persecuciones?

¿Para cuándo las sanciones a los empresarios que estafaron con los dólares de CADIVI?

Si es incomprensible el contrabando de frontera en gran escala sin la anuencia de algún sector del alto mando militar, ¿Por qué las sanciones, cuando se aplican, no sobrepasan los estratos inferiores de la oficialidad?

 

Convocatoria y retiro de la confianza en el pueblo

 

Cuando el Presidente inauguro la Asamblea Nacional Constituyente recordó como fuente inspiradora de esa idea, una movilización popular realizada el 8 de diciembre de 2015 (dos días después de la derrota en las elecciones legislativas) reclamándole cambios y que escuchara al pueblo.

La convocatoria a la ANC fue una gran apuesta de confianza al pueblo en un  momento político muy delicado, y  el presidente no se equivocó.

Tampoco se equivocó cuando en el peor momento de la crisis de 2016 se convocó a la organización de los CLAPS.

El principal problema del gobierno de Maduro, y quizas en el principal punto que se extraña a Chávez, es que sus apuestas de confianza en el pueblo son espasmódicas, no permanentes.  Pareciera que solo se apuesta al pueblo en situaciones desesperadas, pero cuando se crea un respiro, cuando se alivian a las tensiones, se vuelve a la idea de que la política es asunto de políticos o de funcionarios y que el pueblo mas bien molesta, o crea dificultades para ejecutar las decisiones de gobierno.

Al instalarse la ANC  hubo un deseo  popular de garantizar la paz, pero también un mandato ferviente de resolver las cuestiones económicas más urgentes que afectaban a los consumos básicos de las familias. La discusión económica se postergó, como bien lo señaló el diputado constituyente Isaías Rodríguez, y cuando se prestó atención al tema prevaleció más la decisión de escuchar y acordar con los empresarios los precios de los alimentos básicos  que prestar atención a  experiencias productivas comunales y opiniones vinculadas a organizaciones populares.

Lo ocurrido con la candidatura del diputado constituyente Angel Prado a la Alcaldía de Simon Planas es un ejemplo paradigmático de esta tensión.  La Comuna el Maizal, de la cual es dirigente Angel, es una organización popular  de referencia, con muy buenos índices productivos y está vinculada a una de las redes comunales más sólidas del país. El esfuerzo comunero, resultó de suma utilidad a la hora de desplazar a Henry Falcón, un gobernador de la oposición con aspiraciones presidenciales, pero posteriormente fue desvalorizado arrebatándole su legítimo triunfo electoral para gobernar la Alcaldía. Con esta decisión se le  proporcionó, irresponsablemente, a la derecha y a la MUD un expediente sobre manejos poco claro de la CNE, que en lo sucesivo podrán utilizar para ensuciar al conjunto del chavismo y al funcionamiento de la justicia electoral.

Más allá de la injusticia cometida, el caso Prado ejemplifica una concepción política que tienen algunos dirigentes chavistas  en el sentido de que el pueblo, y los dirigentes populares de base,  pueden ser útiles para que apoyen en situaciones límites, pero pasado el sofocón,  no son necesarios. Lo más grave es que esa concepción no es patrimonio exclusivo de los corruptos, hay muchos dirigentes honestos que piensan así. Desde otra lectura podría decirse que el gobierno toma sus mejores decisiones cuando atraviesa situaciones muy graves y corre riesgos la continuidad del proyecto bolivariano, sometido a una presión por la derecha y el Imperio que parece insostenible. En esos momentos el propio gobierno  polariza políticamente, se identifica con claridad a los verdaderos responsables de la crisis y  se juega con el pueblo en partidas decisivas. Cuando la tormenta amaina los grandes capitalistas pasan a convertirse en empresarios con los que se puede negociar y las culpas se reparten. El enemigo se difumina y hasta puede ser el último eslabón de una red de bachaqueo, o un grupo de vecinos que sale a protestar porque le cortaron el agua o la electricidad, o vecinos que se quejan por el alza inusitada de los precios, o un comunero que pretende ser Alcalde. Este es un juego peligroso, el pueblo puede cansarse de tantas idas y venidas.

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La guerra económica, la que se va perdiendo

 

Las opiniones críticas al proceso bolivariano no pueden desligarse del contexto de  que la gigantesca presión al internacional que se ejerce contra el país y el gobierno chavistas, obliga a tomar todas las decisiones políticas en condiciones de acoso económico, mediático, financiero y diplomático.

La abrupta caída de los precios del petróleo sorprendió a una economía donde el proceso de reconversión económica para superar la matriz petrolera exportadora era apenas incipiente, y sobre esa debilidad han venido actuando una batería de acciones agresivas donde se combinan la manipulación del tipo de cambio (dólar today), el bloqueo financiero, el fraude al Estado de empresarios que han tomado dólares preferenciales sin cumplir sus compromisos de producción,  el boicot a la provisión de insumos para abastecer la producción local  y a las importaciones de medicinas y alimentos, la fuga de capitales locales, previo vaciamiento y saboteo de las empresas  y por último las sanciones de Estados Unidos que tratan de afectar depósitos en el exterior y trabar las operaciones comerciales.

Las consecuencias sobre la población se han venido agravando desde 2015, afectando su abastecimiento de productos básicos, pero además deteriorando el poder de compra, de los salarios y subsidios sociales

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Damos algunos datos de 2017. (Citados por el economista Andrés Giuseppe)

Incrementos de salarios (incluido cesta tickets)                             337 %

Incremento del dólar oficial  (Dicom)                                            396 %

Incremento del Dólar implícito (el que se registra efectivamente

en los precios de los bienes de consumo)                                       858%

Variación inducida de precios estimada (sector alimentos)          1814%

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El cuadro anterior demostraría que los incrementos de salarios y pensiones sólo acompañan con una ligera pérdida el incremento del dólar oficial. Pero que el aumento de los productos básicos han duplicado los aumentos de salarios, y en el sector alimentos los aumentos de precios los han quintuplicado.

En una parte de la población  (30%) esta enorme quita de los salarios se reduce por la existencia del CLAPS que permiten abastecerse de los alimentos mas requeridos a precio regulado.

El hecho de que las tarifas de combustible, gas y electricidad hayan sido menores que los incrementos de salarios, contribuye a reducir el impacto, pero no impiden caracterizar que en 2017 se ha acentuado la tendencia de la economía venezolana iniciada en 2015 de un feroz ajuste sobre los bolsillos de los trabajadores.

Resulta interesante analizar lo ocurrido en este tema  a partir de la instalación de la Asamblea Nacional Constituyente el 1 de octubre de 2017.Contra  lo esperado, el nuevo organismo no arrancó con una política de férreos controles a la inflación sino que postergó el debate y después eligió el camino de acordar precios con los grupos empresariales productores de alimentos. Cuando esos precios fueron finalmente acordados, a finales de noviembre el gobierno reconoció  a los empresarios precios en dólares muy por encima de los que regia la tasa Dicom (valores de nueve o diez mil bolívares por dólar) con la consecuencia de aceptar un fuerte golpe al poder de compra de los salarios.  La conducta de los empresarios fue en primer lugar firmar estos acuerdos  y después no respetarlos. Quienes en el gobierno tomaron estas decisiones económicas  pueden alegar ingenuidad, o falta de conocimientos, pero los resultados son los mismos. Los empresario con quienes se concertaron los acuerdos no cumplieron su palabra (no volvieron a hacerlo como desde hace 18 años) y la fabula neoliberal de que el propio mercado estabilizaría los precios a la baja, desnudó su mentira. Tampoco es novedad, es lo que ha venido ocurriendo en otros países latinoamericanos con esos cuentos.

El fracaso de la política de precios acordados se evidencia en que  entre el 10 de octubre y el 15 de diciembre de 2017, se produjeron aumentos en los alimentos del 742 % (medidos en los Mercados Municipales), muy por encima del 30% otorgado a los salarios. Podrá alegarse que semejante sacudón de precios fue amortiguado por los triples aguinaldos, bonos navideños, etc., pero hacia delante los sueldos se pagaran desprovistos de estos complementos y los precios no van a bajar.   .

Los analistas de derecha han pronosticado un verano caliente que por el momento sólo sea ha expresado en algunos saqueos aislados. Los últimos aumentos de fin de año anunciados por el presidente, apenas alivian una situación de carestía que se presenta como muy grave y que sólo ha podido ser apaciguada por la enorme conciencia del pueblo venezolano.

Como si se tratara de una comedia de enredos el paso dado por el pueblo con la instalación de la ANC que dio un respiro al gobierno, está siendo dilapidado por no encontrar un  rumbo claro en la política económica, pero además, arriesgo, por cierta intención de pretender validar internacionalmente a Venezuela como un país “normal”.  Y un país que intenta hacer una revolución no es un país “normal”. Es una anomalía, y para el sistema capitalista es una anomalía peligrosa. Y el ataque de los poderes internacionales  se corresponde con esa caracterización.

En los últimos días el gobierno parece resuelto a enfrentar el factor desestabilizador de la economía representado por el dólar Today, con el Petro, una criptomoneda cuyo valor estará atado al precio del barril de petróleo. Tratar de salir del dólar  que rige la economía mundial  es una iniciativa valorable. Desde hace algunos años potencias como China y Rusia están trabajando para eso. Pero no es un hecho de pura voluntad, requiere relaciones de fuerzas, control de mercados, algo que precisamente Venezuela, un país asediado, no tiene. Dar la batalla desde las cripomonedas debería sustentarse en primer lugar en una posición de avanzada en el plano informático, porque esa iniciativa va a ser atacada con toda la materia gris del imperio. No parece ser el caso de Venezuela.

Analistas que valoro como sensatos (recomiendo leer los trabajos de Luis Salas, de José Gregorio Piña)  han advertido que la  utilización de las criptomonedas da vulnerabilidad de la economía, por ser valores que pueden ser robados por procedimientos informáticos sofisticados (tampoco seria novedad: le han robado criptomonedas a la bolsa de Tokio, en Hong Kong, etc., etc.). También advierten que se ponen en riesgo la soberanía y pérdida del control cambiario, al perder el país su propiedad de las reservas petroleras  que quedaría en manos de los tenedores del Petro. Hacia delante después de la colocación inicial,  el Estado venezolano perdería la posibilidad de aplicar futuras tasas de cambio más favorables del US$ y otras divisas en la conversión con respecto al VBF, porque ya el petróleo (u otro bien de respaldo) estará vendido. Como mínimo me parece necesario advertir de que se trata de una decisión arriesgada, y que quienes la promueven, las actuales autoridades económicas, no se han caracterizado por su solvencia, ni por los resultados obtenidos.

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Resulta urgente enfrentar al Dólar Today, pero no creo que las criptomonedas sean la única alternativa. Hubo algunas propuestas como las que hizo la economista Pascualina Curcio como las de atar las subas artificiales de ese portal al precio de los cánones pagados por las multinacionales que tienen inversiones en las explotación de petróleo y el arco minero, que quizas pueda ser una alternativa interesante.

El  chavismo se ha sostenido en estos 18 años por el compromiso inclaudicable de millones de hombres y mujeres que ponen el pecho, argumentan, crean, sostienen todos los días  batallas formidables. En el plano de la industria, se han reparado equipos siniestrados por los empresarios, se han fabricado repuestos que no pueden importarse, se han reemplazado insumos, se mantienen en funcionamiento máquinas como decimos por aquí “atadas con alambre”. Hay campesinos que están produciendo en condiciones de enorme precariedad sin motoguadañas para controlar el monte, sin riego, sin caminos, con problemas de transporte, plantando como bien se dice “con las uñas”.

Dirigir los escasos ingresos disponibles a fortalecer un aumento de la producción interna apoyando y promoviendo la articulación de la producción comunal,  de los pequeños productores campesinos y los incipientes talleres que se están organizando para reemplazar productos que antes se importaban, más una política de estricto control de las fronteras, no son medidas de gran espectacularidad, pero pueden ser de suma utilidad para enfrentar la guerra económica

 

Una elección presidencial con pronóstico incierto

El año 2018, donde la revolución bolivariana se jugará cara o cruz su destino en una elección presidencial, comienza con un clima enrarecido, por la agobiante situación de los bolsillos populares y porque vuelven a hacerse presente la violencia terrorista de la derecha con el asesinato en Trujillo del constitucionalista chavistas, Tomas Lucena Briceño.

Con respecto a los pronósticos de lo que puede ocurrir en la elección, me parece que el peor error sería suponer, desde una visión triunfalista, que sucederá la segura continuidad de los tres triunfos consecutivos obtenidos por el chavismo a finales d 2017 (elección de la ANC, gobernadores y Alcaldías).

Me parece que hay que poner en cuestión la idea de que las elecciones presidenciales no pueden perderse porque se conjugan  tres factores decisivos: el poderío demostrado por la maquinaria electoral del PSUV,  el  millón y medio o dos millones de personas que emigraron contabilizados como votos que pierden los escuálidos  y el hecho de que el enemigo a enfrentar es una oposición  totalmente dividida y desquiciada.

Como bien lo advierte Ociel López después de una elección asombrosa en la Constituyente, donde el apoyo a la propuesta del gobierno superó los 8 millones de votos (seguramente también hubo opositores, hartos de violencia que votaron por la paz), en las elecciones posteriores lo que juntó el chavismo fueron alrededor de cinco  millones y medio de votos. Con ese apoyo electoral, se perdió en las elecciones legislativas de 2015. Para ganar una elección presidencial con un padrón de alrededor de 20 millones de votantes, se necesitan algo más de 9 millones de votos, un 40% más de los que hoy tiene el chavismo. Y esos votos hay que salir a buscarlos por fuera de los que convoca con mucha eficacia la maquinaria electoral del PSUV. Falta bastante, el gobierno pudo estirar las presidenciales hasta principios de diciembre y en diez meses en Venezuela pueden ocurrir muchísimas cosas, pero hay algunos indicios preocupantes.

Además de la mencionada situación económica, parece mantenerse una cerrazón que limita la confianza al  entramado cercano y orgánico a los controles partidarios. Magníficas iniciativas como los gobiernos de calle, o de otras formas de búsqueda de dialogo directo con el pueblo como muchas veces promovió Chávez, parecen no estar en la agenda del gobierno. Por fuera de las convocatorias del gobierno, no se advierten autoconvocatorias importantes del chavismo popular planteando una agenda alternativa en la crisis. La mencionada movilización del 8 de diciembre de 2015, parece haber sido la última movilización importante, por sectores que plantean reclamos y seguramente tienen buenas propuestas para salir delante de la emergencia. Si por ejemplo diez, veinte, cincuenta o cien mil personas ganaran la calle en Caracas para llevar a la Constituyente  la exigencia de que se cierren las fronteras para evitar el desangre del contrabando, o para que la cruzada anticorrupción alcance a los estafadores del CADIVI, o para que se expropie de una buena vez a La Polar (seguro hay ideas mucho mejores),  se incidiría en el debate y la agenda política y  se haría un buen aporte al gobierno y a la revolución bolivariana. La política se construye con relaciones de fuerzas y las declaraciones, lamentos y artículos políticos, como los que escribimos a la distancia, no tienen mucho peso.

El hecho de la emigración de un número importante de venezolanos y venezolanas, correspondiente a todas las clases sociales, es un hecho doloroso y no necesariamente favorable en términos electorales al chavismo. En primer lugar da cuenta de que algo no estuvo funcionando bien en la economía y en segundo lugar, aún suponiendo (algo que seguro es un error grosero) que todos los que se emigraron eran votantes de la MUD, por cada migrante hay no menos de cinco parientes que sufren esa pérdida y serán sensibles a votar quien les prometa en una campaña electoral, “volver a juntar a toda la familia venezolana”

Finalmente con un plazo máximo de 11 meses por delante, en un país normal el descalabro de la MUD sería terminal. Pero Venezuela no es un país normal. Detrás de la MUD está Estados Unidos y bien pueden apelar a un candidato extrapartidario (ya tienen uno, Lorenzo Mendoza),  imponerlo y forzar la unidad con presiones y billetazos

A partir de lo mencionado,  creo que lo más sensato sería plantear la cuestión de las elecciones presidenciales en términos pesimistas, arriesgando que hoy el chavismo tiene grandes chances de perder las elecciones y el gobierno este año, repitiendo el escenario de Nicaragua en 1989. Planteada esa hipótesis se abriría la discusión sobre qué medidas tendría que tomar el gobierno y qué cosas tendría que hacer el pueblo, autoconvocándose, para que esto no ocurriera.

 

Conclusión

 

El chavismo pudo sortear durante 2017 una situación de extrema gravedad institucional donde se combinaron la presión internacional y el asedio de  la violencia terrorista impulsada por  la derecha, gracias a la resistencia popular y acertadas decisiones politicas del Presidente Maduro. En los últimos meses del año los datos favorables de triunfos electorales en las elecciones de gobernaciones y Alcaldias, deben contrastarse con malas decisiones de gobierno en materia económica que colocaron al país en una situación de impotencia frente a la inflación inducida, provocando un ajuste extraordinario en perjuicio de los salarios, pensiones y contribuciones de solidaridad social. Con mejores indices macroeconómicos, que significan más dinero para repartir, corresponderá al chavismo, pueblo y gobierno, recuperar el rumbo en un año con elecciones presidenciales en que se juega la continuidad política del gobierno bolivariano.

Quien hemos visto al pueblo chavista realizar hazañas extraordinarias, mantenemos nuestro optimismo y en él depositamos la confianza.

 

Guillermo Cieza

11 de enero 2017

 

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