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Apuntes sobre socialismo desde abajo y poder popular

Dos años sin Chávez y un pueblo que no ha olvidado

Han pasado dos años desde la tarde del 5 de marzo, cuando a las 4:30 p.m., el presidente Nicolás Maduro anunció aquello que nadie quería oír: la partida de Hugo Chávez. Dos años durante los cuales se han sucedido procesos electorales, varios intentos de desestabilización, casi un centenar de asesinados, una guerra económica sin tregua, y una invariante que volvió a confirmarse el día de ayer: el pueblo —la mayoría— continúa siendo chavista.

 

Ya desde la medianoche, en los barrios comenzaron a sonar los estruendos, los “Chávez vive la lucha sigue”, los fuegos artificiales y el ruido, para que fuera escuchado de punta a punta de Caracas. Mariela Castro Ruiz, la hija de Raúl Castro, diría al caer la noche y luego de los actos del día: “Da fuerza ver al pueblo venezolano tan conectado con el legado de Chávez”.

La jornada transcurrió con varios actos, como la tribuna antiimperialista instalada en la plaza Bolívar, donde participaron representantes de movimientos sociales de varios países, el escritor Luis Britto García y el presidente Nicolás Maduro, quien volvió a transmitir un mensaje urgente: ante cualquier eventualidad que le suceda, el pueblo deberá salir a tomar las calles.

Es que, al igual que el año anterior, el aniversario de la partida física de Hugo Chávez —de su siembra, como fue repetido en boca de todos— se produjo en un escenario de intentos de desestabilización. Si en esa fecha las protestas ya llevaban más de un mes de violencia callejera —con más de 50 asesinados y presencia de francotiradores—, en esta ocasión se conmemoró luego de que se anunciara, pocas semanas atrás, la desarticulación de un intento golpista, cuyo propósito era bombardear varios puntos claves en Caracas.

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Por eso, la insistencia del presidente de Venezuela estuvo puesta en la advertencia del actual escenario, a través de un fuerte discurso contra el imperio norteamericano que ha venido tejiendo —junto a sus aliados de Bogotá y Madrid— la trama de la conspiración, cuyo objetivo es derrocar al Gobierno legítimamente electo. Y esto ha dejado de ser secreto: los voceros de la derecha venezolana, financiados y apoyados por Estados Unidos, han venido declarando que la única solución para el conflicto es la destitución de Nicolás Maduro.

¿Cuál conflicto? El económico, principalmente, que desde hace dos años y con fuertes picos en enero de este año —aumento de precios, acaparamiento y desabastecimiento—buscó golpear al pueblo, para alejarlo del Gobierno y desmoralizarlo.

Y como se vio el día de ayer, ese objetivo no fue alcanzado, pese a que logró generar momentos de desgaste. Nuevamente pudo evidenciarse la identidad chavista de los sectores populares, una identificación honda con un hombre y un proyecto que situó al pueblo —campesinos, indígenas, obreros, pobres, jóvenes, militares, artistas, etc.— como centro, que le dio unidad y forma. Y junto a él y desde él, la idea de patria, ese espacio donde ser y crecer con orgullo nacional y latinoamericano.

Por eso, algunas palabras fueron repetidas por miles a lo largo de todo el día: amor, padre, eterno, compañero, hermano, maestro, supremo, vida. Y en el Cuartel de la Montaña, lugar emblemático de la rebelión militar del 4 de febrero de 1992 y donde reside su cuerpo, mujeres y hombres de todas las edades se acercaron a rendirle homenaje, a llorar y jurar.

“Chávez sembró en cada uno valores e ideología, y la gente se siente identificada, ha tomado protagonismo en el proceso, eso no tiene vuelta atrás. La gente quiere luchar por sus derechos, por la soberanía, está montada en un barco que sigue y que llegará a buen puerto”, explicó Maroa Tarazona, estudiante de danza, quien tenía once años al llegar Hugo Chávez a la Presidencia.

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¿Cuándo ella se hizo chavista? Al observar que el nuevo Presidente integraba a los pueblos indígenas en la nueva Constitución, en la realidad que daba lugar a los invisibilizados, aquéllos venidos de lejos —como su familia que vino de la Gran Sabana—, ese sur del país históricamente postergado, relegado a la soledad, la discriminación y la pobreza.

Como ella fueron y son millones en el país, personas que sabían cómo el Gobierno en 1989 cargaba a los muertos de El Caracazo como bolsas de basura para dejarlos en fosas comunes —más de tres mil asesinados en dos días—, criadas en un país sin justicia ni participación. Por eso, para muchos la reciente detención del opositor Antonio Ledezma —implicado directo en la masacre de 1989 y el nuevo intento de golpe— fue un acto necesario, porque la paz viene con justicia, explicaron.

Maroa y las miles de personas que ayer hicieron actividades en varios puntos del país reafirmaron su identidad chavista —es decir, afín a las ideas antiimperialistas, el socialismo, el Poder Popular, la destrucción del Estado burgués, entre otras cosas—, nacida a partir del reconocimiento de un líder histórico que convocó al pueblo a refundar el país de manera colectiva, participativa y popular.

Por eso, entre otras cosas, ha fracasado una y otra vez la estrategia golpista que ha imaginado que los sectores populares podrían rebelarse contra el actual Gobierno chavista, o seguir llamamientos de dirigentes de derecha. Y también por esa razón, la oposición y el imperialismo han comenzado a reforzar estrategias que prescindan de masividad, como asesinatos selectivos, planes de bombardeo, rumores por las redes sociales, etc.

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Este segundo aniversario de la partida de Hugo Chávez mostró nuevamente la profundidad de la identificación de un pueblo con su líder, aquél que antes de su final se proyectó sobre todos como un espejo estratégico: “Tú también eres Chávez”. Por eso ha sido posible resistir dos años de guerra económica, mediática y violenta. Por eso, el proyecto no se detuvo ante tanta agresión, y continúa yendo hacia más, hacia la sociedad socialista, que será la obra de este pueblo que no ha olvidado.

 

Fotografía: Orlando Herrera / Fuente: www.notas.org.ar

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