El chavismo ha sido uno de los debates más importantes para las organizaciones de izquierda en los últimos años en Argentina. En particular para el conjunto de organizaciones que solían denominarse como Nueva Izquierda, este debate fue uno de los elementos esenciales de la diferenciación estratégica que ha tendido a surgir en los últimos años, tensando y separando ese espacio político de acuerdo a distintas posturas sobre el marco de alianzas, la participación electoral, el rol del Estado en los procesos de transición al socialismo, etc.
El chavismo ha sido uno de los debates más importantes para las organizaciones de izquierda en los últimos años en Argentina. En particular para el conjunto de organizaciones que solían denominarse como Nueva Izquierda, este debate fue uno de los elementos esenciales de la diferenciación estratégica que ha tendido a surgir en los últimos años, tensando y separando ese espacio político de acuerdo a distintas posturas sobre el marco de alianzas, la participación electoral, el rol del Estado en los procesos de transición al socialismo, etc.
El chavismo se constituyó como referencia para las organizaciones de la llamada Nueva Izquierda, donde venía siendo predominante cierta influencia autonomista y el ejemplo del zapatismo. En algunos casos estas referencias convivieron o conviven inestablemente; en otro, el desplazamiento de una a la otra fue un quiebre de peso para catalizar transformaciones políticas profundas en el carácter de estas fuerzas.
Si bien es difícil de sistematizar, por la multiplicidad de referencias, autores y organizaciones que la sostienen, creemos que podemos agrupar una lectura que llamamos “acrítica” del proceso bolivariano se sustenta en algunas características: la idealización del liderazgo de Chávez y, con menos énfasis, de sus sucesores; adhesión discursiva a una estrategia de transición al socialismo a partir de la combinación del ejercicio del gobierno del Estado burgués, combinado con el Poder Popular; la evocación a una identidad latinoamericana abstracta sin perspectiva clara sobre el internacionalismo; la falta de un planteo de independencia de clase y la crítica al Estado burgués, que de fondo implica una concepción del Estado como “terreno de disputa” sin mayores determinaciones de clase; adhesión al PSUV y al Gran Polo Patriótico como organizaciones políticas que encarnarían la dirección del proceso revolucionario; agrupamiento de todos los gobiernos del ALBA bajo el paraguas de gobiernos populares con tendencia socialista, con poca problematización de las diferencias entre las dinámicas de movilización de masas en Venezuela y otros países como Bolivia y Ecuador (1); y para la Argentina, un planteo que pone el centro casi absoluto de la acción política en la organización para llegar al poder político del Estado, para lo cual hace falta una construcción política “amplia”. La organización que ha encarnado más profundamente este conjunto de características es Patria Grande, cuya consecuencia política fundamental para Argentina hubiese sido un reagrupamiento político de cuatro vertientes: Izquierda Tradicional, Nueva Izquierda, centro izquierda de la CTA y sus sucesivas expresiones políticas (Proyecto Sur, Unidad Popular, etc.) y la “izquierda kirchnerista”, particularmente el Movimiento Evita. El fracaso de esta estrategia genera ambigüedades sobre hacia dónde orientar esa política de alianzas; y la organización se ha orientado hacia el apoyo abierto a Scioli contra Macri en el ballotage, debilitando una perspectiva de independencia de clase. En el caso de otras organizaciones, el planteo es más ambiguo, tanto sobre el nivel de en énfasis en el apoyo al gobierno o las bases chavistas, cómo sobre sus consecuencias políticas para Argentina.
Otra lectura del fenómeno bolivariano es la tesis que lo plantea como un simple “nacionalismo burgués”, sin diferencias significativas con los fenómenos políticos del siglo XX agrupables bajo esta etiqueta. Esta lectura ha sido sostenida por algunas organizaciones trotskistas, en particular por la corriente morenista (Izquierda Socialista en Argentina y su partido hermano el PSL de Venezuela), por el Partido Obrero y el PTS de Argentina, por intelectuales como Rolando Astarita en Argentina, etc. Nuestra posición frente a esta lectura es que no termina de entender la particular relación entre cooptación y participación política de masas en el chavismo, particularmente en el caso del llamado Poder Popular (Consejos Comunales, Control Obrero, etc.), así como la particular posición política de la cúpula chavista, difícil de asimilar al de un nacionalismo burgués cualquiera del siglo XX, la cual plantea discursiva y políticamente una perspectiva de superación del capitalismo (aunque esta pueda ser utópica o errada). De la incapacidad de entender estos rasgos surge una lectura sectaria que, particularmente en el caso de IS/PSL, los ha llevado a dar cierta cobertura a algunas posiciones de la derecha venezolana en algunas coyunturas, como analizaremos más abajo.
Por último, pretendemos discutir con algunas lecturas que, compartiendo con nuestro análisis la delimitación en el discurso de las dos posturas anteriores y el intento de hacer una lectura balanceada, extraen de la experiencia bolivariana conclusiones estratégicas que no compartimos, y que a nuestro juicio no se terminan de delimitar de la perspectiva “acrítica” que hemos planteado al principio. Un buen ejemplo de esta postura es el artículo: “El proceso bolivariano y el debate estratégico en la izquierda radical” de Martín Mosquera, con muchas ideas en común con un artículo de Sanmartino: “Estado, poder y socialismo en Venezuela: algunos debates en la izquierda radical” (2). A riesgo de simplificar un poco, la perspectiva de estos autores puede llamarse como “poulantziana”: mezclando en el análisis diversas expresiones políticas reformistas o nacionalistas (Syriza, Chavismo y Podemos), y analizando como prácticamente imposible una llegada insurreccional o guerrillera al poder del Estado en nuestro siglo, en el marco de países con instituciones democráticas vigentes, estos sectores llegan a la conclusión de que la construcción de una vía revolucionaria hoy pasa por el apoyo parcial a experiencias de masas capitalizadas por estas direcciones, buscando profundizarlas en un sentido socialista; para sostener esta conclusión, relativizan lo que llaman una concepción puramente “sociológica” propia del marxismo tradicional a la hora de caracterizar un gobierno o Estado, lo que implica definir su carácter de clase “a priori”. Las consecuencias prácticas de este planteo “poulantziano“ derivan en planteos de “mejorar el estado” y ponerlo al servicio de las luchas, con fuertes peligros de institucionalización de la política, y la subvaloración del momento de la confrontación directa con el Estado burgués, a partir del planteo de que son inviables las vías insurreccional y guerrillera (es decir, las vías no pacíficas), que empalma con una concepción sobre la democracia socialista como una combinación de instituciones parlamentarias y órganos de Poder Popular (3).
Por nuestra parte, intentamos hacer un análisis de totalidad del fenómeno del chavismo. Hacemos nuestro análisis desde Argentina, sin accesos directos ni vínculos políticos de peso con la política venezolana, lo cual es sin dudas un limitante para nuestra comprensión; sin embargo, lo hacemos desde la convicción de que es necesario analizar procesos en curso, “en tiempo real” para aportar a la revolución en nuestro país y en el mundo. Creemos que esto parte necesariamente de un análisis estructural, que enfoque el “carácter de clase” de un gobierno o Estado, como algo absolutamente necesario y en algún sentido inevitable, sin que esto agote el conjunto de problemas. El carácter de clase de un Estado no se reduce a si es burgués o proletario, sino que refiere a la relación de las clases fundamentales de la sociedad con ese gobierno o Estado. Esto delimita a nuestro juicio un conjunto de posibilidades y límites estructurales de los cuáles un gobierno no puede salirse sin profundas convulsiones de la lucha de clases que transformen con mayor o menor velocidad su carácter. Prescindir de este análisis implica casi siempre plantear como una “disputa abierta” el carácter de un proceso como el venezolano, que en última instancia termina recomendando la misma táctica (el apoyo crítico) para cualquier proceso reformista o nacionalista, prescindiendo de sus características específicas. A este aspecto debe agregársele un estudio concreto de las características de un gobierno como el chavista, donde recuperamos la noción de “Bonapartismo sui generis” de Trotsky, a la vez que un análisis comparativo con otras experiencias de ese tipo, sobre todo en la dinámica de autonomía/cooptación de las organizaciones de la clase trabajadora. Después abordamos el estudio del aspecto político-ideológico del chavismo, que creemos tenemos que entender como un particular planteo estratégico de transición al socialismo, y que debe ser evaluado como tal, desde la adhesión o la crítica. A partir de ahí, introducimos el análisis de los organismos de Poder Popular, los últimos acontecimientos políticos en Venezuela, y el mundo de las organizaciones de izquierda en ese país, para terminar con algunas conclusiones políticas para la estrategia de la izquierda en Argentina hoy. En este recorrido usamos los trabajos de las más diversas tendencias y matices de opinión sobre el chavismo, en la medida que nos resulten útiles para nuestro análisis.
Estructura económica y análisis “sociológico”
Nuestro propio análisis parte de la idea de que Venezuela es un país dominado por las relaciones sociales capitalistas, donde la parte más importante de la economía, la renta petrolera, es dominada por una empresa estatal, con comportamiento de capitalismo de Estado.
“La historia venezolana puede escribirse como la historia de la disputa por la apropiación de la renta de la tierra petrolera por diferentes sujetos sociales tanto dentro como en el extranjero. A diferencia de lo que ocurre en países con predominio de la renta agraria, este proceso tiene al Estado en el centro de la escena. Mientras en casos como el argentino el terrateniente es el principal sector exportador (el agro) es privado, en Venezuela el terrateniente es el propio Estado. Esta particularidad es clave para entender la dinámica general de la lucha política en el país.” (4)
A partir de este primer punto, podemos analizar como primera característica económica del chavismo, particularmente después de 2002, el basarse fundamentalmente en intentar recuperar el control de la renta petrolera para elevar el nivel de vida de la población a través de diversos programas sociales. Al superar el paro de los gerentes de PDVSA y el golpe de Estado de 2002, el gobierno reforzó el control sobre la petrolera estatal, procurando dar solución a una contradicción permanente de esta empresa: la contradicción entre el Estado como terrateniente (perceptor de la renta) para actuar después como expresión del capital social. En momentos de crisis en la percepción de renta (es decir, cuando el precio internacional del petróleo baja) la empresa actúa individualmente, priorizando sus propios intereses como una empresa que cotiza en bolsa y tiene operaciones importantes en el extranjero.
Esta dependencia de la renta condiciona el conjunto de la estructura económica venezolana: la misma contribuye a la valorización del resto de los capitales venezolanos a través de diferentes mecanismos. El primero es la transferencia directa de recursos por parte del Estado; el segundo, es su contribución al abaratamiento de la fuerza de trabajo; el tercero implica compensaciones a partir del tipo de cambio. El conjunto de estos factores provocan que la industria venezolana pueda operar en condiciones de baja competitividad internacional:
“El capital que acumula en Venezuela se caracteriza por su baja productividad del trabajo lo cual redunda en una baja competitividad. Sin embargo, cuando se calcula la tasa de ganancia de los capitales no petroleros en general y el capital industrial en particular se observa que éste se valoriza por encima de la media de los capitales de países como los EEUU o incluso que Argentina. En particular esto ocurre durante los ‘60 y ‘70, lo cual explica la fuerte inversión de capital que lleva a Venezuela a tener una de las tasas de acumulación más altas del mundo durante ese período. Al igual que ocurre en la Argentina con la renta de la tierra agraria, esto atrae a capitales extranjeros que en sus casas matrices operan con la competitividad normal, pero que gracias a la renta pueden valorizar tecnología obsoleta (Kornblihtt 2015: 7-8)” (5)
La crisis en el precio del petróleo en la primera década del ‘80 generó así una gran destrucción de capital en Venezuela; en los ‘90, “se intenta sin éxito con privatizaciones y endeudamiento externo relanzar la acumulación de capital” (Kornblihtt 2015: 9). En los 2000, se produjo un nuevo auge petrolero. Debido a los cambios en el mercado mundial (principalmente la mayor gravitación de las mercancías industriales asiáticas) este aumento del precio petrolero no tuvo capacidad de relanzar el proceso de acumulación en gran escala, debido a un contexto que hace más difícil la supervivencia de capitales industriales en Venezuela incluso con transferencias de renta. Los nuevos incrementos de precio del petróleo generaron una disputa que se evidenció en el paro petrolero y el golpe de 2002, donde una porción de la gerencia de PDVSA se resistía a perder el control sobre el excedente. La derrota del golpe abrió una etapa donde la renta petrolera pasó a ser usada masivamente para financiar programas sociales.
Hablaremos más en detalle de dos de los mecanismos por los cuales se transfiere renta al resto de la economía venezolana (dejando de lado el subsidio indirecto a la fuerza de trabajo). Tomaremos el problema de los subsidios y el problema cambiario.
En lo que refiere a los subsidios, gran parte de los mismos ha sido asignado a las empresas estatizadas bajo control obrero. A partir de un estudio estadístico, Kornblihtt constata que las empresas estatizadas son mayormente empresas que producen a pérdida:
“Porque pese al cambio en la forma de administración, son empresas que producen para el mercado y compiten en él sin haber realizado un cambio tecnológico ni de escala que permitiese avanzar en una mayor competitividad. Las transferencias estatales aparecen para tapar dichas pérdidas y sostener el empleo” (Kornblihtt 2015:11)
De la misma manera, el desarrollo de las cooperativas, muchas asociadas a los Consejos Comunales, hace que éstas arrastren las mismas contradicciones. Al tener precios de producción mayores al promedio del mercado, y al no poder beneficiarse al igual que la burguesía importadora de la transferencia de renta a través del mercado de cambios, “esto lleva o que quiebren o que para sobrevivir necesiten de transferencias de renta de la tierra petrolera a través de precios sostén, subsidios directos o préstamos a tasa de interés negativa o siquiera pagados de vuelta.” (Kornblihtt 2015:11).
En cuanto al mecanismo cambiario, consiste en lo siguiente: Dado que PDVSA es básicamente el único sector que obtiene dólares en el mercado mundial, si el tipo de cambio se mantiene controlado a una tasa menor a la que tendría flotante, PDVSA se ve obligada a liquidar bolívares a un precio menor al del mercado, generando una transferencia de renta hacia las empresas que operan en el país. Si este fenómeno de sobrevaluación de la moneda se da también en Argentina, en Venezuela es mucho más importante: oscila entre un 400% y un 500% entre el 2001 y el 2008, y hoy estaría en el 900% (Kornblihtt 2015:12). Esto se acompaña de un control de cambios que va generando varias bandas cambiarias según el sector, más el mercado negro, donde el dólar está a distintos precios:
“La venta de dólares por menos bolívares que los correspondientes a la paridad favorece, por supuesto, a todos aquellos que compran dólares. Según información publicada por el CENCOEX, entre las 50 empresas más beneficiadas por el reparto de dólares, 30 de ellas son extranjeras y se quedan con el 20% del total de dólares entregados entre 2004 y 2012. Se destacan entre ellas, las empresas estadounidenses. Entre las ramas, aparecen las automotrices, las de comunicación y las alimenticias. Todas ellas empresas de baja productividad con un alto peso de partes importadas o directo venta de productos terminados que importan de sus casas matrices. Las importaciones crecen en el peso del consumo interno, por lo que a la demanda expandida se la satisface con mercancías importadas que permiten al capital industrial y comercial apropiar una parte de la renta gracias a la sobrevaluación. Una parte del abaratamiento de las importaciones se traslada al consumo obrero” (Kornblihtt 2015:13).
De esta forma, si la sobrevaluación cambiaria favorece la transferencia de renta a las empresas, funciona a la vez como una forma de protección del consumo obrero; cada vez que se devalúa la moneda, es un golpe al salario real de los venezolanos.
El examen atento de esta estructura tiene una gran importancia. En Venezuela y fuera de ella se ha vuelto un lugar común en las más diversas corrientes y tradiciones de izquierda denunciar el capitalismo rentista. No obstante, creemos que todavía resta por construirse un planteo coherente capaz de conectar las dimensiones política y económica de la superación de esta estructura; retomaremos este punto más abajo.
Bonapartismo sui generis
El chavismo, como nuevo régimen de Estado en Venezuela, se basó en dos antecedentes históricos fundamentales: El Caracazo como gran rebelión popular de masas contra la llamada IV República, y la conformación de núcleos ideologizados de nacionalistas de izquierda (e incluso algunos con influencia marxista) en el seno de las Fuerzas Armadas, que organizaron primero un intento golpista fracasado, que luego capitalizarán para llegar al poder de Estado vía elecciones. A partir de esto, creemos que el chavismo ha configurado una particular forma de bonapartismo sui generis:
“En los países industrialmente atrasados el capital extranjero juega un rol decisivo. De ahí la relativa debilidad de la burguesía nacional en relación al proletariado nacional. Esto crea condiciones especiales de poder estatal. El gobierno oscila entre el capital extranjero y el nacional, entre la relativamente débil burguesía nacional y el relativamente poderoso proletariado. Esto le da al gobierno un carácter bonapartista sui generis, de índole particular. Se eleva, por así decirlo, por encima de las clases. En realidad, puede gobernar o bien convirtiéndose en instrumento del capital extranjero y sometiendo al proletariado con las cadenas de una dictadura policial, o maniobrando con el proletariado, llegando incluso a hacerle concesiones, ganando de este modo la posibilidad de disponer de cierta libertad en relación a los capitalistas extranjeros.” (6)
Este planteo de Trotsky, en sí bastante simple, nos parece un punto de partida útil para analizar un gobierno como el chavismo.
No obstante, esto no puede ser más que esto: un punto de partida. Dentro de un marco general de gobiernos bonapartistas sui generis, las características específicas de un gobierno de este tipo pueden variar enormemente. Creemos que dentro de este análisis cobra especial importancia la cuestión de la relación de autonomía/heteronomía que las organizaciones de la clase trabajadora entablan con dicho gobierno. A su vez es importante analizar en qué ideología se sustenta el gobierno. El grado de confrontación o acuerdo con determinadas fracciones de la burguesía, es otro aspecto fundamental.
Se puede hacer una comparación sobre estos puntos entre chavismo y peronismo. El bonapartismo sui generis es una dinámica de los países dependientes del imperialismo, donde un sector basado en el comando del aparato del Estado genera un gobierno con amplia capacidad de regular la lucha de clases: Es decir, hablamos de un Estado “fuerte”, y de un Gobierno que en general tiene amplia capacidad de “reformar” y dominar los aspectos del “aparato profundo” del Estado: Las FFAA, la Justicia y la Constitución. En este sentido, es una coincidencia interesante que tanto el peronismo como el chavismo hayan encarado reformas constitucionales; que ambos tuvieron su origen en núcleos de militares nacionalistas, esforzándose por tener un fuerte dominio del ejército (más allá de que con el tiempo partes de las Fuerzas Armadas conspiraran para derrocar a ambos); y que ambos hayan sido acusados por la oposición de la burguesía liberal de manipular la Justicia a su antojo.
La relación con las organizaciones de la clase trabajadora por parte de ambos gobiernos muestra similitudes y diferencias. En este apartado nos limitaremos al estudio de las organizaciones sindicales de la clase obrera, dejando el resto de las organizaciones populares para el próximo apartado. El peronismo llegó al gobierno sostenido por la “vieja guardia sindical”, donde predominaba una corriente sindicalista que pregonaba al abstencionismo en política; una vez en el gobierno, se dio una expansión cuantitativa enorme del movimiento obrero, de la cantidad de sindicatos y afiliados, así como del poder económico de los gremios, que organizaron grandes aparatos propios de seguridad social. Al mismo tiempo, los sindicatos fueron totalmente subordinados al gobierno y los que estaban en manos de opositores políticos fueron ferozmente reprimidos cuando se mostraban abiertamente (algunas corrientes, por ejemplo el Partido Comunista y la FACA de origen anarquista, lograron sobrevivir en la semi clandestinidad dentro de las organizaciones sindicales dominadas por el peronismo). La dinámica de expansión de la fuerza y la organización obrera generaron a su vez, en contra de los deseos del propio gobierno peronista, la proliferación de las Comisiones Internas y Cuerpos de Delegados, verdadera instancia de Control Obrero en las fábricas (no en el sentido de gestión de la producción, sino de capacidad de poner límites al poder del capitalista en áreas esenciales como los ritmos de trabajo, contratación, etc.).
En el gobierno chavista, la relación con los sindicatos presentó características distintas. La descomposición del viejo sindicalismo de la CVT (Confederación de Trabajadores de Venezuela), generó la reorganización del sindicalismo venezolano en una nueva central de trabajadores llamada UNT o UNETE (Unión Nacional de Trabajadores) controlada en un primer momento por una tendencia sindical clasista, la C-CURA (Corriente Clasista, Unitaria, Revolucionaria y Antiimperialista), ligada a sectores del trotskismo venezolano.
“Al mes de septiembre de 2006, C-CURA representa alrededor del 50-60 por ciento de la central. La segunda fuerza la representa la dirigente demócrata-cristiana Marcela Máspero, hija de un burócrata sindical argentino, con alrededor del 30 por ciento. El resto se reparte en las otras tres fracciones (…). En 2006, la UNT reúne a casi dos millones de trabajadores, mientras que la CTV sobrevive con unos 200 mil afiliados sin motivación alguna. La UNT se fundó con unos 120 mil trabajadores. La aluvional afiliación y organización en UNT de regionales y zonales, en menos de tres años, la convirtió en la más importante organización de masas y de vanguardia del proceso político venezolano.” (7)
Esta caracterización optimista no se mantuvo en el tiempo: el paso a la oposición de Chirinos (el jefe del sindicalismo petrolero) frente a la propuesta de reforma constitucional de 2007, llevó a la división de la CCURA en dos corrientes, de las cuales una, Marea Socialista, se integraría más adelante al PSUV. A su vez, entre 2006 y 2008 se dieron varios conflictos, el principal de los cuales fue el de Sidor, donde los trabajadores comenzaron a demandar expropiaciones con control obrero. El ministro Rivero, sindicalista proveniente de la corriente más minoritaria dentro de las 5 que componían UNT, la Fuerza Socialista Bolivariana de Trabajadores (FSBT), fue denunciado por los trabajadores de varias empresas por oponerse a sus demandas:
Llegó a ponerse del lado de las patronales, como en el caso de Sanitarios Maracay, una fábrica ocupada de cerámicos donde, según afirman los trabajadores, intervino para crear un sindicato paralelo y devolverle la planta al patrón. La situación se hizo más aguda en Enero, con la pelea por Sidor.
Los Sidoristas contaron también con la oposición del gobernador chavista Rangel y fueron reprimidos por las fuerzas de seguridad; finalmente, Chávez intervino para nacionalizar la planta y dar fin al conflicto, reemplazando al Ministro Rivero (8).El nuevo ministro Hernández tuvo una postura menos intervencionista sobre los sindicatos; no obstante, fue a su vez desplazado en 2009. Desde la corriente FSBT se empezó a agitar la formación de una nueva Central Sindical, que se terminaría concretando varios años más tarde en la formación de la CBST (Confederación Bolivariana Socialista de los Trabajadores), una central estatizada que no tiene el grado de autonomía de clase que expresaba UNT. Esta última todavía sigue existiendo aunque ha perdido sindicatos que se han pasado a la nueva central. Es decir, después de un inicial momento de autonomía sindical y florecimiento incluso de las tendencias clasistas, la dirección que terminó predominando fue la estatización parcial de los sindicatos.
Como gobiernos bonapartistas, con un papel más activo que cualquier “Estado burgués” promedio en la mediación de la relación capital-trabajo, tanto el peronismo como el chavismo se caracterizaron por la extensión de derechos laborales y la seguridad social. Esto, a su vez, estuvo profundamente condicionado por las posibilidades económicas de cada gobierno. El peronismo logró una profunda expansión de la seguridad social basada sobre todo en los sindicatos, en algunas intervenciones estatales más específicas, y en la filantropía del gobierno peronista a través de la Fundación de Eva Perón. En el caso del chavismo la expansión del aparato de Seguridad Social se dio sobre todo a partir de agencias específicas conocidas como “Misiones”.
El uso del concepto de bonapartista sui generis y el análisis de estas características concretas tiene el sentido también de distinguir claramente de qué tipo de régimen político y gobierno estamos hablando. Tanto en la lectura acrítica como “poulantziana” del chavismo hay una tendencia a agrupar este gobierno, junto a gobiernos reformistas o frentepopulistas, en la etiqueta genérica de “gobierno popular”, que explica poco y nada. Esta indefinición sirve para abonar a la idea de que prácticamente cualquier deriva es posible para uno de estos gobiernos, por lo que corresponde el apoyo más o menos crítico desde adentro en la esperanza de empujarlo en la dirección correcta. En el artículo que hemos visto de Mosquera (2015), esto se presenta como equivalente a la táctica de la Tercera Internacional conocida como “Gobierno Obrero”:
“Estas experiencias abonan la tesis de que posiblemente una transición hacia el socialismo en las condiciones actuales pase por una etapa intermedia, en la que un auge de masas sea capitalizado por una dirección reformista que se imponga en un contexto de crisis de hegemonía. Esta situación puede dar lugar a un escenario donde la institucionalidad democrático-burguesa se vuelva el marco inestable donde se manifieste la radicalización política de las masas y los ascendentes enfrentamientos de clase. Estas experiencias relativizan la tesis clásica de que los gobiernos “bonapartistas” tienen indefectiblemente un rol histórico regresivo al verticalizar y neutralizar el movimiento de masas. En procesos de esta naturaleza, se hace evidente la improcedencia del vanguardismo sectario que acomete directamente contra los gobiernos reformistas, desprendiéndose del desarrollo subjetivo de los sectores populares. Se torna prioritario allí acompañar la experiencia política de las masas, participar de instancias de frentes único anti-imperialista, oponerse a los embates golpistas de las derechas y apuntalar cualquier tendencia que permita radicalizar el proceso político.
Puede encontrarse un antecedente de estas concepciones en las reflexiones de los últimos congresos de la Internacional Comunista (antes de su estalinización) frente a los gobiernos regionales de Turingia y Sajonia, y en la táctica correspondiente que se cristalizó en la consigna transicional del “gobierno obrero”. Dicha política consistía en la participación de los revolucionarios en gobiernos parlamentarios encabezados por corrientes obreras reformistas, en condiciones de fuerte crisis social y política pero donde las instituciones burguesas no habían sido destruidas. La Internacional Comunista entendía esta política como la posibilidad de establecer un gobierno “intermedio”, que facilitara el desarrollo político de los trabajadores, quebrara la resistencia de la burguesía y sedimentara las condiciones para una ruptura definitiva con el estado burgués” (Mosquera 2015).
En esta cita se ve el uso equivalente de reformismo y bonapartismo. Pero el contenido histórico de estas formas, y la política de las organizaciones revolucionarias y clasistas frente a gobiernos de este tipo, no puede ser la misma. La táctica de la Tercera Internacional de Gobierno Obrero se aplicaba a un contexto donde existían grandes partidos obreros reformistas (la Social Democracia) que generalmente controlaba las grandes centrales sindicales, a la cual los comunistas interpelaban para que formara gobiernos sin alianzas con partidos burgueses, es decir gobiernos que se nombraban como “puramente socialistas” de reformistas y revolucionarios. Estos gobiernos se veían como una vía intermedia hacia la dictadura del proletariado, en la medida que permitían fortalecer la organización extraparlamentaria del proletariado realmente existente en la época; el programa de exigencias para integrar ese tipo de gobiernos incluía demandas como la extensión de los Congresos de Consejos de Fábrica y el favorecimiento del armamento del proletariado en milicias.
Esto puede distinguirse, por ejemplo, de algunas formulaciones de Lenin en su obra El Izquierdismo. Acá Lenin plantea la necesidad de en algunas instancias, favorecer la llegada al poder de organizaciones reformistas para que las masas trabajadoras hagan su experiencia con esos gobiernos y extraigan conclusiones de la misma. Esto se daba por ejemplo en su recomendación de apoyar electoralmente al Partido Laborista de Gran Bretaña (9). Si bien el principio es el mismo (tratar de que los reformistas se separen de la burguesía y formen gobiernos puramente obreros, aunque reformistas) las expectativas y la táctica de participación de los revolucionarios es distinta en este caso. Esto distingue estas tácticas del frentepopulismo, que es una estrategia que adoptan grupos políticos de la clase obrera de una alianza con las fracciones “progresistas” de la burguesía. Como fenómeno político, se caracteriza por su ausencia de dominio del “aparato profundo” del Estado y su debilidad frente a éste. A su vez, hay gobiernos que aunque tengan un programa frentepopulista, éste no termina de desarrollarse por no lograr un apoyo decisivo de partidos burgueses, como fue el caso de la Unidad Popular chilena.
Concluyendo, el “apoyo parcial” a una dirección reformista o bonapartista es una guía muy ambigua para este tipo de experiencias porque puede significar cosas muy distintas: integrarse o no a una fuerza política de gobierno, dar un apoyo más táctico (fundado en la necesidad de que las masas hagan su experiencia con esa dirección, como en el ejemplo de Lenin y el Partido Laborista) o más estratégico, en el sentido de pensarlo como una vía posible a un proceso revolucionario (como en el caso del ejemplo de la Internacional Comunista en Alemania). La clarificación de la relación de la izquierda con el gobierno venezolano, por un lado, y con la masa de los trabajadores que lo sostiene, por el otro, exige un estudio más profundo y respuestas más directas.
Desde nuestra parte adelantamos que nuestra lectura en general ha puesto énfasis en que el apoyo a la llegada al poder de los gobiernos chavistas puede plantearse en un sentido táctico, y especialmente en un sentido anti golpista, pero no creemos que sea un “estadio intermedio” hacia la dictadura del proletariado, tal como caracterizaba a los Gobiernos Obreros la Internacional Comunista, por las limitaciones tanto del bonapartismo gubernamental como del rentismo petrolero que el mismo gestiona; por abajo, apoyamos los procesos de empoderamiento y politización de la clase trabajadora venezolana en el marco del chavismo, criticando las tendencias a la cooptación y la estatización de sus organizaciones desde una perspectiva de independencia de clase.
El factor ideológico: el planteo por el Socialismo
Uno de los aspectos fundamentales que diferencia al chavismo de otros bonapartismos sui generis de la historia de América Latina y el mundo es su planteo ideológico. Si comparamos la confusa ideología de conciliación de clases del peronismo (el justicialismo) con el planteo del chavismo, vemos que en este último se da una explícita definición a partir del socialismo, como primer dato. Desde la corriente morenista venezolana de Chirino (el PSyL), se le resta importancia a este dato, comparándolo con otros nacionalismos burgueses del mundo que se planteaban como socialistas en el discurso, sin encarar una transformación decisiva de las relaciones de producción capitalistas más allá de algunas nacionalizaciones (en particular el Nasserismo, que gobernó Egipto, y los distintos gobiernos panarabistas que se planteaban socialistas, tales como los de Siria, Irak, etc.) (10). Es decir, esta definición sería una simple mascarada para ocultar la verdadera naturaleza de clase del gobierno.
No obstante, Chávez no sólo planteó una definición genérica a favor del socialismo, sino que le dio a éste algunos contenidos más específicos. Sobre todo creemos que Chávez llegó en sus dos últimos grandes planteos políticos (el Plan Patria y el Golpe de Timón) a plantear lo que consideramos una verdadera definición estratégica de transición al socialismo: la transición paulatina al Estado Comunal a partir del impulso de las Comunas tanto desde arriba como desde abajo. Veamos algunas referencias:
“No nos llamemos a engaño: la formación socioeconómica que todavía prevalece en Venezuela es de carácter capitalista y rentista. Ciertamente, el socialismo apenas ha comenzado a implantar su propio dinamismo interno entre nosotros (…)Para avanzar hacia el socialismo, necesitamos de un poder popular capaz de desarticular las tramas de opresión, explotación y dominación que subsisten en la sociedad venezolana, capaz de configurar una nueva socialidad desde la vida cotidiana donde la fraternidad y la solidaridad corran parejas con la emergencia permanente de nuevos modos de planificar y producir la vida material de nuestro pueblo. Esto pasa por pulverizar completamente la forma de Estado burguesa que heredamos, la que aún se reproduce a través de sus viejas y nefastas prácticas, y darle continuidad a la invención de nuevas formas de gestión política” (11)
En el aspecto productivo el planteo implicaba: “Insertar nuevos esquemas productivos tendentes al socialismo que irradien en su entorno relaciones de producción e intercambio complementarias y solidarias, al tiempo que constituyan tejidos productivos de sostén de un nuevo metabolismo” (PP: 19). Al mismo tiempo, planteaba
“Desarrollar un sistema de estímulos para el fomento de las pequeñas y medianas empresas privadas”. A su vez, llamaba a la transferencia de empresas de propiedad social indirecta a los Consejos Comunales, la formación de Consejos de Trabajadores en estas empresas, y su “articulación” con los Consejos Comunales. Esto en estrecha relación con el planteo de cuál es el sujeto que ha de llevar adelante las transformaciones: “un bloque histórico democrático y popular compuesto por la clase trabajadora y sus capas profesionales, así como por los pequeños y medianos productores del campo y la ciudad.” (PP: 7); la transformación de la forma de Estado se planteaba como “la irrupción definitiva del Nuevo Estado Social y Democrático, de Derecho y de Justicia.” (PP: 9).
A su vez, en el Golpe de Timón arengaba a los ministros a cumplir con estas disposiciones de transición al Estado Comunal, planteando a su vez una diferenciación con el socialismo real estalinista (“en la Unión Soviética nunca hubo democracia, no hubo socialismo” Golpe de Timón: 18) (12).
Este planteo tiene elementos contradictorios, fundamentalmente que no está demasiado clarificado cómo se llegaría en algún momento a la pulverización del Estado burgués y su reemplazo por el Estado Comunal. Podría argumentarse que eso depende del nivel que alcance la lucha de clases y la organización política de los trabajadores; pero en nuestra interpretación, partiendo desde el gobierno, parece sobre todo interpretable como un plan que apunta a la coexistencia a largo plazo del Estado burgués con las Comunas, a las cuales se les iría transfiriendo progresivamente recursos y competencias cada vez mayores. A su vez, no termina de plantear una línea netamente clasista, sino algún tipo de convivencia con las pequeñas y medianas empresas, y la formulación de Estado Social, de manera similar al programa de Montoneros y otras organizaciones de la izquierda peronista en los 70 en Argentina (13). Otras analogías históricas que podemos encontrar incluyen la formulación de Estado Social, que se parece al concepto de Estado Libre que Marx rechazaba en su Crítica al Programa de Gotha (lo rechazaba por considerar que difuminaba el necesario carácter de clase del Estado) (14); y sobre el apoyo a órganos consejistas o de Poder Popular en el marco de la democracia burguesa, puede compararse con el planteo de los centristas de la Social Democracia alemana (Kautsky entre ellos) que planteaban la coexistencia de los consejos de trabajadores con la democracia parlamentaria en el marco de la Revolución Alemana (15), con la diferencia de que en Alemania estos consejos existían efectivamente (surgidos espontáneamente del proceso revolucionario) mientras que en Venezuela se plantea como tarea del gobierno impulsarlos; la otra diferencia es que el Centro alemán planteaba una convivencia duradera entre Consejos de Trabajadores (con funciones económicas) y democracia parlamentaria, mientras que en el programa de Chávez se proclama como objetivo de fondo, al menos de palabra, la superación del Estado burgués.
Dicho esto sobre las características generales de esta estrategia, es importante constatar que el planteo de una transición al socialismo a través de los Consejos Comunales se basa en algo real: la existencia de un movimiento de millones de personas que están participando en su construcción, así como en otras experiencias anexas de Poder Popular.
Las estructuras de Poder Popular: Consejos Comunales, Milicias, Control Obrero
Una de las debilidades fundamentales de la tesis del simple “nacionalismo burgués” para analizar Venezuela es la interpretación de la existencia de los organismos de Poder Popular y las organizaciones obreras y populares, que en general ni siquiera son considerados en la mayor parte de los análisis. La realidad es que el chavismo causó un notable cimbronazo en el mundo organizativo de la clase trabajadora y otros sectores populares de Venezuela. Este proceso estuvo permanentemente atravesado por vaivenes y tensiones entre las tendencias contrapuestas a la autonomía obrera y popular, y a la estatización y cooptación estatal de las organizaciones.
Después de una primera etapa de chavismo donde predominó un bonapartismo más directo y militar, después de los intentos de golpe fallidos de 2002 se desató un inmenso proceso de organización popular, estudiado por Modesto Guerrero (2006). Se constataban ahí varios fenómenos:
– El auge de las Misiones Sociales, que en un primer momento tuvieron una dinámica más de base, sirviendo como primer instrumento de politización de millones de venezolanos.
– El surgimiento de una nueva central obrera, la UNT, que surgió de los dirigentes sindicales en lucha contra el paro petrolero y el golpismo.
– El surgimiento de organizaciones de masas campesinas en lucha por la reforma agraria: Coordinadora Agraria Nacional Ezequiel Zamora (CANEZ) y el Frente Nacional Campesino Ezequiel Zamora.
– Múltiples colectivos de comunicación, asambleas barriales y colectivos de todo tipo.
Pero la organización de Poder Popular que ha cobrado más importancia, y que se ha planteado como puntal de la transición a un nuevo tipo de Estado en Venezuela, son los Consejos Comunales:
“podría arriesgarse que una Comuna agrupa alrededor de 120 personas promedio en cada reunión, mientras que en los Consejos Comunales la cantidad alcanzaría unos 30 activistas promedio. En cambio, a las Salas de Batalla Social, una entidad más militante, asisten más o menos unos 15 miembros regularmente (…) Se puede estimar con relativa certeza la cantidad de militantes chavistas y de pobladores que participan de esos organismos. Podrían sumar alrededor de los 2 millones 250 mil personas.” (16)
Estos datos nos permiten observar que estamos hablando de un amplísimo movimiento de masas, organizando diversas formas de auto gobierno territorial. Las mismas son de predominante extracción obrera o campesina y con una proyección de asumir la producción de distintos bienes, especialmente alimentos así como servicios locales como el transporte. Los mismos se construyen a partir de asambleas por Comuna, conformando los delegados un Consejo Comunal, que federados constituyen en algunos casos Ciudades Socialistas.
La otra experiencia relevante que analizaremos es la del Control Obrero. Desde la emblemática estatización bajo Control Obrero de Sidor, en 2008, numerosas empresas vaciadas por sus empresarios han pasado a esta modalidad de gestión. Entre 2008 y 2010 plantas azucareras, lácticas, arroceras, empresas cafeteras o de producción de “harina pan” (harina de maíz) han sido transformadas en Empresas de Producción Socialista; la empresa eléctrica CORPOELEC; Norpro de Venezuela, productora de bauxita, Materiales Siderúrgicos (Matesi), el Complejo Siderúrgico de Guayana (Comsigua), así como también las empresas de transporte de materia prima de las empresas básicas de Guayana. En este último estado se planteó una centralización del Control Obrero con la creación de la Corporación Venezolana de Guayana (CVG) que engloba 15 empresas con más de 18.000 trabajadores (17). Nos faltan elementos para hacer un balance completo de estas experiencias; en lo que refiere al aspecto productivo, ya hemos visto que la mayoría de estas empresas sobreviven por las transferencias estatales de renta. En el aspecto político, en algunas de estas experiencias se generaron fenómenos de rebeldía contra el funcionariado y momentos de mayor autonomía obrera: por ejemplo, en 2013, los obreros de la empresa de alimentos Diana protestaron contra la designación de un director que no contaba con su consentimiento, haciendo retroceder al gobierno después de un mes de lucha; procesos parecidos existieron en ese año en varias metalúrgicas de Guayana (Guerrero 2013). Se organizaron dos Congresos por el Control Obrero en 2011 y 2013; desde entonces, el movimiento parece haber decaído y perdido impulso.
En suma, para completar el planteo anterior, ¿es viable este modelo de transición al socialismo? ¿es viable que el Estado capitalista, fortaleciendo paulatinamente a las comunas, deje progresivamente de existir como tal e inaugure una transición al socialismo? Nuestra opinión es que no en las condiciones actuales, y bajo el liderazgo del gobierno venezolano. En particular en el aspecto productivo, si bien la formación de cooperativas y espacios económicos controlados por las Comunas es algo positivo para el empoderamiento de los trabajadores y la organización popular (en una mecánica de organización similar a la que adoptan muchos movimientos piqueteros que desarrollan el cooperativismo en Argentina) no es posible pensar en que puedan reemplazar progresivamente a la economía capitalista a partir de una transferencia gradual, especialmente cuando subsisten en base a la transferencia de renta. A su vez, las nacionalizaciones han sido con indemnización (es decir, no atacando los derechos de propiedad capitalista) y, como ya hemos visto, en el marco del capitalismo rentista venezolano, tienden a asumir un comportamiento escasamente diferenciado del de cualquier otra empresa. En el caso del control obrero, éste ha tendido a instalarse en empresas ineficientes o directamente quebradas en el mercado, con escasa capacidad de extenderse e inaugurar procesos de cuestionamiento en mayor escala a la propiedad capitalista. La socialización centralizada de estos experimentos dispersos es lo único que podría permitir un salto cualitativo capaz de favorecer un desarrollo de las fuerzas productivas para llevar a la superación de la dependencia exclusiva del petróleo.
Sumado a esos límites estructurales, las Comunas muestran limitaciones coyunturales, producto del escaso espacio que parece haber en las mismas para diferenciarse políticamente del gobierno siquiera en pequeña escala (sobre todo en los espacios nacionales; en varias Comunas locales es muy posible que haya más libertades), a partir del control asfixiante del PSUV.
Asimismo, tampoco aparece viable en el corto plazo un golpe de mano que pueda socializar de golpe los medios de producción. Pero hay una constatación fundamental, en la que diferimos totalmente de las organizaciones e intelectuales que sostienen la tesis del nacionalismo burgués para caracterizar al chavismo: que el movimiento del Poder Popular es un genuino movimiento de masas, de millones de trabajadores que, en el marco de sus expectativas en el gobierno, tiende a desarrollar una práctica de organización autónoma capaz de favorecer un proceso de acumulación de fuerzas de los trabajadores para la socialización de los medios de producción, que creemos que no puede suceder en el marco de la vigencia del Estado burgués. La difusión de la misma idea del Estado Comunal, más allá del soporte estratégico utópico que la sostiene (la transferencia gradual desde el Estado burgués) posibilita un enorme salto a nivel de masas de la consciencia de los trabajadores, al concretizar el modelo político que podría construir la base del socialismo. A su vez, tiene elementos regresivos, particularmente un énfasis en la descentralización que no enfatiza suficientemente la necesidad de una centralización de las fuerzas productivas de Venezuela y la expropiación de capitales significativos para poder encarar un proceso de desarrollo de las fuerzas productivas e industrialización; por otro lado, tiende a generar confianza en el Estado capitalista y el funcionariado, lo cual es un desaliento a la auto actividad de los trabajadores en tanto posible dirección política de la economía.
La participación en estos órganos, junto a los sindicatos y otros órganos de masas, y la práctica permanente del Frente Único, del que deben formar parte (como abrumadora mayoría) los millones de trabajadores movilizados bajo el chavismo, es una condición indispensable para llevar adelante una política revolucionaria en el marco venezolano. La alternativa a esto es la línea del PSyL, que se ha marginado de la participación en el Poder Popular por considerarlo una simple correa de transmisión estatal.
Las tesis que hemos llamado “acrítica” y “poulantziana” parten de plantear como inviable cualquier solución insurreccional o guerrillera al problema de poder, sea en general y en cualquier lado mientras haya instituciones democráticas vigentes, sea en la específica situación venezolana. Pero esta sentencia se puede invertir: creemos que del análisis efectuado se desprende con claridad la inviabilidad de la superación del capitalismo rentista en Venezuela sin la toma del poder político por parte de los trabajadores, por cualquier combinación de las vías insurreccional, de la huelga general revolucionaria y la lucha armada. Por supuesto, esto depende de la maduración de las crisis que sacuden a este modelo, y la visualización por parte de la clase trabajadora de una alternativa política concreta, que no se pueden decretar. Cuando esto no está puesto a la orden del día, creemos que lo que corresponde adoptar es una política de acumulación de fuerzas que haga centro en el Frente Único de los trabajadores, la participación en los órganos de Poder Popular, incluso en aquellos más fuertemente estatizados, y el impulso al Control Obrero, sin ilusiones en que pueda resolver sus problemas económicos en el marco de la vigencia del capitalismo, sino considerándolo como una escuela de organización y militancia para la clase trabajadora.
En lo que respecta a la postura frente al gobierno, a nuestro juicio se justificaba desde la izquierda un apoyo táctico a las candidaturas del chavismo hasta las últimas elecciones de 2012/2013. Una candidatura que se presentaba con un programa de transición al socialismo, por más que fuera utópico, y con el apoyo masivo de los activistas de los órganos de Poder Popular y los sindicatos, justificaba la conclusión de que el activo de la población trabajadora capaz de apoyar un programa socialista aún no había concluido su experiencia con este gobierno; por otro lado, era un interrogante real cómo el nuevo gobierno, primero de Chávez y después de Maduro, iban a enfrentar la situación de crisis económica. Los hechos posteriores nos parece que demuestran una tendencia al agotamiento del modelo bonapartista venezolano, así como una respuesta regresiva del gobierno y su partido que obligan a sacar conclusiones y generan un nuevo campo para la acción política independiente, aunque en condiciones muy difíciles.
La transición de Chávez a Maduro
La muerte de Chávez le ofreció a la derecha la ilusión de poder superar electoralmente al chavismo; esta derecha, a pesar de que no ha obtenido victorias electorales significativas, tiene un peso electoral no despreciable, incluso en amplias capas de trabajadorxs. La derrota final ante Maduro abrió un proceso de agitación callejera violenta bastante masiva, expresada en su forma más cruda en las guarimbas (barricadas) de las ciudades, el asesinato de militantes chavistas así como de Guardias Nacionales y otros miembros del aparato represivo del Estado.
El gobierno respondió a esta crisis con algo de represión, y con una serie de mesas de diálogo donde se sentaba con los representantes políticos de la derecha. Todo esto enmarcado en un discurso pacifista y cristiano. A partir de esto, el gobierno contribuyó el mismo a difundir la imagen de una oposición moderada y pacífica, opuesta a la oposición violenta y golpista. Esto soslayaba la interdependencia de las tácticas violenta y pacífica por parte de la oposición derechista: los supuestos opositores pacíficos aprovechaban los disturbios para extraerle concesiones al gobierno, y no se distinguían de “los violentos” más que por condenas públicas formales sin ninguna consecuencia.
Este intento de conciliación se daba en el marco de una gravísima situación económica:
“una economía local atrapada en una altísima inflación que sobrepasa el 30%, la más alta del continente, un déficit presupuestario que mina la capacidad de ahorro estatal, una caída del 11% en los niveles de la reserva internacional, un creciente endeudamiento que pasó de los 40 mil millones a los 110 mil millones de dólares, además de las devaluaciones recurrentes, sin olvidar las consabidas conspiraciones comerciales de la burguesía venezolana. No hay salida estructural a este lío económico sin un Estado superior al actual.” (Modesto Guerrero 2013)
Esto agrava el malhumor social de los trabajadores y amplía la audiencia de la derecha incluso en estos sectores. En este marco, el crecimiento del desabastecimiento ha sido interpretado por el gobierno como “La Guerra Económica”, es decir, como principalmente una estrategia de la burguesía para desestabilizar la situación económica. Sin dudas hay estrategias de la burguesía para golpear al gobierno (como ocurrió durante los paros patronales al gobierno de la Unidad Popular en Chile) pero el problema de este análisis es que no toma en cuenta los condicionantes económicos de la actitud de la burguesía, que tiende a no vender o canalizar por el mercado negro sus productos debido a la disparidad cambiaria; es muy difícil que esto pueda ser combatido por medio de la represión, más cuando el propio Estado participa del problema mediante una administración de divisas que prioriza las necesidades de los grupos empresarios, con funcionarios corruptos que participan del negocio:
“Un complejo sistema de divisas ha provocado complejas estratagemas de los importadores, que inflan desmesuradamente el valor de las mercancías traídas al país para recibir dólares a tasas de cambio bajísimas. En ocasiones falsean los envíos y no importan nada. Después se embolsan los dólares que les proporciona el gobierno, o venden una parte con ganancias gigantescas en el mercado negro. De esta manera se han drenado miles de millones de dólares de la tesorería venezolana” (18)
Asimismo, la muerte de Chávez generó una serie de redefiniciones del gobierno que muestran su dificultad para sostener la alianza social que le daba sustento. Lejos de las interpretaciones que, o relativizan los cambios bajo Maduro, o se lo atribuyen sentimentalmente a la falta del liderazgo histórico, nosotros interpretamos este cambio de liderazgo en el marco de las características del particular bonapartismo sui generis venezolano. Si Chávez tenía la capacidad de girar a la izquierda en coyunturas críticas de la lucha de clases venezolana (como sus posiciones ante los conflictos por el control obrero entre 2006-2008 o sus últimas definiciones políticas en el Golpe de Timón), la desaparición de su liderazgo junto al agotamiento económico del modelo han sacado a luz las verdaderas relaciones de fuerza al interior del gobierno, donde cada vez afirman más su peso los sectores boliburgueses y burocráticos. Estos han tomado una política de conciliación parcial con la derecha en el “guarimbazo” (más allá de sus ataques verbales), a la vez que adquieren una creciente histeria hacia el interior de las fuerzas chavistas para intentar acallar críticas y disciplinar voces disidentes internas. Nombraremos sólo algunos ejemplos de esta evolución, principalmente porque han sido poco difundidos en toda América Latina, y porque creemos que sólo al analizarlos en su conjunto, podemos interpretar en todo su alcance qué significa el nuevo momento político; podemos ver una exacerbación de la intolerancia hacia la disidencia interna por parte del gobierno, así como un recostamiento cada vez más acentuado en parte del aparato militar y un intento de resolver los problemas económicos mediante la represión (sea a la “Guerra Económica” de la burguesía o a distintos disturbios provocados por el deterioro económico):
1) La salida de dos ministros clave del gobierno, el Ministro de Economía Giordani y el ex Ministro a cargo de Educación Superior, Ciencia y Tecnología, y ocupante de muchos otros cargos Héctor Navarro. Giordani se fue denunciando a Maduro: “por realizar gastos dispendiosos (…), otorgar divisas y contratos por compromiso, permitir la injerencia de un equipo de franceses en las decisiones y no hacer nada para desmontar la maquinaria corrupta y desgastada del poder político”. La salida del ministro del gobierno se interpretó como una señal de confianza hacia los inversores privados desde consultoras ligadas al capital financiero yanqui (19)
2) El caso del Coronel chavista José Martín Raga, a cargo del Núcleo de Desarrollo Endógeno Bejarano, que producía alimentos en tierras estatales. Desde una perspectiva que no cuestionaba lo central del proyecto de Maduro, declarándose favorable por ejemplo a una mayor coordinación con la empresa privada, el militar denunció que se favorecía la importación de alimentos antes que la producción local: “Comprando los alimentos afuera sin incentivar la producción nacional solo beneficia al funcionario corrupto que hace el negocio”. A su vez, denunció que los propios militares son parte de la llamada Guerra Económica, al favorecer el contrabando a Colombia. Denunciaba el manejo de los casos de corrupción: “¿qué es lo que hacemos aquí? la gran rotación: si un carajo lo está haciendo mal o se está robando unos reales, lo sacan disimuladamente y lo mandan de agregado militar o de embajador para tal parte, o lo meten como candidato a la Asamblea o a una gobernación.” (20). Después de realizar estas críticas, el 19 de Agosto de este año se denunció en Aporrea que el coronel había sido detenido por las declaraciones anteriores, que originalmente habían sido vertidas en una entrevista con Newsweek (21); dos días más tarde fue liberado pero destituido de su cargo (22).
3) El conductor Mario Silva, del programa político “La Hojilla” en el canal estatal venezolano, realizó fuertes denuncias de corrupción en una conversación con un oficial de inteligencia venezolano, particularmente contra el Presidente de la Asamblea Nacional Diosdado Cabello, en mayo del 2013; la grabación se filtró e hizo pública, lo que provocó que el programa fuera suspendido del aire, aunque el propio Mario Silva se defendiera diciendo que el audio era falso y una operación mediática. El programa volvió al aire en febrero del 2015, con el periodista declarando su lealtad para con el gobierno de Maduro, “rodilla en tierra” (23). Paradójicamente, como veremos más abajo, el propio Mario Silva es ahora una de las principales armas del gobierno para atacar a los sectores críticos a la interna del chavismo.
4) Ante la decisión de Marea Socialista de presentar candidatos por fuera del PSUV en las próximas elecciones en algunas regiones, han denunciado que las autoridades electorales no permitieron la inscripción del nombre de su partido para que puedan presentarse por fuera del PSUV (24). En este momento presentan candidatos bajo la personería de otros partidos que se la ceden.
En este marco, el discurso del PSUV contra la corrupción, que apela a la “educación revolucionaria” y la transformación de la consciencia de los funcionarios para superar el problema, aparece como una mera cobertura verbal de la corrupción realmente existente en el gobierno; en varios casos, quienes han hecho denuncias han sido perseguidos.
A su vez los problemas económicos han generado graves problemas sociales.
En Guayana se produjeron una serie de saqueos, iniciados por la indignación de un grupo de pasajeros que iban a subir a un colectivo cuando el chofer de un colectivo de origen chino Yutong (parte de la Misión Transporte) quiso cobrar lo que le dio la gana. De ahí en adelante se saqueó un súper chino, acusado de acaparador, y varios comercios hasta que la policía pudo controlar la situación. La organización Marea Socialista denunció al gobierno, que planteó que los saqueos eran producto de la actividad de paramilitares:
“Aquí no hay hambre” dice cínicamente el Gobernador de Bolívar. “Vamos a enviar la OLP para combatir a los paramilitares y a los infiltrados” agrega el Presidente Maduro. Ni una palabra de cómo resolver el calvario diario de miles de familias Guayanesas (…)Es decir, hay un clima de malestar y desesperación en el que no se ve la acción del gobierno para normalizar la situación (…) Quien hace mercado no consigue los alimentos, quien va a su trabajo no consigue transporte, a lo que se suma la inseguridad, el matraqueo que se sufre permanentemente por cualquier funcionario, desde un fiscal de tránsito, pasando por la policía, sea municipal o estadal hasta un guardia nacional. (Marea Socialista Guayana 2015).
El conductor Mario Silva atacó en televisión a Nicmer Evans, politólogo y dirigente de Marea Socialista, usando el mote de “contrarrevolucionario” por una serie de declaraciones en internet sobre estos saqueos, que reflejaban la postura del documento que hemos citado (25).
Otro de los graves problemas sociales desatados en estos últimos meses es el problema fronterizo con Colombia. En esta situación el gobierno ha militarizado la frontera y expulsado a numerosos residentes colombianos bajo la acusación de estar asociados a las organizaciones paramilitares y al narcotráfico. Organizaciones plenamente identificadas con el chavismo, como la sección venezolana del partido colombiano Marcha Patriótica, han alertado contra los fenómenos de xenofobia y represión que han surgido asociados a estas medidas de control fronterizo (26).
El problema cambiario y las perspectivas económicas
En los dos últimos años el problema cambiario ha pasado a primer plano en Venezuela. En 2014, el gobierno devaluó la moneda oficial en dos bandas: una tasa preferencial de 6,30 bolívares por dólar, que regirá a los elementos prioritarios (salud, alimentación e insumos para la producción en 11 áreas); y la tasa variable SICAD (ahora en 11,36 Bs. por Dólar) que servirá para comprar todo lo demás: artefactos de computación, turismo, compra de boletos aéreos etc. (27). A diferencia de Argentina, donde la devaluación es pedida cada tanto tiempo por grupos de empresarios interesados en desalentar las importaciones y mejorar la competitividad exportadora de algunos sectores, en Venezuela la medida no fue acompañada por el empresariado, que se beneficia de la disparidad cambiaria y no obtiene mayores beneficios de la disminución de costos laborales, dado que no exportan.
Esta devaluación estuvo lejos de resolver los problemas; por el contrario, la situación de crisis se ha agudizado enormemente en los últimos meses. Al tradicional déficit de divisas causado por el carácter poco competitivo del empresariado venezolano se le suma la caída del precio del petróleo (un 60% en 2015), que hace todavía más escasos los dólares y los bienes importados. Esto a su vez ha disparado el precio del dólar paralelo, probando totalmente falsa la idea de que la devaluación iba a permitir equiparar el valor del dólar paralelo con el oficial. En la actualidad, el dólar paralelo ha aumentado cerca de un 400%, ubicándose en 76 bolívares; en la situación de escasez, y en una situación donde hay expectativas de devaluación o default, genera una tendencia al aumento aún mayor de los precios internos, que tienden a fijarse cada vez más por el dólar paralelo (28). Es de esperarse un brutal aumento de precios para los próximos meses. Así la perspectiva económica inmediata es catastrófica:
“la situación de próximos vencimientos de bonos de la deuda este año (alrededor de 5 mil millones de dólares) y el año próximo (aproximadamente 20 mil millones de dólares), hace que para el 2016 el default sea un escenario bastante probable. Ante esa perspectiva las medias tintas, caminos moderados, soluciones salomónicas y demás brebajes muestran su esterilidad. La catástrofe económica actual no tiene precedentes en la historia del país (…) Si recordamos nuestra gravísima crisis de 1989, vemos que el estallido social (el 27F) se prende por un aumento de la gasolina de 100 %. El aumento de la gasolina que se plantea en la actualidad es de 3500 %” (Sutherland 2015)
Tal como explica Sutherland, lo que está en juego es quién pagará el costo de este ajuste, lo que refleja la creciente inviabilidad del compromiso de clases que sustenta al bonapartismo bolivariano. A su vez, el economista plantea lo absurdo del discurso de Guerra Económica, que plantea que los aumentos de precios y el desabastecimiento son una conspiración; en realidad la burguesía no gobierna la crisis, se ha beneficiado enormemente de la disparidad cambiaria y los desajustes del sistema, pero en este momento la crisis es tal que amenaza con quebrar incluso a numerosos grupos empresarios. Esto agudiza el conflicto de clases y las presiones contrapuestas a las que está sometido el gobierno:
“lo que está en juego es hacia donde apuntarían dichos ajustes. Es decir, si el acomodo de la economía va en contra de la clase capitalista (expropiaciones de las grandes empresas, cesación de pago de deuda externa e interna, estatización de la banca y del comercio exterior, etc.) o si va contra la clase obrera (dolarización, ultra devaluación, despedidos masivos, reducciones de pensiones y salarios, privatizaciones masivas, represión policial-militar, etc.)” (Sutherland 2015).
Uno de los debates importantes impulsados por Sutherland y varios grupos políticos con respecto a este problema es la de completar la estatización del comercio exterior generando una agencia estatal única de importaciones, que viene siendo impulsada hace tiempo. La idea consistía en generar una Central Estatal Única de Importaciones, que centralizara las mismas y permitir auditorías electrónicas en tiempo real para combatir el fraude de divisas; Maduro terminó creando una agencia de importación pero que no estatizaba la totalidad de las mismas (Sutherland 2014).
Esta propuesta también tiene como objetivo combatir el discurso de la derecha en Venezuela, que al igual que la derecha de Macri en Argentina, se agarra de las pequeñas restricciones en la venta de divisas para consumidores (que en Venezuela son alrededor del 10% de las compras) para decir que el desabastecimiento surge de las restricciones en la venta de divisas. ¡Es exactamente al revés! El régimen totalmente liberal de venta de divisas a las empresas privadas, las cuales usan los dólares de la única manera “lógica” desde un punto de vista capitalista (es decir, para hacer fraude, enriquecerse con las diferencias en la venta de divisas, etc., todo menos una inversión productiva riesgosa que no le traería mayores beneficios en condiciones de la baja productividad ) es lo que lleva a la escasez.
Creemos que esta propuesta es muy virtuosa. No obstante, Juan Kornblihtt ha subrayado que esta propuesta de estatización del comercio exterior tiene una debilidad:
“Si se estatiza el comercio exterior pero no se avanzase en el control de hacia quién va dirigida las mercancías compradas y la renta de la tierra que se apropie a través de ella, el problema volvería a expresarse. Aunque ahora como una “guerra” dentro del propio estado. Si la renta continúa su contracción, el propio Estado se volverá incapaz de sostener al comercio como mecanismo de transferencia de renta por lo que o deberá subir los precios o dejará de importarlos. Reproducirá así los efectos de la especulación y el desabastecimiento pero ahora en manos del propio Estado” (Kornblihtt 2015: 19-20)
Es necesario por tanto que la clase obrera se plantee la centralización de las fuerzas productivas, para no despilfarrar renta en emprendimientos productivos individuales con poca viabilidad (que no obstante, en el caso del control obrero y las cooperativas, debemos defender como soluciones transitorias y escuelas de gestión). A su vez, debe avanzar en determinar en qué áreas de la producción y con qué tecnologías se puede avanzar sin despilfarrar renta. En este sentido, es la clase obrera quien tiene que empezar a ocuparse del problema de la producción, porque no existe ningún sector de la burguesía capaz de escapar del ciclo especulativo que deviene del capitalismo rentista venezolano. Por otro lado, tampoco creemos posible encontrar algún supuesto sector inversor extranjero capaz de ser “controlado” para evitar que fugue divisas, sin medidas radicales como la nacionalización del comercio y la banca.
En relación a los sectores de izquierda que podrían impulsar una salida de este tipo, Sutherland manifiesta una opinión pesimista:
“Lamentablemente la izquierda marxista es diminuta y tiene todas las de perder ante la yunta que forman la derecha tradicional y el reformismo progresista bien acomodado burocráticamente, que se hace la vista gorda ante la crisis (negándola o hundiéndose en el delirio de la guerra económica/conspiración mundial). La miseria de lo “posible” empuja al país al plan de ajuste estructural más drástico en la historia económica contemporánea. Los rastreros y viles acuerdos firmados por el “progresista” Tsipras, serían una comiquita con lo que se nos puede venir encima” (Sutherland 2015).
Si bien no se puede afirmar todavía en forma tajante, los datos que hemos mostrado nos muestran una quiebra del bonapartismo venezolano, ante la cual el gobierno ha acentuado sus caracteres burocráticos, y, si bien todavía no está garantizado, bien podría terminar siendo el aplicador de un fuerte plan de ajuste contra la clase obrera. En este marco, creemos que se le plantea como necesidad a la izquierda crítica distanciarse del Partido de gobierno y empezar a desarrollar una alternativa independiente; de lo contrario, bien podría ser arrastrada a la quiebra junto con el gobierno. Las principales organizaciones que participan del proceso de forma crítica lo han entendido así, con distintos matices que pasamos a analizar.
El mundo de la izquierda en Venezuela
Tratamos de pasar revista en esta sección a algunas de las principales organizaciones políticas de la izquierda venezolana. Nos limita cierto desconocimiento provocado por la distancia.
El salto fundamental hacia la organización política del chavismo como corriente se dio con la fundación del PSUV, con una fuerte presión hacia el conjunto de las organizaciones que apoyaban el proceso para fundirse al interior del partido. Este partido sumó masivamente millones de afiliados, planteándose como un “Partido-Movimiento”. Las críticas al PSUV por su carácter burocrático, la elección desde arriba de los candidatos, y la falta de instancias de debate serios al interior del partido, han sido una crítica constante de las corrientes críticas del chavismo. A su vez, lo que se pensó como una posible superación de los problemas del PSUV y un giro a la izquierda en la conducción política del chavismo, la creación del Gran Polo Patriótico, que integraba nuevas organizaciones y movimientos sociales en un frente electoral y político, no ha cambiado gran cosa, dada la dominación del PSUV.
Uno de los ámbitos donde más ha crecido la organización popular es en el mundo de los llamados “movimientos sociales”, cuyo representante quizás más significativo es la Corriente Bolívar y Zamora. Este movimiento se caracteriza por formulaciones algo más radicales de la política chavista y un énfasis en el aspecto “desde abajo” de su dinámica; no obstante, al canalizar su política electoral a través de las herramientas electorales del PSUV y el GPP ha renunciado a contribuir a la constitución de cualquier alternativa al liderazgo normal del chavismo, quedando confinada (junto al resto de los movimientos que adopta este formato de organización) a un rol político testimonial.
Por el lado del Partido Socialismo y Libertad (PSyL), ha mantenido una postura de firme oposición al chavismo; a su vez, ha manifestado en su política numerosos aspectos que podemos interpretar como concesiones a la política de la derecha o a las reivindicaciones de las distintas movilizaciones antichavistas producidas en Venezuela en los últimos años. Por ejemplo, ante las movilizaciones de la derecha en 2013, el partido expresó su apoyo al recuento de votos (medida exigida por la derecha) como un “derecho democrático” que serviría para “aislar” a los sectores más extremistas de la MUD. En 2014, ante nuevas guarimbas, puso fuerte énfasis en denunciar la represión de las fuerzas de seguridad (calificando de sectarios, a los participantes del Encuentro Sindical y Popular que habían planteado la necesidad de denunciar en primer lugar la violencia de la derecha fascista), difundió un informe que calificaba a las protestas de mayormente pacíficas, etc. Ante el reciente encarcelamiento de Leopoldo López, optó por denunciar el proceso judicial, ¡a pesar de reconocer que el mismo había participado del golpe del 2002 y el paro petrolero!, con el argumento de que se lo acusaba en este caso por otra cosa, y que cualquier restricción de las libertades democráticas podría volverse en contra de los trabajadores. Esta postura tenía un correlato electoral de tratar de sostener una candidatura independiente del chavismo, negando cualquier posibilidad de apoyo táctico a sus candidaturas, obteniendo un resultado muy magro en las elecciones de 2012 con la candidatura presidencial de Orlando Chirinos (4.103 votos, un 0,02%) (29). Más allá de esta postura ambigua, es justo reconocer que el partido ha mantenido una presencia sindical importante (especialmente en el sindicato de Petroleros); el partido ha sufrido el asesinato de alguno de sus militantes sindicales en hechos pocos claros con sospecha de involucramiento de mafias sindicales con cobertura policial (30). En este momento ha realizado alianzas electorales con candidatos de Marea Socialista en algunos distritos.
En cuanto a Marea Socialista, organización surgida en 2007 a partir de una ruptura con el sector de Chirino de la CCURA para sumarse a la construcción del PSUV, este año ha terminado por plantear la imposibilidad de hacer una política diferenciada en el marco del PSUV; en ese marco, ha lanzado un “Proceso Constituyente” de debate interno, sumando distintos sectores de sindicalistas y comuneros, para rearmar la organización hacia la nueva coyuntura.
En referencia al gobierno venezolano, la organización hace un análisis parecido al que hemos expresado acá sobre su asunción cada vez mayor de caracteres burocráticos. Mencionan como principales ejemplos de esto la suspensión de la personería electoral de su propia organización, así como la suspensión de elecciones sindicales en Sidor, casos de persecución, donde mencionan como un caso extremo la desaparición de Alcedo Mora, funcionario de la secretaría de la gobernación del Estado Mérida, en el momento que estaba por instalar una denuncia por corrupción en PDVSA (31).
En el aspecto económico la organización, si bien critica la gestión del gobierno, no termina de despegarse de la caracterización de “Guerra Económica”. Así, en un documento titulado “5 Propuestas para enfrentar la crisis” (32), caracterizaba al desabastecimiento como una conspiración, proponiendo instancias de control desde el Poder Popular y los sindicatos para combatirlo. En una entrevista reciente, uno de sus referentes precisaba diciendo que la Guerra Económica existe, pero no sólo por fuera del gobierno, sino también dentro del Estado, impulsada por sectores del funcionariado. La crítica a la gestión del gobierno, no obstante, proponía un plan alternativo que incluía algunos puntos que nos parecen complicados: por ejemplo, llamaba a reforzar la pequeña y mediana empresa y planteaba que podía haber inversiones extranjeras que sirvieran para fomentar la producción (33). Esta política (que se podría comparar con una NEP) podría tener algún asidero en un marco donde ya hubiera un nuevo Estado obrero, y estos sectores económicos pudieran ser coaccionados y limitados; en el contexto venezolano actual, siembra expectativas en el empresariado que consideramos erradas, puesto que ninguna empresa puede escapar a los condicionamientos que inducen la fuga de capitales y las crisis de divisas; a su vez, fomentar la pequeña y mediana empresa, contribuye, como ya hemos caracterizado, a la dispersión de renta y su malgasto. No obstante estos debates, seguramente esta organización será parte necesaria de un reagrupamiento revolucionario.
Por otro lado, hemos analizado algunos escritos de la Organización Política Bravo Sur. La organización tiene referencias ideológicas en Lenin y Guevara. Se plantean como parte del proceso de politización y auge de masas bolivariano, a la vez que mantienen una postura crítica del gobierno. Ante las recientes crisis planteaban una propuesta para enfrentarla que creemos contiene muchos elementos de lo que hemos enunciado como elementos centrales de una estrategia que priorice el Frente Único y la participación en órganos del Poder Popular como puntos centrales. A su vez, la misma también recoge parte del planteo de Kornblihtt de plantear cuál es el área de la economía que debe priorizarse en el desarrollo:
“Propuestas para enfrentar la ofensiva fascista y guerra económica:
1 Desarrollo del fondo nacional de socialización. Un fondo de inversión que esté conformado por los aportes de diferentes organizaciones productivas campesinas, sindicatos, cooperativas, consejos y empresas comunales. Una instancia de verdadera autonomía frente al Estado (…)
2 Conformación de los comités de defensa. Una propuesta organizativa sencilla, que consta de equipos para la acción política en las diferentes zonas. Los diferentes consejos comunales se pueden encontrar allí, militantes de diferentes partidos, organizaciones, sindicatos, colectivos. Es un espacio de unidad, simple y sencillo, entre otras cosas con la misión de construir la defensa territorial en contra de las guarimbas y los enemigos del pueblo. Cada comité de defensa decide su dinámica, su método de trabajo, sus líderes, sus mecanismos de decisión, es decir, será de carácter amplio y aspirará a encarnar los inicios de la unidad revolucionaria y popular.
3 Discusión y movilización para la construcción de un Estado Comunal. Aunque en el marco del capital ésta es una tarea prácticamente irrealizable, si es posible la organización del pueblo en asambleas populares y otras formas de participación que vayan rebelándose en contra de la lógica institucional burguesa.
4. Planteamos la petroquímica como área principal de desarrollo de la producción en Venezuela (…).
5. El control obrero debe estar presente en cada experiencia productiva que se proponga el Estado (…).
Somos parte del Proceso Bolivariano porque sigue representando un avance del pueblo y como parte de él es que hacemos todas estas propuestas, no sólo para el gobierno sino más allá, para que las empiece a implantar el propio pueblo, con independencia de clase. Nuestra tarea es la de acumular fuerzas para la clase proletaria y construir esas experiencias productivas, organizativas y políticas que poco a poco se rebelan en contra del gran capital “(34).
En síntesis, el análisis de lo que hay muestra también lo que no existe en Venezuela: una organización política con influencia de masas capaz de direccionar una salida a la situación. Habrá que ver por dónde avanzan las organizaciones y sus procesos de confluencia para ver si una alternativa logra tomar cuerpo.
Conclusiones para los debates en Argentina
1) Nuestra primera conclusión es que el chavismo, como forma política particular surgida de la interpretación de las consecuencias del Caracazo por sectores nacionalistas de izquierda dentro del ejército, tuvo una gestación bastante excepcional y de difícil repetición. Un bonapartismo fuerte le permitió a este gobierno realizar reformas profundas en la distribución de la renta que afectaron los intereses de la burguesía y generaron una fuerte confrontación política con la misma; al mismo tiempo, la misma fuerza de ese bonapartismo ha operado como fuerza notablemente estatizante, que convive con una intensa movilización de masas, intentando domesticarla. De ahí el carácter extremadamente contradictorio del chavismo, y las dificultades para posicionarse que genera. En general, nos sentimos cercanos de las fuerzas que, planteándose dentro del “proceso bolivariano”, han buscado mantener una política de crítica al gobierno e independencia de clase.
2) La segunda conclusión es que en la situación actual, ante el agotamiento económico del chavismo y la gestión del mismo por parte del gobierno de Maduro, vemos una fuerte evidencia de que no se trata de un liderazgo histórico con capacidad de conducir a una transición al socialismo. El planteo de transición al Estado Comunal, sin embargo, deja un piso histórico en la consciencia de masas que puede ser aprovechado por organizaciones revolucionarias para desarrollar una estrategia de acumulación de fuerzas en vista a un cambio revolucionario. Al mismo tiempo, este debate ha implicado una gran revalorización de la discusión sobre las formas consejistas de organización, a la que nuestra organización da una singular importancia en la perspectiva de impulsar un proyecto de Socialismo desde Abajo. A su vez, creemos que la experiencia muestra también la inviabilidad de una perspectiva de coexistencia duradera entre el consejismo y el parlamentarismo en la medida que se piense a la organización del Poder Consejista como un instrumento para la transición al socialismo. Hasta ahora las Comunas han podido coexistir con el Estado burgués en Venezuela porque no han llegado a constituir auténticos órganos de poder capaz de reemplazarlo; una posibilidad de transición al socialismo en el marco de la coexistencia de ambos tipos de instituciones nos parece desmentida por los acontecimientos recientes que hemos analizado.
3) La tercera conclusión es sobre las corrientes que han hecho la experiencia de participar desde el interior del PSUV en el proceso venezolano; es decir, que han optado por la vieja táctica del entrismo. En nuestra reflexión sobre esto tratamos de evitar definiciones apriorísticas y dogmáticas, prefiriendo hacer nuestro análisis a la luz de la experiencia: no nos oponemos en sí a la táctica del entrismo. La principal corriente que hizo esta experiencia fue Marea Socialista. Si comparamos con otras experiencias de entrismo actuales (tales como las de las corrientes de izquierda en Podemos y Syriza) en el caso de Marea Socialista parece haber perdido menos capacidad de crítica a su propia fuerza que en el caso de estas izquierdas, que no dejaron una y otra vez de asegurar el carácter verdaderamente anticapitalista o transformador de sus fuerzas hasta la capitulación vergonzosa del gobierno de Syriza, en el caso griego; y lo sigue haciendo en el caso de Anticapitalistas de España, en el marco de una fuerte derechización de Podemos que lo ha llevado a tener una posición fuertemente conservadora contra el proceso independentista en Cataluña e incorporar a un general involucrado con la intervención española en la Guerra de Irak. Al mismo tiempo que tuvo una posición más crítica que estas alas izquierdas, Marea Socialista tuvo poca capacidad de influir desde adentro en la política del PSUV, y ha terminado saliéndose (bastante más a tiempo que en los otros ejemplos nombrados) de dicho partido para poder seguir desarrollando su política. Así, el beneficio de haber hecho entrismo puede haber sido ganar una mayor audiencia, o acrecentar la influencia de la organización, pero difícilmente pueda plantearse como una estrategia realista para cambiar el signo o la orientación general de fuerzas como el PSUV.
Esto se relaciona con el debate sobre estrategias de reagrupamiento en la izquierda argentina. El balance de estas experiencias nos lleva a la conclusión de que en la situación internacional actual, con fuertes presiones hacia el reformismo y la socialdemocratización de las nuevas experiencias políticas, nosotros optamos por el momento en Argentina por la vía de priorizar reagrupamientos basados en la confluencia anticapitalista y el criterio de independencia de clase, antes que intentar replicar en condiciones muy distintas experiencias de partidos amplios. En este sentido, para nosotros el apoyo a la construcción de un polo de Nueva Izquierda Anticapitalista que ingrese al FIT tiene el sentido estratégico de generar un reagrupamiento con una perspectiva de independencia de clase.
4) En cuanto a las vías de acceso al poder, no acordamos con la conclusión de que haya surgido una nueva hipótesis de acceso al poder basada en la combinación de acceso al gobierno del Estado burgués combinado con la formación de órganos de poder “por abajo”, fundamentalmente porque hemos analizado como inviable este modelo de transición en el caso de Venezuela. La riqueza de esta experiencia consiste en complejizar todas las discusiones de táctica para una fuerza revolucionaria, que seguramente tendrá que moverse en experiencias de transformación similares en el futuro que exijan posicionamientos tácticos complejos, evitando el sectarismo y la adaptación. Pero no creemos que habilite a rechazar sin más las vías insurreccional, guerrillera, o de huelga general revolucionaria como hipótesis de acceso al poder, que seguimos pensando como armas absolutamente necesarias para pensar el contorno de los procesos revolucionarios del futuro.
Manuel Quiroga
Organización Política La Caldera
(1) El abordaje de una comparación entre la experiencia venezolana y los procesos de Bolivia y Ecuador (indistintamente apoyados por esta lectura “acrítica”) es algo muy importante que no desarrollamos en este artículo por falta de espacio; pretendemos tomarlo en próximos artículos.
(2) http://www.democraciasocialista.org/?p=3389 y http://www.democraciasocialista.org/?p=2832
(3) Ver “Introducción a nuestras bases estratégicas” por Democracia Socialista: http://www.democraciasocialista.org/wp-content/uploads/2015/04/Introducci%C3%B3n.pdf
(4) Juan Kornblihtt, 2015 “Los límites de la mediación del Estado en la apropiación de la renta petrolera en Venezuela durante el chavismo”, para el volumen Chavismo por argentinos. En adelante citamos Kornblihtt (2015).
(5) Cabe aclarar que el autor por sus referencias teóricas plantea que esto es únicamente debido a la transferencia de renta, dado que no adhiere a la teoría clásica del imperialismo. En nuestra opinión, la existencia de un mercado dominado por conglomerados extranjeros de alta concentración, posición dominante y acceso privilegiado a los mercados y el financiamiento, generan una tendencia aún mayor a la importación y condicionan permanentemente el uso productivo de las divisas, debiendo verse estas inversiones de baja productividad como parte de una estrategia internacional de estos conglomerados, que valorizan así sus inversiones pasadas y tienden a sacar sus divisas del país ante coyunturas adversas, de manera similar a como ha sido estudiado para Argentina por Gustavo Burachik, en su artículo El Mito De La “Restricción Externa” Como Causa De Las Crisis Argentinas, Revista Hic Rhodus, Número 4, 2013. No obstante, esto no quita el peso determinante de la renta en Venezuela, donde a diferencia de Argentina hay prácticamente un único producto de exportación, el petróleo, así como un menor desarrollo industrial.
(6) Leon Trotsky, “La industria nacionalizada y la administración obrera”, http://www.ceip.org.ar/La-industria-nacionalizada-y-la-administracion-obrera-1
(7) Modesto Guerrero, 2006, http://www.herramienta.com.ar/revista-herramienta-n-33/constitucion-dinamica-y-desafios-de-las-vanguardias-en-la-revolucion-boliva
(8) http://www.rebelion.org/noticia.php?id=67307
(9) Lenin, “La enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo”: 89-95.
(10) Ver http://laclase.info/teoria/el-chavismo-un-regimen-bonapartista-sui-generis
(11) Programa de la Patria: 3, http://blog.chavez.org.ve/Programa-Patria-2013-2019.pdf En adelante citamos PP.
(12) Golpe de Timón, Discurso de Chávez ante el Consejo de Ministros, http://www.cvg.com/sites/default/files/files/GOLPE-DE-TIMON-23-10-12-Web.pdf
(13) Ver la siguiente cita de un documento de Montoneros de 1973 referido a las tareas que ellos interpretaban debían llevar adelante los gobierno de Cámpora y Perón de acuerdo al programa del FREJULI: “controlar la economía, expulsar a los monopolios, disolver los compromisos contraídos con el imperialismo a espaldas del pueblo, frenar la sangría de recursos que se vuelca al exterior, expropiar a la oligarquía industrial y ganadera, regular la participación de la mediana empresa en el desarrollo nacional, proteger al pequeño productor, eran las tareas inmediatas del Estado Popular”. Esta alianza con la pequeña y mediana empresa se conceptualizaba como un medio: “para nosotros la Comunidad Organizada, la alianza de clases, es un proceso de transición al socialismo”, citas en Julieta Pacheco, 2014, Acerca del programa de la organización Montoneros: ¿reformistas o revolucionarios?.
(14) https://www.marxists.org/espanol/m-e/1870s/gotha/gotha.htm
(15) Ver la crítica de Lenin a estas posiciones: https://www.marxists.org/archive/lenin/works/1919/may/28.htm
(16) Modesto Guerrero, 2013, “El Poder Popular después de Chávez”: http://www.herramienta.com.ar/content/el-poder-popular-despues-de-chavez En adelante citamos Modesto Guerrero (2013).
(17) http://www.rebelion.org/noticia.php?id=109258
(18) http://www.aporrea.org/actualidad/a216067.html
(19) Modesto Guerrero, 2014, “Venezuela. El reemplazo de dos destacados ministros”: http://www.herramienta.com.ar/content/venezuela-el-reemplazo-de-dos-destacados-ministros
(21) http://www.aporrea.org/contraloria/n276070.html
(23) http://notihoy.com/la-hojilla-de-mario-silva-regresa-vtv-este-sabado/
(24) http://www.aporrea.org/actualidad/n279209.html
(25) http://www.aporrea.org/ideologia/a211722.html
(27) Manuel Sutherland, 06/02/2014, “Las nuevas medidas económicas del gobierno, crítica a la devaluación y alternativas socialistas”,http://www.aporrea.org/actualidad/a181446.html#sdendnote4anc citamos en adelante como Sutherland (2014).
(28) Manuel Sutherland, 01/09/2015, “Venezuela: crisis, importación, dólares, inflación-escasez y el default inevitable”,http://www.aporrea.org/trabajadores/a213256.html citamos en adelante como Sutherland (2015)
(29) Sobre las elecciones de 2013 y su apoyo al recuento de votos como derecho democrático: http://web.laclase.info/content/hacia-la-articulacion-de-una-respuesta-obrera-la-crisis/
Sobre lo de 2014:
http://web.laclase.info/content/los-trabajadores-ante-la-crisis-economica-y-social/
http://web.laclase.info/content/es-necesaria-una-respuesta-obrera-y-popular-la-crisis/
sobre el encuentro sindical de marzo de 2014 y los “sectarios”
http://web.laclase.info/content/realizado-encuentro-sindical-y-popular-independiente-en-caracas/
Repudio al juicio contra Leopoldo López:
http://web.laclase.info/content/la-sentencia-contra-lopez-criminaliza-la-oposicion-politica/
(31) “¿A qué le temen las cúpulas?” http://www.aporrea.org/trabajadores/a207989.html
(32) http://www.aporrea.org/ideologia/a191599.html
(33) Nicmer Evans: “Hay una crisis de liderazgo en el país” http://www.aporrea.org/ideologia/n276847.html
(34) Bravo Sur “Luchar por el socialismo es nuestra misión”: 7.