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Apuntes sobre socialismo desde abajo y poder popular

Haití: crisis y continuación de la farsa electoral

A escasos días de la realización de otra farsa electoral en Haití, es necesario reflexionar de manera responsable acerca de la misma. En primer lugar, entiendo que si uno parte de la imperiosa necesidad de la construcción de un proyecto cuyo objetivo fundamental es la radical transformación de la sociedad haitiana, su primera obligación es denunciar que esta elección programada para el 9 de octubre próximo no está orientada hacia una praxis transformadora propia de la lucha por la emancipación.

Pues, no se supera la dependencia, el neocolonialismo, la pobreza y la ocupación del país, mediante discursos vacíos de contenido antiimperialista y antioligárquico y, sobre todo, sin acciones concretas en la lucha de clases en contra de los intereses de los enemigos del pueblo haitiano. También hace falta precisar que esta elección está viciada desde la base y, en sus aspectos principales, representa la continuidad de las elecciones organizadas en agosto y octubre de 2015 por el nefasto ex presidente Michel Joseph Martelly y el anterior Consejo Electoral Provisorio (CEP) cuyo presidente era un cínico llamado Pierre-Louis Opont. Cabe recordar que esas elecciones fueron repudiadas y combatidas por la inmensa mayoría de la población. Ya entró en la historia la maravillosa jornada de movilización popular del viernes 22 de enero de 2016 donde el pueblo en la calle impidió la realización de un “balotaje” -con un único candidato (el oficialista Jovenel Moïse)- que había sido programado para el domingo 24 del mismo mes no sólo por Opont y Martelly, sino también por varios representantes de la llamada comunidad internacional comandada por los EE.UU. Para todos esos supuestos paladines de la democracia, no habían existido problemas serios que invalidaran los comicios. Todo era, según ellos, un invento de sectores perdedores que no querían aceptar el veredicto de las urnas. En este marco, lo menos que se puede decir con respecto a ese comportamiento de la comunidad internacional, es que ha sido una canallada.

Sin embargo, a pesar de las mentiras, las fuertes presiones para imponer los “resultados” proclamados por el CEP y, sobre todo, realizar el “balotaje” presidencial, los sectores populares ofrecieron una resistencia muy digna a lo inaceptable. Por tanto, es insensato pensar, luego de algunas maniobras tendientes a maquillar ahora la farsa que van a realizar el 9 de octubre próximo para hacer creer en una supuesta autonomía y control de las instituciones haitianas sobre la maquinaria electoral, que los verdaderos patriotas haitianos serían tan estúpidos para creer que este camino es el correcto para aportar respuestas reales a los acuciantes problemas que afectan a las masas empobrecidas y explotadas. Muchas veces, llego a pensar que los cínicos y traidores que “dirigen” los gobiernos en Haití hace ya varias décadas y que se someten al imperialismo norteamericano y sus socios, toman al pueblo haitiano en su conjunto por idiota e incapaz de luchar para construir y consolidar un verdadero poder popular como sostén imprescindible de un proceso de cambio para terminar con el neocolonialismo, la explotación capitalista e imperialista.

Desde mi perspectiva, mal harían los explotados haitianos en considerar a esta nueva farsa electoral como marco maestro para encontrar soluciones a la espantosa crisis derivada del neocolonialismo vigente desde la primera ocupación militar norteamericana (1915-1934), sin realizar un exhaustivo análisis histórico-comprensivo del mismo. Y esto, a pesar de la existencia de una suerte de tentación apologética, desde la caída de la dictadura duvalierista en 1986, de una evidente sobrepolitización -sobre todo por parte de los responsables de la crisis- de la ELECCIÓN como matriz general de lectura y única herramienta para pensar y construir la democracia; la cual nunca definieron de manera concreta en relación a los intereses de clases. En este sentido, hay deliberadamente una decisión de esos “dirigentes” haitianos de mantener al pueblo en la confusión total al pretender instalar desde hace un poco más de tres décadas la siguiente falacia: ELECCIÓN = DEMOCRACIA.

A mi entender, una elección burguesa, donde las tropas de ocupación que están en Haití desde 2004 pertenecientes a la Misión de las Naciones Unidas para la Estabilización de Haití (MINUSTAH), son las que van a garantizar junto con la Policía Haitiana la seguridad de dicha jornada, y con las mismas limitaciones que las elecciones de 2015, no puede ser una panacea. Y lo más curioso de todo, es que el actual oficialismo reconoce que las últimas elecciones fueron un verdadero escándalo marcado por fraudes, resultados fabricados, muertes y denuncias de corrupción en contra de varios consejeros del anterior CEP; sin embargo nadie ha sido llamado ante la Justicia. Al contrario, todos los responsables de las barbaridades cometidas y documentadas por observadores nacionales y posteriores investigaciones siguen viviendo con total tranquilidad en el país, violando así el propio decreto electoral vigente. Y como se trata de una comedia, los nuevos consejeros al igual que sus predecesores juraron que están preparados para realizar una ELECCIÓN LIMPIA, HONESTA Y DEMOCRÁTICA. El Ejecutivo, por su parte, está dirigido ahora por el ex titular del Senado, Jocelerme Privert, quien es un presidente provisorio “elegido” en febrero pasado -al terminar el mandato de Martelly- por una “Asamblea Nacional” constituida por diputados y senadores contestados ya que fueron “electos” mediante las elecciones repudiadas y calificadas por 2 (dos) Comisiones de Verificación Electoral de fraudulentas. Tal es así, que la última Comisión, la Comisión Independiente de Evaluación y de Verificación Electoral (CIEVE), creada por el propio Privert, recomendó la anulación de la elección presidencial de octubre 2015, pero “curiosamente” consagró la elección legislativa, a pesar de haber sido parte del mismo proceso calificado de fraudulento. También es menester recordar que Privert había firmado un “Acuerdo” político con Martelly supuestamente para evitar el caos total el 7 de febrero, el día previsto por la Constitución para la finalización del mandato de Martelly que había empezado en mayo de 2011. Luego, dicha “Asamblea Nacional” había otorgado a Privert un mandato para dirigir el país hasta junio de 2016. Estamos en octubre, y Privert sigue actuando como presidente provisorio, porque esta misma “Asamblea Nacional” que tenía que decidir si prorrogar o no su mandato nunca pudo reunirse por falta de quórum. Todas maniobras espurias, que no tienen nada que ver con la Constitución Haitiana actualmente vigente.

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En medio de todo este escenario de mentiras, confusiones, maniobras perversas, descubrieron hace algunas semanas un importante cargamento de armas y municiones en un pequeño puerto cerca de la capital que llegó al país de manera ilegal. Sin embargo, hasta ahora no hay un solo detenido. También, meses atrás, un comando armado trató de copar una Comisaría en el extremo sur del país, hubo varios muertos y heridos. Una “investigación” ordenada por el actual gobierno apuntó al ex militar Guy Philippe como autor intelectual de ese sangriento hecho, pero Guy Philippe es candidato para ocupar un puesto de senador de la República y sigue su campaña tranquilamente. En los últimos días, varios candidatos fueron atacados e imposibilitados de desarrollar sus actos de campaña en algunas zonas. Entre tanto, el gobierno norteamericano decidió a escasos días de la elección deportar a Haití criminales y bandidos haitianos que tenían en su territorio. Sin embargo, a pesar de este contexto cargado de tensiones de toda naturaleza, las autoridades del país decidieron seguir con la realización de la elección presidencial, la segunda vuelta para complementar la renovación de la tercera parte del senado como así también la elección de los diputados e intendentes que faltan. Se trata de una situación, cuya gravedad hace recordar a más de uno la jornada electoral del 29 de noviembre de 1987, donde grupos armados ligados al gobierno militar de facto de aquel entonces, asesinaron a votantes, y luego anularon los comicios. Así, haciendo gala de una irresponsabilidad sin límite, los organizadores y los candidatos siguen adelante, y hasta organizaron una mascarada el viernes 27 de setiembre último pasado que denominaron Debate Presidencial entre los principales candidatos. La única figura con cierto peso electoral que no participó en dicho debate fue Maryse Narcisse, la candidata a la presidencia por el partido Fanmi Lavalas (Familia Lavalas) del ex presidente Jean-Bertrand Aristide, quien declaró que no podría participar porque hay un candidato sobre el cual pesan acusaciones de malversaciones, enriquecimiento ilícito, etc. Obviamente, ella se refería a Jovenel Moïse donde hay un efectivamente informe de un organismo estatal de control administrativo que lo plantea claramente.

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Ahora, es necesario precisar que todo indica que los perdedores no aceptarán el veredicto del CEP. Un organismo que tomará 8 días -supuestamente para verificar y controlar TODO- antes de proclamar los resultados. Lo que hace presagiar que habrá violencia. También hace falta acotar que nadie está pensando en que habrá un aluvión de votantes. Al contrario, los candidatos poseedores de enormes recursos van a tener que seguir con la perversa costumbre de llevar gente a votar a cambio de algunos billetes. Además, en un país donde la inmensa mayoría está sumergida en la pobreza extrema, resulta escandaloso y repugnante constatar el despilfarro de dinero que realizan ciertos candidatos. Me refiero fundamentalmente a los del partido PHTK (Partido Haitiano Cabeza Rapada) del ex presidente Martelly que tiene como candidato a presidente a Jovenel Moïse, y los de LAPEH (Liga Alternativa para el Progreso y la Emancipación Haitiana) que postula a Jude Célestin a este puesto.

Por otra parte, califico de farsa la elección del 9 de octubre próximo porque también hay un evidente intento de repetir lo que sucedió en los comicios de 2010-2011, donde la comunidad internacional intervino de manera directa para cambiar los resultados que había proclamado el CEP. Algunos de los últimos mails, publicados recientemente por distintos medios de prensa, de la ex Secretaria de Estado Norteamericano y actual candidata a la presidencia por el partido demócrata, la Sra. Hillary Clinton, confirmaron esta flagrante injerencia -sobre todo norteamericana- en aquel proceso electoral que impuso a Martelly como presidente. Un presidente que hasta su nacionalidad haitiana ha sido cuestionada y nunca aclarada. Fue el ex embajador norteamericano en Haití, Kenneth Merten, quien en medio del revuelo que había ocasionado la denuncia acerca de la falsa autenticidad de la nacionalidad haitiana de Martelly, salvó a este último de un juicio de destitución cuando declaró que el “presidente” no era norteamericano y además aseguró que era haitiano. Sin embargo, hace poco más de un mes, este mismo Kenneth Merten, actual representante especial del presidente Obama para el caso Haití, a través de una entrevista a periodistas haitianos afirmó que Martelly no podía ser candidato en 2010-2011, porque él vio cuando Martelly devolvía su carta de residencia norteamericana en la sede diplomática norteamericana en Puerto Príncipe luego de haber sido designado presidente. En efecto, según la Constitución Haitiana, para acceder a puestos electivos, un haitiano ha de tener su residencia en Haití durante los 5 años previos a la elección y no puede poseer otra al mismo tiempo en otro lugar.

Pero esta injerencia a favor de Martelly tuvo un costo muy alto para el pueblo. Salvo para los empresarios norteamericanos y canadienses que obtuvieron durante su mandato todas las ventajas imaginables que puede otorgar un gobierno extremadamente neoliberal tal como lo fue el de Martelly. Un gobierno, por ejemplo, que entregó de manera vergonzosa y escandalosa a empresas extranjeras la explotación de algunas minas en el norte del país. Facilitó mucho más la instalación de zonas francas donde la mano de obra haitiana sufre una explotación atroz ante la indiferencia y complicidad de las autoridades locales. Durante casi todo su mandato, Martelly no organizó elección alguna. Dicha decisión fue de tal gravedad, que el Parlamento Haitiano, al no poder renovarse mediante elecciones, entró en disfuncionamiento; asimismo, durante su último año de gobierno, Martelly dirigió por decreto. Y cuando organizó las elecciones en agosto y octubre de 2015, intentó imponer como presidente -mediante fraude y violencia- a su candidato, Jovenel Moïse, y todo terminó en un desastre que sumergió al país en una crisis mayor. También es menester resaltar que el gobierno de Martelly despilfarró el dinero de Petrocaribe -más de 600 millones de dólares norteamericanos, según varias fuentes haitianas- que el gobierno venezolano había otorgado como forma de ayuda al pueblo haitiano. Es necesario recordar que Petrocaribe según las autoridades venezolanas es: “un convenio de cooperación económica creado en 2005, propuesto por el gobierno venezolano, que contempla la financiación de petróleo y sus derivados a 18 países de Latinoamérica. Su plazo de pago se extiende entre 15 y 25 años, con dos años de gracia y una tasa de interés entre 1% y 2%. Esta alianza contempla una escala de financiamiento entre 5% y 50%, y propone el pago a corto plazo de 60% de la factura en un periodo de 30 a 90 días. Los porcentajes a financiar dependen del valor del precio de los hidrocarburos para el momento de la venta”.

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Ahora, no sólo que en algún momento los haitianos vamos a tener que devolverle a Venezuela este dinero, sino que Martelly dejó un país con 70% de su población activa sin trabajo; una moneda totalmente depreciada ya que cuando asumió un dólar norteamericano equivalía a 43 gourdes y al terminar su mandato este mismo dólar valía 65 gourdes; con hambruna en algunos departamentos; con un aumento exponencial de la migración haitiana; con la producción de alimentos en el nivel más bajo de los últimos años; con denuncias de corrupción en todos los niveles de la administración pública; con la adquisición de casas y otros bienes millonarios para él y sus familiares. Y como si fuera poco, Martelly dirigió el país con el mismo estilo vulgar y arrogante que él adoptó cuando era cantante. Nunca pudo separar su rol de presidente con el del músico que construyó una cierta popularidad lanzando obscenidades arriba de una carroza de carnaval. Así, también, durante su mandato centenares de miles de haitianos y haitianas ocuparon las calles para expresar su repudio hacia el gobierno neoliberal, corrupto, pro imperialista, plutocrático, de Martelly.

Sin embargo, a pesar de este balance tan nefasto de su gestión en cuanto a resultados concretos a favor de los intereses populares, Martelly y sus mentores extranjeros, sobre todo el imperialismo norteamericano, como así también algunos sectores acaudalados haitianos, pretenden a través de otra farsa electoral continuar con la tragedia. Y siguiendo la línea política elaborada por el imperialismo norteamericano, el actual gobierno argentino claramente neoliberal, un gobierno de los monopolios, presidido por el Ing. Mauricio Macri, decidió enviar de nuevo tropas argentinas para reforzar la MINUSTAH. Así elaboró un proyecto al respecto que fue votado tanto por la Cámara de diputados como la de senadores. En vez de continuar con el retiro gradual que empezó tardíamente su predecesora, la Dra. Cristina Fernández de Kirchner, el presidente Macri, sin realizar un exhaustivo balance de los 12 años de la MINUSTAH, prefiere ser parte de los que someten al pueblo haitiano. Decisión totalmente opuesta a la de los gobiernos de Cuba y de Venezuela, ya que éstos decidieron ayudar a Haití sin enviar tropas, respetando así la soberanía y la dignidad del pueblo haitiano. De ahí proviene toda la admiración de los patriotas haitianos hacia estos dos gobiernos.

En este marco, entonces, lo único válido que queda para el pueblo es seguir luchando por su emancipación. Y no hay emancipación posible sin la desocupación del país, sin destruir las estructuras neocoloniales. Una lucha que no puede, desde ningún punto de vista, reducirse a la realización de una elección, y mucho menos una elección manipulada por los responsables de la tragedia que afecta a la inmensa mayoría del pueblo haitiano.

Henry Boisrolin
Coordinador del Comité Democrático Haitiano en Argentina
3 de octubre de 2016

Resumen Latinoamericano, 3 octubre 2016.-

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