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Apuntes sobre socialismo desde abajo y poder popular

“Las mujeres movemos el mundo, pues ahora lo paramos”

¿Te imaginas que pasaría si un día todas las mujeres decidieran parar la maquinaria de trabajo invisibilizado, y no invisibilizado, a la que vienen siendo sometidas? ¿Si todas las mujeres se pusieran de acuerdo para no hacer las compras ni los trámites ni las tareas domésticas, delegar los cuidados de las personas que de ellas dependen, no ir a estudiar, no arreglarse, al menos si esto es una demanda exterior y no un deseo propio? Resulta difícil de imaginar, ¿verdad? Pues hay un numeroso grupo de mujeres que le viene dando vueltas a la idea desde hace varios meses en diferentes barrios de Barcelona, incluido el Poble sec. Mujeres que están dispuestas a plantarle cara al patriarcado y sus difundidas ideas. Mujeres solidarias y organizadas que no quieren seguir siendo el sostén silencioso de un sistema que oprime y que señala como naturales, o inherentes a la condición femenina, los lugares y las tareas que derivan del cuidado de los otros o las labores domésticas, y que han decidido encontrarse, escucharse, salir a la calle y llamar a una “Vaga de totes” (Huelga de todas).

 

Las razones

“La profundización de la crisis, la cada vez más grave falta de libertades y los recortes, sobre todo en lo que concierne a educación, sanidad y servicios sociales, afectan directamente a las mujeres. Si tienes un familiar enfermo y antes estaba 6 días en el hospital, pero ahora a los 3 días te lo mandan de vuelta a casa con la sonda y todo y tienes que hacer de enfermera; si no puedes pagar la media pensión de los críos en la escuela y les tienes que cocinar al mediodía en casa; si la ley de dependencia no se cumple y tienes que hacerte cargo de tus padres, de tus suegros, o de quien sea, claro que esto repercute en tu vida. Son todos sectores terriblemente feminizados y esto se traduce en mucho más trabajo para las mujeres en cuanto a cuidado de la vida. Entonces, tanto la degradación como la reducción de puestos de trabajo, nos afecta a todas pero más directamente a las mujeres porque somos las que suplimos la falta de un Estado de Bienestar o su reducción. Todo esto hace que las mujeres tomemos más conciencia de la situación y de nuestro propio hartazgo”, cuenta Carme (74), una activista feminista de toda la vida, como ella misma se define. Carme y Erika, promueven la Vaga de totes y forman parte del heterogéneo grupo de mujeres que de un tiempo a esta parte se reúne para pensar los lineamientos y las acciones con las que se piensa salir a la calle, primero en octubre y luego en marzo.

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Huelgas de mujeres

En Barcelona existen varios antecedentes de huelgas de mujeres. El primero del que se tiene memoria es la huelga general textil de julio de 1913 que convocó entre 13 mil y 22 mil mujeres que reclamaban el cumplimiento del decreto que regulaba la jornada laboral y la fijaba en un máximo de 48 horas semanales. Las mujeres, en comparación con los obreros de la industria textil, trabajaban entre 11 y 12 horas, mientras que los hombres hacían jornadas de 9 o 10. Estas largas jornadas tampoco eran compatibles con la exigencia de la doble jornada laboral de la fábrica y el hogar.

La huelga estalló el 30 de julio en las principales fábricas de Sants y luego se extendió por toda Barcelona y los principales centros textiles de ciudades aledañas. Finalmente, después de seis semanas de huelga, las obreras lograron una victoria relativa: la instauración de la jornada de 50 horas (superior a la del real decreto de 1900, pero inferior a la jornada efectiva que habían hecho hasta entonces).

Otro de los sucesos más conocidos y protagonizado por mujeres fueron los denominados “disturbios del pan”. Producto de las crisis de subsistencia originadas en el aumento del pan y otros productos básicos, a lo largo del siglo XIX y principios del XX, Europa fue escenario de innumerables revueltas que denunciaban la corrupción que imperaba detrás del aumento de precios y que, de esta manera, conseguía reducirlos. En Barcelona los motines del pan fueron especialmente significativos, fundamentalmente el que se produjo en enero de 1918, cuando las barcelonesas se alzaron en una huelga de subsistencias.

Las mujeres, tanto trabajadoras de fábricas como amas de casa, se levantaron contra el aumento de precio de los productos básicos. 400 mujeres participaron en la primera manifestación, pero la pasividad de las autoridades hizo que abandonaran la protesta pacífica y emprendieran acciones directas: asaltaron panaderías, comercios, barcos cargados de pescado y carbonerías, cerraron teatros y cafés, e intentaron invadir la sede del gobierno civil (sólo los tiros de la Guardia Civil lo impidieron).

Otra huelga histórica en la que las mujeres tuvieron un rol fundamental fue la huelga de alquileres del año 1931. Acaecida fuera de los parámetros productivos clásicos y en un contexto de incremento constante y abusivo del precio del alquiler en la ciudad de Barcelona, se inició una campaña de acción directa que exigía la rebaja del 50% del precio del alquiler y la exención de pagar para las personas desempleadas.

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En 1930 el precio de la vivienda suponía el 19-22% del salario de un obrero cualificado, el 27-30% del de un no cualificado y entre el 33% y el 38% del de una mujer obrera cualificada. Ante esta realidad, las mujeres, siempre protagonistas de los disturbios por el precio de las subsistencias, tuvieron un papel preponderante, tanto en la toma de decisiones como en los combates de calle que se produjeron en cada intento de desahucio. La huelga duró varios meses, durante los cuales no se pagaron los alquileres, ni la luz ni el agua.

Mujeres de la calle

El próximo 22 de octubre está convocada una jornada de lucha con manifestación y acciones varias a lo largo del día. Estas acciones están encaminadas a la difusión de la huelga de marzo de 2015, y el lema que se está utilizando es:  “Las mujeres movemos el mundo, pues ahora lo paramos”. Aunque la idea de este grupo de mujeres de distintas procedencias y generaciones -algunas provienen de espacios feministas y otras se acercaron atraídas por la idea de la huelga-, es hacer la huelga en el sentido clásico y dejar de ir a los lugares de trabajo, no quieren dejar de lado sus particulares reivindicaciones. “Decidimos que teníamos que hacer y definir algo, porque de antemano no hay una herramienta de lucha que nos contenga. Una huelga productiva, o una huelga laboral, como las conocemos, es parcial y sirve para hacer un reclamo concreto en una empresa o un lugar de trabajo. Pero ¿qué pasa con todas las precarizadas que no tienen contratos, con las estudiantes, las que no tienen papeles o las jubiladas? ¿Con todo el trabajo de cuidados invisibilizado? ¿Con el trabajo reproductivo que mantiene este sistema? ¿Cuál es nuestra herramienta de lucha? ¿Cómo podemos parar de cuidar y, a su vez, sobrellevar el día a día? Así es como nos pusimos a pensar en una “Huelga de todas”, no sólo de mujeres, pero sí protagonizada por mujeres que es el sujeto donde acaba recayendo todo el peso” señala Erika (23), que empezó en el feminismo hace unos 4 o 5 años y que aunque se reconoce más afín al transfeminismo admite la necesidad de participar de espacios que evidencian y denuncian la estructura patriarcal.

La idea

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“La idea es una huelga pensada por mujeres. Que tenga en cuenta nuestras reivindicaciones, nuestras necesidades y, sobre todo, nuestra mirada sobre el funcionamiento del mundo, que es otra que la que pueden tener los sindicatos o los partidos políticos, que es completamente androcéntrica. Queremos pensar un tipo de huelga que recoja todos los aspectos de la vida cotidiana. Habíamos pensado hacerla el 22 pero necesitamos darle tiempo a este proceso, y a esta forma de pensar y trabajar, que si bien es más creativa y más rica, es también mucho más lenta. Aparte tenemos que pasar por las estructuras institucionales que se requieren para llamar a una huelga general y ahí hemos de apoyarnos en las asambleas de barrio, el tejido asociativo y los diferentes grupos de mujeres”, sostiene Carme en un esfuerzo por definir esta particular búsqueda. Porque además de encontrar sus propios tiempos se pretende que cada grupo sea capaz de organizarse en espacios y territorios que le resulten más afines. “Entendemos que las demandas, dependiendo del lugar de donde surgen, son específicas, y por lo tanto queremos señalar una autonomía donde cada cual pueda partir de sus necesidades básicas y organizarse con la gente de su alrededor. Pensamos en nodos que se organizen territorialmente. Esto ya está pasando en Vilanova, Sabadell, Cardedeu y en distintos barrios de Barcelona. A partir de ahí lo que nos interesa es tener un espacio de coordinación de nodos para poder poner en común algunas cosas” cuenta Erika.

Camino a lo incierto

Quizá la única manera de visibilizar lo invisible es no hacerlo y, de esta manera, poner en evidencia lo que sucede cuando se dejan de hacer ciertas cosas, fundamentalmente aquellas vinculadas al trabajo doméstico y el cuidado familiar. Los objetivos, señalan ambas, son variables. “De lo que se trata es de reconocer lo que tenemos en común, y a partir de ahí plantearnos qué vida queremos y, sobre todo, qué funcionamiento dentro del mundo nos interesa”, concluye Carme. Una práctica que difiere enormemente del escenario planteado hasta ahora, caracterizado por la naturalización de roles y su reproducción silenciosa y acrítica. Para Erika “es muy importante la valoración de la fuerza que podemos llegar a tener al ver que este sistema se está cayendo y que si nosotras paramos ayudamos a que se precipite la caída. Paremos y caminemos hacia lo incierto, hacia algo que no sabemos exactamente que es, pero que sabemos que no es esto”.

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