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“Gobernador, ¿cómo va a pagar la sobreproductividad docente?”

El recién proclamado secretario general del gremio de los docentes, Sebastián Henríquez, interpeló al Gobernador sobre su “productividad política” y le advirtió que “las escuelas no son una fábrica de salchichas”.

Tras su proclamación, el flamante secretario general del Sindicato Unido de los Trabajadores de la Educación (SUTE), Sebastián Henríquez, interpeló al gobernador Alfredo Cornejo mediante una carta abierta y lo instó a dar un debate sobre la “realidad” de las escuelas.

Como cabeza del Frente de Unidad para la Recuperación del SUTE (FURS) y descendiente de movimientos de Izquierda, el pasado 14 de junio Henríquez (37) fue elegido como el nuevo conductor del gremio que por unos 20 años estuvo en manos del peronismo. 

Cuando faltan tres semanas para su asunción y luego del acto formal de proclamación, el sucesor de Adrián Mateluna le dedicó unas palabras a Cornejo y plantó el tono con el que, posiblemente, se debata a partir de ahora.

 

Carta abierta de Henríquez para Cornejo   

“Sin dudas que nosotros vamos a ayudar a ir recomponiendo el salario docente, pero con productividad como hemos instalado para el resto del sector público”. Alfredo Cornejo

Dejemos de lado, al principio, que las escuelas no son una fábrica de salchichas, como para hablar de productividad docente. Asociar productividad a educación sería como debatir el amor a la madre por el precio del regalo que pudimos comprar.

El gobernador tiene docentes y celadores súper productivos en relación a lo que pueden o quieren pagar desde el gobierno. El salario inicial, hoy, es de $9.800 para un cargo o 18 horas cátedras (que es lo que un docente debería trabajar frente a alumnos, si de verdad se quiere calidad educativa). Un profesor de secundaria que trabaje 36 horas cátedras semanales, recién iniciado/a, gana $13.296 si no se enferma. Un/a celador/a gana $7.263, sin antigüedad. Estos últimos, tienen hasta dos trabajos más en el mismo día, para poder vivir. Por lo tanto, nuestra jornada de trabajo es, lisa y llanamente, equiparable a la de inicios de la Revolución Industrial cuando los/as trabajadores/as dormían en la fábrica. En nuestro caso, la escuela duerme al lado nuestro, en la pila de trabajos a corregir, la secuencia didáctica, la planificación, el informe que nos piden del problema de un/a alumno/a. Vale recordar que, por amplia mayoría, las/os trabajadores de la educación son mujeres. Esto supone, en una sociedad todavía patriarcal, que tienen la carga principal del trabajo doméstico y de sus hijos. Madres solteras y/o jefas de hogar.

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Esto significa que hay docentes que, aun trabajando todo el día frente alumnos/as, corriendo de una escuela a otra, no llegan a la Canasta Básica Total del INDEC en $14.665,88. Si trabajan un solo turno frente a alumnos, apenas si cubren la mitad de lo que el INDEC dice que necesitamos para vivir. Por lo tanto, estamos ampliamente excedidos/as en productividad. Ustedes nos pagan lo que alcanza para vivir dos semanas, y nosotros/as trabajamos todos los días todo el día.

Entonces, siguiendo la premisa “Día no trabajado, día no pago”, que ustedes usan para atacar el derecho de huelga, nosotros deberíamos decir “Trabajo no pago, trabajo no realizado”. Ustedes no nos están pagando gran parte de nuestro trabajo. Ustedes no puede garantizar la vida digna de quienes dependemos de ustedes. Aun así, en vez de explicar cómo van a resolver esto, no dejan de exigir y de lanzar advertencias.

Por supuesto, igual trabajamos. Enseñamos, limpiamos, arreglamos, gestionamos, nos capacitamos y sostenemos las escuelas, con lo poco que tenemos. Docentes, celadores y directivos, juntos con padres y alumnos. No por lo que ustedes nos advierten desde un micrófono, sino porque tenemos un compromiso de orgullo con la escuela pública. Nosotros/as ya la estábamos sosteniendo cuando ustedes llegaron. Y vamos a seguir cuando estén otros/as en sus lugares.

Llegó el momento, señor gobernador, de que empiecen a explicar cómo van a pagar la sobre-productividad que ya tenemos. Con nosotros/as tiene una deuda más grande que con cualquier acreedor. Sus advertencias y sus admoniciones no hacen brotar riquezas ni arreglan escuelas: sólo generan ” malestar”. Y nuestros/as compañeros/as nos eligieron para decirles públicamente que no tienen consenso en las escuelas para esta campaña permanente de desprestigio y de retos. Hoy, la principal falta de respeto hacia nuestra tarea viene de ustedes, de los gobiernos.

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Productividad política

Si usted puede hablar de productividad docente de cara a toda la sociedad, déjeme que con un poco más de humildad, le preguntemos algunas cosas sobre su productividad y la productividad política. Al fin al cabo, ustedes también viven de un salario, ¿no?

¿Su salario y el de cada funcionario y legislador van a estar atados a los resultados de sus políticas y decisiones? Si las leyes que se aprueban en la legislatura no logran aumentar el empleo ni reducir la pobreza, ¿los legisladores cobrarán menos? Si los resultados de las políticas educativas no son buenos, ¿toda la dirección de la DGE perderá un ítem de su sueldo?

¿De qué viviría la clase política si su salario dependiera de su productividad?

Lo saluda, a la espera de un debate nuevo (uno sobre la realidad de las escuelas).

 

Sebastián Henríquez

Secretario General del SUTE

Frente de Unidad para la Recuperación del SUTE – FURS

 

por MDZ Política

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