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15-0 y la victoria chavista. ¿Cómo explicárselo al mundo?

Lo que ha hecho la oposición después del triunfo de diciembre de 2015 quedará en los anales de la historia política como el liderazgo que más ha socavado su propia victoria, que más ha horadado una correlación de fuerzas ampliamente favorable.

La victoria tajante del chavismo dice muchas cosas sobre sí mismo, sobre la oposición y sobre Venezuela. También abre nuevos escenarios, algunos peligrosos. Pero lo más difícil al escribir sobre el 15-O es poder explicar al mundo que consume a diario las peores imágenes y discursos que pueden develarse de la situación de un país (mujeres pariendo en el suelo, golpizas por comida, gente incinerada) cómo se produce este asombroso hecho electoral. Y es que a lo interno de Venezuela también cuesta entender que en medio del malestar y el sufrimiento cotidiano, estos sean los resultados. A propósito, esbozamos algunas ideas para explicar este acontecimiento que va configurando los escenarios probables para el crucial 2018.

1.- El principal factor que determina la victoria chavista es la estrategia y el liderazgo opositor. Una clase política que quedó abrumada por las demandas maximalistas del “exilio” mayamero y los sectores radicales, quienes llamaron a una violencia irracional contraria a los intereses de cualquier venezolano incluyendo a la oposición de base. Trump y Santos impulsaron salidas violentas y eso resquebrajó la voluntad política de cualquiera que apueste por el país o esté obligado a vivir en él. Pero además, elevaron unas expectativas que rápidamente se mostraron imposibles ante un liderazgo que no pudo triangular el malestar popular con las pretensiones de la élite mundial. Después de la derrota de la Constituyente a la violencia de calle, unos y otros culparon a este liderazgo opositor en su totalidad y éste se vio imposibilitado de emprender un giro radical hacia una cruzada electoral. Tras el llamado al 15-O el gobierno ejecutó un contragolpe mortal, un cambio de ritmo que los paralizó y les impidió al menos mantener su votación de la elección de la AN en 2015 y ni siquiera las del “Plebiscito” de hace meses.

Este resultado, ha dicho Diosdado Cabello en la culminación de la jornada, es un “pase de factura” a la violencia de las guarimbas. Y eso es cierto, y lo sabe (y lo dice) la inteligencia opositora: Luis Vicente León, John Magdaleno, Pendolf y es el espíritu de la fugaz reaparición de Ramón Guillermo Aveledo.

Lo que ha hecho la oposición después del triunfo de diciembre de 2015 quedará en los anales de la historia política como el liderazgo que más ha socavado su propia victoria, que más ha horadado una correlación de fuerzas ampliamente favorable.

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Desde diciembre de 2015 a octubre de 2017 lo que cambió el panorama electoral no fue la acción del gobierno, quien se mostró impotente para controlar la economía, ni siquiera con un petróleo a 50$. Lo que cambió el panorama fue que el venezolano común recordó, gracias a las guarimbas, que había algo peor que un “mal gobierno” y un “proyecto corrompido” como se impuso en el imaginario, y esto peor era la entronización que intentó la clase alta y sus “cortes familiares” en las guarimbas 2014 y 2017.

2.- Pero no analizar a fondo el papel que jugó Nicolas Maduro sería errado y deshonesto. El Presidente jugó “cuadro cerrado” después de la derrota del 2015, cuando abrir un debate interno al chavismo hubiera producido su disolución fatal. Y cuando la oligarquía y su derecha se creía poseedora “natural” del poder político mostrando su cara mas elitesca y soberbia, jugó a la desesperación del adversario, difiriendo las regionales, entre otras medidas.

Con el apoyo internacional, la oposición política perdió los estribos y desató la violencia insurreccional que fue derrotada de lleno por la iniciativa de la elección Constituyente, para luego dejar a la oposición “fuera de juego” cuando oportuna y hábilmente se convocaron las regionales de este 15 de octubre cuyo resultado permite que el chavismo conserve la mayoría del territorio nacional. Este 15-O implica un hecho histórico para la izquierda latinoamericana, y la factura final tiene el nombre de Maduro como diseñador y ejecutor magistral, independientemente de la valoración de su gestión como presidente.

3.- Pero el amplio triunfo del gobierno, desde cualquier enfoque que quiera darse, abre un escenario peligroso. Especialmente porque diluye al 2018 como un escenario en que la oposición crea que habrá unas elecciones que pueda ganar. Sobre todo a partir del desconocimiento del resultado que anunció Gerardo Blyde ¿tiene sentido para la oposición apostar por el 2018 como el año de las elecciones presidenciales? Esto puede recrudecer la campaña exterior y la presión sobre un debilitado Trump para que produzca algún tipo de intervención económica o militar sobre Venezuela. Incluso, mucho más allá de la dirigencia política oficial, se va a querer castigar a Venezuela y los venezolanos de este resultado.

Esto es, acciones de bloqueo sobre la alimentación del país sin importar las consecuencias. Y, por supuesto de violencia interna, de reavivamiento de nuevas formas de Guarimba que hagan ingobernable al país.

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El escenario violento se acrecienta además por el triunfo opositor en los estados fronterizos más difíciles de controlar: Zulia, Táchira y Bolívar. Este resultado recuerda aquella intentona de la “media luna”como diseño de una estrategia de separación de territorios venezolanos. Sumando que en 2018 se anuncia desde Guyana alguna decisión jurídica internacional sobre el Esequibo.

4.- Pero más allá de las posibilidades de violencia habría que analizar que, pese a la aceptable participación general (61%), muy superior a procesos similares, hubo un importante sector de la oposición que se abstuvo de manera política. A diferencia de la abstención tradicional, este sector protestó de manera activa contra la MUD, pero no porque ésta haya llamado a la violencia, sino justamente porque no lo hizo de la manera radical que demanda. Es un grupo socialmente ubicable, según las coordenadas de clase, etnia y procedencia que sigue el peligroso discurso de la élite mundial, de Trump, de Rajoy, de Santos.

A quien quiso derrotar hoy esa oposición no fue al chavismo sino a AD y sus derivados. A aquellos opositores que intentaron hacer política, entendida como el aglutinamiento de voluntades. La oposición política ha sido derrotada por su “oposición interna” que hace un llamado, muchas veces desde el exterior, a la “rebelión insurreccional” como camino único. Esta oposición violenta hoy ha pasado de adversaria a enemiga de la oposición política, y ha preferido el triunfo del chavismo. AD, Ocariz y Henry Falcón pierden por la abstención producida en los sectores medios y altos convocada por líderes y grupos que prefieren mantener su linaje que perder las internas con el sector “vulgar” de la oposición. El derrotado este 15-O es el catiense que se fue con la oposición. El cumanés que confundió el malestar hacia el gobierno con el discurso “político” de la oposición. Ese que escuchó los discursos “chavistas” de Capriles en 2012 y 2013 y el que en esta campaña cantó nuevamente el himno de AD.

Así que lo que hizo el otro factor, el clasista y antipolítico complejo familiar, está representado en el llamado a abstención de María Corina Machado-Zuloaga que pretende eliminar la salida electoral del 2018 como escenario posible y poner todo el empeño en una intervención extranjera. Este sector opositor saca ventaja con la derrota de la MUD.

5.- Pero, además, hay que analizar también lo que no se dice públicamete, sobre la situación interna del chavismo. Este triunfo es un triunfo del ala “política” del gobierno. Y eso fortalece la idea de que el 2018 debe haber un evento electoral directo para elegir presidente. Pero también es el comprobante histórico de que el aplazamiento de las regionales, promovida desde los discursos “duros”, era conveniente y este 15-O ha ocurrido un resultado que nadie hubiera soñado hace escasos meses atrás. Así que el ala menos política, más militar, que menos confía en instituciones liberales también sale vencedor de su tesis, con la mayoría de las gobernaciones pero con un escenario más favorable para consensuar un proceso electoral presidencial, esto es para aceptar un 2018 como hito electoral-presidencial. Hoy el chavismo cuenta con un liderazgo que puede conducir todas sus corrientes internas, y las “sombras” que podían preverse a esta situación parecen superadas por el momento.

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Si hay alguien que hoy está en condiciones de ganar unas presidenciales en 2018 es el chavismo, y si estas se dieran en las próximas semanas cualquiera apostaría que el gobierno saldría triunfador.

Pero el resultado trae un plus y es el triunfo concreto de Héctor Rodríguez que pasa a sobresalir del promedio oficialista, ya que es el único dirigente nacional que ha ganado elecciones en un territorio concreto de la importancia de Miranda. Ante la eventual necesidad de cambio de “pitcher” comienza a vislumbrarse como relevista largo. Hoy se ha convertido en un “presidenciable”.

En cambio, a pesar de que la oposición conquistó Zulia, el principal estado del país, lo hizo por medio de un candidato que no reúne condiciones ni consenso para ser candidato presidencial. El liderazgo opositor ha quedado devastado.
Conclusión

Finalmente una conclusión que contradice todo el análisis anterior: si la oposición quiere sacar una ventaja de lo que ocurrió este 15-O, debe respetar el resultado y analizar que tiene ante sí a un gobierno más seguro de sí mismo y con mayores posibilidades de convocar en cuestión de un año, un proceso electoral para escoger el presidente. Es decir, cuando parece que ha llegado el momento esperado, resulta que no está tan preparada como pensaba y eso la deja desguarnecida frente a los sectores violentos que hoy salen fortalecidos. Prepararse es cuestión de semanas en una Venezuela tan cambiante y tan compleja. No obstante, la oposición se muestra lenta para entender los cambios y hoy no hay en el país algún analista, del signo que sea, que confíe en la capacidad opositora para leer el momento político.

 

Fuente: Supuesto negado.

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