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La(s)​ ​Barcelona(s)​ ​de​ ​agosto​ ​a​ ​octubre​ ​de​ ​2017

Reproducimos esta crónica de la organización Tanquem els Cies/Cerremos los CIEs  integrante de la campaña por el cierre de los Centros de Internamiento de Extranjeros en el Estado español. Se trata aquí del CIE de Barcelona y de uno de los internados en él, en medio de la convulsa situación por la independencia de Cataluña y su enfrentamiento con el Estado central. 

Es 12 de octubre de 2017​, los falangistas festejan su día en Montjuic; las resistencias migrantes contestan a las 17h, en las ramblas, no hay nada que festejar. En Madrid, un desfile medieval hace imposible creer que el colonialismo es cosa del pasado. Mientras en Barcelona, el sonido del helicóptero, las sirenas y los manifestantes se ha hecho casi constante desde hace un par de semanas.

Hasta el 22 de octubre​, la exposición crítica Ciutat de Vacançes en el Santa Mónica permite llevarse a casa una postal con la leyenda “Souvenir Barcelona: Zona Franca” en medio de una foto del Centro de Internamiento de Extranjeros de Barcelona.  Una postal no muy cómoda de exponer en el salón o en el estudio, pero que cumple la función de recordarnos la escisión de la ciudad que habitamos. En la Barcelona Souvenir, miles de personas coparon las calles -normalmente abarrotadas de turistas- en las últimas semanas, reclamando democracia e independencia, y señalando como enemigo al aparato represivo del Estado, más vivo y visible que nunca. Por su parte, en la Barcelona de la Zona Franca, desde el 14 de agosto​, Mohamed sufría también las consecuencias de un Estado represor que para él siempre ha estado vivo y visible. Encerrado en el CIE, después de que el sistema de protección de menores de la DGAIA lo abandonara hace poco más de un año tras cumplir la mayoría de edad, Mohamed Jaaiba se enfrenta a un expediente de expulsión y a otro de internamiento a pesar de haber vivido casi toda su vida en esta tierra.

Lo conocemos a principios de septiembre; se pone en contacto con la comisión de visitas de TanquemElsCies para contarnos que tras los atentados del 17 de agosto​, una persona lo acusa -publicando su nombre, apellido y número de NIE- a través de Facebook y What’s App, no solo de ser un “malo habitual de Tarragona” y de “estarse radicalizando” (él, su novia y un amigo); sino de haber sido vistos el día 24 de agosto (cuando Mohamed llevaba 10 días encerrado) “comprando machetes en una ferretería de Tarragona”; aconseja además “extremar precaución” y acompaña la acusación de una foto de frente y de perfil de Mohamed y de su amigo, que hasta donde pudimos saber pertenecen a la base de datos de los Mossos d’Esquadra. Dos días después de la publicación, entre 15 y 20 Mossos de Esquadra allanan la casa de Mohamed donde se encontraba su compañera, quien tuvo que convencerles de que su novio estaba en el CIE.

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El 6 de octubre​, se estrena en la Filmoteca de Catalunya el documental Comando Dixan que relata en primera persona el calvario sufrido por cuatro argelinos falsamente acusados de pertenencia a banda terrorista y a los cuales se vinculó con los atentados de Madrid de 2004 (el Gran Juez Garzón sentenció, por cierto). Les costó años de angustia que incluyeron temporadas en prisión y la posterior extradición. En el estreno del documental, los miembros de TanquemElsCies que fuimos invitados a participar y que conocimos a Mohamed, pudimos intuir cómo podría haber sido el final de la historia de Mohamed si hubiese estado en casa el día que los Mossos, sedientos de culpables, lo buscaban. Él ha sido el único interno que hemos visitado que nos ha dicho “gracias a Dios, estaba en el CIE”. Le habíamos invitado al estreno, si estaba libre ese día, y le propusimos contar su historia.

No pudo venir. El martes 3 de octubre fue finalmente deportado después de 72h de ansiedad: la policía le había hecho recoger sus cosas el viernes 30 de septiembre para salir en libertad, luego le dijeron que tenía que esperar, faltaba la orden del juez.  El martes por fin llegó la orden, pero era de expulsión…El sistema de deportaciones forzosas no se sumó a la huelga. Mohamed fue deportado a un país que no pisaba desde los 9 años.
La pregunta, incómoda como la postal del CIE, es ¿Por qué se le aplicó la ley de Extranjería y no fue considerado ciudadano de plenos derechos después de que el Estado lo tuteló durante diez años?…o dicho de otra forma, ¿Quiénes son catalanes y quiénes no lo son? En la coyuntura de una Catalunya que está pensado qué quiere ser, la pregunta obligada sobre quiénes serán considerados ciudadanos de la potencial república parece cada vez más urgente. Mohamed participó solo de las consecuencias de una legislación que no tuvo oportunidad de elegir ni discutir, porque, al igual que todos los inmigrantes, no estaba invitado a votar, ni siquiera en unas elecciones que ocurren fuera del marco legal dominante.

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A propósito de la identidad, el 23 de agosto en TV3, Pau Riba -presentado como un artista iconoclasta y contracultural-, afirmaba convencido a Sor Lucía Caram que el problema por el cual es difícil alcanzar la independencia es que “gente de raíces profundas hay menos que de inmigrantes”, a los cuales también llama “instalats”, personas que, según él, “no casan” con el independentismo y a las cuales les es, como mucho, indiferente. “No hay suficiente gente del país para defender esta posibilidad”, se quejaba mientras desoía a su interlocutora quien le decía “yo vengo de fuera, llevo 25 años aquí, me siento catalana por adopción y por opción, y creo en el potencial para la independencia”.

En la misma línea, el 9 de octubre en el CCCB  (N.deR. Centre de Cultura Contemporània de Barcelona), Joan Vergés Gifra, profesor de Filosofía Moral de la Universidad de Girona, presentaba la ponencia de Angela Davis. En un ejercicio de apropiación, forzó sin éxito la traslación de la lucha que Davis representa a la actual movilización catalana por la autodeterminación, haciendo la salvedad de que “no podemos decir que hemos sufrido lo mismo: no somos negros, ni pobres, ni hemos sido jamás esclavos”; dejaba fuera así, no solo a todos los catalanes y españoles afrodescendientes – y esto quiere decir esclavo-descendientes-, sino a todos los que habitan esta tierra catalana en la pobreza y que, para Vergés, parecen no estar incluidos en la lucha por la independencia. Quedaron fuera de su nosotros muchas de las personas que estaban en la sala, frente a sus ojos ese mismo día, como tres de las personas que participaron en el debate poniendo de manifiesto, por ejemplo, la falta de interlocución entre el CCCB y la comunidad afrocatalana. Angela Davis tuvo oportunidades a lo largo de su discurso de llamar la atención -y si Vergés no es tonto, debió darse por aludido- sobre la falacia europea de pensar que el racismo es algo que pasa en otra parte, o que los negros en Europa son de fuera: el ¡Europe is no longer white! arrancó un aplauso en las narices de Vergés. Los agentes del racismo, dice Davis -y se refería a este tipo de racistas-, no son ni siquiera conscientes de la manera en que invisibilizan a la gente que no se parece a ellos.

Sin embargo, para Mohamed todo era mucho más visible, desde la injusticia de su acusación hasta los maltratos dentro del CIE: lo primero fue denunciado por él el 3 de septiembre -a pesar del encierro- ante el juzgado de Instrucción de Tarragona; lo segundo también: el 21 de septiembre​, gracias a una llamada suya, supimos que en ese mismo momento, la policía nacional estaba abusando de su poder y de su condición racista para represaliar, utilizando métodos que los abogados no dudaron en clasificar como torturas, a un grupo de internos que legítimamente intentó fugarse de la cárcel para extranjeros. La colaboración, predisposición y sentido de justicia de Mohamed hizo que podamos orquestar juntos (internos, Tanquem e Iridia) una denuncia que vio la luz el 26 de septiembre​. Ambas denuncias deberían haber bastado para que el proceso de expulsión de Mohamed fuera preventivamente paralizado; sin embargo, la celeridad del sistema de deportación está en total discordancia con la lentitud de la justicia. En la última visita que le hicimos, el día lunes 2 de octubre​, cuando la deportación era inminente y Mohamed empezaba a resignarse, él se había dado cuenta incluso de eso: la policía había dejado de ser amable con él desde que colaboraba con compañeros que sufrían abusos en el CIE; se había dado cuenta además de que “son los mismos”, los que le tenían en vilo desde el viernes, los que pegaban a sus compañeros y los que habían dado palos en la calle el día anterior, 1º de octubre​, (NdeR: el día del referendum por la independencia de Cataluña) a personas mayores, lo había visto por la tele, desde el encierro.

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Vergés no fue el único en practicar la apropiación de la visita de Davis, sectores indepes inundaron las redes al día siguiente con citas de su charla, esteladas y puños en alto. Lo que habría que preguntarse es si entendieron bien el mensaje: “la revolución es mucho más compleja de lo que parece”; y por ello la invitación era a complicar el actual proceso y preguntarse qué tipo de independencia se quiere, la invitación era a hablar de una independencia antirracista, antimisógina y anticapitalista. En realidad, lo más valioso que nos dejó Davis son sus advertencias: la islamofobia es la nueva y poderosa forma de racismo, capitalismo y misoginia; no se frena contratando a policías menos racistas, o haciéndoles asistir a cursos antirracistas. La inclusión no es suficiente, la diversidad no es suficiente y si no formamos comunidades de luchas interseccionales, estamos perdidos.

fuente: Tanquem els Cies/Cerremos los CIES,  miembro de la campaña estatal por el cierre de los centros de internamiento de extranjeros

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