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Apuntes sobre socialismo desde abajo y poder popular

El hombre más buscado por Turquía acusa al régimen de Erdogan de ayudar al Daesh a escapar de Siria

Uno de los tres hombres fuertes de la guerrilla kurda ha explicado al diario Público cómo los asesinos del ISIS están burlando el cerco en Oriente Medio gracias a los ardides de Turquía, uno de los países de Oriente Medio más mimados por el Gobierno de España y Occidente. Hace varios años que no tienen noticias de Apo Ocalan.

Popularmente conocido con el nombre de guerra de Cuma, Cemil Bayik ha sido miembro fundador y activo del Comité Central del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) desde 1978. Hace ahora cinco años, fue elegido copresidente del consejo ejecutivo del Kongra Gel, parlamento que aglutina a todos los partidos y organizaciones militares que -desde Irak, Irán, Siria, Turquía y la diáspora- luchan por la liberación del pueblo kurdo bajo la común inspiración ideológica del “confederalismo democrático” o apoísmo. Con tal nombre se designa la doctrina que está marcando el nuevo rumbo ideológico de estos kurdos. Ésta ha sido concebida por su líder Abdula Ocalan durante el tiempo que ha permanecido confinado en una cárcel turca.

Bayik vino al mundo en las proximidades de la ciudad turca de Keban, en 1955 (otras fuentes datan su nacimiento cuatro años antes). Además de ser uno de los tres miembros más destacados del PKK y de su brazo militar -las Fuerzas de Defensa Popular (HPG)-, es tenido por los suyos como una de las voces intelectuales más acreditadas, especialmente tras el arresto y encarcelamiento, en 1999, de Ocalan. Por el mismo motivo, Bayik es también uno de los personajes más odiados y perseguidos por la dictadura turca de Recep Tayyip Erdogan. Junto a sus camaradas Murat Karayılan y Zübeyir Aydar encabezan la lista de enemigos más buscados por el régimen.

 

Esta persecución se extiende más allá de las fronteras turcas y alcanza, entre otros lugares, a la propia España, dado que tanto la OTAN, como Estados Unidos y la Unión Europea incluyeron al PKK en 2004 dentro del listado internacional de organizaciones terroristas. Esta decisión controvertida y, a juicio de muchos injustificada, fue adoptada como consecuencia de las presiones de Turquía, uno de los socios militares y políticos de Oriente Medio más cortejados por los occidentales.

Esta entrevista recoge los aspectos más relevantes y significativos de los largos cruces epistolares mantenidos por este diario con el lider kurdo durante las últimas semanas a través de diversas vías de contacto. Bayik aceptó charlar con Público con la intención de dar a conocer entre la opinión pública hispano-hablante los puntos de vista del movimiento que lidera, a menudo tergiversados por otras fuentes interpuestas como la propia Turquía o, simplemente, malinterpretados a partir de los testimonios indirectos de observadores occidentales.

Todas las comunicaciones mantenidas con el líder, en diferentes momentos y circunstancias, concluyeron hace alrededor de dos semanas, poco antes de que, cumpliendo sus amenazas, Turquía atacara a los kurdos en Afrin (Siria), desencadenando un nuevo baño de sangre. Ocasionalmente, hemos situado entre corchetes algunas aclaraciones que pretenden ayudar a contextualizar y a facilitar la comprensión de las valiosas explicaciones proporcionadas por Bayik. Los citados comentarios no formaron parte de las comunicaciones originales.

Es obvio que su inclusión, en 2004, a petición de Turquía, en la lista internacional de grupos terroristas guarda relación con la naturaleza militar y armada de sus estrategias de actuación.

Convertir en terrorista al movimiento que pretende liberar de su cautiverio al pueblo kurdo fue una maniobra apadrinada por esos mismos estados colonialistas que han dividido en cuatro partes y ocupado el Kurdistán y, en especial, Turquía. El PKK ha expresado de manera reiterada su voluntad de luchar por la libertad de los kurdos y del resto de los pueblos que viven en el Kurdistán de acuerdo a unos medios democráticos y pacíficos. Lamentablemente, la mentalidad de la potencia a la que debemos hacer frente es estatal-nacionalista y tiránica, contraria a la búsqueda de una solución democrática de nuestros problemas. Dada la brutal represión a la que Turquía sometió a los pueblos del Kurdistán, no nos ha quedado otra salida que la lucha armada.

 

¿Pretende usted decir que sólo la vía armada permitía al PKK luchar por los derechos del pueblo kurdo de Turquía?

Juzguen ustedes por sí mismos. Con el mundo entero como testigo, el Gobierno turco destruyó durante la década de los noventa miles de aldeas kurdas; asesinó a decenas de miles de civiles mediante crímenes que atribuyeron a “autores desconocidos”; obligó a migrar forzosamente a más de seis millones de personas hacia las ciudades metropolitanas de Turquía y el resto del mundo. En el transcurso de esos años, se detuvieron a cientos de miles de inocentes; muchos de ellos fueron torturados y arbitrariamente privados de libertad. En 2015 y 2016, los mismos autores de las masacres precedentes quemaron y destruyeron nuevamente ciudades enteras y asesinaron a centenares de civiles. La guerra que viene librando el movimiento de liberación kurdo tiene por finalidad defenderse de esas fuerzas que han masacrado a un pueblo inocente. A pesar de ello, nos hemos esforzado y seguiremos haciéndolo por evitar cualquier intervención militar que perjudique a los civiles.

Aunque de un modo aparentemente no deliberado, algunas de sus acciones se cobraron en su día víctimas civiles posteriormente utilizadas para justificar la inclusión del movimiento en el listado de organizaciones terroristas.

Desde hace treinta o cuarenta años, todas nuestras acciones militares han estado dirigidas contra las fuerzas de seguridad de Turquía, contra sus policías, espías y soldados. Jamás ha formado parte de nuestra estrategia el utilizar la violencia contra civiles o en entornos ocupados por civiles. Nuestra resistencia es legitima desde el principio porque respeta el convenio de Ginebra. Así se hizo saber de manera oficial a través de un documento suscrito en 1994. Es verdad que se han producido algunos casos desafortunados de civiles afectados por algunas de nuestras acciones de manera accidental. Siempre nos hemos excusado por ello y hemos investigado a sus responsables. Por otro lado, a pesar de que la mayor parte de los países de Occidente apoyan de facto a Turquía, el PKK no ha utilizado nunca la violencia contra sus intereses ni los ha considerado jamás como objetivos militares.

Esos mismos países occidentales que han calificado de terrorista a su organización acostumbran, como España, a cortejar abiertamente al gobierno turco de Erdogan pese a que existen cientos de documentos que demuestran que su régimen apoyó abiertamente desde el comienzo del conflicto a los yihadistas del Estado Islámico [o a pesar de que se cuentan por cientos las denuncias de las atrocidades cometidas por Ankara contra la población civil del Kurdistán turco].

Todo sucedió ante los ojos del mundo. Tanto los EEUU como sus aliados saben que muchas de las armas proporcionadas al Ejército de Siria Libre acabaron en manos del Daesh y de Al Nusra gracias a la intervención de Turquía. Se sabe que el Daesh utilizó fertilizante proveniente del Estado turco para hacer explosivos o que muchos salafistas heridos fueron atendidos en hospitales turcos. Se sabe que el Estado Islámico se financió, en buena medida, gracias a la venta de petróleo a Turquía. Nadie ignora tampoco que entre quince y veinte mil yihadistas se sirvieron de este país para ir a Siria e Irak desde el norte de África, Europa, el Cáucaso, Asia Central o las zonas chinas de los uigures. ¿Hay quien pueda negar eso? ¿No es eso suficiente para demostrar la complicidad de Erdogan con esa banda de criminales? Existen innumerables testimonios y pruebas gráficas de cómo Hatay, Antep y Urfa se utilizaron como puntos de tránsito y de apoyo logístico. Oficialmente, los campamentos se establecieron para ayudar a los refugiados sirios, pero el MIT [Organización Nacional de Inteligencia turca, de acuerdo a sus siglas inglesas] se infiltró para controlarlos. Merced a todo ello, el AKP [siglas de la formación política de Erdogan, Partido de la Justicia y el Desarrollo] ha estado en condiciones de utilizar, dirigir o influir sobre ambas organizaciones desde el comienzo de la guerra.

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Les ayudó, claro está, con el fin de dinamitar la llamada “revolución de Rojava”… [Por “Rojava” se conoce, familiarmente, los territorios de mayoría kurda del norte de Siria. En tiempos recientes, se ha reemplazado el nombre de “Rojava” por “Norte de Siria” para subrayar el carácter multiétnico de la revolución, en la que también tienen un papel protagonista árabes y ciertas minorías como los asirios cristianos o los yazidíes].

Erdogan se ha servido de ellos con diferentes propósitos. Incluso utilizó a los yihadistas en el interior de su país para reprimir a los disidentes y a los kurdos que se expresaban en contra del Gobierno. El Daesh ha sido responsable de masacres que han provocado la muerte de cientos de personas dentro de las fronteras de Turquía. En los últimos tiempos, las tácticas han cambiado debido a la derrota del Estado Islamico. Pero hasta hace un par de años, ni al Daesh ni a Al Nusra se les llamaba terroristas en Turquía. Se utilizaba el eufemismo de “adolescentes enojados”. Ahora que están prácticamente derrotados, Ankara ha comenzado a referirse al ISIS como grupo terrorista con el fin de obtener ventajas políticas de los aliados que combaten a los yihadistas en la región. En su momento, el estado turco utilizó también como excusa la lucha contra los yihadistas para justificar una intervención militar en Siria que terminó dirigiendo contra los kurdos, a quienes también considera terroristas, pese a que ningún otro pueblo se ha destacado de una forma mas notable en la lucha contra los salafístas. Occidente es plenamente consciente de todo ello pero los intereses de las potencias internacionales se han antepuesto a cualquier otra consideración de tipo ético.

Como dice usted, son bien conocidos los vinculos pasados de Turquia con los yihadistas pero ahora que estos han sido derrotados, ¿tienen ustedes constancia de que Ankara siga colaborando con los terroristas ayudándoles a escapar del cerco?

Hay una organización muy seria del Daesh en el país. La política del gobierno actual en Turquía ha producido un peligroso Daesh interior. ¿Cómo? Ha creado un clima de opinión favorable a sus ideas y ha alentado a los sectores de población que simpatizan con los postulados de los salafíes. Por el momento, no han sido utilizados por el AKP contra los oponentes de su gobierno, pero está claro que disponen de la posibilidad de hacerlo y cuando sea preciso, se servirán de ellos para atentar contra la gente y contra la humanidad entera. Creando constantemente enemigos externos, hablando de la animosidad contra el Islam, Tayyip Erdogan y el gobierno del AKP-MHP han ofrecido al Daesh un perfecto escenario para que germinen y se fortalezcan sus ideas. Es cierto que han llevado a cabo algunas publicitadas operaciones contra ellos, pero su principal objetivo no es combatirlos, sino maquillar la verdadera naturaleza y simpatías del régimen. Cabe señalar también que después de la derrota del Daesh son muchos los yihadistas que han regresado a Turquía. Una parte se ha quedado alli bajo el control del MIT, mientras que otra se ha trasladado a Europa o a Asia. Todos estos terroristas que han escapado a Europa, Rusia, China, el norte de África, Canadá y Estados Unidos están pasando por Turquía a través de Hatay. Muchas asociaciones y organizaciones no gubernamentales de esa ciudad están siendo utilizadas como cobertura para protegerlos y enviarlos a diferentes destinos de Oriente y Occidente. El Daesh también ha sido derrotado en Irak y muchos yihadistas huidos de Mosul y otros lugares se están diseminando por todo el mundo utilizando Turquía como vía de escape y paso. Para facilitar el tránsito, han creado algunos corredores. No estamos especulando. En los últimos tiempos, muchos miembros del Daesh fueron arrestados o se rindieron en Rojava. Sus confesiones confirman una y otra vez que han recibido y siguen recibiendo apoyo de Ankara.

 

Desde el comienzo del conflicto sirio, Erdogan se ha obstinado en disuadir al mundo de que el PYD -una formación política kurda de Siria cercana a los postulados del apoísmo- y su milicia -el YPG- son, en realidad, una mera extensión del PKK turco. ¿Es en verdad el PYD una mera “sucursal de la franquicia siria de los rojos kurdos de Turquía”? [El asunto es espinoso porque mientras los kurdos de Turquia son considerados un grupo terrorista, sus hermanos de Siria han terminado convirtiéndose en el aliado más fiable de los occidentales en su guerra contra el Estado Islámico].

El PKK no tiene un interés directo en la revolución de Siria ni influye en las decisiones que sus partidos y órganos de gobierno toman allí. La relación del PKK con la revolución de Rojava es de apoyo moral. El paradigma [o nueva doctrina ideológica] que Rêber -el presidente- Apo ha elaborado no sólo atañe al PKK y a los kurdos. Su propuesta política es también válida para el resto de los pueblos del Medio Oriente y, en realidad, para la humanidad entera. Los revolucionarios de Turquía así como los españoles podrían también buscar inspiración en él. Y si en España naciera una organización influida por la propuesta ideológica de Apo, ¿se le acusaría de ser parte del PKK? Decir que es lo mismo que el PKK es distorsionar la realidad.

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Parece claro que lo que el Estado turco pretende es extender la consideración de terrorista a las fuerzas kurdas que han peleado mano a mano, en Siria, con Estados Unidos y el resto de potencias aliadas.

Si se piensa fríamente, es lógico que inviertan tanto esfuerzo en difundir la idea de que el PKK y otros partidos como el PYD son grupos terroristas. Por un lado, está tratando de legitimar la persecución a la que ha sometido al pueblo kurdo y por otro, Ankara tiene asumido que si los kurdos de Siria consiguieran afianzar su proyecto democrático, socavarían gravemente su régimen genocida. Además, hay que subrayar que la revolución en Rojava no tenia como objetivo a Turquía. Por el contrario, es el Estado turco el que bombardea constantemente las áreas del norte de Siria.

 

Es conocida, sin embargo, la presencia de combatientes del PKK en el territorio sirio, y el apoyo que estos han prestado a la defensa del norte del pais, frente a la amenaza yihadista. El caso más conocido fue el de Kobane.

Cuando estalló la crisis política en Siria, algunos combatientes jóvenes y algunos mandos del PKK acudieron a Rojava en respuesta a la llamada de auxilio de sus hermanos sirios. Entendieron, por así decirlo, que la magnitud de aquella crisis asi lo aconsejaba. El momento más álgido fue la crisis de Kobane. Cuando la ciudad estaba bajo asedio por parte del Daesh, cientos de simpatizantes del PKK se trasladaron a ella para ayudar a sus hermanos sirios a impedir que cayera bajo el yugo de los yihadistas. Aparte de eso, no hay combatientes oficialmente enviados a la Federación del Norte de Siria por la organización.

Hay quien sostiene que la revolución de sus hermanos sirios de Rojava ha sido “robada” o “secuestrada” debido a la colaboración con los Estados Unidos en la lucha contra el Daesh.

La guerra no fue una elección. Se nos impuso. Tan pronto como la revolución de Rojava comenzó a andar, se echaron encima de los kurdos de Siria, primero, los de al-Nusra y luego los del Daesh. Lo que estaba en juego en ese conflicto era la propia supervivencia de los kurdos y los pueblos que con ellos conviven. Rendirse no era una opción porque equivalía a abandonar a la población a la merced de esos asesinos. A medida que el conflicto se enquistaba, el Daesh se convirtió en una fuerza que no sólo amenazaba a los kurdos sino a la humanidad entera. Eso indujo a otros países a implicarse en el conflicto y, por añadidura, estableció conexiones entre algunas de las fuerzas que combatían a ese enemigo común. Que eventualmente se hayan establecido alianzas con ciertos ejércitos extranjeros que combaten al Daesh no implica en ningún caso que se hayan realizado concesiones. Ninguno de esos países con los que se ha colaborado sobre el terreno está en disposición de “secuestrar” el desarrollo de la revolución.

Desde algunos sectores occidentales de izquierda, y entre amplios sectores de la opinión publica árabe, se ha cuestionado asimismo la colaboración de las Fuerzas Democráticas de Siria (SDF), que lideran las YPG, con Damasco.

La guerra en Siria y las condiciones políticas que se han creado complicaron el escenario político. La revolución de Rojava debía luchar contra el Daesh para garantizar su supervivencia y, con tal fin, debía mantener una política de no enfrentamiento con otras fuerzas que lo combaten. La verdadera fortaleza de la revolución de Rojava no estriba en lo militar, sino en sus fuertes e irrenunciables convicciones ideológicas. Sirviéndose de ambas herramientas -la fuerza militar y la disciplina ideológica- podrá lucharse contra estos poderes que, como Siria o muy especialmente Turquía, quieren desviar la revolución de su carril o aplastarla militarmente. Por otro lado, el pueblo kurdo no quiere que Siria sea dividida. Lo que defiende es la democratización de Siria dentro de un país unido, donde los kurdos y el resto de los pueblos que lo habitan puedan convivir libremente, en paz y prosperidad, ejerciendo su derecho al autogobierno.

Cuesta creer que los Estados Unidos no establecieran condiciones…

Por supuesto que los EEUU y otras fuerzas han tratado de desviar la linea de la revolución, de tomar el control. Lo han intentado. Todos -Siria, Rusia, EEUU- están inmersos en una lucha de poder sobre este territorio. Todos buscan crear una Siria a la medida de sus intereses Por eso el conflicto continuará. Quizás los revolucionarios de Rojava no logren implementar todos los aspectos de este sistema que plantean, pero aun así, su propuesta modificará para bien Siria y Oriente Medio, y jugará un papel importante en el desarrollo de la región. Ni EEUU y Rusia están en condiciones de exigir el secuestro o la liquidación de la revolución ni por medios militares ni a cambio de su apoyo.

 

Resulta paradójico que algunos países como Estados Unidos hayan colaborado estrechamente en materia militar con sus hermanos kurdos de Siria -las YPG- en la guerra contra el Daesh mientras mantienen al PKK turco en su listado de grupos terroristas.

Tanto los Estados Unidos como sus aliados occidentales saben que el PKK ni es ni merece ser considerada una organización terrorista. El incluirnos en ese listado fue una decisión meramente política que tenía por finalidad el contentar a Turquía y no poner en peligro las relaciones económicas y políticas con este país, al que los occidentales otorgan un trato de privilegio. Hemos escuchado que los EEUU han estado presionando a las YPG en asuntos relacionados con el PKK, pero lo cierto es que no tienen ninguna oportunidad de obtener nada ejerciendo estas presiones. Y lo mismo cabe decir a la inversa, no importa lo que las YPG le digan a los EEUU, dado que estos actuarán según sus intereses, como han hecho hasta ahora. El mundo capitalista se basa en intereses. En relación a las políticas hacia Oriente Medio, no podemos esperar ningún enfoque sostenido sobre valores morales.

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A propósito de su líder Abdula Ochalan, se rumorea que hace años que nadie ha sido autorizado a visitar su celda o conversar con él, en la cárcel turca donde se le tiene confinado en solitario, desde hace diecinueve años.

No tenemos ningún contacto con nuestro líder, ni disponemos de información reciente sobre su situación. Hace ya casi 7 años que Ochalan no ve a sus abogados. Desde el 5 de abril de 2015, ni delegaciones políticas ni las instituciones de derechos humanos han sido autorizadas a verlo. Sólo en el verano de 2016 se permitió una breve visita del hermano, en respuesta a las multitudinarias demandas del pueblo kurdo. El aislamiento impuesto al líder Apo en la cárcel de İmralı es bien conocido y consentido por los EEUU, Europa e incluso algunas instituciones internacionales. Las organizaciones que deben asumir la responsabilidad de velar por el cumplimiento de las leyes internacionales han guardado total silencio respecto a las condiciones de su confinamiento. El verano pasado se dijo que el Comité Europeo para la Prevención de la Tortura (CPT) estuvo en İmralı. Sin embargo, el CPT no ha proporcionado ninguna información sobre esta supuesta visita. Tampoco tenemos conocimiento de la salud de nuestro líder Apo.

Muchos medios occidentales de comunicación suelen referirse todavía al PKK como una organización marxista pese a que el llamado “apoísmo”, el pensamiento sobre el que sustentan su acción política, ha modificado profundamente su orientación ideológica hacia postulados cercanos al anarquismo. ¿Es el nuevo PKK una organización de inspiración anarquista?

¡La nueva doctrina del líder Apo reformula el socialismo de acuerdo a una nueva doctrina a la que llamamos “paradigma de la sociedad de las mujeres libres, democrática y ecologista”. Hemos renunciado, por ejemplo, a la orientación estatalista de cierta interpretación del socialismo porque entendemos que los “estado-nación” son incompatibles con la verdadera democracia. Creemos, asimismo, que la lucha de clases es una de las variables relevantes que hay que considerar en la defensa de la sociedad, pero entendemos que el marxismo dejó a un lado otras cuestiones de importancia como la ecología o la liberación de las mujeres. Aunque algunos de los hallazgos del anarquismo en relación a su crítica de los estados nos resultan de utilidad, hemos llegado a la conclusión de que el anarquismo tampoco ofrece respuestas apropiadas al modelo que critica. En resumen, nuestro ideario se beneficia de algunos de los hallazgos intelectuales realizados por marxistas, anarquistas, verdes o feministas, pero posee, al mismo tiempo, notables diferencias con todos ellos. Murray Bookchin ha realizado una importante contribución en la formación del paradigma de nuestro líder. Su análisis sobre el confederalismo y la ecología son importantes. También hay influencias de Wallerstein, Nietzsche, Foucault, Gunter Frank y muchos otros intelectuales, socialistas, filósofos, revolucionarios, anarquistas. No obstante, ninguno ha sido determinante por sí solo a la hora de desarrollar el nuevo paradigma.

Me pregunto si han renunciado ustedes a la lucha nacional de los kurdos por razones puramente puramente tácticas.

No hemos renunciado a la lucha para la liberación de los kurdos. Lo que nosotros decimos es que, definitivamente, esa lucha no tiene por finalidad la construcción de un nuevo “estado-nación” kurdo que reemplace al precedente porque inevitablemente, estos sólo han sido portadores de opresión, explotación y violencia. Somos un movimiento que ideológica, teórica y pragmáticamente rechaza la forma “estado” y el nacionalismo al tiempo que apuesta por una fórmula a la que llamamos confederalismo democrático, que viene a ser una concreción real de una democracia genuina y horizontal. Si no actuaramos de ese modo, correríamos el peligro de oprimir a otras identidades y culturas. De hecho esta mentalidad es la del capitalismo y de la burguesía nacional y ha hecho mucho daño a la gente. Ahora estos problemas se están intentando resolver con un enfoque federalista que reconozca la existencia de autonomias locales.

 

El PKK desaprueba, en tal caso, el referendum para la independencia organizado por Barzani o, al menos, los términos y el modo en que se ha desarrollado este proceso, de acuerdo a los clásicos postulados del nacionalismo.

Los kurdos en Iraq han puesto sus avances en peligro porque no han sabido democratizar su sociedad. Si observa, por ejemplo, la cuestión de Kirkuk y otras áreas disputadas asi como la ocupación de estas áreas por el ejercito iraquí, verá que es el resultado de un enfoque nacionalista de los poderes políticos del sur del Kurdistán [el Kurdistan iraqui]. El estado-nación es una fuente de problemas. No es correcto ni aceptable dividir con fronteras y enemistar a pueblos que han compartido durante siglos el mismo territorio. Mucha gente cree, no obstante, que reforzar la orientación nacionalista de una lucha es el mejor modo de defender a un pueblo. Eso es un error, pero hemos de admitir que no pocos kurdos piensan de esa forma. Esto es algo que no se puede cambiar tan fácilmente. Por eso la gente en el Kurdistán sur ha apoyado el referéndum organizado por el PDK, pero ahora muchos se están arrepintiendo de haber brindado ese apoyo. Estamos intentando dejar a un lado todas esas mentalidades superadas.

La vieja izquierda europea tiende a ser casi furiosamente atea y anticlerical. ¿Cual es la posición oficial del PKK en relación a la religión y el Islam?

Tenemos que aceptar el animismo, la mitología y la religión como parte del desarrollo humano. Es totalmente incorrecto abordar las cuestiones relacionadas con el Islam en términos de rechazo completo o absoluta aceptación. No se trata de estar a favor o en contra de la religión. Hay que diferenciar lo que llamamos el Islam cultural del político. El primero tiene aspectos positivos; atañe a la moralidad, la ética y los valores. Es practicado ampliamente por millones de creyentes de la comunidad islámica y no entraña riesgos. Sin embargo el Islam político es más peligroso. Es el Estado que quiere utilizar la religión para sus luchas de poder. Si logramos democratizar nuestras sociedades, los aspectos más dogmáticos y conservadores del Islam podrán ser fácilmente reemplazados por otros valores.

 

Por Cemil Bayik. / Ferran Barber

8 febrero 2018

 

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