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Comunicado sobre la muerte del compañero Corvalán, en el contexto del desalojo de su tierra

Como colectivo de investigación Ecología Política del Sur (Citca-Conicet) expresamos nuestra profunda indignación por la muerte de Héctor Corvalán, campesino santiagueño, de Suncho Pampa, ocurrida el lunes 22 de octubre tras diez días de agonía. Días de pesar iniciados un 12 de octubre, fecha tan cara a la historia nuestra-americana, en el marco de un desalojo injusto, que constituye uno más de los procesos de despojo estructural en curso.

Expresamos nuestro más enérgico repudio al accionar policial y judicial que, como tantas otras veces, se muestra funcional a los intereses de grupos de poder[1], aún cuando éstos atentan contra los derechos más elementales y la vida misma de personas y comunidades enteras. Exigimos una investigación urgente que esclarezca las circunstancias que llevaron al deceso del compañero campesino y que haga justicia. Asimismo, manifestamos nuestra profunda preocupación por la avanzada represiva y las pretensiones de militarización del accionar del Estado ante situaciones de conflictividad social, que emergen de una injusticia estructural, profunda, de larga duración.

En efecto, este doloroso acontecimiento se inscribe en una ya crónica historia de despojo de la vida campesino-indígena que cartografía el así concebido como “territorio nacional”; reedita la violencia sistémica en función del cual éste ha sido construido. A nueve años del 12 de octubre en el que fuera asesinado el comunero diaguita Javier Chocobar en Tucumán, en otro intento de abandono forzado del territorio, y en momentos donde se ventila la resolución por ese crimen, debemos lamentar otra muerte violenta del campo habitado. Estamos así, ante una historia que es presente, y que, de no reaccionar, se proyecta sobre nuestro futuro. El propio estado nacional reconoce un piso de al menos 857 situaciones conflictivas por la tierra rural, que afectan a más de 60.000 familias y una superficie de más de nueve millones de hectáreas.

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En ese contexto, el compañero Héctor Corvalán, con sus 56 años, es otra víctima más junto a aquellos compañeros y compañeras que entregaron su vida en la “lucha por la tierra en Santiago del Estero”. Su muerte pone de manifiesto la violencia extrema con la que opera esa desposesión frente a quienes entienden que la vida fuera del territorio campesino no es una posibilidad de ‘estar’ en el mundo. Nos solidarizamos con el dolor de sus hermanas y hermanos más cercanos; hacemos parte de ese dolor. Y con esperanza, afirmamos que son estos dolores, los de la Tierra que sangra, los que nos deben conmocionar como sociedad para construir otros imaginarios y futuros posibles. Sentir los dolores del cuerpo-tierra de Corvalán, y exigir justicia por su lucha es un deber colectivo si efectivamente buscamos hacer de esta parte del mundo que habitamos un suelo más digno para la Vida-en-común.

Colectivo de Investigación Ecología Política del Sur (Citca-Conicet)

 

 

[1] Recordamos que la orden que dio lugar al desalojo y a los hechos que determinaron la muerte del compañero campesino fue ordenada por la Dra. María Cecilia Paskevicius Juzgado Civil de Tercera Nominación, y ejecutado por la Policía de la Comisaria de El Mojón con el Oficial Inspector José Francisco Corvalan, el Oficial Ayudante Leonel Moreno, Cabo 1ro Roberto Corvalan, División de Prevención de Nueva Esperanza, el Agente Roldan y otros, en total de diez (10) policías aproximadamente, junto al Oficial de Justicia Dr. Luis Rodolfo Scillia y el empresario Néstor Quesada con dos (2) camionetas con personas a su cargo.

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