*Por Corriente Popular Juana Azurduy y Corriente Surcos
Cada 1 de enero brindamos Revolución. Hoy, 60 años atrás les cubanos hicieron huir a su tirano y echaron a andar su derecho a decidir, a ser, a hacer. Hoy, 25 años atrás, el zapatismo terminó con el fin de la historia. Obedeciendo mandó. Hizo arder privilegios y gritó: para todes todo.
Hoy, el fascismo se cuela por las grietas de Brasil y sentado en el trono, con un arma en la mano y la justicia en el bolsillo, legaliza y distribuye muerte. El racismo, el patriarcado, el “sálvese quien pueda” están siendo el caldo de cultivo de gobiernos de ultraderecha en América Latina y el mundo. El deterioro de la estabilidad laboral, la creciente precarización, la violencia estatal y paraestatal, junto al susurro mediático constante, han provocado un creciente temor social. La fragmentación y el resentimiento se incrementaron dentro de los sectores populares. Las instituciones públicas y comunitarias donde se tejen sentidos y prácticas soberanas vienen sufriendo ataques constantes. Esto ha dado lugar a que ciertas corporaciones evangélicas gerencien la sociabilidad de una importante porción de la población latinoamericana. Mientras tanto, las fuerzas de derecha, reforzando sentimientos de inseguridad y fomentando expectativas de orden, se presentan como la novedad salvadora.
En plena etapa de concentración y desposesión, el capitalismo, arrasa con nuestros cuerpos, trabajos y territorios. Con nuevos mecanismos de control e influencia cultural pretenden someter a nuestros pueblos. Al punto que han logrado que votemos a nuestros propios verdugos. Hay una enorme masa de datos sobre lo que hacemos, lo que hablamos, lo que pensamos, la foto que nos sacamos, que está a disposición del establishment mundial. La pesadilla del Gran Hermano hoy es realidad. La manipulación de los deseos y preferencias conlleva el saqueo y el desguace civilizatorio. Los dueños del mundo hoy cuentan con mecanismos de dominación más sofisticados que hace algunas décadas. A las fuerzas de seguridad nacional y a los ejércitos de ocupación, hoy se le suman el control de los medios y redes de comunicación.
En estos tiempos en que el avance de la derecha nos pone en peligro nos preguntamos cómo pudo ser que con tanta velocidad hayamos pasado de la legitimación de gobiernos progresistas a gobiernos neoliberales. Notamos así que gobiernos neodesarrollistas como los de Argentina y Brasil han sabido aprovechar las oportunidades para distribuir la renta y promover derechos, se ha reactivado cierto entramado productivo, pero nunca se proyectó superar los limitantes que perpetúan las desigualdades estructurales de nuestros países. El aumento de los niveles de consumo no fue acompañado de un proceso cultural eficaz. A la par, se les exigió a los movimientos sociales que habían protagonizado la lucha contra el neoliberalismo en los ´90, que abandonen su combatividad a cambio de gobernabilidad. Se reconfiguró una democracia delegativa, que acotó el potencial creativo del pueblo.
El neoliberalismo no perdona. Es por eso que consideramos importante pensar cómo lo derrotamos y construimos una alternativa para la felicidad de nuestros pueblos. En este andar, nos parece que la falta de autocrítica resta. Si no aprendemos de los errores, quien gana es la derecha. Descansar en que la política la definan los gerontes que zafaron del “que se vayan todos” nos parece irresponsable. Como organizaciones populares creemos que es tiempo de recuperar la iniciativa. Las resistencias que hoy florecen a lo largo y ancho del país nos hablan de futuro. La soberanía de la vida cotidiana y los deseos de nuestros pueblos están en juego. Se ha abierto una nueva etapa en América Latina, que al parecer durará más de lo que pueda durar un gobierno. Las condiciones económicas y sociales que posibilitaron políticas neodesarrollistas hoy no existen más. Por su parte, las derechas se han renovado pero aún no han demostrado que puedan perpetuar su dominio. Por eso creemos que es ahora cuando hay que derrotar al neoliberalismo y construir desde las casas, calles y urnas, un nuevo proyecto para la vida digna de los pueblos. Configurando anillos de resistencia junto a una agenda propia de las organizaciones populares y comunidades que luchamos por el socialismo. Democratizando los ámbitos cotidianos, consideramos que hay que ir creciendo.
Abajo y arriba, adentro y afuera. Ya conocemos qué pasa cuando las instituciones no responden a las calles y las casas, cuando el gobierno está en manos de una casta. Una nueva gobernabilidad es lo que estamos proponiendo. Es preciso construir un movimiento que articule las luchas por fuera del Estado, desde el Estado y contra el Estado. La historia política de nuestro continente nos demuestra que solo una herramienta política y un movimiento que vayan de la mano, que se correspondan y reflejen, podrán construir otro mundo posible. Ese mundo que soñamos y, sobre todo, que necesitamos.
Somos los movimientos populares, el movimiento feminista, los sectores medios urbanos en defensa de los derechos humanos, de la educación pública, de la salud, el trabajo y la vivienda quienes podemos construir un poder diferente. Un poder popular, comunitario y feminista. El poder de los barrios, las escuelas, los gremios, las asambleas de mujeres y disidencias, los espacios de laburo, los ámbitos artísticos y los medios de comunicación populares, son la potencia. Si la dominación actual es múltiple, múltiples serán las resistencias. La articulación de los diversas fuerzas organizadas será la que nos permita revolucionar lo dado y crear una nueva realidad.
La dignidad humana está en juego. La vida de los pueblos se enfrenta a una casta de acaparadores. Quizás el SXXI sea el siglo de la lucha por los bienes comunes y los sentidos. Para eso nos estamos preparando. Una nueva generación de izquierda se tendrá que hacer cargo de enfrentar cara a cara al capitalismo, de hacer lo que otros no quisieron, y lo que otros y otras aún dejando la vida no pudieron. Hay que volver a creer y a crear. Hoy que el porvenir de la humanidad y la naturaleza está en riesgo, hoy que la derecha quiere que nos amoldemos a su juego, con seguridad les decimos que seguiremos desobedeciendo. Seguiremos incomodando a los obsecuentes y hermanándonos con quienes quieren que cada injusticia sufrida se revierta a favor del pueblo. Estamos convencides de que tarde o temprano el futuro será de quienes hoy estamos resistiendo. Así comenzamos. Hasta que todo sea como lo soñamos! ¡Buen año para todes!