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Darío presente en nuestras luchas y en nuestros corazones siempre

Hoy Darío cumpliría 38 años. Pienso en Dario,  haberlo conocido y compartido con él un tiempo corto, pero muy intenso. Intenso para el país pero sobretodo intenso, para la vida de Darío y la mía. En ese tiempo Darío estaba contento. Luchaba convencido que hacíamos lo correcto, y seguro de esa lucha. Por eso estaba feliz, comprometido y feliz.  Por eso se quedó preocupado el 20 diciembre de cómo manejarnos en la calle y cómo seguir la lucha.  Por eso el 26 de junio no dudó, o tal vez dudó, pero se quedó con Maxi abrazándolo en esos momentos. Y como sabemos hoy,  ese gesto marco una generación de luchadores y luchadoras en  Argentina.

Cómo puede momento, una situación, una decisión, ser tan intensa y enorme que deje una huella tan profunda? Que hermoso gesto y enseñanza nos regaló!

Pero Darío no es una excepción. Darío no estaba solo, si bien su actitud es enorme y ejemplar; era parte de un movimiento de trabajadores y trabajadoras que la estaban peleando fuerte.  Era parte un colectivo militante que tratará de pensar más allá de esa coyuntura. Fue  también parte la generación de 2001, que dió esas luchas y otras. Intentaba seguir el camino comprometido de otras generaciones, como la del 70, revindicaba la figura emblemática del Che, y como tantos otros militantes que dieron la vida por una sociedad más justa. Por eso, no era una excepción, es parte imprescindible de la historia de lucha de nuestro pueblo.

Por eso no estaba solo aquel día en la estación Avellaneda. Y aunque es muy injusto no tenerlo para poder abrazarlo en el día de su cumpleaños, tampoco está solo hoy,  porque lo tenemos presente, en el día a dia de la lucha cotidiana en los  barrios, en las escuelas, en las asambleas en las fábricas, en el corte, el piquete y las movilizaciones.

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Porque hay gestos y actitudes que perduran, que no se olvidan, que dejan huellas, porque hay personas comunes que son capaces iluminar el camino y fortalecer las convicciones de luchar por una sociedad justa e igualitaria. Porque hay personas que nos inspiran, porque vale la pena la lucha y poner el cuerpo a pesar de los golpes.

Tuve la suerte de conocerlo y compartir tiempos intensos, con uno de esas personas. Darío Santillán, un ejemplo a multiplicar.

Darío presente en nuestras luchas y en nuestros corazones siempre

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