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Apuntes sobre socialismo desde abajo y poder popular

Ser o no ser (“To be or not to be, that is the question”)

La famosa expresión que Shakespeare puso en boca de Hamlet, señalaba el profundo dilema del Ser. Considerando la política actual en nuestro país y traducido a su versión criolla,  enfoquemos el dilema del “ser” sobre la llamada oposición.

Vayamos de lo simple a lo complejo. Comencemos por el enfrentamiento al gobierno de Macri quien no deja ninguna duda en cuanto a su “SER”. En cambio, la cuestión aparece confusa y opinable respecto de la oposición. Mas, antes de abordar  la diversidad de la misma, hay que definir a qué tipo de “ser” nos referimos.

En general y simplificando, se abren dos vertientes de acuerdo a sus concepciones políticas. Una, con múltiples encarnaduras, remite a diversos partidos, sectores o personajes cuyas críticas se efectúan sin objetar la naturaleza del capitalismo. La segunda, con sus distintos matices, parte de cuestionar al “ser” de dicho sistema del cual el gobierno es un fiel exponente. Y a este SER nos referimos en el título.

Ahora encararemos la primer vertiente pero diferenciando las variantes que  simulan una falsa oposición de quienes la plantean verazmente.

 

La “brecha”

 

Así se designa en la actualidad la separación entre la derecha, fiel representante de la globalización neoliberal, y sus presuntos opositores. Empero, dentro de este numeroso contingente, es necesario distinguir entre quienes simulan su oposición y quienes, en sus distintas variantes, la asumen verdaderamente.

Entre los que simulan, aparecen los sectores que invocando sus credenciales  peronistas no alcanzan a encubrir sus ambiciones de poder que incluyen su falsa adhesión al legado histórico del movimiento. Sea el gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey; Miguel Ángel Pichetto, senador jefe del Interbloque Argentina Federal y  reconvertido ex Jefe de la bancada kirchnerista del Senado, o de tantos otros exponentes. Afuera del peronismo,  muchos caratulados como “progresistas” exhiben un perfil de “opositores” que resulta una máscara engañosa y superficial.

Entre los que  ejercen una oposición real a las políticas neoliberales  y mencionando sólo a los partidos políticos gravitantes en el escenario nacional, se destaca el kirchnerismo. Perfil avalado por sus tres períodos consecutivos de gobierno. Lo cual no significa soslayar sus errores y limitaciones pero tampoco  omitir los avances populares que generó. Además, durante los primeros 15 años de este siglo, integró el grupo de naciones sudamericanas opuestas al neoliberalismo y a los dictados yanquis.

La derrota electoral de 2015, a la que aportaron las deficiencias del  Kirchnerismo, se emparenta con la amplia y lamentable regresión política sufrida en nuestro subcontinente. Fenómeno que simboliza una frontera todavía insalvable para el campo popular. Es que transitar por un territorio minado por relaciones capitalistas es como nadar en medio de un mar de tiburones lejos de la costa…

Esa metáfora alude a la condición depredadora del gran capital y las Corporaciones que operan dentro y fuera del Estado y constituyen el núcleo hegemónico del sistema. La red política, judicial y mediática bajo su órbita, impulsa y sostiene los enfrentamientos que provoca su combate a las resistencias.

A poco más de seis meses de las elecciones nacionales del 27 de octubre, la “grieta” se profundiza en la misma medida que se complejiza. La profundización deviene del desarrollo de la devastadora política macrista que agudiza el riesgo de su eventual reelección. Así se ahondarían las calamidades de su política sobre la mayoría de la población y se ampliaría la enorme hipoteca que supieron conseguir. Vale decir, el flagelo sobre la soberanía nacional que originan los préstamos y el control del FMI, reflejado en el deterioro de los organismos básicos de nuestra economía y el Estado y ni qué decir de la agresión a los sectores de bajos recursos y de los excluidos.

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En cambio, la complejidad proviene del lado del campo de la oposición. Por su heterogeneidad y debilidades sumadas a las carencias de un proyecto común.

 

Alcances y contradicciones del arco opositor

 

Con vistas a las próximas elecciones, se destaca claramente el kirchnerismo. En los papeles cuenta, aproximadamente, con un tercio de los votos del electorado. No obstante, para derrotar al macrismo en la primera vuelta precisa sumar adhesiones y lo mismo si se llega a una segunda.

A ese interrogante se suma la indefinición de Cristina sobre si presentará o no su candidatura. Sea como táctica o como manifestación de cansancio producto de su prolongado liderazgo, su indefinición tiene diversos efectos. Empezando por los ataques del gobierno que continúa inventando y promoviendo causas con burdas acusaciones para anular definitivamente su gravitación política. Algo ensayado y logrado en Brasil con el vergonzante encarcelamiento de Lula que posibilitó el triunfo de Bolson-aro.

Tal indefinición genera incertidumbre en el campo propio y alimenta las expectativas del  espectro de “los de afuera”. Entonces, aparecen diversas figuras para asumir ese legado y otros que aspiran a ganar los votos que pueda perder el kirchnerismo. Los aspirantes de uno y otro campo, es un tema que no trataremos aquí. Porque lo que nos interesa realmente es la perspectiva nacional que se nos presenta. Y esto, en el  mejor de los casos, imaginando un triunfo opositor a este gobierno entreguista de la derecha.

Desde esa visión, vale considerar la actual coyuntura proyectada al corto y al mediano plazo. Suponiendo que en el próximo gobierno asuma lo mejor de la oposición, deberá resolver enormes desafíos dada la fabulosa hipoteca que pesa sobre nuestra nación.

Una primera instancia pasa por la cuestión de la unidad ante la necesidad electoral de su construcción y la ausencia de garantías políticas de buena parte de sus eventuales socios. La segunda, mucho más importante, remite a la real pesada herencia. O sea, la que le deja a nuestro país la política neoliberal y entreguista del macrismo con sus poderosos beneficiarios y su dependencia del FMI, el principal acreedor.

El tema de la unidad supone una moneda de dos caras. Por un lado, se presenta como imprescindible para ganar las elecciones. Por el otro y dado el perfil de la mayoría de los eventuales “socios” con peso electoral, surge un porvenir cargado con presumibles chantajes y frustraciones. ¿Unidad con Massa, Pichetto, Urtubey,….? ¿Unidad en la que los principios se reducen a contabilizar votos?

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No hay dudas de que esta pesada herencia va a ser un obstáculo más que difícil. El retroceso económico de la industria en general y sobre todo de las Pymes, sumado al enorme crecimiento de la deuda externa (1) resulta una suerte de bloqueo a la independencia nacional. Además de su volumen y sobre todo, porque está regenteada por nuestro principal acreedor el FMI. Esto corre aparejado con el notable crecimiento de la especulación financiera y la fuga de divisas.

Semejante ofensiva del gran capital interno y externo se refleja en el empobrecimiento general de los sectores populares. Y para no abundar en las calamidades que lograron instaurar en poco más de tres años, baste con mencionar la inflación, la caída del empleo y del salario, de la protección social en todas sus expresiones, el elevado aumento de la pobreza, la indigencia y la exclusión, son algunos de los “éxitos” de este gobierno.

 

El “día a día” y una mirada estratégica

 

Vivimos una etapa donde la oposición a la agresión de la soberanía nacional y a la  vida de nuestro pueblo, tiende a resumirse en el seguimiento de los indicadores económicos  del día a día. Desde luego que esto tiene importancia pero, su reverso es la ausencia de una mirada estratégica que evalúe y sobrepase la coyuntura. Si no, las acciones concretas se pierden en una inmediatez sin destino.  Es que la sistemática prioridad de las urgencias concluye obstaculizando la superación de las mismas.

Dentro  de esa  praxis, la opción por el “mal menor” suele terminar en el “mal mayor” dado los condicionantes propios del orden social en que vivimos, el capitalismo. Esto no significa negar la importancia de luchar por conseguir mejoras en la situación que se padece. Sólo que si esto no se inscribe en una política liberadora de la opresión proseguirá la calesita del eterno retorno. Hay que diferenciar el campo sindical del correspondiente a la política que no se circunscribe a oponerse a la explotación sino que abarca, indisolublemente,  el combate contra la dominación.

Y ya orillamos la cuestión del SER mencionada al principio. Su constitución parece tan lejana como imperioso resulta gestar su existencia. En un período en que el capitalismo reina en el mundo, el poder concentrado que lo comanda busca que nos rindamos al Dios resignación. Sólo que los mejores momentos y más creativos de la humanidad fueron los que desconocieron a ese agobiante “Dios”.

Asumido ese desafío, se abre  una  problemática muy compleja que rebasa lo referido a las leyes económicas del capitalismo que Carlos Marx ya había desentrañado en el siglo XIX. Aquí subyace  el rechazo al sistema que anida en las ideas del otro SER cuya mirada anti sistema apunta a lograr su superación. Ese desafío se proyecta en la cuestión de la subjetividad social que genera el capitalismo.

Dicha subjetividad constituye un verdadero blindaje a su existencia que se mantiene a lo largo del tiempo. Blindaje que consiste en ocultar su naturaleza explotadora y depredadora, a la vez que exalta el individualismo, el afán de lucro y la discriminación socio cultural que remata en la ausencia de solidaridad. Tal es el perfil ideológico que patrocina y el tipo de sociedad que produce. No obstante, la hegemonía que sostiene está tensionada en sus distintos niveles por las resistencias y las luchas populares.

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Respecto de la subjetividad, es ilustrativo parafrasear un comentario de Jorge Alemán:

“….el capitalismo, en su nueva fase neoliberal, se ha constituido en algo más que la extracción de plusvalía en la relación capital-trabajo porque está intentando marcar simbólicamente la vida de los cuerpos hablantes y su experiencia subjetiva. Por ello, en este modo de producción de subjetividad, una pregunta crucial se vuelve pertinente: ¿qué parte de la vida puede eventualmente no ser apropiada por dichos dispositivos de producción?  (Subrayado mío. Ver “El capitalismo y las posibilidades de cambiarlo”, artº de Jorge Alemán, publicado en Página 12 del 11/04/19).   

La pregunta plantea, al menos, dos lugares de abordaje. El primero, remite a las contradicciones internalizadas en los sujetos. Resurge la sempiterna contradicción entre la conciencia y la existencia. Hoy agudizada con el crecimiento exponencial de los productos, donde el fantástico salto de la electrónica y los medios de comunicación incentivan la avidez existencial. Claro está que para buena parte de la sociedad resulta algo tan deseable como inalcanzable. El otro lugar, configura una potenciación del deseo-consumo que es vital para el funcionamiento del sistema.

Aquél interrogante de fondo transita sobre dos ámbitos determinantes. La política y la ideología. Ambas son gravitantes en el imaginario social. A través de la política, abierta o encubiertamente, se dirime el poder. Y con relación a éste, se asienta la ideología que lo refleja por más que existan variados referentes. Por eso que lo más común es escuchar en boca de los sometidos “opiniones” y parte del discurso dominante.

En síntesis, en la lucha político-ideológica se dirime la subjetividad social que prevalece. Y en tanto no se construyan alternativas reales al orden instituido, el capitalismo seguirá rigiendo nuestras vidas. Lo concreto es la necesidad de  crear alternativas liberadoras. Y en ese sentido, existen múltiples luchas y aperturas. Un ejemplo destacado es la que libran las mujeres en contra del patriarcado, sin apelar a patronas ni patrones. Características de este tipo generan miradas que alientan la esperanza.

(1) “El endeudamiento desenfrenado de los últimos tres  años elevó el stock de la deuda pública un 40,9 % con respecto a octubre de 2015 llevándolo a 332.192 millones, mientras que el ratio sobre PBI aumentó en 48,6 puntos porcentuales hasta alcanzar el 86,2 %, según cifras de la Secretaria de Finanzas correspondientes al cuarto trimestre del año pasado.” (del Observatorio de la Deuda Externa de la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (ODE-UMET); ver Página 12 del 15/4/19).

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