Para conocer esta importante experiencia estuvimos con Nora Ciapponi, militante socialista que integró la Brigada Simón Bolívar junto al FSLN, brigada internacionalista que se sumó a la lucha contra la dictadura de Anastasio Somoza y colaboró posteriormente en la conformación de los primeros sindicatos.
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Así se informaba del llamado a constituir la Brigada Internacionalista desde el más importante diario de Colombia;
“En calle 17 nº 4-49, oficina 201 de Bogotá, están necesitando gente. No dan trabajo ni prometen enriquecer aspirantes de la noche a la mañana a través de la venta de enciclopedias. Lo único que ofrecen es la posibilidad de perder la vida, sometiéndose a riesgos e incomodidades y llevar durante un tiempo incierto una vida llena de peligros. A cambio sólo brindan la oportunidad de luchar por la liberación de un pueblo. En este lugar funciona la oficina de reclutamiento de combatientes colombianos que quieran voluntariamente alistarse en la lucha armada contra la dictadura de Anastasio Somoza en Nicaragua”
(Daniel Samper Pizano, El Tiempo, Colombia, mayo de 1979)
¿Dónde estabas y qué hacías cuando se hizo la convocatoria?
Nora: En el ´76 cuando se dio el golpe de estado no me fui del país por decisión propia. Estuve hasta el año 1979 llevando la tarea de defensa y lucha por los presos y desaparecidos del PST (Partido Socialista de los Trabajadores que fue ilegalizado). Junto a familiares de nuestrxs compañerxs y un equipo integrado por el abogado Enrique German Broquen y varias compañeras más, al que luego se incorporó Luis Zamora. Realizábamos diversas tareas de relacionamiento internacional con Amnesty y otrxs organismos, a la par de desarrollar la atención de nuestros presxs en las cárceles, apoyándonos en sus familias, relacionándonos con el CELS y la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos.
Las madres de desaparecidxs del PST fueron, desde la primera hora, parte integrante de las Madres de Plaza de Mayo, algunas de ellas muy reconocidas, como Cota Senar, Mary Zampichiatti y otras. Tuvimos más de cien desaparecidxs durante el golpe de estado, y fuimos blanco de ataque también en el gobierno de Isabel Perón en manos de las Tres AAA.
De 1976 a 1979 fueron años muy duros, muy difíciles y especialmente, dolorosos.
En 1979 aflojó un tanto la represión por la preparación y visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, para la cual se preparó –sin éxito- la dictadura, porque miles de familiares hicieron largas colas para presentar las denuncias por sus hijxs o familiares desaparecidxs…
Mientras esto ocurría en Argentina, Nicaragua era noticia cotidiana por la cual vibrábamos con la esperanza de cambiar el signo de retrocesos, golpes de estado y derrotas en Latinoamérica. La insurgencia que allí se vivía tenía un gran apoyo en todo el continente. El odio contra Somoza y el respeto al Frente Sandinista de Liberación, era grito y causa común de los pueblos latinoamericanos.
Así, en Argentina, la constitución de la Brigada en Colombia por parte del hermano PST (Partido Socialista de los Trabajadores) nos comprometía a hacer nuestro esfuerzo. Ya había sido convocado un compañero que dirige actualmente Izquierda Socialista en nuestro paìs, Miguel Sorans y se necesitaban otrxs compañerxs de similar experiencia, por lo que me ofrecí a integrar la Brigada.
La convocatoria pública en Colombia fue dirigida especialmente a lugares de trabajo, sindicatos, barrios, universidades, colegios, no sólo para ir a combatir militarmente, sino también para colaborar de la manera que fuere para aportar al triunfo del pueblo nicaragüense, sea informando lo que se vivía en Nicaragua o llamando a extender la solidaridad en Colombia. Así se realizaron colectas para quienes viajaran desde los lugares de trabajo, sumándose luego artistas e intelectuales, todo lo que hizo que el llamado y la solidaridad se fueran extendiendo y se anotaran para viajar miles de voluntarios, muchos más que los que se podían trasladar.
La selección debía ser rigurosa dada la importancia de la actividad que en Nicaragua se desarrollaría junto al FSLN. Pero lo que es importante aquí destacar es la disposición y solidaridad potencial que tienen los pueblos, incluso para dar la vida por ir a combatir a un país hermano, tratándose de derrocar a un tirano tan odiado durante décadas, como lo fue Somoza.
El otro elemento muy importante que nos llevó a la constitución de la Brigada es que teníamos una formación internacionalista, con la que en numerosas oportunidades rescatábamos la experiencia de España en la lucha contra el franquismo, cuando el activismo europeo cruzaba las fronteras de sus países para incorporarse al bando republicano, formando brigadas. O también en nuestro continente, en Nicaragua mismo, en las distintas oportunidades en que EE.UU. invadió y activistas de Guatemala, Honduras o El Salvador se alistaban para luchar junto a Sandino y su ejército de campesinos pobres, reconociéndose como parte indisoluble del pueblo centroamericano, artificialmente dividido por las oligarquías y EE.UU. para mejor reinar.
¿Y cómo saliste del país cuando eras conocida por tu candidatura en 1973?
Tuve que salir con pasaporte falso, claro. Primero saliendo de Aeroparque hacia Uruguay, luego Chile hasta Panamá para luego viajar a Costa Rica. Tuve el contratiempo (que me hizo perder quince días en Panamá) de no poder ingresar a Costa Rica sin visa. Allí, en Costa Rica, estaban los compañeros de la BSB que hacían entrenamiento previo e iban ingresando a Nicaragua por el Frente Sur. Cuando yo llegué al lugar, quedaban muy pocos compañeros. La espera de quince días en Panamá hasta que me dieron la visa provocó el retraso, aunque tuve la suerte de contar con la ayuda de compañerxs de ese país, y a quienes no conocía, a la espera de la documentación.
Llegamos finalmente a Managua en camioneta desde Costa Rica el mismo 19 de julio, cuando el FSLN junto al pueblo insurrecto había logrado la huida de Somoza. Llego con un pequeño grupo de combatientes de la BSB que habían permanecido en Costa Rica.
Cuando llegamos, el júbilo que se vivía era inmenso e inagotable. Ya había sido derribada la famosa y pesada estatua del tirano que supimos ver en tantas fotos y que inspiró a Ernesto Cardenal en un poema
"No es que yo crea que el pueblo me erigió esta estatua / porque yo sé mejor que vosotros que la ordené yo mismo. / Ni tampoco que pretenda pasar con ella a la posteridad / porque yo sé que el pueblo la derribará un día"
Nadie podía o quería dormir esa noche tan llena de tensiones y sentimientos encontrados, donde imperaba una inmensa alegría y gran esperanza.
Y si bien los festejos llevaban mucho tiempo, estaban lejos de haber finalizado. Horas y horas en esa plaza inmensa, toda y a pleno para que la ocupe el pueblo festejando. La efusividad, los abrazos, la inmensa alegría, el dolor acumulado, estallaban por todos lados. Seguramente en El Salvador, Guatemala, Honduras o Panamá o en muchos lugares de Latinoamérica tampoco se dormía esa noche. Somoza, finalmente, ya no estaba, había abandonado el país y el poder, ayudado por EE.UU. De esa manera también caía como un castillo de naipes, la temida y famosa Guardia Nacional.
Dijiste que nos contarías sobre Bluefields
La Brigada realizó una parte muy importante de su actividad en Bluefields, ubicada en la Costa Atlántica, dado que otro grupo de combatientes provenía desde Costa Rica (Puerto Limón) en barco pesquero. Los brigadistas fueron muy bien recibidos por la población, lo que permitió unir fuerzas para trabajar para constituir las milicias y la conformación de los Comités de Defensa.
No se sabe por qué razón el FSLN no tenía más que una débil presencia en la zona. Tal vez fuera por el difícil acceso, tal vez por la fuerte influencia de una burguesía a las claras somocista, con empresas pesqueras y de conserva de capitales y personal jerárquico yanqui.
Lo cierto es que a los pocos días los obreros de las distintas empresas iban a la ciudad y reclamaban porque aún cuando Somoza había caído, las cosas allí seguían como antes, exigiendo cambios. Así se decidió que ese día no se iría a trabajar porque se constituía el Sindicato, se eligieron a los compañeros, luego se realizaron reuniones por sector, y se le entregó a la Empresa un pliego de diez puntos que fue rápidamente firmado por la patronal. Esto se fue repitiendo y extendiendo a numerosos lugares de trabajo en la zona y en pocos días se formalizan doce sindicatos (tomar en cuenta que en Nicaragua los sindicatos son por empresa y no por rama).
Las tareas que la clase trabajadora exigía por otra parte, no eran otras que las que el FSLN contenía en su programa…
Las patronales somocistas viendo los reclamos y decisión de sus trabajadores comienzan a unirse y se polariza la situación. El Comandante sandinista vacila, lo que genera mayor confusión entre los trabajadores.
La burguesía contraataca y apela a una gran cantidad de mercenarios que envía como “representantes del FSLN.” Ante el mentiroso ardid, se les exige que entreguen las armas, pero se van.
El ataque final -ya unificada la burguesía- es cuando se atrinchera en un colegio donde tienen más de ochenta armas de todos los calibres. Se produce enfrentamiento armado en medio de las marchas de uno y otro sector, durando el enfrentamiento cerca de tres días. La sublevación de la burguesía es aplastada. Pero cuando las cosas comienzan a calmarse, llega una gran tropa sandinista de Puerto Cabezas que ocupa Bluefields y controla la situación.
Pregunta: ¿Mientras tanto qué ocurría en Managua? Contanos sobre la organización de los sindicatos
Los dos compañeros del PST Colombiano que asumieron la dirección de la Brigada acordaron con la dirección del FSLN un lugar para que pudiéramos funcionar, en el que se centralizaría nuestra actividad. Así, nos facilitaron una importante casa, muy grande, ubicada en el centro de Managua, perteneciente a un senador somocista que huyó como otros tantos burgueses cuando vieron como inevitable la caída de Somoza.
El reconocimiento popular del pueblo nica a los combatientes internacionalistas era muy grande. Así lo fue con la Brigada “Victoriano Lorenzo”impulsada por el gobierno panameño, y especialmente con la BSB, quién en combate había perdido a tres compañeros y allí estábamos para colaborar en lo que fuere necesario. Cundía un ánimo colectivo tan poderoso por transformarlo todo, de un despertar profundo por dejar atrás las largas décadas de oscurantismo y tiranía, que no paraban de preguntar y preguntarse, también decididos a opinar, decidir, resolver, construir otro futuro del que se sentían parte…
El conocimiento que entre los brigadistas había compañerxs que tenían experiencia gremial, fue corriendo de boca en boca. Así nos preguntaban cómo formar un sindicato, como reunirse todos, qué hacer ante la huída de los patrones de sus empresas, cómo organizarse a partir de la caída de la dictadura. Al igual que en Bluefields se opinaba que nada de lo viejo debía quedar en pié, porque no se había hecho una revolución tan grande y tan costosa en vidas, años y sufrimientos, para que todo siguiera igual.
A quienes nos venían a buscar les preguntábamos que querían hacer. La respuesta era casi siempre la misma:
Queremos constituir nuestro sindicato pero no sabemos cómo se hace…
Orientábamos con cuestiones sencillas, en primer lugar que se convocara a todxs lxs compañerxs del lugar de trabajo para realizar una asamblea y allí decidir entre todos a quiénes querían elegir como delegados. También dejar en claro que fueran honestos, que no se vendieran, que tuvieran personalidad para defenderse de las trampas del patrón; que consulten todo y con todxs lo que consideren se debe hacer, y antes de hacerlo… Que estén dispuestos a cambiar de opinión escuchando. Que se vote y luego se respete el resultado. También, y muy importante, que quienes resulten elegidos sean buenas personas, solidarios ante las necesidades de cualquier compañerx.
Y así, con toda sencillez pero con mucha firmeza, se desarrollaban las asambleas, comenzando por la expulsión de los esquiroles (alcahuetes), fueran buchones de los capataces, del Jefe o del patrón. Se nombraba a cada uno de ellxs y por cada uno se gritaba Fueraaaaaa!!! Así, una vez realizada la “limpieza” comenzaba la asamblea.
Tantas décadas y generaciones sin hablar, tanta bronca y tristeza contenidas parecían haber quedado muy lejos. Porque quien tomaba la palabra hablaba con fuerza y sentimiento, explicando lo que sentía o consideraba se debía hacer colectivamente, a partir de ahora.
Así, las asambleas terminaban con mucha emoción y abrazos por los firmes primeros pasos que juntos estaban dando.
También queremos legalizar el sindicato en el Ministerio de Trabajo
Fuimos a la sede de la BSB con los delegados recién elegidos y quienes quisieran acompañar al Ministerio luego. Allí contábamos con una máquina de escribir, hacíamos el acta de la asamblea en la que poníamos los fines que tendría el sindicato, los nombres de los delegados, la cantidad de trabajadores presentes en la asamblea, etc.
Nos trasladamos con alrededor de veinte compañerxs de la fábrica al Ministerio. Había un solo empleado y nada de público…
Venimos a legalizar este sindicato (entregando el acta uno de los nuevos delegados)
Y esto qué es? pregunta el empleado
Es el acta de la asamblea que eligió el sindicato hoy
Esto no sirve – dice-, no puede ser, porque las leyes dicen esto y esto…
Los nuevos delegados comienzan a retrucar al empleado:
Pero no te das cuenta que esas leyes no sirven más, que acá hubo y hay una revolución y vos todavía no te diste cuenta? No nos vamos de aquí hasta que no se apruebe el sindicato y nos des un papel que diga eso…
El empleado finalmente y ante la presión de los presentes, firmó la aceptación…
Luego de este resultado para formalizar el primer sindicato se allanó el camino. La experiencia se extendía y reproducía…
La BSB colaboró así, en la construcción de más de aproximadamente 120 sindicatos de empresa, contando los de Blueffields y otras ciudades, la mayoría de Managua.
Luego se nos ocurre -intercambiando ideas con algunos delegados de empresas- que sería bueno construir una central sindical que agrupara a los nuevos sindicatos. Que para eso sería bueno convocar a una reunión.
La reunión se hizo. Estábamos a pleno en el local facilitado a la BSB, el que tenía un salón grande que fue cubierto con la presencia de gran cantidad de delegados y activistas de los nuevos sindicatos, dispuestos a construir la nueva Central. El Frente propuso que se llamara “Central Sandinista de Trabajadores”. Varios de los presentes de manera espontánea propusieron que lxs compañerxs de la BSB no se debían ir, que debían quedarse en Nicaragua por la experiencia que tenían en el trabajo gremial, lo que fue apoyado por la amplia mayoría. También se propuso que el gobierno debía otorgar la ciudadanía nicaragüense a los brigadistas…
Ambas propuestas respecto a nosotros -que desconocíamos- nos sorprendieron en primer lugar a nosotros mismos…
Porque en el torbellino y la euforia de una inmensa revolución como la que estábamos viviendo, quisimos ubicarnos donde ser útiles, cuidándonos siempre de no sustituir. Debían ser los trabajadores nicas quienes hablaran en las asambleas, las dirigíeran y resolvieran junto a sus compañeros. Simplemente, porque era lo que querían, cansados de obedecer y bajar siempre la cabeza. Tampoco nos sentimos “intrusos en casa ajena”porque fuimos insistentemente convocados fraternalmente a colaborar y transmitir la experiencia que tuviéramos. Y porque seguimos creyendo, que las revoluciones no tienen dueñxs…
Como luchadorxs y/o militantes de muchos años, tuvimos junto a compañeros de la BSB sin otra experiencia que la que estaban transitando, la inmensa posibilidad –tal vez única- de disfrutar intensamente de momentos tan soñados…
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La expulsión de la BSB y conclusiones, en una segunda entrega.
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