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Apuntes sobre socialismo desde abajo y poder popular

Las elecciones en Argentina ponen a su economía frente al abismo

Las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) realizadas el 11 de agosto en Argentina abrieron un tiempo de transición e incertidumbre acrecentada en la economía argentina. En esa elección se hizo evidente lo que ya se conocía por lo bajo: el gobierno de Cambiemos, el presidente Mauricio Macri y su programa económico carecen de consenso popular y conducen a la economía al abismo.

Los primeros dos años de gobierno de Macri fueron años de recortes, ajustes y liberalización de la economía. El resultado es la continuidad de la crisis transicional iniciada un lustro antes. Desde al menos 2010 la economía anda a los tumbos, entre el estancamiento y la inestabilidad. Sin embargo, el gobierno de Cambiemos, que había llegado en 2015 prometiendo “pobreza cero” y la “revolución de la alegría”, ganaba las elecciones intermedias de 2017 con un hálito de recuperación económica que duró sólo unos meses.

La aceleración de la crisis a mediados de 2018 y la respuesta del gobierno condujeron al país al estancamiento y la inflación galopante (superior al 50% anual). Los acuerdos con el Fondo Monetario Internacional (FMI) en junio y agosto de 2018 sólo aceleraron ese proceso. Tasas de interés por las nubes (75% anual en las letras de corto plazo del Banco Central, LELIQ), la política de emisión monetaria cero y ajuste fiscal (menor gasto y más impuestos para alcanzar el déficit primario cero en 2020) son causas de una prolongada recesión que acentúa los desequilibrios realmente existentes. Tres presidentes del Banco Central y tres ministros de Economía se sucedieron en una carrera de enredos, mala praxis e hipótesis siempre fallidas.

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Las primarias suponían sólo elegir a los candidatos y candidatas a las próximas elecciones generales del 27 de octubre. Sin embargo, la masividad del apoyo a la fórmula opositora peronista/kirchnerista desarticuló las expectativas creadas. Las encuestas previas indicaban un triunfo moderado de la fórmula Alberto Fernández – Cristina Fernández de Kirchner (FF) frente a la dupla oficialista de Mauricio Macri (actual presidente) y del senador peronista, devenido oficialista, Miguel Ángel Pichetto (MM). El resultado fue arrollador: 1 de cada 2 votantes apoyó a FF mientras sólo 34% sostuvo la continuidad de Macri.

Cambio de manos, ¿cambio de mando?

La lectura fue preclara: habrá cambio de mando. El capital financiero internacional respondió con prestancia y el lunes siguiente a la PASO forzó una devaluación de 30% del peso. El BCRA respondió vendiendo reservas y disparando las tasas de interés. Comenzaba la transición y los sectores dominantes marcaban la cancha. En los días subsiguientes, empresarios importantes comenzaron a acercarse al candidato que será el futuro presidente (a menos que ocurra una hecatombe o un milagro, según desde dónde se lo vea).

La respuesta del oficialismo frente a la crisis y el resultado electoral combinó la ratificación del rumbo con medidas de asistencia social con plazo de vencimiento en diciembre de 2019: una serie de complementos salariales para les asalariadxs, eliminación en el impuesto al valor agregado (IVA) en productos básicos, el congelamiento en el precio de los combustibles y reducciones en impuestos sobre el salario. Todas medidas de las cuales Macri abjuraba por “populistas”. Haciendo de la necesidad virtud, estira hasta el límite el margen de maniobra estrecho dejado por el acuerdo con el FMI y apuesta por lo mejor.

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Con el cambio de ministro de Economía en la semana posterior a la PASO, el gobierno intenta traer tranquilidad. Hace unos días se reunió con funcionarios del FMI quienes también se encontraron con las y los referentes del equipo económico del candidato Fernández. El Fondo sabe que apostó mucho a la Argentina y no puede dejar que su (ya poca) reputación se pierda. En septiembre debe aprobar un nuevo desembolso del crédito otorgado; sabe que el gobierno no cumple ni podrá cumplir con los objetivos planteados. Sin embargo, sabe por experiencia, que no puede negarse a entregar los miles de millones de dólares de esta cuota. Si no lo hiciera, aceleraría la crisis sumando el componente del abierto default. Por lo pronto, se anunció el inicio de un generalizado y unilateral “reperfilamiento” de la deuda pública, eufemismo para un nuevo default selectivo.

En el interín, mientras esperamos a las elecciones del 27 de octubre, continúa la fuga de capitales a un ritmo acelerado de más de 15 mil millones de dólares en lo que va de 2019. Las reservas internacionales continúan cayendo en un goteo que por momentos se hace cascada, y es casi imposible de frenar en este marco político; desde las PASO se perdieron casi el 8% de las reservas. Para completar el panorama, el mercado mundial opera en un escenario de creciente disputa entre la decadente potencia de los EE.UU. y la estrella en ascenso, China. Para colmo de males, el capitalismo global no logra recuperarse de la gripe que significó la crisis de 2008.

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