Superando las inclemencias climáticas, miles y miles de jóvenes inundaron las calles de la capital bonaerense al grito de «¡Aborto Legal Ya!»
Viajaron en tren, se organizaron con sus amigues, vinieron en muchos casos de nuevo con sus madres, y desafiando las inclemencias climáticas, dijeron presente.
Ni el temporal pudo con las voluntad de las jóvenes que quieren que el aborto sea ley para que no haya ni muertas ni presas por ejercer un derecho elemental: el derecho a decidir sobre su propio cuerpo, a no perder la vida en abortos clandestinos, a vivir y disfrutar de la sexualidad sin la injerencia de las Iglesias. Un derecho que le arrancaron de las manos los dinosaurios el Senado.
Pero las pibas se plantan. Como lo hicieron otras veces, vuelven a la calle. Y esta vez fue con un pañuelazo masivo. Así comenzaban a cerrar la particular jornada de este primer día encuentrero: diciendo que quieren que el aborto sea ley… «y que los curas se vayan a laburar».
Es más que un dato. Es un hecho. La lucha de la marea verde sigue viva y, a pasar de los intentos de detenerla o desviarla, no la pudo frenar la derrota que quisieron imponerle «los dinosaurios percha», como los llaman, ni mucho menos el temporal que sacudió a la ciudad en las primeras horas de la jornada.
Como en 2018, como el 8 de marzo de 2019, ahora también el 34° Encuentro Plurinacional de Mujeres y Disidencias la tiene a ellas como sus principales protagonistas.
Y aunque en la apertura del Encuentro no se habían podido manifestar, por la suspensión del acto de apertura, la voz de esas miles de jóvenes en los talleres, se extendió hasta la Plaza San Martín. En el histórico centro político de La Plata, donde debía realizarse el Festival convocado por la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto legal, seguro y gratuito, ellas volvieron a hacer temblar la tierra anudando los pañuelos verdes y naranjas.
Esos pañuelos, que referencian la lucha por el derecho a decidir y por la inmediata separación de las Iglesias del Estado, son los que pretenden anudar desde las coaliciones mayoritarias, a pocos días de las generales de octubre, a los pañuelos celestes.
Lo dijo Mauricio Macri hace unos días en Jujuy y en Tucumán. Lo dijo Cristina Fernández de Kirchner en su votación en el Senado, cuando llamó a anudar pañuelos verdes y celestes y a «no enojarse con la Iglesia». Lo dice Alberto Fernández, que quiere rebajar la demanda de las pibas, a lo sumo, a una mera despenalización.
Detrás de algunos pañuelos verdes que integran esas listas, los dinosaurios celestes apuestan a un Congreso que esté al servicio de las cúpulas religiosas, de los empresarios y organismos como el FMI, de los gobernadores como Juan Manzur, que obligó a parir a una nena de once años. Una verdadera tortura.
Como dice el refrán, las imágenes valen más que mil palabras. Y esta tarde se vió en la localidad que recibe a miles de mujeres y disidencias que viajaron desde distintos puntos del país para participar del Encuentro.
Aulas colmadas de participantes, talleres que debieron desdoblarse y hasta realizarse bajo la lluvia, jóvenes desafiantes, convencidas de la necesidad de arrancar ese derecho que les negó el vetusto Senado de la Nación.
Resumen Latinoamericano, 12 octubre 2019