Toda confrontación se prepara. Toda batalla tiene, en el terreno de las ideas, un capítulo central. La reforma laboral es uno de los objetivos que Macri no pudo cumplir y que dejó pendientes para quien sea futuro presidente. Si bien avanzó parcialmente por sectores de trabajo (petroleros, por ejemplo) y dejó las bases para su implementación con los brutales niveles de desempleo que generaron sus políticas, en tiempo record.
Desde la perspectiva del capital, y luego de su implementación en Brasil, la Reforma Laboral ha devenido en un tema central. Aparentemente, antes que «vuelva el asado» nos van a solicitar que aceptemos alguna flexibilización patriótica en las condiciones de venta de nuestra fuerza de trabajo.
Si bien no me sorprende, no deja de ser impactante que en esta coyuntura, cuando todavía restan dos semanas para las elecciones, que darían el triunfo a Alberto, en C5N -un canal de marcada afinidad con el FDT- ya empezaron militar de manera desembozada por la Reforma.
Este domingo en el programa «Hagan Algo», que se emite por ese canal, se los pudo ver a Iván Schargrodsky y Julián Guarino, militar fuerte por la reforma[1]. Ambos periodistas son relativamente serios, «progres», se podría decir. No obstante, al mejor estilo del conocido TINA (There Is No Alternative – No hay alternativa) de Margaret Thatcher, sostuvieron con tenacidad la inexorable fatalidad de una próxima reforma laboral. El diálogo se sostuvo en el contexto de un informe sobre el anuncio de la CTA de Yasky de integrarse a la CGT. Allí mostraban un acto de Alberto, donde sostenía que el ex ministro de trabajo, Carlos Tomada, había dicho que el «gesto» de la CTA era, estratégica y moralmente, tan grande como el de CFK. (¡Qué mística!)
Es ahí que Julián Guarino plantea:
«Ojo hay que tener en cuenta que esta CGT, la nueva, va a tener que ser parte de una mesa que va a tener que darle el visto bueno, por ejemplo, a una Reforma Laboral. No hay forma que en la Argentina, en los próximos años, no haya una reforma laboral. Hay que ver qué tipo de reforma se lleva a cabo. Y ahí hay una responsabilidad enorme del frente sindical».
A lo que responde Schargrodsky, quizá con algún conocimiento del tema: «Me parece que va a ser sector, por sector». A renglón seguido, Guarino explica que en el próximo gobierno podría haber «algún tipo de recomposición para los sectores más rezagados, salarialmente hablando». Que ese sería «el eje Nº1 del acuerdo social», pero dando algunas concesiones a los empresarios. Por ejemplo, congelamiento de las tarifas de los servicios públicos. En ese momento cuenta que había recibido algunas «críticas en las redes sociales», por dar «margen a los empresarios». Schargrodsky, dice irónicamente, «no entiendo la crítica», y lanza un panegírico a la burguesía digno de un Adam Smith criollo. Afirma el periodista:
«Por suerte es minoritario, pero hay un sector en la sociedad que cree que la gente puede tener trabajo y puede prescindir de los empresarios, como si el trabajo fuera generación espontanea, que nace de un manantial de orden celestial y no tiene que ver con la economía real y con una persona que pone una empresa y emplea gente».
¡Notable! Para el amigo Schargrodsky la «economía real», la riqueza, es producida por una «persona» que «emplea gente»: los empresarios, de los cuáles no se puede prescindir. Evidentemente pertenezco a ese sector minoritario (¿antinacional?) que sostiene que el valor proviene del trabajo, que la riqueza la producimos las y los laburantes, que los empresarios, o la burguesía, es una clase parasitaria que vive del trabajo ajeno. Y que no somos «gente» que nos emplean. Somos laburantes ¡y movemos al mundo! Con nuestras manos y cabezas.
Hay temas, coyunturas, momentos históricos, que son como el test ácido: no hay lugar para terceras posiciones. O estás con la clase trabajadora o estás con la burguesía. Iván y Julián dejaron bien claro de qué lado de la mecha están parados.
Por si quedaran dudas, para darle una especie de cierre al bloque, Schargrodsky plantea:
«Hay dos cosas que a mí me parecem que al oído de estos sectores, que son refractarios, caen pésimo, y no tienen ni la mínima instancia de voluntad de conversarlo. Uno es la Reforma Laboral: que suponen que nosotros vamos a trabajar 25 horas por día, por el mismo salario, etcétera, etcétera, etcétera. Y, para un sector más reaccionario de la sociedad, la Reforma Constitucional. Es decir, son dos cosas que no se pueden ni siquiera conversar: No hay manera».
¡Magistral querido Schargrodsky, magistral! Todos los dientes mostró el pequeño. Somos minoritarios, refractarios, no queremos el diálogo (opa se coló consigna macrista), planteamos supuestos imposibles (25 horas por día) y estamos en la misma oración que los reaccionarios que no quieren hablar de la Reforma Constitucional. O sea, veladamente, el viejo y querido argumento: la izquierda y la derecha se tocan… ¡Más viejo que Matusalén! ¡Y más falso que billete de 15 pesos!
Como si fuera poco. Con la pose de serio y verborrágico que le gusta, dice al final:
«Lo hemos dicho muchas veces. Yo siempre sostuve que el sindicalismo tiene que tener una propuesta. Aparte, y sin dar nombres, hay varios sindicalistas que las reformas ya las hicieron de hecho y por convenio. Y por supuesto no las prensean (sic) porque la oposición interna les puede generar algún problema. Pero hay varios que ya flexibilizaron algunas cuestiones, duplicaron tareas, algunos trabajadores pueden hacer una tarea u otra. En algunas situaciones eso te genera más puestos de trabajo».
¡Me encanta! Lo primero es totalmente cierto. Uno de ellos es el convenio de petroleros, que más que puestos ha generado muertes por accidentes y niveles de explotación insoportables. ¡Vamos con la reforma Iván!
El bloque se cierra, y para no ser menos, dice Guarino:
«Esto lo vamos a tener que abordar ¿qué va a pasar con el trabajo? El trabajo creo, y dicen los especialistas, va a ser un lujo».
¡Genial! Se ve que los amigos, ante el cambio de los vientos ya empiezan a cuidar los suyos. Lujito…
Hermoso, amigas y amigos. Queda clarísimo. Como suponíamos esa discusión será central. Este fue, sin dudas un botoncito de muestra. Los «realistas de siempre» ya empezaron con su trabajito de hormiga: «no hay alternativa», «no hay alternativa», «no hay alternativa»… Los burócratas de siempre están en la misma. Es más, ya se están juntando para cagarnos tods juntos.
Es verdad que «no hay alternativa». O las y los laburantes nos plantamos, o los burgueses, sus amigos, sus medios de prensa, sus partidos políticos y todas las armas que tienen a disposición querrán pasarnos por encima para imponernos una «Reforma» que empeore, aún más nuestras condiciones de trabajo. Si es que somos de esa clase de loquites que queremos darnos «el lujo». ¡Amén!