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Miryam Gorban: “Si la soja es tan buena para los pobres, por qué no la comen los ricos”

La especialista en soberanía alimentaria reclama dejar de lado "la música de la soja" para diseñar los esquemas de lucha contra el hambre. Los guiños al plan del Frente de Todos y la reivindicación de la economía popular. "Hay que dar vuelta la tortilla", subraya.  

 

 

Miryam Gorban es referente local indiscutida en materia de soberanía alimentaria. Desde hace décadas milita por el debate y promoción de políticas públicas para garantizar circuitos virtuosos de producción, comercialización, consumo y alimentación saludable.

En 1996 formó parte del puñado de argentinos que viajó a Roma para participar de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación convocada por Naciones Unidas. Fue el primer plenario de líderes mundiales que puso al flagelo del hambre entre los ejes centrales de una agenda transversal.

Su larga trayectoria logró una institucionalización clave en 2013, cuando la Universidad de Buenos Aires (UBA) formalizó la Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria (CALISA) de la Escuela de Nutrición. Se trata de un ámbito de intercambio al que dio impulso entre docentes, estudiantes y especialistas. El objetivo es promover el debate sobre el derecho a una alimentación adecuada y la irresuelta disputa por la distribución desigual de los alimentos.

Ese recorrido la convirtió también en fuente de consulta para los equipos técnicos del Frente de Todos (FdT): en los últimos meses participó de numerosos intercambios con referentes vinculados al programa “Argentina contra el Hambre” que el presidente electo, Alberto Fernández, presentó el 7 de octubre en la Facultad de Agronomía de la UBA.

Esa iniciativa es el pilar del paquete de políticas públicas que Fernández planea incluir en los proyectos más urgentes de ratificación parlamentaria apenas inicie su mandato el próximo 10 de diciembre. “Lo primero es poner alimento en el plato de la gente”, repite ante sus colaboradores.

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Gorban aprueba las señales que el nuevo gobierno comenzó a dar para encarar la irresuelta problemática del hambre, pero advierte sobre el retorno de la discusión por el uso de la soja en la alimentación de emergencia a los sectores más vulnerables y, en simultáneo, cuestiona la reivindicación de fórmulas concentradas.

“Los postergados tienen que comer lo que comemos todos; no hay preparaciones especiales mágicas. Otra vez empieza a sonar la música de la soja. Hay que prestar atención y preguntarse: si es tan buena para los pobres, por qué no la comen los ricos”, polemiza en diálogo con Tiempo.

Como parte de su argumento, Gorban recuerda que la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) avaló la prohibición del consumo de soja en menores de dos años por el riesgo de efectos hormonales. “No reemplaza a la carne ni a la leche”, puntualiza.  

 

Antecedentes y argumentos

Acuñado por Vía Campesina -la organización que lo llevó formalmente al foro internacional de 1996-, el concepto de soberanía alimentaria alude al derecho de cada pueblo a definir sus propias políticas y estrategias de producción, distribución y consumo para garantizar una alimentación natural y suficiente para toda la población.

“Alimentarse sano es soberano”, refrenda Gorban. Y agrega: “Tenemos que buscar soluciones a cuestiones estructurales. El hambre se resuelve con empleo, salarios y precios justos para el que produce y el que consume. También es fundamental el acceso a la tierra para quienes producen alimentos sanos. Esas son las cuestiones centrales”.

La especialista aprueba la idea de la tarjeta de alimentos que el FdT promueve para hacer frente a la emergencia: la credencial asociada a un banco público se distribuirá entre jefas de hogar con hijos para comprar alimentos de la canasta básica. Los detalles son ultimados por estas horas por el futuro ministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo, en diálogo con las cámaras empresarias.

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“Si es para comprar alimentos de calidad, la tarjeta nos va a ayudar”, sentencia Gorban.

También subraya como un logro político la reivindicación de la economía popular –“llegó para quedarse”, afirmó Fernández en un encuentro reciente con los movimientos sociales-, y destaca la tarea de los profesionales y técnicos del INTA, INTI y Senasa para sostener los emprendimientos del sector en los últimos años.

“La economía social fue la alternativa que encontramos tras la crisis de 2001. El trabajo de los profesionales le dio un valor agregado. Hoy, en todo el país tenemos un total de 49 cátedras académicas sobre la Soberanía Alimentaria”, subraya.

Entre los desafíos futuros, Gorban lista una problemática que formó parte de la agenda del encuentro fundacional del Consejo Consultivo para monitorear el plan del FdT. “No tenemos que hablar sólo de hambre; también tenemos que poner el foco en la malnutrición por la mala calidad de los alimentos”, argumenta. Y sentencia: “Hay que dar vuelta la tortilla y garantizar desde el Estado un mensaje serio de buena salud”.

 

 

Fuente: tiempo argentino

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