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Apuntes sobre socialismo desde abajo y poder popular

Venezuela. ¡Rumbo a la Unión Comunera!

Una comuna debe ser una célula. Pero, ¿quién ha visto una célula sola? Una célula tiene que estar junto a otra, y otra, y otra para formar el cuerpo, los tejidos y el cuerpo humano. Entonces tiene que ser un sistema integrado de comunas, no unas comunas aisladas. […] La comuna es como la célula, y las células tienen que irse ramificando, enlazando, tienen que ir formando un sistema, articulándose, para darle forma a un cuerpo. Es el nuevo cuerpo de la nación, desde abajo […]”

Hugo Chávez, Aló Presidente Teórico No. 1, 11 de junio de 2009

La Unión Comunera es una iniciativa que se viene gestando a partir de los esfuerzos de articulación de diferentes comunas y organizaciones populares en el país. Pretende ser “un espacio que articule las luchas del pueblo chavista por la construcción definitiva del socialismo”, como se puede leer en el documento orientador del reciente encuentro de la región centro-occidental. Se siguen otros encuentros regionales antes de un congreso fundacional de la Unión Comunera.

La organización asume y enarbola sin reservas la propuesta de Chávez: la comuna como la vía venezolana hacia al socialismo. En su visión está esa confederación nacional, que logre articular las expresiones organizativas locales y se proyecten en una gran organización nacional, para reemplazar el viejo Estado burgués y asuma el poder en la forma de un Estado Comunal.

Los desafíos son numerosos para una organización que busca agrupar las expresiones del poder popular en Venezuela en una plataforma unificada. Sin embargo, la necesidad de acumular fuerza y construir una alternativa de poder, que dispute la hegemonía del chavismo, es hoy más urgente que nunca.

Disputando poder

A lo largo de una crisis devastadora, la posición reformista del gobierno se ha venido cristalizando cada vez más. Primero, con una práctica disimulada que contrastaba todavía con el discurso, luego con cambios graduales en los pronunciamientos oficiales que dieron lugar a opciones políticas claras. El posicionamiento es abierto: para el gobierno la salida de la crisis está en las manos del sector privado, y como tal hay que darle todos los beneficios e incentivos posibles.

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Es posible argumentar que el giro se debe a la presión de las brutales sanciones, pero el retroceso ya no tiene nada de táctico. Más bien la crisis y las sanciones van sirviendo para que la oligarquía, histórica y emergente, recupere terreno perdido durante la Revolución Bolivariana.

En este contexto, la Unión Comunera surge en contradicción frontal con el rumbo actual del proceso bolivariano, y asumiendo desde luego una vocación de poder. Aunque habrá relaciones con las instituciones a diferentes niveles, el objetivo no es ser un apéndice que espere recursos del Estado ni construir algo irrelevante en sus márgenes.

La confrontación con el poder constituido es inevitable, como lo viene siendo en cualquier construcción de poder popular desde abajo. La respuesta del Estado vendrá esencialmente de dos formas, simultánea y alternadamente. Por un lado, intentará cooptar el movimiento, ofreciendo recursos y cargos a los eslabones identificados como más débiles. Para una organización heterogénea como la Unión Comunera, el reto es nunca perder de vista el horizonte estratégico ni comprometer principios.

La otra respuesta será la violencia, en sus diferentes encarnaciones (1). Este proyecto viene a confrontar y cuestionar la concesión de más y más ventajas al capital privado, y esto se traducirá en desalojos de campesinos, persecución judicial, ataques mediáticos, etc. A todo eso habrá que responder, creando diferentes mecanismos de “seguridad”.

Producir y planificar

Hoy día la palabra “producción” es una constante en las organizaciones de poder popular, entendida como necesidad urgente en la crisis. La palabra también domina el discurso oficial, aunque siempre bajo una lógica cada vez más volcada hacia los actores privados. En los documentos y discusiones preliminares de la Unión Comunera la producción se asume como una absoluta prioridad.

Las diferentes concepciones alrededor de la producción, y de quienes la deben asumir, serán desde luego fuente de disputa. El Estado viene progresivamente abandonando los espacios productivos para así abrir las puertas a la privatización. En cambio, la Unión Comunera plantea la toma de tierras y medios de producción abandonados, sean de quien sean. La producción no es para acumular, sino para satisfacer las necesidades humanas.

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Experiencias como El Maizal han logrado sobrevivir e incluso fortalecerse en medio de la crisis precisamente por su vocación y capacidad para atender a algunas de las necesidades más urgentes de la población, como el acceso a la comida.

De igual modo, la articulación creciente entre comunas se ha basado en gran medida en el intercambio productivo, en el trueque de productos entre diferentes comunas. Es una vía que permite el acceso a rubros producidos en otras partes sin cruzar el entramado de canales intermediarios especulativos.

Para una organización que ya asume la propiedad social, lo que se plantea es el paso siguiente: planificar la producción, la distribución y el consumo. La construcción del socialismo pasa por un cambio de las relaciones sociales, empezando por la naturaleza de la producción. Asegurar la auto-suficiencia en rubros esenciales (maíz, arroz, leguminosas, hortalizas, carne, queso, café, etc.) en los territorios de las comunas representaría un ejemplo tremendo de la potencia de la organización popular, además de permitir avanzar hacia otros objetivos en mejores condiciones.

Uno de los grandes retos de la Unión Comunera radica en la necesidad de trascender el mundo comunal, para así conquistar alianzas con otros sectores del pueblo en lucha. El objetivo es construir un programa amplio que permita mirar la complejidad nacional, para proponer no sólo salidas a la crisis actual, sino retomar el rumbo del Plan de la Patria de Chávez.

Chávez y el horizonte socialista

La disputa por el rumbo del proyecto, por construir una alternativa, tendrá varios frentes. Uno de ellos es en el plano simbólico, y como tal requiere un trabajo comunicacional con eficacia política y calidad revolucionaria.

A pesar de la distancia en las opciones políticas, gran parte de la legitimidad de la dirigencia asienta en presentarse como “heredera” del proyecto del Comandante Chávez. Es por eso que, por ejemplo, el poder popular viene siendo golpeado y marginalizado, pero no puede desaparecer por completo del discurso oficial.

La Unión Comunera no tiene el poder de fuego del aparato comunicacional oficial, pero tiene un arsenal lleno de municiones. Y esas municiones las provee nada más nada menos que el propio Chávez, el más poderoso aliado que tiene el poder popular en Venezuela.

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En la disputa por la hegemonía del chavismo, la Unión Comunera reivindica el pensamiento y el proyecto planteados por Chávez. Ese Chávez “radical” que dijo que con la oligarquía no hay acuerdo posible, porque la lucha es de clase. El Chávez que insistió que se debe injertar el espíritu socialista a lo largo de toda la cadena productiva. Y el Chávez que defendió que las comunas deben convertirse en un tejido que gradualmente destruye y reemplaza al viejo estado burgués.

Otras figuras, que no tienen el peso de Chávez, también tienen que ser rescatadas en esta disputa simbólica. Personajes como Alí Primera o Argimiro Gabaldón son hoy día recordados por el oficialismo de forma esencialmente protocolar. Su mensaje y trayectoria son cada vez más subversivos cuando contrastados la dirección actual.

Hay una masa crítica que conquistó su dignidad con este proceso y asumió el socialismo como horizonte histórico. Ese pueblo, que a pesar de todo no pierde su vocación anti-imperialista, ya en gran medida no se reconoce en el gobierno ni en el discurso que reduce el pueblo protagonista a un pueblo objeto de protección.

A esas masas hay que hablar y (re)enamorar, reafirmando el proyecto chavista, dibujando nuevamente el horizonte socialista, y demostrando en la práctica la potencia de la organización popular. La Unión Comunera, con todos estos retos por delante, ahí está para probar que Chávez no se equivocó.

¡Comuna o Nada!

Nota

(1) Apenas unos días después del encuentro centro-occidental de la Unión Comunera en la Finca Las Lomas (Villanueva, Edo. Lara) ingresó un grupo armado a intentar expulsar a los comuneros de las tierras. Las tierras, de la Corporación Venezolana del Café, estaban en completo abandono y a punto de ser privatizadas cuando campesinos de las comunas locales las ocuparon en enero de 2019. Desde entonces han limpiado el terreno y empezado a producir.

Fuente: Resumen Latinoamericano

 

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