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Apuntes sobre socialismo desde abajo y poder popular

La poesía a martillazos

En este 24 de Marzo desde Contrahegemonia te acercamos una producción que rescata diversos aspectos de las consecuencias y las luchas contra el terrorismo de Estado. No se trata de un ejercicio solo de rememoración. Ante la crisis provocada por la pandemia se alzan cada vez mas voces desde el poder económico , político y mediático para establecer Estado de Sitio y, en su hipótesis de máxima, sacar a las Fuerzas Armadas a la calle. Oponerse desde ahora a ese escenario se torna urgente. La militarización de la sociedad no es el camino para enfrentar el corona virus. Requiere por el contrario capacitación sanitaria en los barrios, insumos, refuerzo del sistema publico de salud y una apuesta a la organización comunitaria que sustente y gestione la cuarentena en lugar de las fuerzas represivas. La necesidad de recursos torna mas urgente que nunca la investigación y el default de la deuda para sustentar las tareas mas urgentes. Ante un nuevo 24 de Marzo hay que reflexionar y actuar frente a una posible deriva autoritaria.

El premio de poesía “Rafael Morales” establecido por el Ayuntamiento de Talavera de la Reina, Toledo, España, fue otorgado en 1983 a Dardo Sebastián Dorronzoro.  Sin saberlo y para su sorpresa, el jurado había premiado a un desaparecido argentino. El libro de poemas Llanto americano fue presentado al concurso por su esposa, Nelly Dorronzoro.  Dardo era herrero artístico de profesión y, paradójicamente, uno de los miembros del jurado era el poeta español José Hierro.

A Fernando Ventura y Victor “Pajarito” Cuello.

Historia del herrero y la guerrera

Dardo nació en San Andrés de Giles, Provincia de Buenos Aires, en 1913, en el seno de una familia socialista que terminaría instalándose en Luján a causa de las presiones por las ideas políticas del padre. Publicó, Dorronzoro, La nave encabritada (premio de novela Emecé, 1964), el poemario  Una sangre para el día (1975) y el mencionado Llanto americano, este luego de su desaparición. Sus sobrinas Marisa y Rosana, que afincan en Luján, recuerdan a su tío: Éramos chicas, nuestro recuerdo es su casa llena de flores, de puertas abiertas, con frondosos árboles, bibliotecas maravillosas que dividían ambientes, mesas con postales de toda Europa, y los gatos inundando toda la casa junto a los perros pasando por los jardines. Aquel tío alto, flaco, con larga melena y bigotes, también llegaba caminando a nuestra casa por calles de tierra, pero siempre muy elegantemente vestido, y nos hacia reír con sus historias. Se paraba en la puerta de casa y le gustaba conversar con los vecinos, que ya lo conocían. Dardo, además de poeta, era herrero, ese era su trabajo. Trabajaba por la mañana en su herrería de la calle Roque de Lucca y por la tarde eran, en esa misma casa, los talleres literarios. Con nuestro padre y otro hermano, Mario, realizaban trabajos de herrería artística en la esquina de San Martin y Sarmiento, de Luján, donde se colocó una baldosa de la memoria recordándolo. Algo para destacar: Dardo era muy unido con sus siete hermanos. Con todos compartía sus obras. Con mi papá era mayor el vínculo por sus dotes artísticas y sus charlas políticas interminables y el haber compartido el trabajo de herrería artesanal. Dorronzoro y Nelly, su compañera, vivían en esa casa que rememoran sus sobrinas en el barrio La Loma.  Nelly lleva el mismo apellido que porta su compañero Dardo. No se trata del gesto machista de considerar a la mujer como pertenencia. Eran familia desde antes de haberse casado. Primos, amigos y luego y hasta el fin, pareja.  Su compañera, con mente brillante – refieren Marisa y Rosana – profesora de literatura y escritora también, con inmensa sensibilidad y fragilidad, frente a la consciencia del horror, de la terrible angustia por la suerte de su esposo, luchó hasta el último día de su vida de manera inclaudicable. En aquella casa llegaban poetas, pintores, exiliados, artistas, militantes, y volvieron mientras la democracia en sus primeros años se fortalecía gracias a la lucha de los organismos de Derechos Humanos, las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. Nelly se había otorgado esa misión, hacer conocer la bellísima poesía de Dardo.

El poeta Víctor Cuello, quien organizó en Morón, más precisamente en el Centro Cultural La Boina, el primer homenaje por el centenario del nacimiento de Dardo, comenta sobre la profesión del poeta, sobre sus trabajos de herrería: Hizo muchos trabajos para escuelas, para el municipio, y la casa del poeta – dichos que reafirman lo expresado por sus sobrinas – no tenía llave. Esto me lo contó Osvaldo Caldú. Todos los que eran amigos personales de la pareja, que no tuvo hijos, sabían que metiendo los dedos, por medio de una contraseña secreta que tenía la puerta, se podía ingresar. De esa manera vivía Dardo y ayudaba mucho a la juventud. Osvaldo Caldú, fue responsable de la redición  de “Viernes 25”.  Se editó con el material que me mandó Nelly, que tenía mucho interés en publicarlo. Es una selección de poemas que hizo ella. Me di cuenta cuando estaba armando el libro que es tan importante Dardo como Nelly, son una dualidad. Dardo es un ejemplo de dignidad, de lucha, de coherencia hasta el último momento, pero lo que aguantó Nelly cuando él fue desaparecido fue impresionante, porque estuvo hostigada, perseguida, amenazada y hay que tener en cuenta que era una mujer que no venía de una práctica militante. Sin embargo, tuvo un gran compromiso e incluso participó de Madres de Plaza de Mayo. Y agregan, las sobrinas Dorronzoro, que luego de la desaparición de Dardo, Nelly se instaló por unos meses en la casa de una hermana de Dardo, Aida…”Lita” que le dio lugar para que no estuviera sola en su casa del barrio La Loma.

El yunque y la palabra

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Osvaldo Caldú – argentino exiliado en México –  fue, por otra parte, el realizador de la escultura en honor del poeta, herrero y luchador  social –  fue militante del Partido Socialista de los Trabajadores (PST) –  Dardo Dorronzoro. La escultura fue emplazada el 9 de abril de 2016  en la rotonda que lleva el nombre del poeta (Fray Manuel de Torres y Gogna, en el barrio lujanense Champagnat). La obra fue inspirada en el poema “Declaración Jurada” – “Yo soy un poeta, que ama a los que no tienen amor ni pan, a los que se van, sin haber llegado, a los que, a veces, sonríen, a los que, a veces, sueñan, a los que ,a veces, les crece un fusil en las manos, y salen a morir por la vida” –  y representa una mano empuñando una pluma de tinta emergiendo de un yunque. “Sobre mi tumba, verán florecer un puño”. Ese mismo año se publica una novela inédita del poeta: “Uno de los fusilados”,  que narra la historia de un zapatero anarquista en el San Andrés de Giles de los años ´30, Década Infame en la cual las grandes mayorías populares estaban desplazadas de la vida política y económica del país.  El texto fue rescatado por Marisa y Rosana:  

Contábamos con esa novela inédita, “Uno de los fusilados”, porque fue recuperada de la casa de Dardo cuando se vendió, junto con alguna otra poca pertenencia, como una biblioteca, el yunque, y pocos libros. Dardo compartía constantemente sus obras con nuestro padre, Martín, ya que era quien ilustraba sus poemas,  con las mismas ideas socialistas. Fueron más que hermanos, amigos. Los unía esa rebeldía y sensibilidad que ambos dejaron expresados con las letras y la pintura. Dardo Dorronzoro colaboró en diversas publicaciones, como los diarios “Alberdi” de Vedia, “El Civismo” de Luján y “La Gaceta” de Tucumán. En agosto  1974 participa del último “Informe” publicado por la revista El Barrilete: “Informe sobre Trelew”. En ese número, junto a escritores como Haroldo Conti, Vicente Zito Lema, Carlos Patiño o Roberto Santoro, deciden homenajear a los militantes asesinados por el ejército dos años antes en la base Almirante Zar. Contrapone “esos apellidos con olor a bosta” de la alta sociedad, con los nombres de pila de los militantes masacrados. Es consiente: sus herramientas son el yunque, el martillo, la forja y la palabra. Y aúna labor, oficio poético y amistad. Víctor Cuello, me refiere que Caldú le comentó que cocinaban sobre un disco y también calentaban alimentos en la fragua donde se hacían los laburos, iban varios – entre ellos Luis Luchi – a tomar vino y a comer. También estaba el padre de Marisa y Rosana, albañil, para pucherear, pero era un enorme artista plástico. Tiene unos retratos de su hermano bellísimos.

Viaje al fin de la noche

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El segundo secuestro fue el definitivo, el comienzo de la larga noche. Durante esos primeros meses de dictadura, además de Dardo, varios escritores e intelectuales fueron secuestrados. Haroldo Conti, Raymundo Gleyzer, Miguel Ángel Bustos, son algunos de ellos. Los días posteriores al secuestro fueron muy angustiantes, en la búsqueda – refieren Rosana y Marisa Dorronzoro  –  de noticias, recorriendo infructuosamente Organismos, buscando datos. Sobre su paradero,  Nelly se acercó a quien era el intendente comisionado en Luján, Pedro Sallaverry,  quien no solo no la recibió,  sino que justificó el secuestro argumentando que Dardo era un “adoctrinador de jóvenes”. Además, en esos tiempos se iban conociendo  nuevos secuestros en Luján de compañeros, la mayoría jóvenes militantes. En más de una oportunidad, nosotras dos, tuvimos que refugiarnos en casa de unos vecinos muy allegados a nuestra familia,  ya que nuestro padre era “vigilado” según suponía y quería resguardarnos por la noche. El terror estaba presente todos los días. Al tiempo de su secuestro se recibió un llamado telefónico anónimo en la casa de una hermana de Dardo, “Lita”, comunicando que en la localidad de Campana se habían encontrado tres cuerpos mutilados, posiblemente se tratara de Dardo, Graciela Erramuspe y Ruben Maggio, ya que los tres habían sido secuestrados simultáneamente. Y esta era la segunda vez. Ante ese llamado, se apersonaron en la comisaria de esa localidad de Campana nuestro padre y un cuñado de Dardo, pero no dieron más datos que los que había dicho el llamado anónimo.  Se suponía que eran tres cuerpos pero totalmente mutilados, sin que se pudieran identificar. Al momento de su secuestro, la máquina de escribir de Dardo contenía unos versos que Nelly encontró y luego divulgó: “Desde hace tiempo siento la amenaza/ De este viento sobre/ La luz de mi lámpara, sobre esa luz que apenas/ Me alcanza para no perderme/ Entre las garras del mundo, entre los dientes/ De esa inmensa muchedumbre de lobos en la sombra”.

El martillo en la pluma, la poesía a puro martillazo.

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Fuente: Agencia Paco Urondo

 

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