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Apuntes sobre socialismo desde abajo y poder popular

Maternidades Vigiladas

El sábado pasado el Presidente anunció que pasamos a otra etapa de la cuarentena con mínimos cambios. Se contemplaron las necesidades de las personas con discapacidad y trastornos del espectro autista, algo que nos parece fundamental. Lo que nos sorprende e indigna es que haya mencionado la necesidad de las personas adultas de salir a correr, pero no haya habido ni una sola mención a los derechos de las infancias y adolescencias. ¡Elles llevan en su haber una semana más de cuarentena que el resto de la población!

Entendemos la necesidad del distanciamiento para evitar que el coronavirus se transmita en forma exponencial, pero bien sabemos que la salud no es solo física sino también psíquica, emocional y social. La invisibilización de las infancias y adolescencias, a las que sólo se alude tangencialmente cuando se habla de la suspensión de clases y como potenciales vectores del contagio, es parte de una mirada adultocéntrica y patriarcal que lejos está de considerar las características propias de la niñez. Una mirada que se refuerza en el ejercicio de las violencias hacia quienes asumimos de hecho las tareas de cuidado y crianza en esta sociedad, es decir, quienes maternamos y sostenemos la reproducción de les más pequeñes.

La violencia patriarcal es estructural, atraviesa a toda la sociedad, configura los vínculos, los supuestos y el sentido común. Vemos en estos días cómo se pone de manifiesto en el accionar policial y de vecines y comerciantes, que nos hostigan a madres con hijes cuando salimos a hacer compras en negocios de proximidad, increpándonos violentamente o impidiendo el ingreso a los locales con niñes. Se nos recrimina la irresponsabilidad de circular con elles, “poniéndolos en peligro” según dicen, cuando es de información pública que no son quienes sufren más fuertemente esta enfermedad ni constituyen población de riesgo. Se les señala en realidad como supuestos “contagiadores”, como si transmitieran más que las personas adultas, y a nosotras como “irresponsables”. Una vez más se evidencia con crudeza que la soledad en la que maternamos viene acompañada de múltiples discursos señaladores, disciplinadores, homogeneizantes que nuevamente nos ubican en el lugar de ser las únicas “responsables” de las tareas de cuidados y crianzas.
Las fuerzas de (in)seguridad y vecines que ejercen estas acciones violentas parecen ignorar que muchos hogares del país son sostenidos exclusivamente por jefas de hogar, que los regímenes de contacto en las situaciones de separación no están manteniéndose con la regularidad habitual por la situación de la pandemia y el aislamiento, y que la mayoría de los padres son deudores alimentarios.

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Muchas mujeres vivimos solas con nuestres hijes, de quienes ejercemos el cuidado exclusivo, especialmente (y con mayores dificultades) durante este período de aislamiento obligatorio ¿Cómo podemos entonces en este contexto ejercer su cuidado integral y al mismo tiempo abastecernos de víveres básicos para la supervivencia siendo que las dos tareas recaen en la misma y única persona? ¿La propuesta o exigencia es que dejemos a nuestres hijes soles, sin cuidado, en momentos en que hay tantos miedos y angustias? ¿Eso sería resguardar su salud integral? Nuevamente se nos exige responder a demandas contrapuestas y externas sin problematizar nuestras realidades ni abonando a la construcción de respuestas colectivizadas y comunitarias.
En estos momentos solemos ser también las responsabilizadas de la “continuidad” escolar, de llevar adelante tareas en el mismo ámbito donde tenemos que garantizar la limpieza, la alimentación, la contención emocional, el trabajo. Nosotras y niñes y adolescentes nos vemos sometides muchas veces a intentar sostener ritmos escolares que nada tienen que ver con nuestras posibilidades concretas en estos momentos.

Denunciamos que esto es violencia patriarcal y exigimos que el Estado accione e implemente medidas concretas para impedir que se siga hostigando y violentando a maternidades, niñeces y adolescencias, y que ponga en marcha un plan integral de atención en temáticas de géneros que permita sortear estas dificultades que atravesamos. Violencias que se hacen muchísimo más fuertes cuando las viviendas son pequeñas y precarias, o directamente no existe acceso a vivienda digna, cuando el acceso a los alimentos es dificultoso, cuando no hay disponibilidad de elementos lúdicos adecuados y poco o nulo acceso a tecnologías para la comunicación y el desarrollo de tareas escolares..
Este estado de aislamiento obligatorio pone sobre la mesa la desigual distribución social de las tareas de cuidado: la excesiva tarea que venimos cargando solas mujeres y disidencias y el sistema que propone la resolución de los cuidados en el ámbito de la institución de una “familia tradicional” que en realidad no existe. A esto se suma el desmantelamiento transitorio a causa de la cuarentena de las instituciones de cuidado de las infancias y adolescencias, duplicándose la recarga al interior de los hogares.
Ponemos énfasis en el hecho de que esta sobreexigencia no es para nosotras excepcional ni pasajera como para el resto de la sociedad. Nosotras, las madres, las cuidadoras, las que sostenemos la reproducción de la sociedad, vivimos permanentemente en situación de explotación, en la mira de los dedos acusadores y los discursos culpabilizantes, en el aislamiento, la soledad y frente a la irrealizable tarea de garantizar una vida digna para las infancias en un contexto de vulneración social permanente y de violencia encarnizada hacia la mujer.
Si efectivamente pretendemos “cuidarnos entre todxs” en un contexto de pandemia y crisis generalizada, apelamos a un cambio de mirada y politización del concepto de “cuidado”. Llamamos a la responsabilidad colectiva e instamos a la generación de redes desde abajo para apoyar a madres, niñeces y adolescencias y colaborar entre todxs, como comunidad, para garantizar su abastecimiento de artículos de primera necesidad.

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Así como el Gobierno puede promover la organización necesaria para que adultos salgan a correr y hacer ejercicio, exigimos la programación urgente de salidas saludables para niñes y adolescentes en pos de continuar con su cuidado integral tras más de un mes de encierro total. Exigimos al Estado respuestas específicas para que maternidades e infancias puedan transitar este período de aislamiento social obligatorio. Que se consideren las necesidades particulares de niñes y adolescentes escuchando su voz.

? ¡Basta de hostigamiento hacia las maternidades!

? Al Estado le exigimos la urgente implementación de políticas integrales respecto a la feminización de los cuidados y de medidas que atiendan a las necesidades de niñez y adolescentes en este “aislamiento social preventivo y obligatorio”.

? Medidas concretas sobre los padres que continúan siendo deudores alimentarios para que podamos acceder a los derechos que nos corresponden como madres y niñes en situación de emergencia.

? A seguir construyendo redes de cuidados colectivos y desde abajo: ¡La salida es colectiva!

MARABUNTA – Corriente Social y Política

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