En la madrugada del 3 de mayo de esta cuarentena me desperté por el ruido incesante de mensajes entrando a mi teléfono. Apenas despuntaba el sol. Una cadena repetía un mensaje de voz de Diosdado Cabello, presidente del PSUV, alertando sobre una incursión militar en las costas venezolanas. Era un llamado a prender las alarmas. Otro mensaje era más criptográfico: “Operación Negro Primero en curso para aplastar al enemigo”.
Pocos minutos después las noticias daban cuenta de un enfrentamiento en Macuto, playa a pocos minutos de Caracas, donde abatieron a ocho mercenarios y detenían otros dos, que en lanchas rápidas provenientes de Colombia hicieron un desembarco en la costa. Armas, municiones y equipos militares le fueron encontrados. Inmediatamente empezó la guerra en las redes. Porque en Venezuela se batalla en el frente, pero también en las redes. Mientras en las comunidades se batalla contra el coronavirus, en las colas para comprar alimentos se discute de política. Una batalla permanente.
Un video de un desertor y un mercenario gringo, daban cuenta que se había iniciado la Operación Gedeón, teniendo como objetivo el derrocamiento de Maduro. Apenas se cumplía un año que Guaidó, el presidente títere impuesto por los gringos, había anunciado un golpe con un grupo de oficiales montados en un puente con armas y un racimo de plátano verde. Aquello que EEUU llamó un “levantamiento militar masivo” fue un desastre que puso a la sacrosanta inteligencia norteamericana como objeto de burla internacional.
Pero esta vez no, Guaidó se adelantó diciendo que tanto lo de Macuto como el video era un montaje del gobierno para desprestigiar la oposición. Los bots se encargaron de inundar las redes con “evidencias” de lo falsa que era la información de lo ocurrido en Macuto y como el video era falso. Recordé el atentado con drones contra el presidente Maduro. Entonces, las redes y los medios se llenaron de expertos en drones y explosivistas que desmentían al gobierno, uno llegó a demostrar científicamente que el ruido correspondía al estallido de una bombona en un edificio cercano, pasando por alto que los edificios residenciales en el centro de Caracas tienen gas directo y no usan bombona. Pero qué importa, la verdad y la lógica son los primeros muertos en una guerra, y se trata de ganar la batalla, no de llegar a la verdad.
Igual que entonces, surgieron ayer expertos en desembarco, en entrenamiento militar, en SEALs y cosas por el estilo, que desmontaban lo que llamaban “burdo montaje de la dictadura”. Los muertos son muñecos de cera, etc, etc. Ya la experiencia nos dice que cuando los gringos meten la pata, lo que llaman “control de daños” empieza negando todo y burlándose de la información de los hechos.
Pero después detienen ocho mercenarios en las playas de Chuao, más al occidente. En esta necesaria cuarentena, uno tiene algunas satisfacciones. Cada vez que llega una cisterna de gasolina a un puesto de servicio es un aplauso, es el esfuerzo de trabajadores que cada día luchan contra el bloqueo imperialista y ganan una batalla. Cuando toca a la puerta de tu casa un grupo de jóvenes voluntarios, acompañados de médicos venezolanos y cubanos, para hacer el despistaje del coronavirus, el alma se enciende porque allí está la fuerza de la organización social de la revolución persiguiendo al virus como lo que es: el enemigo. Pero, ver a un grupo de pescadores descalzos, arma en mano, reduciendo a unos mercenarios, boinas verdes, veteranos de Irak y Agfanistan, seguridad de la Casa Blanca. Amarrarles las manos a la espalda con nylon de pesca y ponerlos boca abajo en la plaza hasta que llegara la policía a buscarlos, eso no tiene precio.

Recordando a Neruda pude decir: confieso que he vivido.
Peor aún, la periodista Poleo, entrevista al jefe de la empresa norteamericana de seguridad, contratista mercenaria, que indica que la operación se lleva a cabo a partir de un contrato firmado con Guaidó y JJ Rendón para derribar a Maduro a un costo de 200 millones de dólares. La periodista, enemiga de Guaidó, no dudó en acusarlo de estafador, mostrando el contrato. Imagínate, estafar a un contratista mercenario gringo. Rápidamente se concentraron los ataques opositores contra Poleo acusándola de delatora y chavista. Fin de mundo, como diría mi abuela. Poleo es una prófuga real de la justicia venezolana radicada en Miami desde el asesinato del Fiscal Danilo Anderson en la que estuvo involucrada. Es una antichavista rabiosa que se defendió acusando a los otros refugiados en Miami como “perseguidos políticos” que no son ningunos perseguidos y que todos los meses pasan un fin de semana en Caracas paseando por discotecas con los dólares de la “ayuda democrática para derribar a Maduro”, y se desató una guerra entre las periodistas voceras de la oposición Patricia Poleo, Carla Angola e Ybelise Pacheco donde se dicen de todo y se sacan los trapitos al sol.
El control de daños pasó a la segunda fase. Ahora no era mentira del gobierno, sino falso triunfalismo. Como el año pasado tras el derrotado intento de golpe. Lo ocurrido en Macuto y Chuao fue una distracción, una carnada, una trampa en la que cayó el gobierno para cubrir acciones de mayor envergadura. Es decir, la muerte de Pantera e Ilich con otros seis mercenarios, la captura de Baduel, Sequea y otros dos mercenarios norteamericanos fue parte del plan de la oposición para distraer al gobierno. Y aunque parezca mentira hay quien cree eso. Pero el rebelde pueblo venezolano no come cuentos y en las comunidades, en estado de alerta, se revisan hasta los botes de basura, para estar seguro que no se esconde un traidor o un mercenario gringo. Operación Negro Primero en marcha.
Y me imagino al grupo que logró desembarcar corriendo por la montaña con la furia bolivariana de soldados y milicianos pisándole los talones. Porque la naturaleza también es patriota y posiblemente las tigra mariposa o los farallones que abundan en la Cordillera de la Costa den cuenta de algunos mercenarios antes de que los capturen. Hace años la Secretaria del Departamento de Estado, Condolezza Rice, que olvidaba a cada momento que su apellido le gritaba que sus antepasados eran esclavos de una plantación de arroz, amenazaba a Venezuela con el uso de la fuerza a los que Chávez respondió públicamente: “Atrévanse a venir yankees de mierda, aquí hay bastante selva, bastante sábana, bastante montaña, bastantes cojones y bastantes ovarios hay aquí para hacerles morder el polvo”. Premonitorio el comandante.Pero el control de daños entró en la tercera fase. Los acontecimientos han sido tan rápidos que algunos operadores de redes de la oposición aún están guindados en la primera fase. Los que no existían en un primer momento, que luego eran héroes ahora son víctimas. Como no pueden reconocer la derrota ni mostrar éxitos en la operación Gedeón entonces recurren a los derechos humanos. Hay que bajar la euforia y empezar a llorar, a dar lastima.Ya aparecieron los familiares y Guaidó en representación de una Asamblea Nacional sin diputados ya. Ahora son perseguidos políticos, los están torturando. En las redes tienen que decir que los presos están enfermos de cualquier vaina, caspa, sarna, uñas encarnadas y hasta de “mal de ojo”. PROVEA se encargará de pedir su libertad por razones humanitarias. Seguro Bachelet pedirá clemencia para los mercenarios, porque en su equipo de confianza hay gente de Guaidó, olvidando que vinieron a matar venezolanos. Recordé a Chávez en otra discusión donde afirmaba con vehemencia “si vienen a criticar, a dar el debate hay que darle todos los espacios y facilidades, pero si vienen a matarnos, a querer destruirnos, tienen que venir dispuestos a morir porque nos vamos a defender, esta es una revolución pacífica pero no está desarmada”.
Era un argumento político de algo que me dijo mi abuelo hace cincuenta años, que sería mi primera clase sobre derechos humanos y que he tenido siempre presente “quién con hierro mata no puede morir a sombrerazos” Y yo aspiro, al igual que mi abuelo, poder hablar con mis nietos y contarles de este día. De cómo el Negro Primero, nuestro negro héroe de la independencia, volvió rodeado de pueblo, a derrotar a Gedeón, el de la fábula judía, representado en un grupo de traidores y mercenarios. Y eso es posible, porque la revolución es pueblo alzado, independientemente de quién la dirija, acertada o equivocadamente, la revolución es un pueblo que hace que las cosas extraordinarias se conviertan en hecho cotidianos.