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Dos canciones belgranianas desde Jujuy

Especial para ContrahegemoníaWeb

En este bicentenario del fallecimiento del general Manuel Belgrano, el poeta compositor y músico jujeño Oscar Augusto Berengan nos acerca dos canciones de su autoría, presentadas por el mismo.

La belgraniana

No se sabe mucho de ella, mejor dicho, no se sabe nada. Tal vez se llamara -o la llamaran-la juana, la justina, la maría; tampoco se sabe si llegó hasta Tucumán formando parte de la caravana del Éxodo Jujeño, o murió en el camino, si pudo regresar a Jujuy, si murió joven o si por el contrario, vivió muchos años. En fin, que pareciera que en su ínfima o ninguna trascendencia, a esta joven mujer la Historia no le adjudicó el menor atisbo de notoriedad. Tampoco se sabe, ni siquiera importó a los demás si era su decisión –o no- sumarse a la caravana del Éxodo. La orden no admitía reparos debido a la magnitud de su contundencia y además, temía quedarse sola en su pago y a merced de Los Maturrangos. A los fines de este relato la llamaremos: La Belgraniana.

Adios Jujuicito, adiós

Te dejo y me voy llorando.

La despedida es corta

la vuelta, quien sabe cuando.*

Mientras caminaba despacio hacia su rancho, se entretenía deschalando el manojo de choclos, recién cosechados en el cerquito del bajo. Su hijo la seguía a dos pasos y de vez en cuando el niño se quedaba atrás, distraído en corretear una lagartija. De golpe un galope fue a morir junto a la esquina del potrero más cercano. El jinete sin saludarla siquiera, apenas tocándose el ala del sombrero, le informó que partirían al alba. El General Belgrano había ordenado esa misma mañana la retirada hacia el sur. Debería llevar solo lo necesario para afrontar las penurias del camino, el viaje sería largo –le dijo- pero él  le aliviaría la marcha…

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-Descuide…no ha de viajar solita…

Así le dije el gaucho, al tiempo que mirándola insistente y torvamente, volvió a montar su tordillo moro, pero apenas iniciado el galope frenó de golpe su caballo, haciéndole rayar el suelo con su herraje nuevo. Sin hacer girar su montado, ni darse la vuelta, le gritó como quien habla a los cerros, que preparara unas árganas para cruzar en su mula y que las llenara con alimentos para ella y su chango, alguna ropa para ir mudando en la marcha hacia el Tucumán y nada más…. ¡Ah! y que antes de echarse a andar, no dejara sembrado en pie y no olvidara de prenderle fuego al rancho.

Al instante le vino a la joven el rostro de su difunto y la escena de ambos, levantando ese rancho, sin ayuda de más nadie. Poco duró esa suerte de callada y compartida felicidad. Al poco tiempo, las huestes del General Güemes se lo llevaran al norte, para nunca más verlo. Pasado unos meses supo sí,  por boca de unos gauchos también reclutados y que habían luchado junto a su Laureano, que los realistas lo habían fusilado en un lugar llamado Suipacha, cerca de Tupiza. Recordar eso y que ya iban para tres años de su viudez, fue una sola cosa.

La joven miró para el lado del Cerro Negro, como buscando el rostro de su marido muerto  y que le hablara desde allá desde  lo alto, como encomendándose en busca de protección, para ella y el hijo de ambos. Miró al niño que ahora le se acercaba mirándola en silencio y en sus rasgos, encontró a su Laureano. De pronto se le ocurrió que antes de abandonarlo  todo, debía despedirse de su madre y cortó unos cuantos capullos del rosal, que junto al guarda patios, se alzaban victoriosos.

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Tendría que apurarse, por el lado del Chañi el sol ya iba cayendo lento, y pronto llegaría la noche.

*Copla histórica recogida por Juan Alfonso Carrizo para su Cancionero de Jujuy y atribuida a circunstancias relacionadas con El Éxodo.

El Yaraví de Suipacha

Considero que son dos las razones fundamentales que me inspiraron la composición de esta tema musical: la primeraEl Yaraví. Dicha especie musical fue conocida por el conquistador español a su llegada al Cuzco, epicentro del Imperio Incaico. La misma se denominaba harawi y/o haravicus y abarcaba  diversos asuntos temáticos: cantares de gesta, de luto, de alborozo, por una buena cosecha agrícola u cualquier otro evento de interés colectivo. El abordaje consistía en un canto de la Ñusta (doncella destinada al sacrificio, en favor del Dios sol) en un altísimo registro vocal (contra alto), acompañada por un fondo de quena interpretado por un joven. La influencia del harawi y/o haravicus llegaba a toda la América Andina, que a su vez ocupaba el territorio del Tahuantinsuyo. La llegada del español a esas tierras determinó que la escala musical, hasta entonces la que conocemos como pentatónica, se ampliara a cromática con la incorporación de otras dos notas. Otro elemento importante fue la  introducción de la guitarra española, al mismo tiempo que su nombre original derivara a yaraví, y su discurso poético adquiriera ahora un tono predominantemente melancólico. De modo que podemos afirmar que es el yaraví, la forma musical original de la América hispana por antonomasia.

La segunda Suipacha:Localidad ubicada al sur de la actual Bolivia, a 25 kms. de la ciudad de Tupiza, que fue escenario de la Batalla del mismo nombre y el primer triunfo de las fuerzas patriotas contra los Realistas, con la acción decisiva del entonces capitán Martín Miguel de Güemes, el 10 de noviembre de 1810.

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De modo que son por demás simbólicos y cubiertos de un hondo sentimiento americanista ambos hitos -histórico musicales- los que me  inspiraran para componer el Yaraví de Suipacha. El mismo forma parte de una triada poético musical concatenada con mi bailecito La Belgranianay su fundamentación: literaria, histórica y musical.

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