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Violencia institucional y racismo en Estados Unidos: Un recorrido histórico hacía sus raíces

En el mes de mayo del corriente año, la ciudad estadounidense de Minneapolis, ubicada en el estado de Minnesota, presentó un nuevo capítulo de racismo y brutalidad policial con el asesinato del ciudadano afroamericano George Floyd, crimen cometido por un oficial blanco llamado Derek Chauvin, quién ya tenía 17 denuncias en su contra debido a su accionar en la fuerza.

El asesinato desató una ola colectiva de protestas en todo el país que se nuclearon bajo el lema “Black Lives Matters”, en contra de la xenofobia y el racismo instalado en las fuerzas policiales. La visibilidad que los medios de comunicación dieron al caso sirvió para poner en agenda otros reclamos históricos del colectivo afroamericano.

El pasado domingo 23 de agosto, Jacob Blake, un residente negro de la ciudad de Kenosha recibió siete disparos por la espalda al intentar entrar a su automóvil. Trasladado de urgencia hacia un hospital, fue operado y se le logró salvar la vida. Pese a estar parapléjico, la policía esposó uno de sus tobillos a la cama para cumplir la orden de arresto que pesaba en su contra.

Como era de esperarse, este nuevo episodio en la truculenta serie de excesos por parte de los uniformados motivó airadas marchas en contra de la violencia institucional. Lamentablemente, dos personas murieron y una tercera resultó herida cuando Kyle Rittenhouse, un adolescente de 17 años, abrió fuego contra la multitud con un rifle semi automático mientras asistía de forma para policial en el control de los incidentes. Fue detenido un día después de los hechos en la casa de su madre, en la localidad de Antioch, a 30 minutos en auto de Kenosha. El joven se confesaba seguidor del movimiento Blue Lives Matters, un contramovimiento que busca juzgar bajo crimen de odio a quien mate a un policía.

Si bien estos hechos pusieron bajo la lupa el accionar totalmente discriminatorio de las fuerzas del orden, la historia del racismo en Estados Unidos abarca más de cuatro siglos y múltiples abordajes se han realizado sobre este tema. La idea del siguiente artículo es proporcionar una serie de claves que acerquen al lector a tener una cabal comprensión respecto de porqué el racismo está institucionalizado en la sociedad norteamericana.

ORIGEN ESCLAVISTA

La desigualdad racial en los Estados Unidos se gestó en sus albores coloniales. Solo doce años después de haberse fundado, en 1.619 arribaron a Jamestown (primer emplazamiento colonial británico permanente en la región) los primeros siervos procedentes de África. Para finales del siglo XVII, la esclavitud se había consolidado como sistema de trabajo dentro de los colonos debido a la intensa demanda de mano de obra en las plantaciones de las colonias del sur que se fueron formando en territorio estadounidense.

Un hito importante en el devenir racista norteamericano fue la “Rebelión de Bacon”, ocurrida en cercanías de Jamestown en 1.676. Este fue un alzamiento, liderado por el terrateniente inglés Nathaniel Bacon, asestado en un intento de tener una política más agresiva contra los pueblos originarios y extender de este modo, hacía el Oeste, las altamente rentables plantaciones agrícolas (algodón y tabaco principalmente) que poseían los hacendados del sur.

La sublevación aglutinó también otras peticiones, como el reclamo por una política impositiva más justa por parte de los ingleses, una distribución de cargos públicos más equitativos y un pedido de defensa más activo ante el ataque de los indígenas. Este último punto permitió unir a las clases más bajas en las demandas, conformando así un espectro social heterogéneo (campesinos, siervos y esclavos, principalmente) en contra de la élite imperante.

Jorge Huergo[1] destaca que con la finalidad de construir y sostener cierto orden social, la hegemonía trabaja en dos sentidos: produciendo un imaginario de orden y elaborando una serie de equivalencias discursivas. En el caso de las clases dominantes de las colonias se trabajó, por un lado, construyendo un perfil nacionalista en pos de monopolizar la extracción de recursos, por el otro, se caracterizó al negro con una serie de términos despectivos que a la postre tendieron a cimentar el imaginario social del afroamericano como ser inferior.

En este contexto, el racismo fue el artefacto ideológico predilecto utilizado por la casta dirigente para evitar el desarrollo de lazos sociales entre las clases más despojadas de la sociedad, sofocando a futuro cualquier tipo posible de insurrección clasista. La creación de la categoría “raza” permitió explicar la situación política y socioeconómica de los sectores sistemáticamente oprimidos y explotados en la sociedad colonial, condenados a esa existencia por su “inferioridad” racial ante los blancos.

La concesión de una serie de derechos a los sectores blancos más desposeídos de la época hizo que este grupo optara por una solidaridad racial, en donde se favorecía una sensación de superioridad ante los negros, en detrimento de una solidaridad de clase que escindió y condenó a una lucha en solitario a la población afroamericana del país.

DIFERENCIAS SOCIO ECONÓMICAS ENTRE EL NORTE Y EL SUR

Los colonos instalados en el sur lo hicieron en una geografía de clima benigno y con temperaturas más cálidas, lo que permitió el desarrollo intensivo de la agricultura y el sector primario. Por lo tanto, su economía estaba basada principalmente en un sistema de plantaciones de tabaco y algodón que requería mucha mano de obra. El norte tenía un clima más frío y tierras de peor calidad, hecho por el cual su economía derivo en la industrialización incipiente de materias primas provenientes del sur.

La híper explotación de mano de obra esclava y el invento de la desmotadora en 1.793 permitió a los Estados Unidos convertirse en una economía líder, donde los esclavos fueron el principal activo financiero del país y el algodón cultivado en los campos del sur, la primordial exportación. Esta estaba destinada a alimentar el proceso de industrialización del mundo capitalista. En cifras, entre 1.801 y 1.862, la cantidad de algodón recogido diariamente por cada esclavo aumentó un 400%.

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La tensión entre el ordenamiento político del país y el régimen de acumulación basado en el libre mercado [2] supuso un problema de la esfera público-privado para la burguesía sureña, ya que entre 1.835 y 1.860, los modelos sociales y económicos del norte y el sur se enfrentaron explícitamente. El sur requería una nula intervención del Estado, ya que las prácticas libre cambistas lo favorecían en un contexto de incremento de demanda de materias primas. El norte en cambio, necesitaba defender sus manufacturas de la competencia británica, por lo que precisaba del auxilio estatal.

Pero el problema central entre ambas facciones estuvo relacionado con la esclavitud y estalló en 1.861 con la Guerra de Secesión, el conflicto bélico más sangriento que tuvo Estados Unidos en su territorio. De un lado estaban los estados de la Unión (el norte), con un modelo industrial basado en el trabajo asalariado libre, y del otro, los estados Confederados (el sur), con un patrón económico agrícola basado en el trabajo esclavo.

Finalizada la guerra en 1.865, la burguesía del Norte logró imponer su hegemonía político-económica sobre los esclavistas sureños gracias al enorme impulso de las masas populares, en buena medida negras. Pero el peligro de una potencial unidad de la clase trabajadora blanca, negra e inmigrante llevó a las clases dominantes a establecer un pacto reaccionario que implicó la institucionalización del racismo dentro del sistema legal estadounidense.

MAQUINARIA LEGAL SEGREGACIONISTA

Las primeras leyes sobre esclavitud en territorio estadounidense, fechadas en Virginia hacía el año 1.662, gestaron el sistema legal que se desarrolló en los siglos subsiguientes. En uno de sus artículos, dicha ley establecía que los hijos nacidos tendrían la consideración que tenga la madre, y que los cristianos que fornicasen con personas negras serían multadas. Para el año 1.691, las uniones interraciales fueron prohibidas en el estado sureño, aludiendo que el mestizaje se trataba de una mezcla dantesca.

No menos abominables resultaron los llamados “Códigos Negros”, un cuerpo de leyes, estatutos y reglas creados desde 1.830 en estados donde no se había legalizado la esclavitud con la finalidad de menguar el acceso a derechos civiles de la población afroamericana. Sin embargo, este corpus legal vio su auge tras la Guerra de Secesión. La mayoría de los estados del sur adoptaron códigos mucho más severos para evitar que los ex esclavos tuvieran pleno ejercicio de sus nuevos derechos y para reimponer, en la medida de lo posible, el trabajo y los controles raciales de la esclavitud.

Los estados tuvieron un gran respaldo para ejercer restricciones a partir de la resolución de la Corte Suprema sobre el caso Dred Scott contra Sandford, en 1.857. El dictamen del máximo Tribunal prohibió al Congreso la potestad de prohibir la esclavitud en territorios federales del país y le privó del derecho de la ciudadanía a todo habitante de ascendencia africana, sea este esclavo o no.

La Proclama de Emancipación de Lincoln, realizada en 1.863, y tras la Guerra Civil, la 13° Enmienda a la Constitución que prohibió la esclavitud, no mejoraron la situación de los negros en Estados Unidos. Desde finales del siglo XIX y hasta mitad del siglo XX se estableció la segregación racial de iure hacia los afroestadounidenses con la instauración de las llamadas leyes de Jim Crow. Bajo el amparo del eufemismo “separados pero iguales”, se los marginó de edificios y lugares públicos como escuelas, iglesias, parques y el transporte. Nuevamente la Corte Suprema avaló estas prácticas en 1.896, al fallar en la demanda Plessy vs. Ferguson que las políticas de “separados pero iguales” eran ajustadas a la Constitución.

Este andamiaje legal fue creado por muchos estados federales para eliminar de la esfera pública[3], pensada en términos de ciudadanía y participación, o como espacios de sociabilidad fluida, a la población negra. Para eso crearon requisitos legales artificiales para asegurarse que no pudiesen votar, usando pruebas de alfabetización, en consonancia a otras exigencias relacionadas con el lugar de residencia o la línea de descendencia.

Recién en 1.964, con la Ley de Derechos Civiles, se empezó el camino para terminar con la aplicación desigual de requisitos en el registro de votantes y con todas las formas de segregación racial en las escuelas, lugares de trabajo y en las instalaciones que ofrecen servicios al público en general.

SUPRESIÓN DE IDENTIDAD

Mientras las tribus nativas de Norteamérica ofrecieron una alta resistencia a la toma de su territorio, producto de una fuerte identidad cultural y una elevada organización de sus líderes, los esclavos africanos fueron fácilmente avasallados una vez que pisaron suelo americano producto de provenir desde distintas partes del continente, con lenguas diferentes que imposibilitaban la comunicación interpersonal.

Dado que la identidad “no es una esencia, un atributo o una propiedad intrínseca del sujeto, sino que tiene un carácter intersubjetivo y relacional”[4] estando definida y reforzada por sus pertenencias sociales, los opresores sistematizaron una serie de mecanismos tendientes a licuar los complejos simbólicos – culturales de sus esclavos.

La dispersión familiar de los cautivos, la prohibición de sus prácticas religiosas y las torturas físicas y psicológicas tendientes a destruir su individualidad fomentaron la docilidad y mansedumbre de los tiranizados. Un actor clave para la consecución de este cometido fue la Iglesia, quién hizo creer a los esclavos que la única posibilidad de salvación radicaba en trabajar para sus amos, ya que de no hacerlo arderían en el infierno. Su rol principal era el de anestesiar a las masas oprimidas, evitando así posibles sediciones.

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Con un fuerte desarrollo del paternalismo amo-esclavo se ayudó a anular por completo la capacidad de contestación de este grupo social. Tal es así que la primera tentativa de elaborar un mensaje programático para la población de color llegó a finales del siglo XIX de la mano de Booker T. Washington, un ex esclavo convertido en pedagogo y guía espiritual para la comunidad afroamericana. Su mensaje consistía en reconocer la inferioridad de su raza, aceptando la segregación racial como un estadio provisional, en tanto no se elevara la educación y la calificación profesional de los afroamericanos.

Fue en la primera mitad del siglo XX cuando surgieron en los Estados Unidos movimientos asociados a las poblaciones de origen africano que trataban de afirmar sus raíces culturales. El liderado por el periodista Marcus Garvey obtuvo una preponderancia extraordinaria entre la población negra de América al poner en disputa la concepción instalada de las personas negras como personas inferiores y trazar un intento de identidad nacional ligado a lo afro, promoviendo el espíritu de orgullo y solidaridad entre los negros.

LA POLICÍA COMO APARATO BURGUÉS DE CONTROL

El origen de la policía en Estados Unidos está íntimamente ligado al crecimiento económico de las burguesías del sur y el norte del territorio, quienes necesitaban controlar sus posesiones. Mientras que los empresarios y comerciantes de la costa norteña estaban preocupados en vigilar el comercio de bienes desde el puerto de Boston, los terratenientes sureños necesitaban preservar el sistema esclavista.

Alrededor de 1.636, Boston ya contaba con guardias nocturnas creadas principalmente para evitar que los colonos se involucraran en las apuestas y la prostitución. Pero debido al crecimiento demográfico y económico de la región, con la consecuente necesidad de proteger los productos destinados al comercio, la capital de Massachusetts creó en 1.838 la primera policía con oficiales sirviendo a tiempo completo y financiada por fondos públicos en el país. Los principales empresarios y comerciantes de la época, que antes pagaban de su bolsillo a las guardias, impusieron al resto de los ciudadanos la idea de que la conformación de una policía estable y profesional era por el bien común, transfiriendo a ellos el costo de su mantenimiento.

En 1.704, en el estado de Carolina (hoy Carolina del Sur), nació la primera patrulla de esclavos. Su misión era la de atrapar a los esclavos fugitivos y devolverlos a sus dueños por los medios que creyesen convenientes para tal fin. Con el transcurso de la guerra civil, esas patrullas mutaron en milicias que lucharon durante la contienda. Una vez concluida esta, y retiradas del sur las tropas vencedoras de la Unión, las formaciones policiales sirvieron de forma análoga a las anteriores patrullas de esclavos, imponiendo la segregación y la privación de derechos a los esclavos liberados durante todo el resto del siglo XIX.

Un relicto de las patrullas de esclavos que persiste hoy en día son las placas que utiliza la policía como medio de identificación. En principio usadas por los esclavos para acelerar el proceso de comprobación de identidad, su uso se trasladó luego a las prendas de las patrullas para indicar el rango dentro de la estructura política local, dando a sus portadores la libertad y la autoridad para ir prácticamente a cualquier lugar y hacer lo que quisieran, mientras estuvieran tras la pista de un esclavo fugado.

En la actualidad, la policía contiene a un gran número de supremacistas blancos en sus filas. Documentos desclasificados del F.B.I. (Buró Federal de Investigaciones) del año 2.015 dieron cuenta de numerosos casos de hostilidad policial hacía las minorías, perpetrados por oficiales que adherían a grupos de supremacía blanca como el Ku Klux Klan o la Liga del Sur. Este problema endémico en las fuerzas se complejiza al chocar los intentos de eliminación del racismo con el carácter descentralizado de la fuerza y el respaldo legal que tienen los oficiales de sus superiores y de la ley, ya que desde la óptica legal, no es ilegal tener pensamientos racistas (o pertenecer a grupos de esta ideología) y a su vez ser miembro de las fuerzas de seguridad.

El interés de los grupos supremacistas por infiltrarse en las fuerzas está motivado por la intención de construir hegemonía en el seno de la institución a través del procedimiento de “deslizamiento”[5], desplazando su eje ideológico hacía el nacionalismo para edificar consenso en una fuerza que de por sí posee una fuerte connotación nacionalista. Ejemplo de esto es el caso de Joshua Dogrell, miembro de la policía de Alabama y de la Liga del Sur, quién sostuvo en 2.015 que debido al pluralismo religioso, las uniones interraciales y la homosexualidad, la cultura del país está en peligro, por lo que muchos más policías se unen a la causa de la Liga que una década atrás, cuando ingresó a la fuerza.

DESIGUALDAD PERSISTENTE

La repercusión mundial que tuvo el asesinato de George Floyd estuvo terciada por los medios de comunicación, quienes interpretaron las condiciones sociales que enmarcaron su crimen como el emergente de un problema social latente en la comunidad afroamericana.

La persistencia del caso en los medios fue intercedida por la actuación del movimiento Black Lives Matter (Las vidas negras importan), nacido en el 2013 para visibilizar la brutalidad policial contra los negros, quién se convirtió en el principal reclamador[6] ante las redes sociales y los medios periodísticos. El colectivo no solo puso en escena el racismo institucionalizado imperante, sino que también dio voz al reclamo sobre la desigualdad económica que viven los afro descendientes.

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Dado que en Estados Unidos no existe el Estado de Bienestar[7], las familias menos favorecidas están condenadas a una vida mucho más miserable que en otros países de similares ingresos, como los europeos. Según estadísticas de Census Bureau del año 2.018, una familia tipo de origen negro poseía ingresos por 40.000 dólares anuales en contraposición de los 70.000 que recibía una familia tipo blanca. El mismo estudio registraba que el 17% de las familias afroamericanas vivía por debajo del nivel de pobreza, siendo las familias blancas un 5,8%. Y en términos de patrimonio neto, los hogares blancos son casi 10 veces más ricos que los negros, de acuerdo a las estadísticas de 2017 de la Reserva Federal.

La mencionada brecha indudablemente favorece la delincuencia. Esto queda explicitado en un estudio realizado por el Centro de Investigación Pew, quién registró que el sistema penitenciario estadounidense estaba integrado en 2018 por un 33% de población carcelaria negra, constituyendo la blanca un 30%. Si tenemos en cuenta que los negros solo representan el 12% de la población adulta del país, y que de acuerdo a la ONG Mapping Police Violence, el 24% de los muertos a manos de la policía son negros, queda expuesta la importancia de la desigualdad económica a la hora de tratar el tema delictivo. Esto provoca que un ciudadano negro tenga 6 veces más chances de ir a la cárcel y 2 veces más posibilidades de morir a manos de la policía que un ciudadano blanco.

Como corolario, es importante destacar que la salud de los afroamericanos también está mermada por las condiciones socio económicas en las que viven. Tienen mayor incidencia de enfermedades como diabetes, hipertensión y obesidad, así como también una tasa de mortalidad infantil que es el doble de la población blanca. Este último índice puede ser usado como indicador del estado de salud de la madre, tomando como parámetro la dieta, sus condiciones de vida y su estado emocional.

LA ETERNA CONDENA

Lo expuesto anteriormente da indicios concretos que permiten comprender el porqué de la vigencia del racismo, la desigualdad y los abusos policiales en Estados Unidos. La tardía aparición del colectivo afro descendiente en la disputa por sus derechos civiles y la conveniencia capitalista del país de crecer en base al trabajo esclavo permitieron que el gen racista albergado en el seno de las primeras colonias norteamericanas se replicara por generaciones.

Si bien es cierto que desde 1.964 hubo un salto cualitativo en materia legal hacia la equidad de derechos de las minorías negras, la continua reconfiguración de las prácticas racistas por parte del supremacismo blanco y los permanentes obstáculos sociales e institucionales presentes en el país hacen que la democratización de derechos se constituya en una utopía.

La igualdad de derechos solo se concretará cuando se reviertan las condiciones socio económicas imperantes que mantienen inalterable el statu quo que condena a los negros a ser ciudadanos de segunda y a sentarse en el banquillo de los acusados con la seguridad que recibirán una pena 20% más larga que un ciudadano blanco si ambos son juzgados por el mismo delito.

Por El Turko

Referencias bibliográficas:

[1] HUERGO, JORGE (2.002). Hegemonía: un concepto clave para comprender comunicación. Ficha de Cátedra. Facultad de Periodismo y Comunicación Social. La Plata. p. 4. [2] RETAMOZO, MARTÍN (2.006). Notas en torno a la dicotomía público-privado: una perspectiva política. Reflexión Política (16). Instituto de Estudios Políticos de la Universidad Autónoma de Bucaramanga, Bucaramanga. p.29. [3] RABOTNIKOF, NORA (1.998). “Público – Privado”. Debate Feminista (18). Universidad Nacional Autónoma de México. Ciudad de México. pp. 7 y 8. [4] GIMÉNEZ, GILBERTO (1997). “Materiales para una teoría de las identidades sociales”. Revista Frontera Norte, Vol. 9 (18). Universidad Nacional Autónoma de México. Ciudad de México. p. 4. [5] BALSA, JAVIER (2.006). “Las tres lógicas de la construcción hegemónica”. Revista Theomai. Estudios sobre sociedad, naturaleza y desarrollo, segundo semestre (14). Universidad Nacional de Quilmes. Bernal. p. 26. [6] FRIGERIO, ALEJANDRO (1.995). “La construcción de los problemas sociales: cultura, política y movilización”. Boletín de lecturas sociales y económicas, UCA, año 2 (6). Universidad Católica Argentina. Buenos Aires. p. 13. [7] GARABEDIAN, MARCELO (2.007). “El Estado moderno. Breve recorrido por su desarrollo teórico”. Documento Anexo I. Guía de Estudio ICSE. Universidad de Buenos Aires. Buenos Aires. pp. 21 y 22.

Bibliografía:

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CARBONE, VALERIA (2.013). “Raza y Racismo: ¿el motor de la historia de los Estados Unidos? Un acercamiento a la relación entre raza, racismo y clase en la historia norteamericana”. XIV Jornadas Interescuelas/Departamentos de Historia. Departamento de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras. Universidad Nacional de Cuyo. Mendoza.

GRUNSTEIN DICKTER, ARTURO (2.005). “Segregación y discriminación: el nacimiento de Jim Crow en el sur de los Estados Unidos”. El Cotidiano (134). Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Azcapotzalco, Distrito Federal. México. pp. 95-102.

MAESTRO, JAVIER (2.008). “El dilema norteamericano: de la esclavitud a la institucionalización de la discriminación racial”. Studia Historica (26). Ediciones Universidad de Salamanca. Salamanca. pp. 53-78.

VIDA, MARÍA ÁNGELES MARTÍN (2.003). “Evolución del principio de igualdad en Estados Unidos: nacimiento y desarrollo de las medidas de acción afirmativa en derecho estadounidense”. Revista Española de Derecho Constitucional (68). Centro de Estudios Políticos y Constitucionales. Madrid. pp. 151-194.

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