Especial para Contrahegemonía
La democracia representativa y delegativa que tenemos funciona, en gran parte, sobre la base de ocultamiento de información, manipulación de la opinión pública y acción de lobbies que influyen de manera directa en el gobierno.
Por supuesto: Alberto Fernández no es lo mismo que Mauricio Macri y el Frente de Todos no es lo mismo que Juntos por el Cambio. Hay muchas diferencias entre los dos bandos. Y muchas similitudes también. Sobre todo, en las acciones de Estado que se realizan más allá de los discursos.
Extractivismo y minería
Un punto de coincidencia entre ambos sectores es la convicción de profundizar en ciertas líneas extractivistas como el gas no convencional (mediante el fracking) y la minería metalífera a cielo abierto. También hay un peligroso descuido en el área del cuidado de la naturaleza, en particular, de las tierras que suelen ser arrasadas por incendios (ya sean intencionales o accidentales). Las líneas políticas de Bergman y Aranguren no son muy diferentes de las de Cabandié y Hensel.
Tanto el macrismo como el kirchnerismo han demostrado estar dispuestos a avanzar en esa línea, pese a la resistencia de la población.
El caso de Chubut demuestra este punto. La principal diferencia entre uno y otro gobierno es que Macri tuvo menos fuerza política para instalar la megaminería. Alberto Fernández estuvo apunto de lograrlo, así como también lo estuvo Cristina Fernández en el 2014, cuando se perpetró el famoso fraude legislativo protagonizado por el diputado justicialista Gustavo Muñiz (el de la foto).
[https://www.anred.org/2014/11/26/chubut-la-legislatura-ninguneo-la-iniciativa-popular-contra-la-megamineria/]
Las miserias al descubierto
Después de lo ocurrido el sábado 13 de marzo, el gobernador de Chubut, está más solo que nunca. Alberto Fernández, que lo respaldaba en su intento de imponer la megaminería y que días atrás había enviado a Trotta para que arregle el inicio de clases, le bajó el pulgar. Habrá que ver si lo hizo porque se dio cuenta de que Arcioni es un mal administrador o porque entendió que, si seguía apoyándolo, se arriesgaba a una catástrofe electoral en los próximos meses.
Un grupo de manifestantes rompió los vidrios de atrás del vehículo que lo transportaba. Dos días después, Massoni, el ministro de seguridad provincial, organizó un show con detenciones y puestas en escena mediáticas. Este personaje reúne los peores rasgos de Patricia Bullrich y Sergio Berni (y son muchos). Le gusta confirmar su autoritarismo en público y no se preocupa por las constantes violaciones a los derechos humanos en las que incurre. Hace unos meses lanzó su campaña como senador nacional y mandó a pintar su nombre en las paredes de toda la provincia.
Alberto Fernández contribuyó a la demonización del movimiento socioambiental y a la subestimación del pueblo de Chubut, al identificar a “los violentos que nos tiran piedras” con “los violentos que critican las vacunas”. A todos les devuelve “amor”. Es un problema de confusión conceptual o es una decisión estratégica y discursiva para deslegitimar la lucha socioambiental.
Podría haber ofrecido disculpas por no haber escuchado un pueblo que, desde hace 18 años, pide que se cancele definitivamente la posibilidad de la megaminería y, en cambio, se busquen alternativas inclusivas y sustentables. Podría haberse disculpado por haber apoyado con tanto entusiasmo a un mal gobernador y haber avalado el aumento de la deuda de la provincia. Pero no. Se lavó las manos y tiró “amor” a todos.
Triste, solitario y final
Arcioni rompió el compromiso electoral que lo llevó a la gobernación. En campaña, prometió oponerse a la megaminería. Meses después, se reveló como el principal abanderado del lobby minero. Decidió romper el lazo de representatividad con la gente, apostando, por un lado, al apoyo de este lobby y, por otro, al apoyo del gobierno nacional. ¿Qué podía salir mal? El lobby compra diputados y regula el discurso de la prensa, y el presidente se ve obligado a sostenerlo porque él hace los deberes. Llevaría a la Casa Rosada lo que no logró ningún gobernador anterior: la minería a cielo abierto en Chubut y un mensaje desolador al pueblo: que los poderosos siempre triunfan.
En este proceso, hubo múltiples rupturas y acusaciones dentro y fuera del gobierno. El caso emblemático es el de Sebastián López, diputado del PRO que se hizo famoso en diciembre cuando se difundió un video de él pidiendo coimas a empresas mineras. Para salvar la imagen, el PRO lo expulsó, pero le permitió que se haga el ofendido, que forme un bloque unipersonal y se pase al oficialismo.
Así es que la base oficialista en la legislatura es un sector de los diputados que acompañaron en la boleta a Arcioni (y que, en su momento, avalaron el discurso ecologista que ahora traiciona), un sector proveniente del justicialismo y López, que claramente representa a las empresas mineras.
En Chubut, se confirma que, con esta democracia, los lobbies pueden comprar gobiernos. Los partidos tradicionales son tan amplios y heterogéneos, tienen consignas tan vagas y marketineras, que incluyen en su lista a gente que, llegado el caso, puede levantar la mano para votar cualquier cosa.
La soledad de Arcioni expresa la perversidad de esta democracia. Tanto si le salía bien y burlaba al pueblo como ahora, que finalmente todo le sale mal, la evidencia es clara. Los partidos burgueses, con plata de grupos empresariales y la complicidad de la prensa, sirven para estas cosas.
En este momento, con el gobierno nacional enojado, con los sectores más kirchneristas del justicialismo provincial en contra, con el rechazo popular, parece que a Arcioni solo le queda renunciar. Tuvo ínfulas de líder y termina siendo el primer fusible que hacen saltar.
Ya se puso en marcha el aparato reciclador de figuritas para “salvar la institucionalidad de la provincia”. Cambiar algo para que todo siga igual.
El maravilloso ejemplo del pueblo
Es fácil decir que la culpa de todo es del pueblo, que votó a personajes como Arcioni, Das Neves o Buzzi. Es un modo de exculpar a los traidores y a las estructuras partidarias que los sostuvieron y sostienen. Sin duda, gran parte del problema es la cultura política del país, el peso del sentido común y las tradiciones, el efecto del enorme vacío que hay entre el manejo del Estado y la ciudadanía.
Pero, más allá de lo electoral, está la inquebrantable lucha del pueblo chubutense. La más grande de los últimos 30 años de historia de la provincia. Y, en desde hace tiempo, tal vez la más activa y masiva del país.
¿Por qué fracasaron Alberto Fernández, Mariano Arcioni y el lobby minero en esta embestida minera? Porque el pueblo está despierto y movilizado. Y este proceso es profundamente político.
En mayo vence el plazo para que la legislatura trate el segundo proyecto de Iniciativa Popular presentado por las asambleas de vecinos y vecinas y avalado por más de treinta mil firmas. Nuevamente, el pueblo exige al gobierno que cancele de manera definitiva la amenaza de la megaminería. Y el gobierno tendrá que responder. En 2014, perpetró un escandaloso fraude. La historia no se debe repetir. Sucede que, en el fondo, no se puede repetir.
[https://www.anred.org/2020/10/17/chubut-presentacion-del-proyecto-de-ley-por-iniciativa-popular-ip-con-el-aval-de-mas-de-30000-firmas-para-la-proteccion-del-agua-y-el-territorio/]