ContrahegemoniaWeb

Apuntes sobre socialismo desde abajo y poder popular

Colombia en Paro Nacional, ¿qué y quién negociará?

El Paro Nacional que se desarrolla desde el 28 de abril ha colocado de nuevo sobre la mesa un hecho incontrovertible: la transformación de la lucha social en Colombia. No solo se trata de haber recuperado la protesta como derecho al romper la estigmatización histórica de la que ha sido objeto, sino de múltiples cambios en las formas de tomar la calle y la palabra en lo presencial y lo virtual, de un fuerte recambio generacional y de un viraje en clave de diversidad étnica y de sexo-género.

En medio de tantas transformaciones las dirigencias tradicionales del movimiento social y popular también se han visto rebasadas porque esta movilización, así como la de 2019, no tiene centralidad total ni liderazgos únicos; es más, en lo local, bastión fundamental de la protesta, quienes convocan, ponen el cuerpo y el alma están haciendo su principal escuela en este mayo colombiano de 2021. En eso está la muchachada de las primeras líneas; las y los universitarios que ahora se movilizan tanto en su gremio como el barrio; las madres que exigen el respeto a la vida de sus hijos; las colectivas feministas, de diversidades y disidencias sexuales; la movida artística y cultural; las y los habitantes de los pueblos más chicos en los que nunca se habían visto marchas ni bloqueos; y también las nuevas generaciones de sindicalistas, mingueros y mingueras, activistas afro, defensores de derechos humanos y del movimiento ambiental, entre otros tantos más.

El nivel de dispersión que hoy se observa ‒su mayor riqueza y su mayor reto‒, también nos habla del tamaño del (los) problema(s): es un asunto nacional que se desdobla con particularidades en lo local y regional, es estructural y nos concierne a todos y todas; lo cual debe compadecerse con respuestas de carácter similar. La supuesta apertura a la conversación del gobierno de Iván Duque es a todas luces insuficiente, pues se trata de reuniones a puerta cerrada con grupos reducidos de personas, sobre todo de las élites, en las que todos hablan, particularmente el presidente, pocos escuchan y el establecimiento decide. En este simulacro de diálogo el día es para la foto de conclaves inútiles en Bogotá, mientras que en la noche se alimenta la represión militar y paramilitar. ¿Para qué lo hacen?, bueno, es apenas una de las fichas en el ajedrez del desgaste labrado sobre todo con violencia, con el que quieren someter al levantamiento popular más importante de la historia contemporánea de Colombia.

Te puede interesar:   La inseguridad. Bauman, Trump y los muros de Jericó

Pero sería tanto ingenuo como obtuso pensar que se trata únicamente de un movimiento silvestre, caótico y sin horizonte. Aunque toda renovación está llena de contradicciones, la que vive el movimiento social y popular colombiano es producto del acontecer de los últimos veinticinco años de luchas que han dejado un acumulado importante de exigencias y propuestas de reformas y para el funcionamiento de la institucionalidad, leyes alternativas de múltiples ámbitos y mandatos populares.

Además, en los puntos de concentración se están desarrollando asambleas populares para organizar y sistematizar las demandas, como lo hicieron las y los integrantes de la Primera Línea en Puerto Resistencia, Cali, la ciudad más golpeada por la violencia estatal en sus formas policial y paramilitar. Así, la Primera Línea, una formación de carácter netamente popular, ha dejado claro que no solo está llena de valentía para defender la movilización con escudos y piedras, sino que tiene propuestas para “ser escuchados y no excluidos” como lo dijeron en su comunicado. Los ejes temáticos del pliego son claros: violaciones de derechos humanos por parte del Estado, acceso a salud, educación, trabajo y pensión, inversión en recreación y cultura, así como en la construcción de espacios de memoria para las víctimas de la brutalidad policial y paramilitar. Promueven además dos niveles de negociación, uno nacional y otro local, citando a diversos actores sociales, económicos, políticos e institucionales, lo que es un punto de partida para un diálogo real y no simulado como el que pretende Iván Duque.

Las y los jóvenes de la Primera Línea están mostrando gran claridad en medio del aparente caos. La conversación nacional y las decisiones que el país necesita no pueden ocurrir solo en Bogotá. El Paro se debe resolver en el mediano plazo desde lo local, con la gente que se está movilizando y mínimo alrededor de dos ejes: cese de la violencia estatal y justicia social, lo que últimas no es más que paz, eso que el pueblo colombiano lleva exigiendo por décadas. A nivel nacional, en el corto plazo y como criterio mínimo de negociación es fundamental que el gobierno de Duque desmilitarice el país y desactive la máquina criminal que encarna el Escuadrón Móvil Antidisturbios de la Policía Nacional, a fin de no engrosar más la dolorosa cifra de 40 personas asesinadas por mano estatal en 14 días de protesta. De igual manera, se debe comprometer a garantizar vacunas contra la Covid-19 y renta básica universal y a declinar la compra aviones y otros equipamientos para la guerra que se obstina en alimentar.  

Te puede interesar:   El imaginario del Estado-nación no es un imaginario alternativo al neoliberalismo: entrevista a Christian Laval y Pierre Dardot

Las organizaciones nacionales de los movimientos sociales y los liderazgos más tradicionales, antes que autonombrarse como voceros generales más bien pueden ayudar a generar puntos de encuentro entre los pliegos sectoriales, el del paro de 2019 y las propuestas programáticas construidas en los últimos veinte años con las demandas de la actual movilización. A partir de esta coyuntura es necesario entrar en un gran proceso de legislación popular, programas construidos desde la gente con toda la fuerza de la movilización para materializar un país diferente y para que cualquiera que aspire a un cargo de elección popular el próximo año se vea obligado a “mandar obedeciendo”, como diría el zapatismo en México.  Y más allá de lo electoral, lo fundamental es que el descontento popular que resiste a la violencia le está despejando al país el camino de la esperanza. ¡Gracias a todas las personas que se movilizan por eso!

Carolina Bautista.  Docente universitaria, integrante del Grupo de Trabajo de CLACSO “Estados en Disputa”.

Fuente: Revoluciones Dot Net

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *