ContrahegemoniaWeb

Apuntes sobre socialismo desde abajo y poder popular

brasil

La miseria brasileña

Especial ContrahegemoniaAterro societario es el término que define la tragedia brasileña actual. Colapso social, desempleo estructural, inseguridad alimentaria, caos sanitario, desmonte de las instituciones sociales públicas, delincuencia moral, militarización en todas las esferas, apología a las armas, al genocidio, etnocidio, ecocidio, pobrecidio, feminicidio, ascenso democrático de narco-milicianosneopentecostales desbordando de territorios restringidos para el control truculento y negacionista del país, alienación de las masas, fascistización generalizada. En pocos años, pasamos de una situación ilusoria emergente a una situación de barbarie efectiva. Personificamos la periferia que absorbe los extremos de la crisis sistémica.

¿Como justificar la riqueza de 62 brasileños que, en situación de pandemia, casi duplicó de R$ 127,1 mil millones para R$ 219,1 mil millones de reales mientras la mitad de la población no tiene como garantizar comida en la mesa? Ese capital altamente concentrado no es solamente inútil, es efectivamente criminoso porque se apoya sobre casi 500 mil vidas perdidas para el COVID-19, porque produce 116 millones de hambrientos, 15 millones de desempleados, 5 millones de alentados, y 40 millones de trabajadores y trabajadoras informales precarizados. En este período, aumentó substantivamente el número de indígenas, negros, mujeres , ambientalistas, líderes populares en el campo y en las ciudades, perseguidos y asesinados por la cultura del odio, escombro de la dictadura, recurrencia de un país estructuralmente subalterno, más que nunca cloaca del rentismo, del extractivismo, del agronegocio y del tráfico. En el último año, áreas de bosque y cerrado (sabana tropical), ricas en especies endémicas de animales y de plantas, muchos de los cuales en riesgo de extinción, ardieran sobre el negocio del fuego, playas y manguezales del Norte y del Nordeste fueron invadidas por gran cantidad de aceites y basura hospitalaria procede de quién sabe dónde. Por diferentes motivos, todos absolutamente torpes, favelas, aldeas, quilombos viven bajo ataques constantes y brutales para atender los apetitos incontrolables del capital transnacionalizado.

Así es como veo el Brasil hoy, el país da tempestad perfecta.

Las izquierdas

No veo función efectiva para las izquierdas dogmáticas, aquellas que arrastran corrientes con sus programas de transición socialista hechos desde arriba para abajo, sin correspondencia con la realidad de las masas. Esas izquierdas fetichizan el “sujeto revolucionario” como entidad a-histórica y proponen soluciones modernizantes basadas en el culto al trabajo abstracto y en la avanzada tecnología burguesa como caminos seguros para el socialismo. Los mas graves errores cometidos ya en los primeros tiempos de la Revolución Rusa, fue buscar los pilares fundamentales de lo que debería haber sido una nueva sociedad libre de dominación y explotación justamente en el sistema fundado en la división social jerárquica del trabajo y en la realización del valor. Todo bajo el estricto control de un estado agigantado y mal resuelto por acumular poder político y poder económico. Se perdió ahí la oportunidad de tomar el Estado, vaciar su contenido jerárquico, burocrático y reemplazarlo por un gobierno del pueblo tal como fue hecho por los comunardos, en 1871. Además, se dejó de atender las necesidades urgentes de la población hambrienta a través de algo al alcance de las manos, simple, como era el caso de las comunas campesinas capaces de abastecer el país de un producto más esencial para las personas y para el futuro de la revolución: comida abundante y de buena calidad.

El sistema de capital es extraparlamentario, y las decisiones de hecho, son tomadas fuera del parlamento, por eso creo aún menos en el papel de las izquierdas institucionalizadas en partidos electores, sindicatos y movimientos sociales que sucumbieron al orden. Esas izquierdas eligieron perfeccionar concepciones defensivas; requieren soluciones que solo consiguen dar supervivencia a un desarrollismo irresponsable. Esas izquierdas dichas progresistas son fenomenológicas, no alcanzan más allá de la pequeña política, son parte constitutiva de los vais-e-vens de la democracia participativa en crisis terminal. Apelan a un Estado socialmente fallido que “emancipa” de vez en cuando parte sustantiva de la población en creciente estado de vulnerabilidad. Las aterradoras consecuencias del abandono durante la pandemia en Brasil son la mayor evidencia del divorcio entre el Estado benefactor y la sociedad civil. Un eventual retorno de la izquierda liberal, identitaria, “progresista”, no significará la recomposición de lo que fue destruido, será a lo sumo un intento poco alentador de retomar la gestión pacificadora del caos. Presiento un fiasco total en ese intento.

El sentido histórico de Bolsonaro

La tragedia ampliada en el Brasil de hoy es consecuencia de la corrosión humanitaria en que se convirtió el sistema de reproducción sociometabólica del capital a partir de 1960 con la crisis del keynesianismo anticíclico. En Brasil, la dictadura empresarial-militar suspendió nuestra frágil democracia para introducir en el país las condiciones imperantes del neoliberalismo, condiciones que quedarían más definidas en los años 1990 con el proceso de la reestructuración productiva. Así Brasil se integró al circuito internacional de la financierización, transnacionalizó la burguesía interna, realizó la “Revolución Verde”, mejor, deforestación, expropiación intensiva de las poblaciones nativas, campesinas, quilombos, industrialización de la agricultura y dependencia total de corporaciones-monstruo como Monsanto (veneno, monocultivo, transgenía), extractivismo mineral predatorio (súper incentivo a la Compañía Vale do Rio Doce). Aún, una proletarización que nace precarizada y sin derechos, esclavización militarizada y clandestina de indígenas, sobre todo en regiones de frontera.

Te puede interesar:   La vitalidad de la Revolución

Trazando una línea de tiempo de la llamada Nueva República [1985 a 2015], se entiende que cada gobierno que sucedió a la dictadura dio secuencia a ese modelo depredador contribuyendo para pavimentar los caminos del infierno que vivimos hoy. Todos, sin excepción, condujeron la política en el sentido de confirmar nuestra estructural condición colonial, nuestra subalternidad, nuestro papel productor de commodities.

La actual política de Estado amplía los estragos practicados en décadas y lo hace con mucho más desenvoltura e irracionalidad que todos los que la precedieron en Brasilia. Si, en ese proceso, Bolsonaro no es el mentor de la indigencia, él es un agente especial, de tipo miliciano, creado y entrenado en los sótanos de la dictadura de un sistema de acumulación genéticamente putrefacto.

Su ascenso a la presidencia de la república se combina muy bien con la crisis estructural de la política, mucho más grave y reveladora que la aludida por Florestan Fernandes en “Notas sobre el Fascismo”, texto escrito en el exilio en Canadá en 1971. Bolsonaro es el último baluarte de la política representativa, la cara más oscura de un sistema que tiende cada vez más al subterráneo. 1

La centralidad de la lucha, por lo tanto, independientemente de quién ocupe la gestión política del país, deberá ocurrir no solo, sino principalmente fuera de las instituciones y su presupuesto más esencial sigue siendo la de construir los cimientos de la Revolución Social y Popular.

Las luchas o las ausencias de ellas.

El cuadro actual es muy difuso, complejo y peligroso. Las Jornadas de 2013, el Movimiento de Ocupación de las Escuelas por los Secundaristas, en 2016, y el Movimiento “Ele Não”, de 2018, fueron las manifestaciones populares más expresivas que el país vivió en este último período con potencial ofensivo para un avance de la lucha de clases. Lo que no sucedió. Y ninguno de los sucesivos ataques a las leyes laborales, previsional, tributarias, a los derechos humanos, a la educación, a la salud logró crear lastre de repudio masivo y permanente al orden como vimos en países de América Latina en 2019 y más recientemente en Colombia.2

Pero, veamos, por ejemplo, a la huelga nacional de camioneros que también ocurrió en 2018. Este fue un movimiento popular masivo, muy representativo de la categoría, que dio un paso decisivo para el ascenso político de la extrema derecha y para la fascistización en el país.

Otra forma de acción popular a menudo reaccionaria viene de las estrategias practicadas con empeño por pastores neopentecostales cuando envuelven sus templos despojados en las comunidades más pobres, ya sean urbanas, rurales, indígenas, de sin tierra, sin hogar. Difunden valores deletéreos que penetran en el alma de los fieles que, a su vez, replican fundamentalismos, violencia contra mujeres, odio a las culturas tradicionales y se auto-imponen sumisión absoluta a una estructura social jerárquica que necesita ser cada vez más rígida. Es cruel la paliza a ancianas indígenas por payes evangelizados en sus propias aldeas; es brutal lo que se comete contra las religiones afrodescendientes y sus seguidores en las favelas dominadas por narcomilicianos-neopentecostales.

Los entregadores de aplicaciones -tanto como sucedió en China e Inglaterra – hacen un movimiento con recorte de clase muy interesante justamente cuando el capital más demanda, lucra con y explota su trabajo extenuante. Actúan de modo reivindicativo, es una categoría nueva, en crecimiento, sin derechos y sin perfil ideológico claro, pero con enorme potencial de enfrentamiento. Veremos.

El neo-fascismo de tipo periférico

Desde hace 500 años se forma por aquí un cuadrado mágico de distorsiones sociales endémicas y de asaltos recurrentes a las poblaciones indígenas, negras, pobres, a las clases trabajadoras y a los recursos naturales. Ese formato, pautado en una permanente acumulación por desposesión, para usar un término de Harvey, organiza y reorganiza una sociedad estructuralmente esclavista-colonial, patriarcal, autocrática y periférica. No sorprende que Brasil, tal como se encuentra hoy, configure una síntesis de los más graves problemas de la actualidad del sistema, un campo privilegiado de observación de los síntomas más perversos de la crisis estructural. Entre ellos sin duda figura entre nosotros la explosión de un neofascismo de tipo periférico, tan histriónico como el de los países del Norte, pero que, de rodillas a la virulencia de Israel y EEUU, se esmera en la violencia interna.

Hoy, Brasil muestra al mundo que el control de las masas sumergidas en necesidades contingentes graves es mucho más eficiente si es ejercido por instrumentos ideológicos de negación de lo real y por un fuerte aparato policial. Pues incluso en las condiciones extremas de la pandemia, cuando se practica la inmunización de rebaño, la concesión de ayuda de emergencia, que debería ser prioridad, es fortuita y, de modo racionalmente conveniente, depende de los humores de la escoria de la casa de gobierno y del mercado3. No se puede pensar seriamente en salidas como la renta mínima o renta básica universal, por más necesarias que puedan ser en ese rincón tan castigado del mundo, sin considerar las oscilaciones cínicas de la economía política, inadmisibles a la vida en estado de emergencia.4

Te puede interesar:   8 de marzo: ¡Guerra a la guerra!

Solo para concluir esta cuestión, el fascismo y la crisis cíclica siempre han estado juntos, son innumerables los ejemplos del siglo XX. En tiempos de crisis estructural, el neofascismo es devastador en Brasil y en todo el mundo y no será episódico, como los ensayos nacionalistas de Alemania, Italia, Japón, España, Portugal, de varios países de América Latina. El neofascismo, o lo que sea, ha venido para quedarse, es internacionalista, popular y funciona como una metástasis generalizada del irracionalismo en que se ha convertido el sistema de reproducción social del capital

Los desafíos

Entiendo que la totalidad misma de la realidad actual es el enorme problema a ser enfrentado. Las condiciones concretas de nuestra historia actual son tan graves que imponen soluciones radicales en las que la ley del valor, la división social jerárquica del trabajo, la modernización incesante de las fuerzas productivas, no pueden ser la referencia de un mundo nuevo. Por el contrario, deben ser firmemente rechazadas y dejadas en el pasado.

Son tiempos, por lo tanto, de cuestionarse seriamente sobre el sentido de mantener viva una chispa siquiera de toda esa irracionalidad que afecta la vida del planeta y de los billones de individuos que viven en el abandono, en la pobreza, en la incertidumbre. El momento, sacudido por pandemias, guerras y hambre, parece ser de transición hacia una amenazadora discontinuidad en la continuidad controlada por el capital, un mundo post-humano y post-capitalista (pero, no post-capital) fuertemente restrictivo y totalitario como quieren algunos ultra-ricos para asegurar privilegios y riqueza acumulados. Para su desgracia, sin embargo, es que mientras existan, permanecerán dependientes de la servidumbre de los sobrevivientes – los antípodas de siempre, las trabajadoras y los trabajadores de los cuales extraen trabajo excedente y de quienes no pueden verse totalmente libres.

El hambre, síntoma de los más abyectos de la sociedad del capital abundante, consecuencia del desempleo estructural y del abandono irrevocable de las masas por el Estado, constituye el problema más grave e inmediato que debe afrontarse en este momento. El hambre, que fue la razón poderosa de las insurgencias más decisivas de la historia contemporánea, muy seguramente también será la razón de la hecatombe hacia la cual el sistema nos encamina. Pues entonces, el sentido histórico del hambre que mueve montañas es también esclarecedor para no caer en las ilusiones de siempre. En la Revolución Rusa, como vimos antes, la modernización de las fuerzas productivas, con todas las implicaciones problemáticas que eso causó, fue el camino elegido como el más eficiente para la superación del atraso. En las condiciones actuales, por el contrario, el hambre es el resultado del progreso y del fracaso capitalista, no pudiendo ser de ninguna forma su solución.

Probablemente tendremos por delante una situación en la que el papel explosivo de las masas, impulsadas por necesidades de supervivencia esencialmente biológicas, podrá ser mucho más indigesta de lo que idealizan las izquierdas teleológicas. Esto creará un escenario impredecible de revueltas generalizadas y sin control dibujando un cuadro de disputa gigantesca con la barbarie tanto de los ricos, como de los pobres.

La manera más efectiva de preparar el ante festum es escuchar otras maneras de interpretar el mundo, observar atentamente las formas de reproducción de la vida que no se han sometido a la ruptura metabólica5 impuesta desde tiempos inmemoriales por el capital. Buscar conocimiento en quien combate la carencia sin la presencia de Estado que ya se ha evadido de los problemas sociales que ha creado. Atentar para experiencias populares y comunales que actúan en la autodefensa de la especie, lo que significa defender sus territorios, la naturaleza y demás especies.6 Ellas, de hecho, vienen realizándose en todo el mundo, incluso en Brasil. No son meras hipótesis.

Tales iniciativas poseen el sello de la diversidad (de ahí su riqueza), pudiendo surgir entre pueblos tradicionales amenazados, entre comunidades rurales y poblaciones urbanas en situación de mucha vulnerabilidad. Por iniciativa casi siempre de mujeres miserabilizadas, comprueban que es posible formar comunas, vivir sin políticas públicas, sin la mano invisible del mercado, sin la lógica del valor de cambio, sin división social jerárquica del trabajo, sin explotación y sin la carrera desembestada para satisfacer los apetitos imaginarios impuestos por el capital. Buenos alimentos, lazos de solidaridad y una nueva relación con la naturaleza son medidas simples y absolutamente necesarias para salir de ese embrollo todo.7

Eso puede indicar que el “capital social total” ultra-concentrado, al “emancipar”/abandonar personas -personas de las más diversas culturas, razas y nacionalidades que por todo el mundo componen la “totalidad del trabajo” disponible, crea brechas, difíciles es verdad, pero que no dejan de ser un signo interesante de la historia en transición. La lucha por la formación de comunas así como la lucha por la preservación de las que siempre se han organizado de tal modo puede traer condiciones de autonomía y sustentabilidad para realizar una progresiva sociabilidad igualitaria.

Te puede interesar:   El Estado Plurinacional de Bolivia, ¡se respeta!

Es decir, el punto de partida del enfrentamiento decisivo contra el capital, frente a toda complejidad decadente del sistema, complejidad esa radicalmente antagónica a la complejidad ontológica del ser de la revolución, deberá ser mucho más modesto de lo que siempre se pensó. Pero ciertamente no será pacifista.

El bueno y viejo Marx

Evidentemente, todas estas cuestiones están aquí de modo bastante embrionario y se disponen a un debate para profundizar en los puntos resaltados. Pero, desde ya adelanto que están basadas en la teoría marxiana, sin la cual considero impensable combatir el sistema de reproducción social del capital.

Marx y Mészáros son un norte para pensar, aquí y ahora, la formulación de experiencias comunales. Y de cómo esas experiencias pueden ser la punta de lanza para la construcción de una Revolución Política con Alma Social, un proceso necesario para alcanzar la totalidad de las relaciones sociales, actuar en el sentido de abolir el Estado, sus instituciones, la lucha de clases y transformar la vida cotidiana, la cultura, la educación, la relación con la naturaleza. Si estas experiencias son todavía dispersas, las condiciones que crean deben llegar a ser universales. Esto es de lo que habla Marx cuando se refiere a las tomas de decisión de la Comuna de 1871 en Guerra Civil en Francia:

La Comuna no fue una revolución contra cualquier forma de poder estatal, legitimista, constitucional, republicano o imperial. Fue una revolución contra el Estado en cuanto tal, contra esta monstruosidad de la sociedad, fue la resurrección de la auténtica vida social del pueblo, realizada por el pueblo. Su objetivo no era transferir el poder del Estado de una fracción de las clases dominantes a otra, sino destruir esa máquina abyecta de dominación de clase. No fue una de esas luchas mezquinas por el dominio de clase entre su poder ejecutivo y sus formas parlamentarias, sino una rebelión contra ambos, que se complementan.

Es particularmente en sus últimos años de vida que Marx cuestionará su teoría de la revolución proletaria desde el punto más desarrollado del capitalismo, en su tiempo, Inglaterra. Tuvieron impacto sobre él aquellos 72 días intensos de libertad y democracia radical en París, la conexión que estableció con Elisabeth Dmitrieff (una de las muchas mujeres que tuvieron papel de destaque durante la Comuna) quien le presentará una literatura sobre las comunas campesinas y, poco después, las correspondencias intercambiadas con los narodniks Nikolai Danielson y Vera Zassúlich que lo acercarán a las comunas rurales rusas. Marx responderá de la siguiente forma a la indagación de Vera sobre cómo se posicionaba el comunista, escritor de El Capital, sobre el campesinado tradicional de Rusia:

(…) el estudio especial que realicé de ellas, y cuyos materiales busqué en las fuentes originales, me convencieron de que esta comuna es el punto de apoyo de la regeneración social en Rusia, pero que, para que pueda funcionar como tal, primero habría que eliminar las influencias nocivas que la asaltan desde todos los lados y, a continuación, asegurarle las condiciones normales de un desarrollo espontáneo.8

De modo telegráfico, hago mención aquí de Mészáros, en particular en el capítulo 19 de Más allá del capital, titulado “Sistema comunal y ley del valor”, donde retoma pasajes seminales de Marx para discurrir sobre las principales características del modo comunal de intercambio. Para concluir, me tomo la libertad de reproducir aquí un pequeño trecho de su espectacular análisis sobre la sociedad de la abundancia donde predomina el principio: “De cada cual, según su capacidad; a cada cual, según sus necesidades” (Crítica del programa de Gotha).

La realización verdadera de la sociedad de la abundancia requiere la reorientación del proceso reproductivo social de tal modo que los bienes y servicios comunalmente producidos puedan ser plenamente compartidos – y no desperdiciados de modo individualista – por todos aquellos que participan de la producción y consumo directamente social. (…) No obstante, aunque la plena realización de esa visión – que postula la necesidad de una transformación global – tardara un tiempo muy largo para ocurrir, los pasos prácticos necesarios para avanzar pueden ser dados (en el “aquí” y “ahora”) por cualquier sociedad post-revolucionaria, incluso en una situación relativamente limitada, sin esperar a la reversión radical de las relaciones de poder existentes entre el capital y el trabajo a escala global. (p. 894 e 895 de Para além do capital).

Maria Orlanda Pinassi. Profesora de sociología (jubilada) de la UNESP y profesora colaboradora de la “Escola Nacional Florestan Fernandes”.

Traducción: Diego Ferrari

1 #ForaBolsonaro es muy poco para lo que realmente precisamos enfrentar. Que sea um comienzo!

2 Me arriesgo a decir que un problema que ocurre en Brasil es que, antes incluso de madurar y volverse masiva, la lucha laboral es disputada – y segmentada – por tendencias políticas.

3 Pueden observar que Bolsonaro no está fuera de la curva, sino mas bien todo lo contrario. https://www.cartamaior.com.br/?/Editoria/Saude/Curar-doentes-e-mau-para-o-negocio-diz-aGoldman-Sachs/43/39922

4 Eduardo Suplicy es el autor de la única ley del mundo (Ley 10.835/2004) que garantiza el pago anual de una renta que sobrepase la alimentación, educación y salud a todos los brasileños residentes en el país y extranjeros residentes por lo menos cinco años, independientemente de sus condiciones socioeconómicas. Sancionada por el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, sin embargo, la ley se convirtió en letra muerta y nunca entró en vigor realmente…. – Ver más en https://tab.uol.com.br/noticias/redacao/2020/08/01/renda-basica-universal-como-a-utopia-dedistribuir-renda-vira-politica.htm

5 Presto el término de John Bellamy Foster, Brett Clarke, Kohei Saito y demás miembros de un grupo de investigadores reunidos en torno a la Monthly Review. http://www.ihu.unisinos.br/78-noticias/597888-uma-catastrofe-no-seculo-xxi-a-menos-que-a-humanidade-mude-subitamente-de-rumo-entrevista-com-john-bellamy-foster?fbclid=IwAR2-Iooq-BEF3NKBIzldAx8_wZ6CQL3pDgTrQ_LbUVmjBzSnk9x79Mr6B7I

6 Ver al respecto el libro The Great Awakening: New Modes of Life in Capitalist Ruins, organizado por Anna Grear y David Bollier. https://outraspalavras.net/pos-capitalismo/comuns-novo-fantasma-queassombra-o-capital/

7 Silvia Adoue, profesora de la UNESP y de la Escuela Nacional Florestan Fernandes, viene realizando un importante estudio sobre estas experiencias en América Latina y enfatizando la construcción concreta de un feminismo antipatriarcal. Cita como ejemplos la preservación de la cultura de la abundancia (Wallmapu) por los pueblos preexistentes y la “multiplicación de huertas familiares o comunitarias, de ayuda mutua y redes solidarias” como aquellas de los primeros años de la década de 1970, en Chile, las llamadas Juntas de Abastecimiento y Precios, con protagonismo femenino, que hoy, más que antes, tienen un papel fundamental en la periferia de las ciudades chilenas.

8Marx K., Engels F. Escritos sobre Rusia. II, El por venir de la comuna rural rusa. [Número 90 da coleção Cuadernos de Pasado y Presente]. México: Siglo XXI Editores, 1980.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *