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Apuntes sobre socialismo desde abajo y poder popular

Cuando parimos nuestro feminismo piquetero: Darío, Maxi y Luisa presentes

Esta nota fue originalmente publicada en latfem.org.

Como en toda lucha popular ahí estábamos las mujeres y las disidencias, poniendo el cuerpo.  En la zona sur del conurbano se gestó una parte del movimiento de desocupados, un movimiento dinámico y novedoso para la lucha política en Argentina. Allí también parimos nuestro feminismo popular, en medio de ese dinamismo social. Parimos con alegría y con esperanza, pero también con dolor: el asesinato de Darío y Maxi fue lo más doloroso que nos tocó transitar.

Los sectores de clases populares, trabajadores y trabajadoras desocupades, tomamos las calles ante una situación muy difícil: más del 21% de desocupación, cifra récord en la historia argentina. En este contexto se gesta la lucha piquetera en el conurbano bonaerense, sumándose a las luchas que se estaban desarrollando en otros puntos del país.

La organización popular se fue transformando en nuestra vida cotidiana, con los cortes de ruta de 2 o 3 días, pero también en el trabajo comunitario, la asamblea, las fiestas, las amistades, el compañerismo, los amores. Todo se empezó a mezclar, tal vez por eso, empezamos a pensar en clave feminista, “lo personal es político”, aunque todavía no comprendíamos todo lo que implicaba esta idea. Empezamos a preguntarnos: ¿por qué no hablamos en las asambleas?, ¿por qué cargamos con mucho más trabajo que nuestros compañeros?, ¿por qué los voceros eran varones y éramos tantas bancando la olla y los cortes?, ¿decidimos ser madres?. En ese torbellino de piquetes y asambleas, en ese proceso de toma de conciencia de clase, también parimos nuestra identidad feminista, parimos nuestro feminismo popular y piquetero.

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En esa vorágine nos encontramos con Luisa Canteros, hace ya más de 20 años. “La Luisa” ya no está con nosotres, falleció en septiembre de 2020. Ella fue la primera en abrir su casa para hacer asambleas, con miedo aún a prender gomas, con los primeros aprietes del poder político, pero con la urgencia de las necesidades a flor de piel. Eso fue en 1999 en el barrio La Fe, en Monte Chingolo, Lanús. La Fe es uno de los tantos asentamientos bonaerenses donde, por aquellos años de crisis, se anegaban con frecuencia las calles de tierra, los pasillos y las zanjas al aire libre. Uno de esos barriosdonde los remises no te quieren llevar y las ambulancias tardan en llegar. Allí nos organizarnos. Empezamos a acuerparnos en el patio de Luisa. También en su casa organizamos los grupos de trabajo con los primeros planes sociales conquistados en los cortes de ruta. En esas mañanas compartimos mates con La Pitu, una travesti amiga de Luisa que venía a refugiarse en su casa, después de largas noches de salir a buscar el mango en las calles de Chingolo. La casa de Luisa estaba abierta. Atravesada por múltiples violencias a lo largo de su vida, como tantas compañeras de los barrios populares, Luisa nos dejó un ejemplo de lucha, solidaridad y de alegría, de disfrutar la fiesta popular en medio de las batallas.

En los espacios de formación política surgió nuestra voz, la voz de Luisa, con nuestra particularidad e impronta. Empezamos a vernos y a reconocernos como feministas, a entender que aparte de las opresiones que tenemos en común con nuestros compañeros de clases populares, cargamos con las opresiones patriarcales.

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La vivencia y activa participación en los Encuentros Nacionales de Mujeres, hoy plurinacionales, nos ayudó a entender los feminismos. De esos encuentros, siempre decimos, ninguna volvía igual; nos replanteamos nuestra vida y nos sentimos parte de una lucha mucho más grande, la lucha contra el patriarcado. Abrazamos la lucha por el aborto legal. De allí nos trajimos nuestros primeros pañuelos verdes, que bastante tiempo después devinieron en la imparable marea verde. Pudimos ponerle palabras a lo que nos pasaba. Fue Luisa, una de las organizadoras infaltables a los encuentros, y las choriceadas para juntar guita para el viaje. Fue ella también, una de las primeras compañeras en visibilizar en la organización su existencia lesbiana. De ella hablamos cuando hablamos de feminismo popular.

Nos encontramos con compañeras feministas de otros sectores. También salimos a buscarlas, eso fue clave: recuperar la historia del feminismo y retomar las ideas con otras compañeras, darle una vuelta más y seguir luchando juntes. Construimos una colectiva fuerte y tomamos la decisión política de dar batalla fuera y dentro de la organización.

Cuando asesinaron a Darío y Maxi nosotras estábamos en ese proceso de organización barrial, luchando por nuestros derechos, gestando nuestro feminismo. La organización y la forma en que nos organizamos, asamblearia, participativa y combativa, nos abrió los ojos a las opresiones patriarcales que vivimos.

Darío y Maxi son hoy, memoria viva de nuestro pueblo, los nombres de tantas compañeras como Luisa son menos conocidos, aunque sus ejemplos de vida y de lucha nos resulten igual de imprescindibles.La represión del 26 de junio y el hecho de volver al barrio con un compañero asesinado, sin duda, marcó a fuego nuestras vidas. Pero al revés de lo que quisieron los que siempre buscan domesticarnos e infundirnos terror, nosotres no bajamos los brazos. La violencia de esos días, la resistencia y la memoria de nuestros compas, se transforma en leña que aviva día a día nuestros fuegos. Por eso hablamos de Luisa, junto a Darío y de Maxi. Por eso hoy somos fuega.

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Darío Santillán, Maximiliano Kosteki, Luisa Canteros presente, ahora y siempre. |

canción

Para que el mundo se entere

Que somos brujas piqueteras

Que ponemos mucho ovario

y enfrentamos la opresión.

Cuando una mujer avanza

Ningún hombre retrocede,

crece la organización

Oh, oh, oh, oh

¡Crece la organización!

Oh, oh, oh, oh

¡Crece la organización!

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