26 de junio, desde el territorio Mapuche de Neuquén
¿Cómo es la profundidad del tiempo? No lo sé. Pero intuyo que se compone de imágenes, voces e intercambios que van más allá del plano de eso que llamamos estar vivos, vivas, vives.
Hoy nuestros muertos nos viven y es así como habitan un momento sin tiempo, de construcción continuamente recomenzada, como dice Jhon Berger en las 12 Tesis sobre la economía de los muertos.
A Flor le dan ganas de resonar la voz disidente de Luisa. Entonces escribe algo hermoso, ella que siempre pinta y dibuja. Sabe del dolor porque puede convertirlo en imágenes, aunque le duela. Flor pintó aquella de Darío con la mano al frente protegiendo a Maxi. Uno de los calendarios del tiempo dice que pasaron 19 años.
Yo era bastante joven, apenas me acercaba. El 26 a la tarde noche Darío y Maxi ya estaban muertos. Fui a Plaza Congreso o a Plaza de Mayo, no me acuerdo bien. Ahí vi por primera vez a un hombre pobre llorando. Era como un río que no terminaba nunca. El Negro Orlando, militante del conurbano duro, se hacía llanto sobre las baldosas rojas.
Nunca borré esa imagen. Después, fui uno más en el montón bajo una lluvia que, según yo la sentía, todavía eran las lágrimas del Negro Orlando.
Entendí que Maxi llevaba una bandera chiquita en una plaza cualquiera, capaz que sin nombre, donde las barriadas se hacen campo en un par de cuadras. Me mandé también para ahí, como lo había hecho no hacía tanto guiado por Orlando, que me llevó a una barriada que orillaba un río de curtiembre. El agua despedía olores que me han quedado marcados como huellas latentes. Será raro, pero desde aquellos días, cada vez que huelo aguas podridas me da nostalgia y siento que pronto vendrán esos mates tan dulces en un cacharro de loza.
El calendario dice 19 años, el calendario dice 26. Fue por una foto, por una imagen, que hoy veo que esa banderita tan humilde de Guernica, la sostiene Maxi de un lado y un niño del otro. Maxi, con su otra mano no hace el puño, ni hace la v. Tiene los dedos como si estuviera tomando un lápiz, con el que dibuja el aire. Para mi que ese lápiz es el que le dio a Flor, aunque no podría saber cómo.
Porque Flor pintó a Dario con la mano al frente. Porque Flor me dijo que se acuerda cuántas certezas tenían esos días. Porque Flor armó la memoria con el trazo de ese lápiz. Fue ella con otras, las que dibujaron la delgada línea roja que nos une. Y fue así que yo armé mi identidad que ahora llamo política. De todos los números, para mi es el 26.
Recién hoy logro ver que hay un niño sosteniendo la bandera de Guernica. Maxi no está solo en esa foto, como no estuvo solo en la imagen que Flor le pintó, junto a Darío.
Gente como Flor hizo posible la identidad porque nos dio imágenes. No sé qué hubiéramos hecho para entendernos un poco, sino.
Pero ella no tenía ni una foto con Darío. Antes, cuando había tantas certezas en el conurbano, no había casi celulares. O sea: había más certezas que celulares. Por eso había pocas fotos. Así que Flor solo tenía recuerdos con Darío y de ahí paría las imágenes, como parió con Luisa el feminismo piquetero.
Cuando yo ya estaba lejos del puente y del tiempo, cuando el calendario decía 18 años, a Flor le llegó una foto donde ella estaba con Darío en una marcha. Y me lo contó, así que empezamos un diálogo de lejos pero de cerca. La foto se la mandó la Negrita que la tenía en una caja. Se la mandó Darío a través de la Negrita. Porque si el Negro Orlando hizo llover con el llanto, si Maxi le dio un lapiz invisible, si Luisa parió el femismo piquetero en el Barrio La Fé, no hay porque dudar de que Darío tuvo la tierna idea de hacerle llegar a Flor, que lo hizo ser memoria con imágenes, esa foto como obsequio. Una imagen para quien nos dio tanta imagen.
El 26 dan ganas de contar historias. Dan ganas de resonar la voz. No puede ser la muerte un impedimento para eso. Acá en el sur es Wiñoy Tripantu. El sol vuelve. La muerte duele y revitaliza. Es extraño, pero es así.
Darío y Maxi presentes (pasados y futuros). Les dieron muerte y nos nutrió la vida, nos llenó de llantos, nos puso un lápiz en la mano, hizo parir criaturas aladas que ahora vuelan, nos hizo escribir más historias.
Juicio y Castigo a los responsables políticos de los asesinatos de Darío y Maxi, claro.