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Apuntes sobre socialismo desde abajo y poder popular

Políticas precarias que precarizan y matan

Mientras el dolor por el asesinato de una niña en Tucumán estremecía a todo el país, la indiferencia de la clase política inaugura una plaza que costó millones, y gastan sin descaro en propaganda electoral y sus internas, se busca criminalizar a Trabajadores Sociales de la responsabilidad del gobierno.

Este escrito se desprende de intercambios y debates colectivos como trabajadora estatal. A su vez, los aspectos que expresare refieren a debates, reflexiones o preguntas colectivas con lxs compañerxs de la agrupación Ate desde abajo, y a partir de los aportes de otrxs compañerxs o intelectuales que vienen debatiendo estos temas también. Como los aportes teóricos de la colega Fiorella Cademartori referidos a las condiciones laborales en este contexto. Cabe mencionar que, con ella y muchxs otrxs colegas, estuvimos en el grupo de estudio del colegio de Trabajo Social de Tucumán en la realización del censo[1]. Estudio que nos aporta hoy, también, varios elementos para leer justamente que esta Pandemia no vino a precarizar nuestras condiciones laborales, solo a mostrar con mayor crudeza las mismas. Lo que esta Pandemia también puso de manifiesto con mayor acento, fue la precarización de la vida, la destrucción de la naturaleza y nosotrxs en ella, el aumento de la violencia, entendiéndose como parte de una distribución desigual del poder en una sociedad.

En este sentido, siempre me interesa señalar lo obvio[2] pero necesario precisar, se refiere a poder situarnos en qué momento del orden mundial nos encontró esta pandemia: Capitalismo, uno globalizado, extractivista y neoliberal, con Estados y gobiernos que sostienen esa forma de producción, distribución y consumo, sostienen una relación estructural del capitalismo, una relación en donde el valor producido es del trabajo. En este Mundo, y esa normalidad a la que se intenta volver ya había un escenario de crisis, veíamos como aumentaba la especulación financiera, los servicios públicos y las políticas públicas eran reducidos, la expulsión de fuerza de trabajo era cotidiana, o era transformada en tercerización con pérdida de derechos laborales; veíamos que crecía la devastación de la tierra, y que la vida de la especie humana se encontraba en riesgo constante.

A partir de la declaración del Covid-19 como pandemia y las consecuentes medidas que se tomaron en nuestro país (cuarentena obligatoria, posterior distanciamiento y asumir entre las tareas esenciales la asistencia en salud o el cuidado de niños, niñas y adolescentes) se modificó por completo nuestra vida cotidiana y nuestra labor como trabajadorxs. Emprender esta emergencia en el marco de un sistema de protección de derechos deficitario estructuralmente, nos va confrontando con la necesidad de escribir y registrar las transformaciones que están surgiendo en nuestras condiciones de trabajo.

Como trabajadorxs del estado, de las políticas públicas entendemos que nuestro trabajo es el derecho de gran parte del pueblo que vive de su trabajo y de aquellos/as que no llegan a niveles de subsistencia, por eso creemos que las mejoras de nuestro trabajo y nuestros derechos, son también en relación a los derechos de lxs sujetxs con quienes trabajamos. Nos preguntamos, ¿Cómo intervenimos en este contexto? ¿Cómo se transformó la tarea asistencial? ¿Cómo se estructuraron las instituciones o los dispositivos de trabajo? ¿Estamos preparadxs para asistir en esta pandemia? ¿Cómo se gestionan los cambios que se van produciendo día a día en el proceso de trabajo?, ¿qué participación tienen en esto trabajadorxs y sujetxs con quienes trabajamos? En este marco, ¿cómo nos cuidamos? ¿qué rol cumplen las organizaciones gremiales, los colegios profesionales, las organizaciones sociales y políticas en este contexto?

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Hoy notamos la importancia de las organizaciones barriales (dejando de lado las miradas románticas o eufemismos) se encuentran como el principal actor que aglutina las demandas más urgentes de las poblaciones pobres, y garantizan a partir de lazos surgidos de la emergencia cotidiana, aquella que se requiere para garantizar la subsistencia. Ahora bien, esta tarea les es requerida y criticada; se pide a las organizaciones barriales/territoriales que sostengan los comedores/merenderos/copas de leche y otras acciones como tareas esenciales, con recursos estatales que solo se reducen a “mercadería”, y acceso a planes sociales nacionales,  o financiamientos que exigen la foto de agradecimiento; pero a la vez, se las critica porque no se conforman con eso, porque se movilizan, porque no logran generar transformaciones, etc., sin embargo vienen siendo parte de lo que se llamó la primera línea frente a la pandemia.

Como sabemos, el derecho a la salud de nuestras niñas/os/es no depende sólo de una buena alimentación, también depende de las condiciones de vivienda, saneamiento, acceso al agua potable, infraestructuras básicas, recursos (no solo económicos) con los que cuenta cada hogar. En el caso de Tucumán, el 75,9% de los niños/as/es viven en un ambiente contaminado. Fines de agosto de este 2020, el INDEC publico los últimos resultados de pobreza en el país, más del 40% de lxs tucumanxs son pobres, más de 360 mil personas.

Como trabajadoras de la Dirección de Niñez, Adolescencia y Familia, dependiente del Ministerio de Desarrollo Social, advertimos con profunda preocupación el desmantelamiento de programas y equipos que, de modo sistemático se sostienen desde hace algunos años. Equipos sin presupuesto; expedientes de asistencia directa que tardan años y solo se cuenta con lo mínimo; una lógica de atención de casos que resulta inabarcable; compañeras trasladadas de manera constante; rotaciones por oficinas que atentan contra el trabajo sostenido a largo plazo e interrumpe procesos de intervención. Formas de contratación diversas, que van de contratos de un mes a 3, 6 o 1 año, que lamentablemente abonan la salida individual, clientelar o meritocrática, destruyendo los lazos solidarios entre las compañeras, y las posibilidades de construir proyectos colectivos[3].

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Se hace necesario un análisis de la precariedad laboral no sólo en términos salariales, y las diversas modalidades de contratación. También, en relación a espacios necesarios para la formación y las prácticas laborales y a la posibilidad de pensar críticamente las políticas públicas. Cabe además nombrar cierta naturalización de las condiciones precarias de nuestros lugares de trabajo (condiciones materiales, hacinamiento, escasez de recursos). En el estudio sobre las condiciones laborales en 2015, notábamos que los principales instrumentos técnico operativo con los que contamos son la entrevista, la visita domiciliaria, la realización de informes, y a la vez un casi 58% habíamos marcado que el espacio es insuficiente en nuestros lugares de trabajo, o un 51% no contamos con privacidad para realizar una entrevista; el 51% de las Trabajadoras Sociales sostenían no tener móvil de transporte y/o viáticos para transporte, un 71% ubicaba esta escasez como una dificultad y limitación muy clara.

Entendemos que nuestras condiciones laborales actuales son el resultado de años de políticas de precarización y vulneración de nuestros derechos como trabajadoras estatales y que el contexto actual las evidencia y potencia sus niveles de criticidad. Hoy se hicieron visibles[4] las caras de quienes sostienen desde hace mucho tiempo las llamadas actividades esenciales, muchas de ellas vinculadas con el cuidado de la niñez y la adolescencia. Las compañeras que día a día ponen el cuerpo a las tareas de limpieza de los institutos, las que garantizan la comida en los hogares, las que cuidan en Sala Cuna; las compañeras de los CAPS y centros de salud. Compañeras, ellas que al volver a sus casas, seguramente cargaran a su vez con el trabajo doméstico, el que en estos tiempos, también sufrió modificaciones (cuidado de las personas mayores y demás población en riesgo; tareas y clases virtuales de hijes, etc.).

En la cuarentena mundial ha quedado claro que es la clase trabajadora – la clase que vive de su trabajo – la que produce lo necesario para garantizar la vida.

En estos meses podemos decir que se dio un aumento en la acumulación de plusvalía absoluta y relativa por la nueva modalidad de trabajo, “el teletrabajo” invadiendo todos los aspectos de la cotidianeidad, y en la jornada de las/os trabajadoras/es esenciales se ha generado un aumento de la intensidad y la prolongación de la jornada de trabajo. Esto sin dejar de mencionar, que algo que garantiza este proceso de acumulación ante la pérdida irremediable de la cohesión social, es la militarización de la vida cotidiana que ya venía en avance, y en este contexto ha cobrado mayor fortaleza.

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La dicotomía salud-economía implica un gran debate en torno a la apropiación de la riqueza socialmente producida; el Estado garantizando las rebajas salariales, las pérdidas de derechos laborales y asegurando mediante el pago de salarios a empresas privadas, el margen constante de ganancias, el pago de la deuda externa “¿Acaso no desnuda esto, el rol del estado y los gobiernos como garantes de los negocios de las clases dominantes? ¿El Estado cuida la salud de las personas o de los capitalistas? ¿Son los cuentapropistas tomados en cuenta al igual que los grandes empresarios? ¿El confinamiento que supone la cuarentena deja de lado las condiciones de clase?[5]

En este escenario, el trabajo social no está por fuera de las determinaciones más generales. Ni hablar de que nuestro objeto de intervención se ubica en las refracciones de la cuestión social y sus manifestaciones, y la degradación de la fuerza de trabajo también nos toca, también nos ha degradado, sufrimos y no con la pandemia: sobrecarga, acatamiento de acuerdos informales, extensión laboral, falta total o parcial de nuestra autonomía profesional, y aceptación de condiciones laborales que dejamos a un lado muchas veces sosteniendo que nuestro trabajo es casi un servicio voluntario, divino o de militancia.

Con la virtualización forzada de los procesos de intervención genera mayores niveles de frustración en nuestro trabajo al no poder dar respuesta, muchas veces esto genera mayor autoexigencia, autoexploración, estar disponible siempre, o una alienación y burocratización de nuestras prácticas.

Como expresan las compañeras de Buenos Aires, el Ajuste y la precarización mata, el estado es responsable (consigna elaborada a partir de las luchas por el asesinato de nuestra colega Laura Iglesias).

Entonces, si expresar que creemos que la salida es colectiva, y promoviendo procesos de organización y de lucha colectiva como en el marco de esas luchas de trabajadoras/as más general, con el conjunto de la clase que vive de su trabajo.

Necesitamos que nuestros colegios, organizaciones sindicales generen que colectivamente y en procesos de democratización, con autonomía una clara defensa a los intereses de los y las trabajadores, cuidar la integridad física, la pelea por licencias, freno a despidos, respeto a la autonomía profesional, estabilidad y elementos de trabajo, y por supuesto contar con las prestaciones necesarias para la atención de la población con la que trabajamos. Necesitamos Interpelar la orientación política e ideológica de las políticas públicas, recuperar el caudal crítico que tiene nuestra profesión para interpelar la vida cotidiana; generar estrategias colectivas; prácticas democráticas, participativas y de lucha; no respuestas burocratizadas, administrativas, apriorísticas o envestidas que generan la naturalización y generalización de las desigualdades, poner las necesidades y las desigualdades en la agenda.

Pero a la vez, necesitamos ser capaces de aportar a la construcción de una alternativa emancipatoria, esto no puede ser sin reconocernos como asalariadas, como Trabajadorxs y parte de una clase que vive de su trabajo, que se organiza colectivamente por la emancipación en su casa, en la universidad, en la calle y en el trabajo.

Claudia Montoya. fragmento de conversatorio con residentes en salud de Trabajo Social. San Miguel de Tucumán. 2020

Decía hace unos meses Paulo Netto en una charla “hoy bajo la pandemia, ¿quién es capaz de decir que este mundo es bueno?” 

Referencias bibliográficas


[1] https://colegiotrabajosocialtucuman.org/wp-content/uploads/2019/06/CONDICIONES-LABORALES-EN-EL-AMBITO-DEL-TS-PDF-DIGITAL.pdf

[2] https://contrahegemoniaweb.com.ar/2020/04/24/en-pandemia-igual-es-desigual-obviedades/

[3] https://contrahegemoniaweb.com.ar/2021/01/03/mirando-nos-hacia-el-norte-tucuman-primer-parada/

[4]Opc. Cit.

[5] https://contrahegemoniaweb.com.ar/2021/01/03/mirando-nos-hacia-el-norte-tucuman-primer-parada/

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