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Apuntes sobre socialismo desde abajo y poder popular

A tres años de los asesinatos de Sandra y Rubén

A fines de julio del 2018, volvíamos a la escuela después del receso invernal, con un No inicio a partir de  un paro de 48hs exigiendo condiciones dignas de enseñar y aprender. En Moreno se acompañó con una marcha importante pero lejos de lo que esperábamos. Allí estuvimos gran cantidad de compañerxs que ni podríamos imaginar, los días que nos esperaban.

El martes sostener la huelga con una marcha a Capital. El miércoles, otra vez, todxs a la calle, porque ya hace un año de la desaparición seguida de muerte de Santiago Maldonado. Un año de aquel asesinato. Lo sabía, lo sabía que a Santiago lo mató la gendarmería.

Recién iniciada la mañana del jueves 2 de agosto, incesantes avisos de mensajes en los celulares.  Muchos de todos lados.  Una explosión en la Escuela 49 de Moreno ¿qué hay de cierto?  Llegan consultas de otros distritos, la noticia iba corriendo de barrio en barrio, de escuela en escuela.

La confirmación más terrible, la más dolorosa. Dos trabajadores de la educación perdieron la vida al instante por la explosión de una pérdida de gas. Entonces hablábamos de una garrafa. La indignación de ser testigos del vaciamiento de la escuela pública que se venía profundizando año tras año y gobierno tras gobierno.

En Moreno teníamos el Consejo Escolar intervenido por los sectores políticos más reaccionarios del distrito, se acumulaban reclamos para arreglar las escuelas y paralelamente la presión de los altos cargos jerárquicos para que haya clases a como dé lugar. Las disputas políticas partidarias, las malversaciones de fondos, el uso del presupuesto educativo, según  conveniencias sectoriales, las tragadas de dinero vía coimas y empresas “amigas del poder”, eran las razones esgrimidas. Hoy a tres años, algunas cosas no han cambiado.

La burocracia sindical que peleaba contra su mejor enemigo el macrismo, tampoco dio margen para el NO inicio del ciclo lectivo con continuidad del reclamo, volvimos a la escuela a seguir tapando los baches de un estado que no prioriza la educación, que sistemáticamente nos acostumbra a esa resignación que confundía nuestra mirada y hasta algunxs pensábamos que una buena maestra o un buen profesor era quien pintaba su aula, compraba las tizas, borradores y útiles para sus estudiantes. Cosas que veníamos haciendo desde hace tiempo y seguimos haciendo hoy.

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En el nombre de la vocación y la co-responsabilidad nos quieren hacer responsables del deterioro de la educación pública, pero sabemos que no lo somos, al contrario somos lxs que estamos todos los días poniendo el cuerpo resistiendo este deterioro. Lxs docentes  estamos comprometidxs con las tareas y nuestras comunidades lo que muchas veces nos lleva a poner las soluciones que podemos, aunque parciales, aún a sabiendas que es responsabilidad del estado y los gobiernos de turno.

Pero esa mañana no fue un día cualquiera, aquel 2 de agosto de 2018, nos cambió la vida para siempre. Explota la Escuela 49 de Moreno y se asesina a dos trabajadores: una maestra vicedirectora Sandra Calamano y un auxiliar Rubén Rodríguez. La noticia circula velozmente en los grupos de whatsapp que nos deja inmersxs en una perplejidad sin precedentes. Somos muchxs docentes que recordamos no saber qué hacer ese día, llamados y mensajes entre escuelas, consultas a los sindicatos que nos encontró juntándonos en la Plaza Fuentealba. Después del shock, de querer saber algo que nos ayude a entender, fue creciendo desde muy abajo la bronca, el dolor, la indignación. Desde cada lugar de trabajo se expande una ola: “Vamos al consejo cuando termina el turno mañana”; “Si la directora me quiere pasar un ausente no me importa, esto no puede quedar así, tenemos que  movilizarnos al consejo”.

Cuántas veces, cada uno de los grupos de trabajadores por escuela tuvimos que movilizarnos para exigir los arreglos que veníamos pidiendo, desde hace mucho tiempo, sin respuesta. Pero esta vez algo se quebró. La vida interrumpida de dos compañerxs, por la irresponsabilidad de los gobernantes, no puede quedar así. 

No se dio clases a la tarde, no había paro, pero el Sindicato tuvo que acompañar con una suspensión de clases en el turno tarde, empujados por la autoconvocatoria, por  las redes que expresaban el clamor caliente de nuestras voces. Por la masividad de la certeza de que cualquiera de nosotrxs podríamos haber sido Sandra y Rubén.

El silencio, el dolor, ese nudo en la garganta, pensar en Sandra y en Rubén, en sus familias y en una muerte absurda que nos hacía llorar de bronca e impotencia. Una marcha multitudinaria, cartulinas y fibrones que improvisaron carteles con la necesidad de decir que cada escuela estaba presente, que esto era un límite extremadamente cruel.

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Nada nos podía devolver la vida de dos compañerxs pero sí podíamos decir basta al apriete de los inspectores a dar clases como sea, nos hicimos cargo de cuánta desidia dejamos pasar e iniciamos una lucha muy difícil pero que a lxs docentes de Moreno nos cambió la vida para siempre.

¿Quiénes se animaron a volver a la escuela en iguales condiciones? Entonces que vengan ellos a decirnos que no corríamos riesgo. Ese fue el primer reclamo y a partir de allí, cada escuela inspeccionada, se clausuraba porque no garantiza la hermeticidad de sus instalaciones de gas, ni las instalaciones eléctricas,  ni que las mamposterías no se cayeran.  

Se suspenden las clases hasta que no se cumplan los 12 puntos de habitabilidad se acordó en una asamblea de directivos autoconvocadxs en la que participaron también los gremios y una lucha que se gestaba y crecía en la escuela, en la calle, en los barrios y en las plazas. Las ollas populares, las mateadas, las tortas fritas y los mates cocidos, las clases públicas en las puertas de las escuelas, en las plazas y en las salas de los barrios garantiza una continuidad pedagógica de la resistencia. Discutimos entre todxs esos 12 puntos de habitabilidad que se habían firmado en la paritaria del 2011, que lxs docentes en su gran mayoría desconocíamos, tampoco las familias ni estudiantes.

Surgen los comité de familia, cuando nos quisieron hacer entrar a las escuelas aún sin haber arreglado la gran mayoría de ellas, o haciéndolo en muy pocos casos. En todo momento desde algunos actores políticos y sociales nos empujaban a fragmentar la lucha, a dividir las escuelas “arregladas“ de las que no. El tiempo transcurrió sin clases y eso era un  peso para todxs, algunas voces empezaban a plantear que no podíamos estar más tiempo fuera de las escuelas. Cuando la presión se hizo difícil de enfrentar a lxs docentes, estudiantes y sus familias tomaron las posta del reclamo que se extendió varios meses más, al igual que las amenazas, aprietes y persecuciones.

El proceso fue largo, las experiencias de organización y lucha  muy  extendidas y heterogéneas, en nuestro distrito, pero también se extendieron en el territorio de la provincia de Buenos Aires, donde no se garantizaban las condiciones de enseñar y aprender. Clases públicas, ollas populares, pintada de murales, cines debate fueron algunas de las formas  que asumió la lucha.

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La necesidad de justicia, llevó a las fuerzas de la localidad a convocarse para resguardar las probanzas que intentaron sacar del Consejo Escolar. Esa primera acción defensiva se  convirtió en un acampe en que confluyeron muchísimos sectores. Allí se desplegó la solidaridad, las clases públicas, los recitales y festivales culturales, allí se dirigieron  todas las marchas multitudinarias que se hicieron. Toda la comunidad de Moreno estuvo movilizada y acompañada por docentes y trabajadores organizados, o no, de toda la provincia. 

El segundo semestre del año sin clases en el Distrito, fuimos precursores sin saberlo de lo que años después la pandemia nos obligaría a revivir. La continuidad pedagógica más aceptada por las familias ya que el miedo a morir en la escuela era un hecho y una amenaza constante. Más del 80 % de las escuelas de Moreno tenían pérdidas de gas e innumerables graves problemas de infraestructuras. El potente debate, nucleado en el Instituto de formación docente, pero extendido nos permitió repensar la tensión entre continuidad o acompañamiento pedagógico. Básicamente esos compañerxs nos permitieron pensar que sin escuela no podía haber continuidad. Debate que retomamos en tiempos de pandemia, aunque sin la potencialidad del pueblo movilizado.  

Desde el 2020 la pandemia nos llevó nuevamente a la continuidad pedagógica pero que tenía una gran diferencia: no poder contar con esa posibilidad de encontrarnos en una plaza o en la vereda, lo que la hizo muy difícil aún. El 2021, nos encuentra en condiciones similares, con el agravante que vuelve a explotar una escuela esta vez es la N°144 de Aguada San Roque, Provincia de Neuquén, en la que son asesinados tres trabajadores: Nicolás Francés, Mariano Spinelli y Mónica Jara ¿Puede ser que nos vuelva a pasar?

Encima en estas condiciones de aislamiento que no nos permite movilizarnos masivamente.  ¡Cuánta injusticia, cuánta bronca, cuánto dolor!

A 3 años del Asesinato Laboral de Sandra y Rubén la lucha continua, cambia el escenario político pero no la realidad de nuestras escuelas, son muchos los edificios escolares que en pleno invierno no tienen gas o no están en condiciones de funcionamiento medianamente dignas, las persecuciones y amedrentamientos para que trabajemos en cualquier condición continua. Siguen sin resolver los sumarios iniciados en plena lucha a compañerxs docentes movilizadxs.

El reclamo de justicia y castigo por el asesinato de Sandra y Ruben siguen vigentes.

La Educación en Moreno sigue necesitando justicia.

  • Por condiciones dignas de enseñar y aprender
  • Cese de los sumarios
  • Juicio y castigo a todxs los responsables

¡Sandra y Rubén! ¡Nicolás, Mariano y Mónica!

¡Presentes!

¡Ahora  y siempre!

Agrupación docente  La bordó de Moreno en el Encuentro Colectivo Docente de la Pcia de Bs. As.                   

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