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La larga memoria de la vida

La crisis hídrica que sufre desde hace doce años el sur de Sudamérica es ya una mega-sequía, la más prolongada en los últimos 600 años, de acuerdo a una investigación científica del clima de un equipo que lidera Mariano Morales, investigador adjunto del CONICET en el Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (IANIGLA), con sede en Mendoza. Por su parte, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) advirtió la última semana que la temperatura mundial promediada durante los próximos 20 años alcanzará o superará un calentamiento de 1,5 ºC. En las subregiones de nuestro continente, la temperatura aumentó y seguirá haciéndolo por encima de la media mundial, con el consiguiente deshielo y pérdida de glaciares en la cordillera de los Andes, advirtió el informe elaborado durante cinco años, que ahora contó con mayor documentación científica aportada desde América Latina.

El 28 de junio pasado se registró 1,8°C en las islas Orcadas, Antártida, cuando para esa fecha, en 2003, se registró -23° y una capa de hielo de varios kilómetros de extensión en las bahías que se observan desde esa base argentina. Ese registro récord tuvo su correlato en el continente al cerrar el ciclo hidrológico, el 31 de julio, con lluvias escasas y muy poca nieve. El Servicio Meteorológico Nacional (SMN) publicó dos mapas comparativos de precipitaciones, de 2020 y de este año, la documentación básica de los alcances en el territorio de la presente sequía.

Mapa de la nieve 2021.
Mapa de la nieve 2022.

Aunque revelador, dos años no dan cuenta del proceso. La mega-sequía se inició en 2010 y su evolución puede analizarse en el Atlas Sudamericano de Sequía (SADA), que contiene 600 mapas para los últimos 600 años hasta el verano 2019/2020. Este trabajo liderado por Morales –biólogo especializado en dendrocronología, disciplina que recrea los climas a partir del desarrollo de los anillos de crecimiento de los árboles– reconstruyó climas (específicamente, la humedad del suelo en verano) a partir del análisis de los anillos de los árboles de formaciones boscosas de ambos lados de la cordillera de los Andes, desde el sur de Perú y Brasil, Chile, la Argentina, Bolivia, Paraguay y Uruguay.

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El mapa muestra el indice de humedad del suelo durante el año 1968. Este año registró una de las sequías más severas en Chile central y el centro-oeste argentino.

El IPCC publicó, junto con el documento, un nuevo Atlas Interactivo con información “que puede servir de base para la evaluación de riesgos, la adaptación y la adopción de otras decisiones, así como un nuevo marco que ayuda a traducir los cambios físicos del clima (calor, frío, lluvias, sequías, nieve, viento, inundaciones costeras, etc.) en lo que representan para la sociedad y los ecosistemas”.

Personas cruzando de a pie, sobre el lodo, el cauce del río Paraná desde la Argentina a Paraguay fue una imagen extrema que conmovió estos días. Será devorada por la próxima postal si es que el debate colectivo de base por el “buen vivir” no encuentra interlocutores en las dirigencias políticas y funcionarios públicos. El carácter global del proceso exige repensar los diagnósticos y las respuestas locales ante los eventos climáticos extremos, que todavía en la Argentina son por provincias, por cuencas hídricas, temporada a temporada, con las corporaciones y sin las poblaciones, atendiendo a las coyunturas en forma tardía y desigual.

De emergencia en emergencia

El cambio actual del clima se acentuó y precipitó entre las décadas de los ’60 y ’70, indicó Morales. “La presente sequía presenta valores inusuales por lo prolongado en el tiempo y lo extendido en el territorio, aunque haya habido otros de mayor intensidad (1968/1969 y 1998, por ejemplo). La escasez hídrica en un contexto de largo plazo (600 años) nos permite entender cambios actuales”. De allí la caracterización de mega-sequía al presente período sin precedentes.

Varias provincias discuten emergencias hídricas, otras vienen de años con declaraciones de ese tipo, otras no discuten nada a pesar de que padecen sus alcances. Las prácticas defensivas de las dirigencias locales para la cobertura de sus propios intereses y responsabilidades son una dificultad extra al momento de abrir el juego al debate y la participación, como pasó la temporada pasada con los incendios y las inundaciones.

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Calentamiento global suena, en ocasiones, a fórmula para bloquear el debate sobre las condiciones locales concretas:

  • Quiénes son los emisores locales de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero;
  • Quiénes sufren la crisis hídrica y quién administra y dispone el reparto de las pérdidas;
  • Cómo actúan los pesos pesados del acaparamiento de tierras y del neo-extractivismo en relación con esta crisis;
  • A qué atienden las respuestas políticas-institucionales del gobierno nacional y las provincias en la coyuntura.

La Autoridad Interjuridiccional de las Cuencas (AIC) de los ríos Limay, Neuquén y Negro dictó la emergencia el 24 de julio. Dos días después, el gobierno nacional decretó la emergencia por seis meses para las cuencas de los ríos Paraná, Paraguay e Iguazú. La semana pasada, el gobernador Omar Gutiérrez de Neuquén decretó la emergencia por seis meses, instrumento con el que recién buscará 800 millones de pesos para hacer obras que garanticen la provisión de agua potable y para riego en los próximos meses. A la vez, dos proyectos ingresaron a la Legislatura de Chubut, donde el gobierno de Mariano Arcioni estimó en 500 millones la necesidad de financiamiento para esta emergencia.

El volcán Domuyo, al norte de Neuquén.

Mendoza lo advirtió al comenzar este período en 2011. Ahora, reclama que sea la Nación la que determine ese emergencia para las cuencas de los ríos Mendoza, Tunuyán, Diamante, Atuel, Malargüe y Grande. Según datos del Departamento General de Irrigación (DGI), es la más difícil situación hídrica de los últimos 33 años, con un 30% menos de agua que el promedio histórico, planteó Marcelo Giraud, geógrafo y docente. En San Juan, el debate sobre el uso del agua disponible deberá incluir un sinceramiento sobre los usos industriales en la megaminería y los hidrocarburos.

Archivos vivos

“La cordillera es fundamental para regular el clima en la diversidad de ambientes en el continente”. Las escalas de análisis que propuso Morales en la conversación fueron sugerentes, apropiadas para converger con la perspectiva decolonial: el sur de Sudamérica en 600 años, el desarrollo del clima cuando el mundo occidental inicia la conquista, evangelización y colonización del Abya Yala.

Los registros con instrumental fiable no tienen más de 50 años. Así, los árboles son archivos ambientales para lugares donde no hay estaciones meteorológicas. Para el proyecto del Atlas, científicos de la Argentina, Chile, Bolivia, Estados Unidos, Francia e Inglaterra recopilaron datos de más de 15.000 árboles de doce especies diferentes en trescientos bosques de ambos lados de la cordillera, desde el Altiplano y los valles subtropicales intermontanos hasta los bosques patagónicos. Se utilizó una metodología ya empleada en otros seis atlas similares para otros lugares de la Tierra, lo que permite una lectura comparada.

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Los eventos puntuales hacen tangible el proceso. En los ’90 desaparecieron cuerpos de agua y retrocedieron glaciares. En Bolivia se secan lagos y en Jujuy un sistema de lagunas registra una fuerte disminución. En el centro de Chile se está muriendo un bosque nativo.

“Con los glaciares sanos, los años secos nunca llegaban a ser tan secos, por aporte de los glaciares como reguladores naturales de las reservas hídricas”. En la cordillera, el año pasado se registró una nevada importante, con pérdidas de vidas humanas y hacienda. Aunque importante, “no revirtió la sequía”, dijo Morales. Fue tan así que, el verano pasado, el intendente del municipio de Cushamen, en el norte de Chubut, ya volvió a insistir sobre la falta de agua para consumo humano.

Anillos de memoria

El hombre cruzó caminando el agua fría este jueves, para documentarnos que el río viene casi sin agua donde siempre pasó a caballo. Héctor Sepúlveda, del paraje El Negrete, junto con asambleístas del norte de Neuquén, no se cansa de alertar sobre los daños que ocasionará una represa hidroeléctrica sobre el río Nahueve, ese mismo que transita a pie. Hace un mes la familia Sepúlveda fue despojada de tierras ubicadas junto al río.

La agenda de debate de la crisis hídrica se nutrirá de las memorias de las vidas y los pueblos en el territorio, o no será.

Fuente: El cohete a la luna

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